Jubilado argentino indignado arrojó Zapatos contra Barack Obama en apoyo a Venezuela libérrima
Armé una instalación con: el cuadro que exhibe la ORDEN General del 27 de Julio de
1819 del General José de San Martín, de combatir aunque sea en pelota… como
nuestros paisanos los indios, el libro de Martín Almada (Nóbel alternativo de la Paz)
sobre genocidio y tortura en Paraguay. Un libro con palabras del glorioso Comandante
venezolano Hugo Chávez Frías al volver de Cuba tras su tratamiento.
Una escultura de Barack Obama que en su pecho tiene un Mickey Mouse y mi ZAPATO
nº 43, negro tipo franciscana que vuela para impactar al vergonzoso Nóbel de la Guerra
que nos amenazó al amenazar a nuestra hermana Venezuela.
Buenos Aires 13 de Marzo de 2015 barrio de Palermo 16.15 horas el sol generoso nutre el verde bosque frente a la Embajada de Estados Unidos en Argentina. Un anciano canoso, con musculosa negra con algunos agujeros recorre lento el enorme y poblado bosque azul que armó la Policía Federal. Lleva una bolsa de nylon en la mano con un par de pesadas sandalias negras franciscanas terriblemente gastadas y sucias. En la otra mano una caña de pescar telescópica cerrada. A la sombra a lo largo de la acera de la Embajada charlan setenta policías que llegaron en los 20 vehículos (la mitad de gran porte) que ocupan toda la calle como un amenazante bosque azul. Un Neptuno que no es un Dios griego del océano, sino un duchador gratuito con agua coloreada para protestones, varios Carros de asalto de la Guardia de Infantería repletos de efectivos Bernianos, una camioneta blanca con antena parabólica que pensé era de C5N pero es del canal policial. Colectivos con pasajeros de ambos sexos vestidos de azul y alertas y curiosos a lo que acontece fuera de las ventanillas (como debe ser). Camiones desde los que descargan rejas azules de dos metros treinta de altura que hacen imposible a un militante burlarlas (únicamente con garrocha), haciendo inexpugnable la Embajada. Los que descargan y mueven las pesadas rejas exhiben un físico adecuado con la labor que realizan. Sugiero… sería bueno rotaran semanalmente labores entre todos los efectivos de la capital y aseguro que no quedaría un policía panzón ni débil. Los de la Metropolitana (Macricops) deben tener rejas igual pero amarillas. Circunvalé la Embajada por entre las fuerzas del orden y a la entrada de la Feria Rural me senté en un banco y vestí mi remera cubana con la bandera de las 5 franjas el rubí rojo y la estrella “que ilumina y mata ” (José Martí). Desandé mi camino bordeando la reja de la Embajada, evaluando arrojar de a una mis franciscanas a un Barack Obama imaginario, que no se vió en el gran jardín. Pasé entre policías a la sombra de añosos árboles que bordean la embajada pensé…cuando yo era joven “estar a la sombra”, era estar preso).
Dos días continuos de convocatoria a transeúntes y
vecinos en la vereda del Museo Ernesto Che Guevara.
Metros después dos norteamericanos jóvenes, blancos en camisa algo me dijeron, (soy sordo) los miré inquisitivo sin detenerme pero no abrieron la boca, pensé en Marines (in the Navy) pero eran bajos aunque macizos. Llegué sin impedimento a la Oficina Bunker por donde se accede al predio. Un guardia privado la custodiaba y mostrándo la bolsa de nylon comenté “es para entregar a los funcionarios”. Me indicó la ventanilla próxima y el vidrio espejado me impidió ver el rostro de quien atendía. La respetuosa voz por un parlante inquirió que deseaba, expliqué quería entregarles algo para Barack Obama. ¿ Y que es ? preguntó. Saqué mi franciscana mugrienta y la puse en el pasa sobres de la cabina. La voz varonil preguntó ¿ Qué es eso? Contesté “ mi ZAPATO, número 43 ”. ¿ Y porque lo pone aquí ?. Expliqué que anhelaba arrojárselo al Presidente de los Estados Unidos Barack Obama, pero como el no estaba aquí era imposible. Bromeó “ ¿me lo va a tirar a mí ? , … contesté.. “ de ningún modo, con usted no tengo nada, ni siquiera con los empleados norteamericanos, mi problema es con él por la barbaridad que comete con Venezuela y América toda.
Mi ZAPATO es para el NOBEL DE LA GUERRA dije y expliqué que años atrás un musulmán en conferencia de prensa había arrojado su zapato a Bush (hijo) y que yo venía a plagiar el gesto. Arrojar un ZAPATO es para un árabe o musulmán echarle la basura que uno pisó al despreciable que uno elige, expliqué didáctico. Mientras hablaba me veía reflejado en el vidrio espejado mi rostro distendido y sonriente, de puro coqueto mi mano amagó peinarme pero ya casi no me queda pelo. Por segundos me sentí tentado de pedir me cargara la SUBE y agregara crédito para mi móvil de Claro pero ví era en un lugar diferente al Pago Fácil, donde ABONO religiosamente MIS IMPUESTOS. La voz sin rostro rogó, “por favor me compromete llévese el ZAPATO, me van a reprochar por su culpa”. “Lo lamento dije pero aquí queda, no tengo opción y además por si el par derecho extraña al izquierdo dejo el otro ZAPATO en la otra ventanilla” . Lo hice ante el custodio privado que a esa altura no sabía si lo que ocurría era una joda para Tinelli ó si el viejo loco se iba a autodetonar. Se abrió la puerta (que raras veces se abre) salió un joven argentino de camisa y corbata quien amablemente pidió me llevara mis zapatos. Irene mi pareja actual llevaba un año y medio diciendo la avergonzaba usara semejante calzado y justo hoy que aproveché para darle el gusto y empalmarlo con lo político el hombre quería que yo rebobinara. Le dije que NO, y que tomaría fotos de la entrega de los ZAPATOS y me iba. Dijo que estaba prohibido tomar fotos de la propiedad (hay carteles advirtiéndolo) Vos Stiuso, abstenete. Pero como los ZAPATOS eran MIOS y NO norteamericanos oprimí el disparador de mi cámara. Mientras fingía interesarme en armar mi caña de pescar con el pendón del rostro del Che Guevara, seguía (creía yo) tomando instantáneas que graficarían esta crónica. Seguramente hay cámaras allí y está todo filmado como en un ASALTO EXPRESS, me gustaría una copia del video, para mis nietos.
Desde el mismo momento de la declaración de Obama
la querida bandera venezolana engalanó el Museo
Ernesto Che Guevara de Caballito.
Un policía joven y tenso me vino a buscar e indicó “ arme la bandera en la vereda de enfrente ” y me acompañó hasta allí. Armé el pendón y el viento argentino insufló una energía peculiar al rostro del admirable rosarino. Sin gritos ni arengas (a diferencia de las decenas de veces en los últimos quince años, cuando reclamé allí mismo por la libertad de los 5 Héroes cubanos prisioneros del imperio y me desgañitaba en castellano y luego en inglés) exhibí a lo largo y por arriba de las altísimas rejas azules la bandera cubana con el rostro del Guerrillero Heroico semiolvidado en su Patria de nacimiento, la Argentina. Eran las 5 en punto de la tarde, hora Lorquiana y poética si las hay y una bella mujer que se me había acercado habló con voz cálida. La miré y me pareció una de las damas turcas muy bien teñidas, que son tías del galán de la serie “ Las Mil y una Noches ”. Saludó, dudé de estrechar su mano o darle un beso en la mejilla. Los 5 dedos fueron menos riesgosos que una denuncia de bullying a una Subcomisario que lo era, ó la foto comprometedora con que me extorsionarían ante el Mascuba diciendo que “duermo con el enemigo”. Seguramente en el protocolo de actuación policial no figuraba hasta hoy esta situación de un jubilado guevarista embanderado denunciando las verdades que ocultan celosamente las Patricias Damas argentinas Beatriz Sarlo, Magdalena Ruiz Guiñazú, el negro González Oro, Adelina Dalesio de Viola, Mirta Legrand, Susana Giménez, Nelson Castro, Ernestina Herrera de Noble, Juan Sebrelli y Chiche Duhalde. Al igual que los Caballeros de la Dependencia Julio Bárbaro, Openheimer, Jorge Lanata, Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Majul, Tenenbaun, Salvia, Mauro Viale, Jorge Giacobbe, Rolando Hanglin, Mario Markic, Petinato, Manzano, Lage, Feinman, Hadad, Chiche Gelblung, Baby Echecopar, Jorge Giacobbe y Leuco cómplices del colonialismo invisible en el que nacieron todos ellos y al que se sumaron para reforzarlo y eternizarlo mediante la prostitución del periodismo. Los diarios Ambito Financiero, Clarín y La Nación son los tres pilares de la mentira en Argentina. La Subcomisario me alertó de que estaba en el lugar equivocado, que en Plaza Italia se agrupaban los que marcharían a la Embajada de Venezuela. “Muchas gracias es que vengo de allí y no había muchas personas y entre esas seguramente 4 decenas eran vendedores de refrescos, pines o sanguches”. Seguramente ella repasaba mentalmente las variantes que habrá estudiado en la Universidad Policial sobre “mediación en toma de rehenes” o “viejos locos atrincherados” y no encontraba palabras, o las buscaba con mucho cuidado y preguntó “ por mis intenciones a partir de ese momento “ . No pensé mal de ella (porque ya teníamos a un subordinado de ella con nosotros) y les expliqué que tenía 72 años y era impredecible para mi mismo saber lo que haría en los diez minutos siguientes, agregué : “mis 5 hijos me miran deprimidos, mis 9 nietos no quieren les vuelva a contar lo mismo mil veces ó les lea poesía ”. Mis compañeros de militancia me llaman “ kamikaze “ asi que descargo mi adrenalina en la justa protesta social en solitario. Inquirí a mi vez que sentido tenía semejante despliegue de personal y vehículos si aquí no va a venir nadie mas. “ por prevención ” dijo. “¡ Vamos dije ! uds. saben perfectamente que no vendrá nadie” . “Aunque deberíamos todos haber venido aquí”. La Subcomisario y el Cabo me miraban con desconfianza y pensé “creerán que soy enviado por el partido de los fiscales”. El walkie talkie del subordinado se activó y desde Plaza Italia transmitieron algo que por suerte mi sordera no me dejó entender. Pensé… mejor me alejo y les doy privacidad, no quería enterarme de algo comprometedor y transformarme en un testigo incómodo y descartable. Y bueh… ví muchas películas yanquis durante mi larga vida. La dama de azul sugirió delicadamente me fuera a Plaza Italia. Pregunté porqué. Contestó con cara de poker ….– “ usted está solo ” pensé… será una frase o pensamiento budista, induísta ó macrista de profundo contenido espiritual y tuve 2 opciones o confrontar mis derechos ciudadanos con una linda mujer que lucía en cada hombro un seductor diamante dorado ó sumarme a los miles de amigos de Cuba. Opté por esto último. Mientras me retiraba un joven con una guitarra en la espalda pasaba y le pedí me tomara una foto con el pendón y la Embajada Norteamericana como fondo. Aceptó, ví que no disparaba y me dijo “no enciende”. En ese momento me dí cuenta de mi estupidez, había dejado la pila cargando en mi casa y quería tomar fotos sin ella. En suma… ni una foto para mostrarles. Plaza Italia tambores y banderas prolijamente separados en sus grupos políticos. Caminaba con mi pendón y quedé a 2 metros de un taxista 55 años robusto o gordo, que enardecido y desencajado comenzó a gritarme de todo. Gritaba que no trabajábamos y le explique calmo que yo era jubilado, pagaba mis impuestos y me sobraba gracias a la SUBE para venir a ejercer mis derechos ciudadanos. La espuma comenzó a brotarle por la boca junto con los gritos y puteadas. Cientos de hombres mujeres y niños humildes lo vieron, escucharon y siguieron caminando sin mosquearse. El hombre no paraba y yo imaginaba el auto ruedas arriba incendiado, pero me equivoqué. Seguramente los militantes habrían sido advertidos de este probable tipo de provocación a la violencia, protagonizado por un “policía metropolitano disfrazado de taxista enojado”. Antes de irme le dije al hombre que no se exaltara de tal forma que le podía hacer mal al corazón y además las mujeres no lo iban a mirar por desagradable. Al fin los miles de personas marchando por avda. Santa Fé y luego por Luis M. Campos abrazaron fraternal y bolivarianamente a la sede de la Venezuela amenazada por Barack Obama. Martín el cubano de Prensa Latina me fotografió, ojalá me la envíe por email. Me emocioné con las palabras de nuestro Adolfo Pérez Esquivel verdadero Nóbel de la Paz, antónimo humano de Barack Obama. La profunda y emocionada sapiencia de nuestra gigante periodista Stella Calloni (ignorada por los multimedios que solo apañan a sietemesinos). Hablaron Carlos Aznarez, Piedad Córdoba, Horacio Pietragalla, la Embajadora de Nicaragua en Argentina que nos hizo parar los pelos y Atilio Borón. Enrollé el pendón que es la Bandera Cubana con el gran rostro de Ernesto Che Guevara “ EL OLVIDAO ” argentino y regresé al Museo Ernesto Che Guevara de Caballito, CABA que es donde vivo y milito.
te obsequio ahora El discurso más aplaudido en la Cumbre de las Américas (de Raúl Castro Ruz, míralo viene con video)
Eladio González – Toto - actividad, texto y fotografía.
informó el Museo “ ERNESTO CHE GUEVARA ” de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires (cod. AAC 1405) Argentina
Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
Escuela de Solidaridad con Cuba “ CHAUBLOQUEO ”
Registro donantes voluntarios de Células Madre (INCUCAI)
Coordinador Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
Telef. 4 903 3285 Irene Rosa Perpiñal - Eladio González (Toto)
email - museocheguevara@fibertel.com.ar
Lea libro Cuba Existe, es Socialista y No está en Coma del Arq. Rodolfo Livingston en http://estudiolivingston.com.ar/libros/cubaexiste.php y emocionate.