viernes, 16 de mayo de 2014

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Por Manuel E. Yepe*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Cuba acepta el reto que representa la política de interacción “gente a gente” de Washington porque, pese a que su propósito declarado es que los visitantes promocionen "la democracia" entre los cubanos (siendo éste el término que Washington utiliza para designar el sistema capitalista), de hecho ofrece a los cubanos una posibilidad de mostrar a los visitantes las evidentes falsedades de la campaña mediática de demonización más extensa de la historia: la que Estados Unidos ha instrumentado a escala global por más de medio siglo aprovechando la disparidad de recursos tecnológicos entre las dos partes.
La distancia entre las manipulaciones difamatorias y la verdad es tan grande y axiomática que desde el primer minuto de su contacto con la realidad cubana, los visitantes bien intencionados se abren a la comprensión de las razones que han dado lugar a la histórica epopeya popular que es la revolución cubana y el carácter absurdo de la política de hostilidad del gobierno estadounidense contra la isla.
 ¿Por qué son tan amablemente bienvenidos en Cuba los visitantes estadounidenses?, se pregunta invariablemente todo visitante norteamericano cuando entra en contacto con las primeras verdades de la realidad histórica en las relaciones entre la nación caribeña y la superpotencia.
Se dice que la hospitalidad cubana hacia los extranjeros es una cualidad ancestral que muchos expertos explican por la naturaleza isleña del país, entre varios otros factores geográficos e históricos.
Pero en el caso de los estadounidenses de hoy, cada cubano está consciente de que cualquier visita de un ciudadano de Estados Unidos a la isla de alguna manera representa un rechazo a la injusta política de aislamiento y hostilidad contra Cuba. Y un gesto así es merecedor de reciprocidad.
La prohibición de viajar a Cuba es parte de la estrategia general de Estados Unidos dirigida a aislar a la isla y derrotar a su gobierno por medio de un bloqueo económico, financiero y comercial que cause hambre y miseria para que los cubanos culpen de ello al liderazgo revolucionario.
Esto, por supuesto, no ha ocurrido. Muy por el contrario, la heroica resistencia de los cubanos hacia este abuso ha despertado la solidaridad de los pueblos y, en vez de la pretendida condena gubernamental mundial a Cuba, se han producido profundos siguiendo, cada uno a su manera, la ruta cubana. Cuanto pueblo del continente logra poder elegir a sus dirigentes y representantes en procesos electorales democráticos, elige gobernantes progresistas.
En los últimos 20 años, Cuba ha recibido unos 29 millones de visitantes; la mitad de ellos han venido de Europa, 8 millones de Canadá, 4 millones de América Latina y el Caribe y unos 800.000 de los Estados Unidos.
Según algunas estimaciones, desde 1990, un promedio de 20.000 a 30.000 estadounidenses viajaron a Cuba cada año con licencias especiales o ilegalmente. Autorizados caso a caso lo hicieron estudiantes, profesores e investigadores de centros de estudio; grupos de abogados, arquitectos, historiadores y médicos asistiendo a conferencias profesionales y eventos; equipos juveniles deportivos, grupos religiosos y organizaciones ambientalistas.
Además lo hicieron sin registrarse formalmente como turistas cierto número de estadounidenses no autorizados por su gobierno, motivados por la solidaridad, la curiosidad, o atraídos por una fruta prohibida durante tantos años. Los expertos consideran que si se eliminara la prohibición de viajar a Cuba impuesta por Washington a sus ciudadanos, el incremento de turistas que recibiría Cuba cada año en el período inmediato, sería multimillonario.
Se conoce que la industria turística tiene planes para añadir 200.000 habitaciones en el mediano plazo y cuenta además con la posibilidad de ampliar el número de ciudadanos dispuestos a incorporar nuevas capacidades en sus propias casas, con algún apoyo financiero público.
El turismo es fuente muy substancial de divisas para Cuba (solo superada por la exportación de níquel); es fuente creciente de empleo y factor movilizador de la economía en general.
En Cuba hay un elevado número de partidarios de que el turismo estadounidense vuelva a ocupar el lugar preponderante que tuvo antes de la revolución, hace medio siglo, considerando que es evidente la complementariedad económica y cultural que hay en ello.
Los cubanos no temen que el arribo en gran escala de  visitantes del país líder del capitalismo mundial tribute a los propósitos intervencionistas que han guiado siempre la política de Estados Unidos respecto a Cuba. Todo lo contrario, puede considerarse que, mediante un turismo sano y pacífico, los buenos ciudadanos de aquella nación estarían resarciendo a los cubanos tantos años de sufrimientos y privaciones que les fueran impuestas por trece sucesivas administraciones de Estados Unidos.
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
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