Por Manuel
E. Yepe*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Cuba acepta el reto
que representa la política de interacción “gente a gente” de Washington porque,
pese a que su propósito declarado es que los visitantes promocionen "la
democracia" entre los cubanos (siendo éste el término que Washington
utiliza para designar el sistema capitalista), de hecho ofrece a los cubanos
una posibilidad de mostrar a los visitantes las evidentes falsedades de la
campaña mediática de demonización más extensa de la historia: la que Estados
Unidos ha instrumentado a escala global por más de medio siglo aprovechando la
disparidad de recursos tecnológicos entre las dos partes.
La
distancia entre las manipulaciones difamatorias y la verdad es tan grande y
axiomática que desde el primer minuto de su contacto con la realidad cubana,
los visitantes bien intencionados se abren a la comprensión de las razones que
han dado lugar a la histórica epopeya popular que es la revolución cubana y el carácter
absurdo de la política de hostilidad del gobierno estadounidense contra la
isla.
¿Por
qué son tan amablemente bienvenidos en Cuba los visitantes estadounidenses?, se
pregunta invariablemente todo visitante norteamericano cuando entra en contacto
con las primeras verdades de la realidad histórica en las relaciones entre la
nación caribeña y la superpotencia.
Se dice
que la hospitalidad cubana hacia los extranjeros es una cualidad ancestral que
muchos expertos explican por la naturaleza isleña del país, entre varios otros
factores geográficos e históricos.
Pero en
el caso de los estadounidenses de hoy, cada cubano está consciente de que
cualquier visita de un ciudadano de Estados Unidos a la isla de alguna manera
representa un rechazo a la injusta política de aislamiento y hostilidad contra
Cuba. Y un gesto así es merecedor de reciprocidad.
La
prohibición de viajar a Cuba es parte de la estrategia general de Estados
Unidos dirigida a aislar a la isla y derrotar a su gobierno por medio de un
bloqueo económico, financiero y comercial que cause hambre y miseria para que
los cubanos culpen de ello al liderazgo revolucionario.
Esto, por
supuesto, no ha ocurrido. Muy por el contrario, la heroica resistencia de los
cubanos hacia este abuso ha despertado la solidaridad de los pueblos y, en vez
de la pretendida condena gubernamental mundial a Cuba, se han producido
profundos siguiendo, cada uno a su manera, la ruta cubana. Cuanto pueblo del
continente logra poder elegir a sus dirigentes y representantes en procesos
electorales democráticos, elige gobernantes progresistas.
En los
últimos 20 años, Cuba ha recibido unos 29 millones de visitantes; la mitad de
ellos han venido de Europa, 8 millones de Canadá, 4 millones de América Latina
y el Caribe y unos 800.000 de los Estados Unidos.
Según
algunas estimaciones, desde 1990, un promedio de 20.000 a 30.000
estadounidenses viajaron a Cuba cada año con licencias especiales o
ilegalmente. Autorizados caso a caso lo hicieron estudiantes, profesores e
investigadores de centros de estudio; grupos de abogados, arquitectos,
historiadores y médicos asistiendo a conferencias profesionales y eventos;
equipos juveniles deportivos, grupos religiosos y organizaciones
ambientalistas.
Además lo
hicieron sin registrarse formalmente como turistas cierto número de
estadounidenses no autorizados por su gobierno, motivados por la solidaridad,
la curiosidad, o atraídos por una fruta prohibida durante tantos años. Los
expertos consideran que si se eliminara la prohibición de viajar a Cuba impuesta
por Washington a sus ciudadanos, el incremento de turistas que recibiría Cuba
cada año en el período inmediato, sería multimillonario.
Se conoce
que la industria turística tiene planes para añadir 200.000 habitaciones en el
mediano plazo y cuenta además con la posibilidad de ampliar el número de
ciudadanos dispuestos a incorporar nuevas capacidades en sus propias casas, con
algún apoyo financiero público.
El
turismo es fuente muy substancial de divisas para Cuba (solo superada por la
exportación de níquel); es fuente creciente de empleo y factor movilizador de
la economía en general.
En Cuba
hay un elevado número de partidarios de que el turismo estadounidense vuelva a
ocupar el lugar preponderante que tuvo antes de la revolución, hace medio
siglo, considerando que es evidente la complementariedad económica y cultural
que hay en ello.
Los
cubanos no temen que el arribo en gran escala de visitantes del país líder del capitalismo
mundial tribute a los propósitos intervencionistas que han guiado siempre la
política de Estados Unidos respecto a Cuba. Todo lo contrario, puede
considerarse que, mediante un turismo sano y pacífico, los buenos ciudadanos de
aquella nación estarían resarciendo a los cubanos tantos años de sufrimientos y
privaciones que les fueran impuestas por trece sucesivas administraciones de
Estados Unidos.
*Manuel
E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional.
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