domingo, 7 de junio de 2015

Escuela de Periodismo argentino

De: RAFAEL GARGIULO [mailto:rafael.gargiulo@gmail.com]
domingo, 07 de junio de 2015 03:12 p.m.
Asunto: En el día del Periodista

 

 El Periodismo será Militante y Revolucionario o no será nada

El Periodismo será Militante y Revolucionario o no será nada

(07/07/15 - Día del Periodista, *Por Hugo Delgado)-.Se cumple hoy un nuevo aniversario de la fundación de Gazeta de Buenos Aires por parte de Mariano Moreno, quien estaba a cargo, junto al sacerdote Manuel Alberti de su redacción.

A doscientos cinco años de aquel hecho fundacional, el periodismo se encuentra en nuestro país en uno de los momentos más importantes de su historia en cuanto a definiciones de su alcance, sus deberes y sus responsabilidades.

Como pocas veces en su historia desde que el sector más revolucionario de aquellas Revolución de Mayo decidiera, pocos días después de su victoria, crear un órgano que les permitiera militar su revolución.

Curiosamente en nuestro país, quienes reivindican a la prensa como el canal natural de discusión de la realidad por parte de la sociedad pretenden, ante el cuestionamiento de sus perrogativas, negarle al periodismo su esencia y convertirlo en vocero de las corporaciones económicas en contra de los intereses de la Patria.

Al descalificar el rol militante del periodismo asumido desde su hito fundacional por quien diera aquel primer paso, los corporaciones mediático empresariales parecen hoy dispuestas a dirimir la disputa con el enfrentamiento de sicarios contra militantes, rentando a los primeros y descalificandos a estos últimos.

El claro posicionamiento de esa prensa en favor de los insostenibles argumentos de los Fondos Buitre en tiempos recientes en contra de los intereses, no del gobierno sino de la Nación, demuestran claramente que de haber existido allá por los albores de nuestra Patria no hubieran dudado en ponerse del lado del virrey y la corona de España y en contra de los patriotas.

Son los mismos medios que callaron o utilizaron subterfugios para evitar llamar a las dictaduras por su nombre; los mismos medios que llamaban terroristas a los militantes y enfrentamientos armados a los asesinatos, los mismos que lucraron y se apropiaron de bienes en la mesa de torturas como Papel Prensa y que siguieron ejerciendo un rol coactivo luego en el regreso de la democracia.

Contra esos medios, y contra esa ideología de medios, surge hoy, desorganizada, con gruesos errores de forma, pero con un condimento necesario cuando de periodismo se trata, que es romper con el paradigma de la complicidad con los sectores dominantes.

Lenta, casi tímidamente, se va asumiendo en algunos casos la condición de militantes por parte de algunos colegas, compañeros de ruta en esta historia de informar, aprendiendo, en muchos casos, sobre la marcha a corregir esa deformación creada por años y décadas de periodismo autoritario que se erigía por encima de la turba para decirles cual era la realidad.

Es cierto que estamos aún muy lejos de llegar a un periodismo popular, democrático y revolucionario, porque debemos sincerarnos con la sociedad y decir claramente que el periodismo será revolucionario o no será nada.

Que el periodismo será molesto, aún para los gobiernos populares, pero nunca destituyente y mucho menos genuflexo ante los sectores económicos que construyen su poder sobre la opresión de millones de compatriotas.

El periodismo, decía, tiene aún un largo trecho por andar hasta restituirse en sus valores fundacionales, pero ya ha dado el primer paso que es reconocer su enfermedad y comenzar a batallar una pelea desigual en la cual tipos comunes y corrientes, feos, sucios, malos, cotidianos y corrientes nos enfrentamos acaras prolijamente maquilladas.

La sociedad es la que debe ahora aprender a mirar y preguntarse si va a elegir creer a quienes están tan lejos de su realidad e intereses o a quienes tienen los pies hunidods el el barro de su misma realidad.

Esa en definitiva es la batalla del periodismo de estos tiempos, en la que no se definirá la suerte de la actividad, sino la de la sociedad toda.




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