MI HERMANO Y YO.
A la izquierda mi hermano mayor Jaime. El destino nos desunió. Vive en EEUU. Se hizo "gringo caitudo" por necesidad no por convicción.
Piensa hacer la de los Elefantes: Regresar al terruño a lanzar su último suspiro con olor a Pinol. Vive de su profesión.
Es un excelente Maestro normalista jinotepino, cuando existían maestros de verdad. Incluso se graduó de Licenciado en Banca y Finanzas y en Brasil obtuvo una Maestría que le ha permitido vivir decentemente lejos de la rapiña. Me siento bien con mi hermano Jaime.
Jaime fue, en nuestro natal Jinotepe, quien me enseñó a recibir y dar golpes. En los disgustos de hermanitos siempre me "ganaba" pero aprendí a no pelear con nadie. Si se gana se pierde y si se pierde se pierde. Al igual que los accidentes automovilísticos. No hay razón para pelear.
Recién me visitó y revivimos nuestra infancia. Creo que le ardieron las orejas a Jinotepe y a todos los amigos/as de esa época. Nadie se "capió". Moros y cristianos.
Mientras Jaime estuvo con su familia y la mía en San Rafael del Sur, ahora en nuestros particulares otoños, comimos, bebimos, cantamos, reímos, volvimos a ser niños. Con razón y mucha modestia. Sin caballos de razas que exhibir ostentosamente ante la mirada de la miseria y no poder justificar la compra de los alazanes. Estamos tranquilos. Dormimos bien. En paz.
Las fotos no faltaron para dos albúmenes familiares. Aquí en una escena con mi hermano en El Vivero de nuestra autoría en donde se sanciona al que lastima una planta y asesina a un pajarito, a una iguana, a un conejo o un garrobo de los tantos que deambulan libremente como yo por El Vivero. Todos estos animalitos, incluyéndome yo, somos hijos/as de Dios y tenemos derecho a vivir. No sé porque muchos/as se enredan.
Aquí, en El Vivero hasta las boas, las Micas y las Ratoneras tienen cabida y seguridad. Los Carpinteros, Zanates (mi pájaro nacional), golondrinas, urracas, Palomitas de San Nicolás y otras nos hacen la vida placentera. Se respetan y se cuidan. Cuidadito…
Con mi hermano compartimos el olor del Naranjo, de la Mandarina en flor, del Níspero creciendo, del banano caraceño y del plátano rivense riéndose colgado y abrazado entre sí con sus hermanos desde la planta que pronto será cortada. Ley de la vida. La negación de la negación. Dicen que es filosofía.
La Naranja Agria "tira" un olor muy particular entre todas las plantas, igual la Lima en proceso de extinción, los icacos nos coquetean al ritmo de los vientos de Diciembre y los limones agrios –sin semilla- Tahití se ríen de nosotros. Los Mangos rosas rozan el suelo en hermosos racimos. Deliciosos. Dulces. Con medida, pues, mi hermano y yo somos Ingenios.
El Melocotón huele rico y el "Jocote" de temporada al igual sin quedarse atrás el Marañón que difuminado por todo El Vivero exhibe su color amarillo y su particular semilla. Así cuando cae del árbol es sabroso con sal y en refresco es delicioso. Lástima que en la actualidad mucha gente no conoce las bondades del Marañón.
Los Nancites nunca se cortan. Cuando están de punto-maduros- caen solos. El suelo, en El Vivero, se pinta de amarillo. Dos tipos: el tradicional que sirve para el encurtido que llena de rico sabor la boca de nicaragüenses la noche de la Gritería el siete de Diciembre de cada año. El panzón es agrio y sirve para "bajar" un buen trago de ron.
Si sigo terminaré de perderme más en El Vivero, mi orgullo, una vez más lo disfrute, en esta ocasión con mi hermano Jaime. Que Dios guarde a este querido familiar allá en donde cada quien vive su vida y no es más que un número.
Jaime sabe que lo espero, ojala Dios le permita ser como el Elefante y a mi otorgarme la oportunidad de darle la bienvenida al terruño. Después de todo nos veremos allá.
Henry Briceño
San Rafael del Sur
Abril 19 del 2016
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