"En el Congo aprendí mucho con el Che"
Juventud Rebelde, Rebelión, Patria, Aporrea, Ajintem,
Cubainformación, Por Esto, Kadadiasomosmas.
En abril de 1965, dos años y medio antes de que al guerrillero heroico lo
asesinaran sus captores tras caer herido en combate en Bolivia, Rafael Zerquera
Palacios se convirtió en el primer médico que estuvo con el Che en el Congo
Leopoldville, Zaire, hoy República Democrática del Congo.
Tras graduarse como médico en 1964 y cuando cumplía
el servicio social en Santo Domingo, en la Sierra Maestra, llegó a la consulta
de Rafael Zerquera Palacios un emisario que le traía la encomienda de que se
presentara urgentemente en el Ministerio de Salud Pública en La Habana. En la
capital lo recibió el entonces ministro de Salud Pública, doctor José Ramón
Machado Ventura, quien le pidió su disposición para cumplir una misión
internacionalista muy importante, sin decirle en qué lugar sería. Zerquera, que
había ofrecido su disposición para ayudar a cualquier país en el mundo,
rápidamente dio su aprobación y Machado le indicó que dijera a su familia que
iría al Festival de la Juventud y los Estudiantes que tendría lugar en Argelia.
Este médico, de piel negra, nació el 1ro. de mayo
de 1932, en Trinidad, antigua provincia de Las Villas. Allí estudió la escuela
primaria y en Cienfuegos el bachillerato en Ciencias. Oficial retirado de las
FAR, a sus 76 años tiene numerosas anécdotas que contar sobre aquella gesta,
tantas que no cabrían en este pequeño artículo. sorpresa inesperada A los diez
días de la entrevista con Machado Ventura, el 10 de abril de 1965, él, junto a
otros tres combatientes (Norberto Pio Pichardo, Víctor M. Ballester y Martín
Chibás González) tomaron un avión vía La Habana-Moscú, lugar donde se le
unieron tres compañeros más, y en El Cairo, Egipto, otros tres. Ya eran nueve y
con Zerquera (iba al frente del grupo) sumaban diez. Antes del viaje, el
Comandante en Jefe Fidel Castro habló con Zerquera, le explicó la importancia
de la misión, se interesó por su familia pero no le dijo a qué país iría,
aunque le expresó que cuando llegara allá se iba a encontrar con una sorpresa
que ni esperaba ni podía soñar. «Esa conversación fue uno de los momentos más
felices de mi vida».
De Egipto volaron a Tanzania, adonde llegaron el 18
de abril, y allí se encontró con Víctor Dreke, José María Martínez Tamayo
(Papi), el capitán Rivalta como embajador en ese país, Oscar Oliva, y el Che
que estaba disfrazado y parecía un profesor francés. Zerquera llevaba dos
maletines, uno que pesaba mucho, con balas de M-1 (después supo que eran para
el Che), y el otro contenía dinero en efectivo.
Al despedirlo en el aeropuerto de La Habana, Osmany
Cienfuegos le había entregado los maletines y le ordenó: «se los entregas solo
al jefe; puede ocurrir algún problema pero como único salvas tu honra es que
venga el cadáver tuyo junto con la noticia de que los maletines se perdieron».
Recuerda el galeno que, una vez en Tanzania, con
los elementos aportados por el Comandante en Jefe sobre la sorpresa que
encontraría, cuando vio a un hombre blanco «camuflajeado» entre los demás, con
una pipa y leyendo francés, comenzó a sospechar. Y cuando ese hombre blanco con
una barba a medio salir, reunió a los 14 primeros compañeros que habían
llegado, les explicó las tareas y objetivos de su presencia en el lugar y les
preguntó si alguien lo conocía, sus sospechas aumentaron. Los únicos que sabían
su identidad eran Dreke (segundo jefe de la futura guerrilla) y su ayudante
José María Martínez Tamayo (Papi), pero no dijeron nada.
Zerquera le dijo que tenía una idea y, ante la
exigencia del jefe para que dijera el nombre, respondió: me imagino que usted
es el Che. todo el mundo era soldado Guevara hizo un gesto afirmativo y
seguidamente explicó el porqué de su presencia en tierras africanas. Habló de
su afecto y admiración por Patricio Lumumba y entonces se dieron cuenta de
adónde irían.
Dijo que el Movimiento le había solicitado al
gobierno cubano una ayuda. Agregó que entre los dirigentes cubanos, él era el
que mejores condiciones tenía para dar ese paso. Que había estado antes en
varios países africanos y contactó con el Movimiento de Liberación lumumbista.
Habló sobre muchas cosas: que tenían que ser un ejemplo; de cuando se integró a
las filas del 26 de Julio; de cuando conoció a Fidel; de cómo se fue ganando
los grados por los méritos y los actos; que había que ser así, que allí nadie
era nadie, que todo el mundo era soldado, empezando por él, y que los grados se
irían adquiriendo según se los ganaran. Que llevaba una libreta donde anotaría
la historia de cada cual como se hace en toda guerrilla. Puntualizó que allí no
quería autosuficiencia, autovaloración, que íbamos a ayudar y teníamos que ser
humildes para ser ejemplo. Señaló que la tarea no sería un paseo, que podía
durar cinco años y después se valoraría una sustitución progresiva, de acuerdo
con los intereses del Movimiento. Seguidamente sacó un diccionario en lengua
swahili y le asignó un número a cada uno de los 14 presentes. Moja, número uno
en swahili, a Dreke; el dos, Mbili, a su ayudante; el tres, Tatu, el Che. A
Zerquera, como venía al frente de diez compañeros le puso ese número, Kumi.
Como el Che era un excelente estratega militar, después de pasar el diez, saltó
al 20, 30, 40, etcétera, con el objetivo de despistar al enemigo sobre
cualquier cifra posible. Tras la reunión, Kumi trató de entregarle los
maletines pero el Che le dijo que los guardara.
Tras buscar medicinas y el avituallamiento
necesario en Tanzania se dirigieron a la frontera con el Congo Leopoldville
(antiguo Zaire). Desde Kigoma, en Tanzania, atravesaron, en la oscuridad de la
noche, el peligroso lago Tanganika en dos pequeñas lanchas. Los primeros 13
combatientes cubanos llegaron el 24 de abril de 1965 a la localidad de Kibamba,
en el Congo.
Se iniciaba así el andar del Guerrillero Heroico,
con un puñado de hombres, por tierras congoleñas. En esa gesta llegaron a
participar 123 combatientes cubanos, ya tienes pacientes.
Como la participación del Che no había sido
informada, nadie del Movimiento de Liberación los recibió en Kibamba. Entonces
Godefroid Tchamleso, un congolés miembro de esa organización que viajó con
ellos en la lancha, organizó con algunos combatientes nativos una especie de
bienvenida. Los alojaron en unas chozas. En una de ellas el Che puso su hamaca
y esa noche Kumi durmió en el suelo cerca de él.
Al siguiente día exploraron una empinada montaña
cercana al lugar donde finalmente se establece el campamento principal. El
doctor Zerquera quedó en Kibamba encargado de atender a los enfermos y de
recibir a los futuros combatientes que irían llegando.
En una primera ocasión Kumi subió, con mucha
dificultad por la falta de preparación, la empinada cima de 1 800 metros de
altura donde radicaba el Che, pero la segunda vez fue porque lo mandaron a
buscar y al llegar encontró al guerrillero heroico muy mal de salud, con mucha
fiebre y tos seca. Zerquera le preguntó cuál sería el tratamiento mejor para su
caso específico y el Che le dijo que kanamicina, pero se lamentó porque no
sabía dónde la iban a encontrar. Entonces es cuando Kumi abrió el maletín y
Guevara le preguntó de dónde lo había sacado. Tras las explicaciones
pertinentes comenzó el tratamiento y a los tres días, ya algo restablecido, le
indicó a Kumi que su trabajo estaba en Kibamba, donde tenía un hospital y
pacientes que atender.
Poco tiempo despues el médico tuvo que regresar
porque el Che presentaba hemorragia y fiebre alta. Durante tres largos días con
sus noches Kumi le puso tratamiento contra la malaria hasta que salió de la
gravedad. De ahí en adelante, el Che nunca más se enfermó y continuó
organizando y dando aliento a sus hombres pese a que los problemas dentro del
movimiento de liberación del Congo y las condiciones para sostener la guerrilla
no eran las mejores.
«Yo aprendí mucho con el Che desde los primeros
días en que llegamos a Kibamba, cuando estábamos prácticamente sin hacer nada y
nos cayó el “gorrión”, es decir, la nostalgia. Una mañana se apareció en el
campamento y me dijo que venía a ayudarme para que no me quejara. Me preguntó a
qué yo había ido y establecimos el siguiente diálogo:
Kumi: A atender a los enfermos y heridos cubanos
Che: No, usted vino a ejercer su profesión.
Kumi: Dígame cómo la ejerzo.
Che: Coja el maletín y acompáñeme.
Y el Che y yo, junto al traductor congoleño Freddy
Ilanga (fallecido más tarde en Cuba) comenzamos a recorrer la zona. Veíamos a
los enfermos y decía, a este aspirina a aquel, vitamina B-2. Al otro día, no
tuve que dar el recorrido, los nativos se me metían en la choza para que los
consultara, y el Che me dijo: “Fíjate como ya tienes pacientes”.
Pese a que la gesta del Congo no dio los resultados
esperados, afirma Kumi, “al paso de los años comprendí que en realidad esa
misión sirvió de mecha para alimentar el fuego de la lucha en los pueblos
africanos; fuego que después comenzó a incendiar Guinea Bissau, Mozambique,
Angola, Namibia, Sudáfrica y todos los demás países que se liberaron.
En total siete médicos cubanos y uno de origen
haitiano que estudiaba en Cuba participaron en esta gesta con el Che en el
Congo Leopolville.