De: Eladio Gonzalez [mailto:museocheguevara@fibertel.com.ar]
Enviado el: Jueves, 05 de Mayo de 2011
Enviado el: Jueves, 05 de Mayo de 2011
Asunto: Crónica Triste fuimos nueve pidiendo por cinco.
Hermanos cubanos esta vez no voy a reenviarle a nadie esta crónica triste. Es solo por honradez hacia ustedes
contarles mi vergüenza por la pobreza en la actividad que intentamos realizar. Estas cosas debilitan el espíritu
revolucionario. Toto
Crónica sin nombre. 5 de Mayo por los Cinco. año 2011.
15.15 hs. Llegó hasta la caseta de la Policía Federal frente a la Embajada de Estados Unidos y les manifiesto que
paso a protestar pidiendo el indulto y liberación a los cinco Héroes cubanos presos en EEUU. Piden nombre y
apellido, lo brindo, preguntan cuantos vamos a ser. Contesto “ojalá que muchos”. Insiste ¿ cien ?...
¿ cincuenta ?.... dudo, porque yo siempre espero el milagro, pero respondo… “ Ojalá seamos cincuenta ”.
15.30 hs. Ya colgué los dos pasacalles entre dos postes metálicos y todos los grandes grupos de escolares que salen
de la Feria del Libro no tienen mas remedio que leer las grandes letras rojas de “ exigencia de libertad para Antonio,
Fernando, Gerardo, Ramón y René y el otro gran cartel de apoyo a Fidel y la Revolución cubana por parte del Museo
del Che Guevara y Chaubloqueo ”. Enarbolando el gran pendón celeste con el enorme y severo rostro del Che en
color negro comienzo desde la Avda. Sarmiento a caminar recorriendo el perímetro de la Embajada al tiempo que
voy arrojando (ayudado por el viento) puñados de papel picado blanco hacia el interior, a través de las negras
rejas que rodean el predio, el efecto es bonito porque el césped luce como recién nevado, pero como me siguen a
dos metros tres guardias de seguridad opto por seguir tirando papel, pero al mismo tiempo tratando de que mi voz
suene mas ronca y gutural la elevo mientras canto con mucha convicción y ritmo africano…. “Obatalaaaaa…… Ochún”.
Cosa que repito cientos de veces mientras lanzo las nubecitas de papel picado con más énfasis. Mi idea era que si
caía preso apelaría a la explicación de mi creencia en la santería afrocubana y que venía a celebrar yo el asesinato de
Bin Laden. Pero los guardias se contentaron con seguirme todo el tiempo y no dijeron ni hicieron nada. Salvo un
norteamericano tipo Pato Vica, seguramente era de Seguridad valga la redundancia pero era corpachón, rubio, de
pelo corto tipo Marine, que comenzó a tomar una serie de fotografías de mi persona (poncho Salteño rojo, gorro gris
con visera, en la que el nombre FIDEL se destacaba enorme. Deben haber salido lindas con el papel picado en el aire.
Ojalá las cuelgue en internet. Les grité todo y fui cambiando del inglés al castellano según los grupos de transeúntes
con los que me tropezaba. A los guardias argentinos de la Embajada los salude afablemente uno por uno. Las personas
que intentaban ingresar a la Embajada formando una pequeña cola eran un público cautivo para mí fueran
norteamericanos o argentinos y les explicaba muy cálidamente el porqué de mi presencia allí con una gran bandera del
Che Guevara en la mano.
Hable de los queridos muchachos presos, de la injusticia de impedir las visitas familiares, que mostraba como los yanquis
violan sus propias leyes. Del como protegen a los Terroristas como Posada Carriles en Miami mientras extorsionan a Cuba
y al mundo digno manteniendo doce años presos a los héroes. El Jefe de los custodios intento que me callara y no le
hablara a la pareja norteamericana que debía aguardar el ingreso. Le dije que no me lo podía impedir, que yo no estaba
insultándolos, al contrario les estaba diciendo las verdades que su propio gobierno les oculta. E l me dijo ¿no ve que son
viejos? Le contesté ¿y yo acaso no soy viejo también? Y seguí por supuesto dale que dale hasta que entraron.
Luego si levanté la voz y a los gritos bien enérgicos, les endilgué todas las durísimas acusaciones que merecen por su
miserable accionar. Los policías en la vereda de enfrente, que eran visibles, unos catorce no se movieron en ningún momento.
A las 16.50 veo en la esquina de Sarmiento a un militante, residente cubano con dos banderas cubanas enrolladas.
Voy hasta él y nos saludamos, le digo “somos dos compañero ya hemos triunfado” y le señalo los pasacalles enormes que yo
había ya colgado hacía dos horas. El se vuelve y va para la puerta de la Rural a donde citó a quienes se encontrarían con él.
17.00 llega una jovencita argentina, me saluda y se queda allí en la ochava de Sarmiento y la calle de la Embajada, a 60 mts.
mío que estoy en la puerta propiamente donde el yanqui fotógrafo esta atento a mis movimientos, que son muchos y variados.
Se sabe, siempre voy y vengo.
17.05 un señor mayor y Alberto el fotógrafo del Comité se suman a la jovencita. Me acerco y los invito a llegarse hasta la puerta
de la Embajada conmigo para que vean un grupo, pero se quedan conversando entre ellos. (¡que lástima!)
17.20 en total se agruparon ocho compañeros, (entre ellos una compañera cubana negra) que desplegaron en la ochava de
avenida Sarmiento y la calle de la Embajada , (en la vereda de enfrente) dos lindos afiches grandes con el rostro de los cinco y un
cartel de tres metros con una leyenda del Comité por la Libertad de los Cinco. Sumadas las dos lindas banderas cubanas en manos
de los residentes. Se agruparon delante de mis dos enormes pasacalles (que llevaban dos horas colgados en ese mismo lugar)
uno que pide la Liberación de los Cinco, con sus nombres y el otro también de siete metros, con el apoyo de los argentinos a la
Revolución y a Fidel en enormes letras rojas. Se quedaron allí durante veinte minutos, “obstruyendo la lectura de los dos pasacalles”,
y mientras se pusieron en pose para las fotos de turno.
17.35 un compañero cubano negro se cruzó hasta la puerta de la Embajada, donde yo estaba gritando y reclamando y entregó al
personal de custodia argentino, una carta dirigida a los funcionarios políticos norteamericanos, para inmediatamente volver con el
grupo que se mantenía a sesenta metros de la puerta de la Embajada, en la ochava frente al Jardin Zoológico.
17.40 otro compañero cubano blanco (que recuerdo bailando muy bien en la platea de la Feria del Libro en el dia de Cuba) se cruzó
de vereda valientemente, exhibiendo el gran poster de los cinco y llegó hasta así a la puerta de la Embajada, donde en plausible actitud
lo exhibió a un grupo de siete hombres, que se mantenían desde haría una hora en el lugar.
El compañero los interrogó sobre si conocían a los 5 y recibiendo una negativa a su pregunta, se volvió hasta donde estaba el grupo de
los otros siete militantes. Ahí aproveché para gritar nuevamente que eran esos los rostros de los presos cubanos por los cuales yo
clamaba indulto. Y seguí fatigando los oídos de los guardias norteamericanos, argentinos y también de transeúntes y policías que
estaban enfrente.
17.55 Alberto del grupo me grita y voy a verlos, me cruzo y dice “ Toto, listo desarmamos todo ”.
Les contesto que vayan pero que me quedo un poco más, para descargar adrenalina y listo.
Me vuelvo a cruzar, a gritar en la puerta.
El Jefe de Custodia, argentino, aprovecha para verduguearme con un “ ¡ que militantes ! ya se fueron”. Fue como una patada en
las bolas, el tipo aprovechó el momento justo y tenía razón.
No obstante me quedé gritando verdades sobre los Cinco y los crueles torturadores norteamericanos, que escucharon y juro que
llegaron a aplaudir entusiasmados en diferentes momentos, dos grandes grupos de colegiales secundarios a quienes abordé con la
bandera del Che y el espíritu de Camilo cuando volvían de su visita en la Feria del Libro. Por supuesto que entre ellos repartí tarjetas
del Museo del Che y se pusieron eufóricos.
19.30 hs. La oscuridad hace inoperante el seguir manifestando, desarmo pendón, comienzo a enrollar los pasacalles y ahí aparece
un joven militante de la TUPAC vinculada a Sergio Ortiz de Mil por Cuba que me saluda y pregunta que hago allí. Le explico y me cuenta
que estuvo en el juicio a los asesinos con Astiz en vivo, nos vamos caminando y le obsequio unas entrada gratuitas a la Rural para ver
la presentación de un libro sobre el Genocidio en Argentina.
Bueno y ahí está la crónica, muy triste para mí compañeros cubanos. Les pido perdón a ustedes por la pobreza de presencia y actitud
que no concuerda con la importancia que tiene la exigencia de indulto para que los yanquis liberen a los muchachos.
Como me dijo el compañero negro apenas llegó “esto va a estar ocurriendo en todas las capitales del mundo”.
Yo termino meditando …..”Ojalá que no haya ocurrido en todas así”.
Eladio González toto director
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