De: Martin Rangel Ardila [mailto:caminitohk4@gmail.com]
LOS INDÍGENAS, ENTRE LA DIGNIFICACIÓN Y LA ELIMINACIÓN
Editorial Revista Insurreccion ELN Nro.490
El nueve de agosto nombrado como el Día internacional de los pueblos indígenas, fue el motivo para que la ONIC le recordara al país, que ella es la autoridad nacional de gobierno indígena.
Por su parte la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos, expresó que:
"La construcción de la Paz debe hacerse con la plena participación de los pueblos indígenas y fortalecerse a través del respeto y reconocimiento de sus conocimientos. Tanto el Estado como la sociedad colombiana deben ahondar sus esfuerzos para respetar, proteger y garantizar los derechos de los pueblos indígenas, y difundir con orgullo sus culturas".
En Colombia, por un lado van las buenas intenciones de los discursos y por otro, va la vida.
Coincide la conmemoración de la Semana de los pueblos indígenas, con la publicación de los resultados del tercer censo nacional agropecuario, donde reiteran la amarga verdad de siempre, que el 40 por ciento del campo colombiano lo mantienen hundido en la pobreza y que de ellos, los más pobres entre los pobres son la población indígena y afrodescendiente; muestra de ello es la marginalidad en que sobreviven departamentos como La Guajira, El Chocó y El Cauca.
¿Cómo explicar que la miseria azote a los pueblos indígenas, si ellos viven en los territorios más ricos en recursos?
El Censo cubrió los 182 territorios colectivos de comunidades afrodescendientes y los 770 resguardos indígenas, que constituyen objetivos codiciados de las empresas multinacionales petroleras y mineras.
Según las leyes vigentes, debe haber consulta y consentimiento previo a las comunidades, como requisito para emprender proyectos económicos en sus territorios; pero en la realidad esto no ocurre en el 30 por ciento del territorio colombiano, delimitado para los 102 pueblos indígenas.
El despojo de las riquezas del suelo y el subsuelo, lo hacen las multinacionales estafando a las comunidades, para obtener la aprobación de la explotación de recursos; además de recurrir a la fuerza contra quienes se oponen al saqueo. Así, se llevan las riquezas, mientras las comunidades quedan en la pobreza.
El auditorio de la sede de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), en Bogotá, lleva el nombre de Kimy Pernía Domicó, en recuerdo del líder Embera asesinado por los paramilitares, por oponerse a que la empresa sueca Skanka construyera la represa de Urrá, en el Alto Sinú.
Hoy, contrastan los llamados del gobierno para "desescalar el conflicto", con el asesinato creciente de líderes indígenas.
Durante el 2014 asesinaron un líder indígena cada mes y en los primeros siete meses de 2015, los asesinatos de estos líderes subieron a 4 por mes.
En 200 años de vida republicana, poco avance ha tenido la dignificación de los pueblos indígenas, porque ayer como hoy, la violación de sus derechos sigue teniendo el mismo motivo.
El Libertador Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, escrita el 6 de septiembre de 1815, denunció el orden impuesto por el imperio español:
"La posición de los moradores del hemisferio americano, ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia política era nula... un pueblo es esclavo, cuando el gobierno por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano".
Consecuente con esta denuncia, ya sabemos, continua hasta triunfar la lucha por la libertad, la igualdad y la justicia social; nobles propósitos con los que se construye la paz.
La dignificación de los pueblos originarios es una parte fundamental del proyecto de nuevo país multicultural, asumido en la agenda común del movimiento popular colombiano.
El nueve de agosto nombrado como el Día internacional de los pueblos indígenas, fue el motivo para que la ONIC le recordara al país, que ella es la autoridad nacional de gobierno indígena.
Por su parte la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos, expresó que:
"La construcción de la Paz debe hacerse con la plena participación de los pueblos indígenas y fortalecerse a través del respeto y reconocimiento de sus conocimientos. Tanto el Estado como la sociedad colombiana deben ahondar sus esfuerzos para respetar, proteger y garantizar los derechos de los pueblos indígenas, y difundir con orgullo sus culturas".
En Colombia, por un lado van las buenas intenciones de los discursos y por otro, va la vida.
Coincide la conmemoración de la Semana de los pueblos indígenas, con la publicación de los resultados del tercer censo nacional agropecuario, donde reiteran la amarga verdad de siempre, que el 40 por ciento del campo colombiano lo mantienen hundido en la pobreza y que de ellos, los más pobres entre los pobres son la población indígena y afrodescendiente; muestra de ello es la marginalidad en que sobreviven departamentos como La Guajira, El Chocó y El Cauca.
¿Cómo explicar que la miseria azote a los pueblos indígenas, si ellos viven en los territorios más ricos en recursos?
El Censo cubrió los 182 territorios colectivos de comunidades afrodescendientes y los 770 resguardos indígenas, que constituyen objetivos codiciados de las empresas multinacionales petroleras y mineras.
Según las leyes vigentes, debe haber consulta y consentimiento previo a las comunidades, como requisito para emprender proyectos económicos en sus territorios; pero en la realidad esto no ocurre en el 30 por ciento del territorio colombiano, delimitado para los 102 pueblos indígenas.
El despojo de las riquezas del suelo y el subsuelo, lo hacen las multinacionales estafando a las comunidades, para obtener la aprobación de la explotación de recursos; además de recurrir a la fuerza contra quienes se oponen al saqueo. Así, se llevan las riquezas, mientras las comunidades quedan en la pobreza.
El auditorio de la sede de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia), en Bogotá, lleva el nombre de Kimy Pernía Domicó, en recuerdo del líder Embera asesinado por los paramilitares, por oponerse a que la empresa sueca Skanka construyera la represa de Urrá, en el Alto Sinú.
Hoy, contrastan los llamados del gobierno para "desescalar el conflicto", con el asesinato creciente de líderes indígenas.
Durante el 2014 asesinaron un líder indígena cada mes y en los primeros siete meses de 2015, los asesinatos de estos líderes subieron a 4 por mes.
En 200 años de vida republicana, poco avance ha tenido la dignificación de los pueblos indígenas, porque ayer como hoy, la violación de sus derechos sigue teniendo el mismo motivo.
El Libertador Simón Bolívar en la Carta de Jamaica, escrita el 6 de septiembre de 1815, denunció el orden impuesto por el imperio español:
"La posición de los moradores del hemisferio americano, ha sido por siglos puramente pasiva; su existencia política era nula... un pueblo es esclavo, cuando el gobierno por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano".
Consecuente con esta denuncia, ya sabemos, continua hasta triunfar la lucha por la libertad, la igualdad y la justicia social; nobles propósitos con los que se construye la paz.
La dignificación de los pueblos originarios es una parte fundamental del proyecto de nuevo país multicultural, asumido en la agenda común del movimiento popular colombiano.
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