Viernes 31 de agosto de 2009. El mail decía 17.30 horas salimos de Plaza Congreso repudiando el golpe en Honduras. Con mi caña de pescar (miradas humanas y lentes fotográficos) y el enorme pendón con el bello rostro del Che Guevara (sobre los colores la hermosa bandera cubana y en la base la triunfante cabalgata mambisa de los guajiros) bajé en la estación Congreso y cuando la escalera mecánica me eyectaba en la puerta de la Confitería “El Molino”, esperaba ver a la abigarrada multitud y las banderas ondeando.
La carpa de los ex soldados de la Guerra de Malvinas estaba allí contra la reja perimetral, que impide disfrutar del monumento a los Dos Congresos.
Pero no había gente nucleada en ningún lugar.
Los que veía caminaban presurosos hacia una parada de colectivo ó entraban al subterráneo, daban de comer a las palómas, dormían a la intemperie, ó paseaban un perro.
Pregunté la hora, 17.25 dijeron. Mire la avenida Callao y a seis cuadras no se veía ninguna alteración del tráfico que indicara una marcha militante.
Me tomé un colectivo y bajé en Callao y las Heras, caminé 50 mts. hacia donde distinguí unas altísimas y pesadas policiales rejas azules, alineadas ante un elegantísimo edificio, que comparte vereda con el Colegio de Escribanos.
En el frente del consorcio de departamentos no había ni una chapa chiquita asi que al policía parado allí en la puerta le pregunté si sabía donde estaba la Embajada de Honduras.
Cuando dijo “arriba nuestro” le dije ¿“y que hago yo solo acá?, somos uno contra uno, y no se bien si no vine para entregarme arrepentido”. Rió junto con el portero que estaba atrás de él, digo portero porque trabajé años en mudanzas y les conozco el semblante. Quiero decir que no era policía de civil, que luego sí ví unos quince. A mis preguntas respondió que ya no había nadie en la Embajada. Con el pendón armado y exhibiéndolo orgulloso al cargadísimo tráfico que circulaba por Callao (era de día todavía) me puse a caminar por la calle hacia el río y al llegar a la esquina me encontré con los camioncitos de infantería, repletos de efectivos y efectivas de largos cabellos femeninos.(fácil de tironear, deberían raparlas - como le cortan la cola a los doberman - para que en el cuerpo a cuerpo no se las derrote fácilmente).
El comisario a cargo desplegaba una verborragia insólita con el grupo de diez o doce que nos habíamos reunido y nos adoctrinaba sobre las deplorables experiencias vividas treinta años atrás. Parecía un experto en mediar y me pareció estar en una toma de rehenes. Un grupo mixto de jóvenes desplegó banderas y sus voces dieron calidez y combatividad sonora a la demostración, con canciones anticapitalistas y libertarias.
Entre los doscientos participantes ví a una vieja militante de la solidaridad con Cuba y luego a un amigo querido (al que protejo con Copia Oculta) y a nadie conocido más.
En un momento dado y avanzada la demostración llegó a pasar un gigantesco Neptuno Azul, pero siguió de largo. Espero no los utilicen hasta que el riesgo de la Gripe haya pasado. Entre las doscientas personas taparon el cartel de Carta Abierta que habían colgado en las policiales murallas azules, asi que los vehículos que circulaban o los transeúntes de la vereda de enfrente no tenían claro que ocurría.
Dos motos policiales se colocaron como baliza para evitar accidentes, ya que los manifestantes ocupaban un cuarto de calzada de la avenida. Un camioneta alquilada que provee sonido amplificado llegó y pudimos disfrutar de la declamación de un hermoso poeta de Pablo Neruda Premio Nóbel de Literatura Chileno refiriéndose a Morazán el héroe hondureño. También se leyeron adhesiones y mencionaron a las agrupaciones presentes. Hablo luego Jozami que mencionó la digna actitud presidencial argentina que repudió el golpe. También señaló el extraño silencio de muchos otros partidos con respecto a esta misma flagrante violación a la democracia. El comisario en repetidas oportunidades me instó a no arriesgarme con el pendón ante los vehículos que venían en la oscuridad. Le agradecí y expliqué que yo venía a despabilar a los conductores con el gran rostro de Guevara, porque los demás manifestantes no portaban nada que los distinguiera y en la oscuridad realmente corrían peligro de ser atropellados pues se distraían con el orador.
Añadí que “de todas formas no me van a atropellar porque aman demasiado a su vehículo, más que a sus propios hijos (enfatizé), y ni locos quieren una rayita en la pintura.
“Asi que estoy seguro Comisario, muchas gracias”.
La policía fue un modelo de comportamiento y se ve que se habían olvidado los cascos gigantes y los bastones aún más enormes, tal vez por el nivel y calidad de las personas (no me refiero a mí) que se hallaban presentes y a las que realmente hay que felicitar. ¿Dónde andará el pueblo argentino restante?. Me desconocí a mi mismo porque durante las dos horas y media que participé (fui el primero en llegar y el último en irme) no emití ningún grito. Es que en la última protesta ante la Embajada de Perú, cuando el ataque a los indígenas amazónicos, me desgañité tanto que durante cuatro semanas estuve enfermo de la garganta. Por eso en la marcha a la Embajada de EEUU me limité a exhibir y mover el pasacalle de Libertad por los Cinco Héroes.
Ahora estoy comiendo miel para ver si el jueves le grito al asesino colombiano, Nó… al supuesto killer de la Dalmaso sino a Uribe el perverso toda la indignación que me llena.
Somos “americanos” por lo que deberíamos actuar como colombianos este jueves y repudiar al infame.
Los invito a Plaza de Mayo este Jueves 6 de Agosto a las 9.45 horas.
Eladio González toto director
Museo Ernesto Che Guevara