VENEZUELA: DE LA GUERRA ECONÓMICA AL GOLPISMO ELECTORAL
Stella Calloni
Ante el triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias en Venezuela el pasado 6 de diciembre, son escasos los comentarios sobre lo que significó la brutal guerra económica contra ese país, además de la violencia ejercida contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, que ha dejado muerte y destrucción.
¿Qué es sino guerra económica la baja sostenida del petróleo, lo que se pudo hacer gracias a la criminal apropiación de las riquezas petrolíferas y de otros recursos claves en países invadidos y ocupados bajo guerras coloniales, que dejaron millones de víctimas? Destruyeron todo a su paso, salvando los recursos estratégicos, de los que se adueñaron.
En Venezuela no triunfó la mediocre oposición, sino la CIA y sus Fundaciones, que financiaron la guerra económica, psicológica y paramilitar (mercenaria) encubierta desde Colombia como también el golpismo permanente, sin dar tregua.
Por supuesto que hay errores en el camino de los gobiernos más populares y justos en nuestros países, pero hablar de la "crisis económica en Venezuela" sin mencionar el ataque permanente contra la economía de ese país, donde el gobierno produjo un cambio revolucionario y rescató a miles de venezolanos de la pobreza absoluta- reconocido por todos los organismos internacionales-- es ocultar la violencia de la injerencia e intervención.
Desde la llegada del líder Hugo Chávez Frías al gobierno (1998), ese país se convirtió en la fortaleza de la integración y de la solidaridad con los pueblos hermanos cuantas veces requirieron ayuda. Países pequeños y pobres fueron favorecidos por la provisión de petróleo a precios justos y a largo plazo de pago, sin condiciones, lo que sucedía por primera vez en la región.
¿Errores? Sí los que ocurren cuando se está trabajando en favor de una democracia verdadera, donde todo se debe pensar desde la nada, creativamente para crecer desde los rescoldos de un capitalismo salvaje, en nuestra condición colonial y neocolonial.
Por supuesto que es clave identificar errores y fallas, pero no referirnos a la injerencia eterna que pesa sobre nosotros, ni siquiera intentar señalar que de una guerra contrainsurgente- dirigida por Estados Unidos- se trata lo que nos está sucediendo en estos tiempos, es aportar al trabajo en sombras de un enemigo poderoso que viene sobre nosotros.
Estamos ante un nuevo asalto re-colonizador, para volver a dominar el "patio trasero" que somos, como nos recordó hace poco tiempo el secretario de Estado de EE.UU, John Kerry.
Venezuela es un caso testigo. La desesperada carrera de Washington por aprovechar la circunstancia del impacto causado por la muerte del líder venezolano, Hugo Chávez Frías en marzo de 2013, los hizo moverse con torpeza y violencia cuando Nicolás Maduro ganó las elecciones en abril de 2013.
Chávez había ganado 15 elecciones desde 1998 hasta 2012 y su sucesor Nicolás Maduro logró continuar a pesar de la increíble dinámica de la CIA y sus Fundaciones, a lo que se añade, el paramilitarismo colombiano, la acción de las tropas especiales instaladas en las bases militares que tiene Estados Unidos en territorio de Colombia y otros países cercanos.
En estos momentos la versión del "fraude" no sólo se instaló en Venezuela ante la posibilidad de que el gobierno volviera a ganar una vez más a pesar de la brutal guerra económica, política y militar con desabastecimientos, sabotajes, crímenes, destrucción y amenazas directas de intervención, sino también se manejó en Argentina y Brasil.
En estos últimos tiempos Washington ha invertido millones de dólares en espionaje, y en la movilización de "personalidades", entre ellos ex presidentes de la derecha internacional que se han involucrado escandalosamente en la campaña contra Venezuela, convirtiendo a unas simples elecciones parlamentarias, en el más acabado esquema golpista que se recuerde.
Si ganaba el gobierno venezolano ya tenían preparado el escenario de la violencia anticipando el fraude. Pero ganando, como sucedió, la oposición, asesorada y financiada por Washington, ahora intenta usar la mayoría parlamentaria para interrumpir al gobierno democráticamente elegido de Nicolás Maduro. En el año 2009, la oposición ganó en Argentina en las parlamentarias y algunos opositores insinuaban que debía irse el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En 2011, sólo dos años después, la presidenta fue reelegida con más del 54 por ciento de los votos. La pretensión de arrogarse el derecho de la destitución de un presidente por haber ganado la mayoría en elecciones parlamentarias, es de hecho un golpe de Estado. Y de eso se trata lo que intentan en Venezuela, Argentina y Brasil. Eso, si los dejamos avanzar.
Venezuela es hoy el epicentro regional de la Guerra de Baja Intensidad, que es el esquema más elaborado de la vieja y renovada contrainsurgencia estadounidense, responsable de millones de muertes y destrucción.
Por eso evaluar en este caso quien tiene la culpa de este duro tramo en la lucha, es, desde donde se lo mire, un favor a los "guerreros crespusculares" de la contrainsurgencia que no han dado tregua en Venezuela.
El golpe permanente se mantuvo contra ese país, tomando diversas formas; desde el cívico-militar de abril del 2002 contra el presidente Hugo Chávez Frías, hasta el petrolero, patronal (2003), el de Plaza Altamira, los "guarimberos" (las guarimbas violentas que también cobraron vidas y sembraron destrucción), la guerra terrorista impulsada por Washington produjo una cantidad de sabotajes que al parecer nadie recuerda.
Y si bien la autocrítica es esencial en los sucesos en Venezuela, Argentina y Brasil, ignorar que estamos bajo el ataque de la mayor potencia del mundo, en una dinámica que no da tregua, es el mejor apoyo que se le puede dar a la injerencia y la invasión silenciosa externa, que estamos viviendo.
Nadie recuerda, ya no digo los sucesos del 2002 y 2003, sino los recientes como el alzamiento paramilitar opositor en abril de 2013 intentado crear el caos, al gobierno electo de Nicolás Maduro, designado públicamente como sucesor político por el fallecido presidente y líder latinoamericano Hugo Chávez Frías. Maduro fue también encargado del gobierno hasta las elecciones del 14 de abril del 2013, donde resultó electo, lo que aprovechó el opositor Henrique Capriles quien ordenó salir a las calles, en lo que fue una noche de terror dejando una decena de asesinados, cientos de heridos, centros de salud incendiados, entre otros daños graves. El plan golpista "la Salida" de 2014 encabezado por el opositor Leopoldo López, quien utilizó a un grupo estudiantil, entre el cual se incrustaron paramilitares colombianos, estaba destinado a crear el caos, para desarrollar un escenario de "estado fallido" y hasta pedir la invasión de Estados Unidos, en nombre de la "democracia y los derechos humanos"-. Este golpista está hoy detenido, porque su accionar produjo casi 50 muertos, un millar de heridos, destrucción de edificios públicos, incluyendo el intento de incendio de una casa gubernamental en el interior del país y concretando el incendio de una universidad nueva: también se pensaba atacar y destruir la sede de Telesur y Venezolana de Televisión y otras empresas..
Ahora López está detenido, junto con otros golpistas, a lo que las derechas de nuestra región, eternamente cómplices de todas las dictaduras que hubieron en el continente, consideran un "preso político" del gobierno venezolano, que según esto, no tiene derecho a defender a su pueblo de los asesinos a sueldo, que intentan lograr que Estados Unidos se apodere definitivamente de Nuestra América.
Nadie recuerda en estos momentos la guerra cibernética y la psicológica (terrorismo mediático), que fue clave en todos los golpes y lo es en este año 2015. Y qué decir de las situaciones fronterizas con Colombia, depósito de los miles de toneladas de alimentos, productos y litros de gasolina, que robaron los paramilitares en Venezuela para desabastecer al país y crear confusión y necesidades a la población. Y Guyana, adonde un militar como tantos de los que pasaron por la Escuela de las Américas, llegó al gobierno con la misión de crear el conflicto, por un territorio que perteneció y pertenece a Venezuela, el Esequibo.
Por supuesto que la amenaza mayor desde Colombia y también ahora desde Guyana son las bases militares estadunidenses que allí existen, contra la voluntad de América Latina, y el paramilitarismo mercenario que estas protegen.
Ahora el fraude es una forma de desacreditar a los gobiernos, a sabiendas que en todos los casos lo preparan las Ongs de las Fundaciones de la CIA, repartiendo millones de dólares para corromper, comprar voluntades y dirigencias de las derechas más dependientes de Estados Unidos que se recuerde en la historia regional.
La presión sobre Venezuela en este caso ejercida por ex presidentes y gobiernos europeos, de una Europa convertida en una extensa semicolonia norteamericana y la OEA, mediante su nuevo Secretario General, el uruguayo Luis Almagro, traidor a las ideas más progresistas del Frente Amplio que integró en algún momento, también tuvieron efecto. Especialmente porque en Venezuela, los medios masivos de comunicación, que hipócritamente reclaman "libertad de expresión" se han constituido en un ariete del golpismo permanente y criminal. Estos medios actúan contra todos los gobiernos progresistas violando las reglas de la información y la ética, y son el "equipo de prensa" de las "guerras sucias", contrainsurgencia pura del Pentágono estadunidense. Cada muerte en nuestros países, debidas a las mentiras y la desinformación, no son sólo responsabilidad de los que empuñan un arma, sino de los que
preparan la escena del crimen: los medios del poder hegemónico.
En esta ofensiva imperial que avanza simultáneamente ahora contra tres países la trilogía base de Nuestra América: Venezuela, Brasil y Argentina están en la mitra prioritariamente, Venezuela, en este caso por todo lo que significa es como dice una analista
venezolano (Néstor Francia) "la joya de la corona" que el imperio quiere ver caer definitivamente en sus manos, lo más rápidamente posible.
Vienen con todo y nuestra respuesta deber ser inteligente, responsable pero con toda la fuerza de la razón, la justicia y la dignidad que no tiene esta derecha financiada y dirigida desde los puestos de mando en el pentágono estadunidense. Precisamente esta es la mayor debilidad de este siniestro plan de recolonización continental, por la mediocridad de sus cuadros y por la soberbia con la que aparecen en un escenario, que no ganaron por acción
propia, sino trabajando para el amo colonial de estos tiempos.
Hoy como nunca sabemos que Sí se puede. En el nombre de los que no están, pero que nos dieron la fuerza, el coraje y el amor por la libertad y la emancipación definitiva. |
