De: Casa de las Américas [mailto:casa@casa.cult.cu]
La Ventana / Boletín electrónico de la Casa de las Américas, no.569
Número 569 (Nueva Etapa)
2 de diciembre, 2016
En esta edición
DOSSIER ESPECIAL: PORQUE FIDEL TIENE QUÉ HACER EN AMÉRICA TODAVÍA
EL PORTAL INFORMATIVO LA VENTANA PUBLICA MENSAJES DE CONDOLENCIA Y SOLIDARIDAD ENVIADOS POR AMIGOS Y AMIGAS DE LA CASA
DECLARACIÓN DE LA CASA DE LAS AMÉRICAS
En discurso pronunciado en 1893 en homenaje al Libertador, Martí decía que aún Bolívar estaba en el cielo de América, "porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene qué hacer en América todavía". Las obras de este, como la de Martí mismo, como las de todos los grandes líderes de pueblos, como la de Fidel, son por definición inconclusas y suelen crecer tras la muerte de ellos.
La del líder de la Revolución Cubana, el hombre que como pocos ayudó a transformar la realidad y la idea de la América Latina y el Caribe, y a encauzarla por el rumbo que señalaran aquellos próceres, deja un vacío innegable pero también señala un camino.
La Casa de las Américas, que es fruto inmediato de la Revolución Cubana, que hizo suyo el proyecto bolivariano, martiano y fidelista, y lo ha defendido durante más de cinco décadas en el ámbito de la cultura, continuará llevando adelante ese proyecto, acompañada de todos aquellos que a lo largo y ancho de este mundo, y especialmente de nuestra América, lo hacen posible. Para ello cuenta, además, con el ideario y la vocación del más grande de los revolucionarios latinoamericanos del siglo xx y lo que va del xxi.
Porque Fidel tiene qué hacer en América todavía.
La Habana, 26 de noviembre de 2016
Año 58 de la Revolución
DEJÓ DE LATIR UN CORAZÓN, VIVE UN PENSAMIENTO INMORTAL
Por Aurelio Alonso
Llegó el momento doloroso, para los cubanos y para los hombres y mujeres de buena voluntad en todo el mundo, de la partida física de Fidel Castro Ruz. Conductor insustituible de nuestra revolución en la guerra y en la paz y líder de probada talla mundial. Jamás vaciló en la defensa de los principios que aseguran a su pueblo la dignidad y en enseñarle los secretos de la resistencia de los pequeños, la fuerza de los débiles. Logró sembrar conquistas sociales de excepcional magnitud sin amilanarse por el estrangulamiento económico al cual fue sometido el país. Educó en la práctica de una solidaridad genuina, que ha ganado un reconocimiento merecido en todas las latitudes.
El tramo de historia que consiguió ayudar a moldear, sorteando las agresiones, la intolerancia y los obstáculos levantados desde afuera, la inexperiencia propia y los escenarios fallidos, terminó siendo ejemplar en muchos sentidos. Un ejemplo de ascensión social a considerar por todos los países impedidos de alcanzar la independencia y bienestar que se supone propicie solamente el desarrollo económico. Para los países de la periferia, como habitualmente se nos llama.
El premio de una larga vida le ha permitido, a la hora de su partida, haber sido testigo activo del formidable legado de su paso por la Tierra, y a la vez de los desafíos que quedan por delante para su pueblo y para el mundo del cual le toca ahora partir. Pero que de ningún modo abandonará, por las respuestas que ha dado a tantos problemas y por las preguntas que ha sabido dejar en pie.
Cumplió a cabalidad, como parecería haberle sido destinado, la obra de la vida. De José Martí lo aprendió y desde muy temprano dejó que la inspiración del apóstol guiara sus pasos. Por eso para él «la muerte no es verdad». El término de su ruta lo ha dejado, más que absuelto, inscrito en la historia con caracteres mayúsculos. En fecha tan temprana como 1965, en su carta de despedida a Fidel, Che Guevara, esa luminaria política que creció a su lado, destacaba la dimensión de estadista que le había revelado su actuación para lograr una solución aceptable a la crisis de octubre. Esas señales de excelencia de su liderazgo se multiplicaron en el camino cubano, tan difícil como notable, durante el medio siglo que siguió a aquella despedida. Su huella de gran conductor ha sido sobradamente reconocida por muchas figuras, entre las que cabe destacar a Yasser Arafat, que recibió la solidaridad sin lagunas con la causa palestina, a Nelson Mandela, por el significado que tuvo la colaboración cubana para poner fin al apartheid y cambiar el mapa político del África subsahariana, y a Hugo Chávez Frías, cuya muerte prematura hace que sintamos hoy que nos falta de una definitiva lagrima de dolor. Tan estrecha fue la relación entre los dos.
Despedirse significa decir adiós. Fidel va a estar siempre con nosotros.
La Habana, 26 de noviembre de 2016
LECCIONES DE FIDEL
Por Pablo González Casanova
Realizar el sueño de Martí anunciando que venía "una revolución nueva" fue un decir y hacer del Manifiesto del Moncada y del proceso revolucionario cubano. Desde entonces las expresiones personales o colectivas de Fidel y sus compañeros del 26 de Julio, y, después, del nuevo Partido Comunista Cubano, lograron una identidad entre la palabra y el acto que es necesario entender, pues si no, no se entiende nada.
La realidad es más rica que la palabra, y ya enriquecida, ésta vuelve a enriquecerse con lo nuevo que deja ver el pensarla y hacerla. Así, en la expresión del párrafo anterior se trae a la memoria un sueño, el de José Martí, quien será realmente considerado como "autor intelectual de la revolución cubana".
Es un sueño del pasado, pero es un sueño que anunció una revolución nueva en la que, con otros héroes e intelectuales cubanos, tendrían también fuerte presencia Marx y Lenin, y en que al socialismo de estado, encabezado entonces por la URSS, la República Popular China y múltiples movimientos de liberación nacional, Fidel y la Revolución Cubana añadirían objetivos y valores fundamentales –martianos-, en los que no sólo destaca la moral como reflexión ética sino como moral de lucha, como arma contra la corrupción, como meta para la cooperación, la solidaridad, y la mente. Esos sueños, renovados una y otra vez, buscaron y buscan superar, en todo lo que se puede, el "individualismo", el "consumismo", el "sectarismo" y la "codicia", enemigos jurados de los oprimidos y explotados de la Tierra.
En algo no menos importante se diferenció la Revolución Cubana, y es que en su paso por el socialismo de estado, siempre se empeñó en lograr que sucediera a la insurrección y a la guerra de todo el pueblo un socialismo de estado de todo el pueblo. Ese objetivo planteó varios problemas ineludibles, entre ellos, la necesidad de combinar las organizaciones jerárquicas centralizadas y las descentralizadas, con las autónomas y horizontales, en que las comunidades del pueblo ejercieran una democracia directa y otra indirecta nombrando a candidatos que sin propaganda alguna merecieran la confianza de quienes los conocían.
Allí no quedó el empeño. Como reto para realizarlo se planteó, ante la opresión y la enajenación, la necesidad de animar los sentimientos, la voluntad y la mente de los insumisos, para que hicieran suyo el nuevo arte de luchar y gobernar. Al mismo tiempo las propias vanguardias buscaron liberarse de los conceptos dogmáticos que sujetaban al pensamiento crítico y creador.
Al desechar el "modelo de la democracia de dos o más partidos entre los que elegir", un "modelo" que originalmente sirvió a aristocracias y burguesías, para compartir el poder, el Partido Comunista Cubano tampoco siguió los modelos de la URSS y China. A impulsos del Movimiento del 26 de Julio, que a raíz de su triunfo decidió disolverse, al Partido Comunista Cubano le fue asignado el objetivo de asegurar y defender la Revolución de todo el pueblo, con la participación y organización de sus trabajadores, campesinos, técnicos, profesionales, estudiantes y en general con la juventud rebelde.
La lógica de organizar el poder del pueblo estuvo muy vinculada con la de hacer fracasar cualquier intento de golpe de estado, invasión o asedio, lo que se probaría a lo largo de más de medio siglo, frente a las reiteradas incursiones del imperialismo y frente al criminal bloqueo que habría hecho caer a cualquier gobierno que no contara con la inmensa mayoría del pueblo organizado.
Si en la invasión de Playa Girón y a lo largo de su desarrollo Cuba contó con el apoyo de la URSS y del campo socialista, ni la estabilidad de su gobierno ni las reformas y políticas revolucionarias que logró emprender se habrían realizado si el gobierno de todo el pueblo hubiera sido suplantado por un régimen autoritario, burocrático o populista. El gobierno del pueblo cubano no sólo mostró ser una realidad militar defensiva, sino particularmente eficaz en el impulso a la producción, a los servicios –que en medio de grandes trabas y errores inocultables—logró grandes éxitos, muchos de ellos reconocidos como superiores a los de países "altamente desarrollados".
A las garantías internas y externas de la democracia de todo el pueblo, de su coordinación y unidad necesarias, se añadió el carácter profundamente pedagógico y dialogal del discurso político, y todo un programa nacional de educación, que iba desde la alfabetización integral –literal, moral, política, militar, cultural, social, económica y empresarial- hasta la educación superior y el "impetuoso desarrollo de la investigación científica".
Es cierto que en todos esos ámbitos, el movimiento revolucionario enfrentó problemas que no siempre pudo resolver, o resolver bien; pero en medio de los más de 50 años de criminal bloqueo y de incontables asedios por parte del poderoso vecino del Norte, de las corporaciones imperialistas y su complejo militar-empresarial, político y mediático, y tras la restauración del capitalismo en el inmenso campo socialista, Cuba fue y es el único país que mantiene su proyecto socialista de un "mundo moral", o de "otro mundo posible" como se acostumbra decir, o de "otra organización del trabajo y la vida en el mundo" como dijo el clásico.
Entre las nuevas y viejas contradicciones, Cuba sigue hasta hoy poniendo en alto un socialismo que, con Martí presente, es respetuoso de todos los humanismos laicos y religiosos. Es más, Cuba sigue haciendo suya la lucha contra el poder de los dictadores y contra la opresión y explotación de los trabajadores, sin que por ello haya olvidado la doble lucha, que sus avanzadas propusieron desde el l959: "una rebelión contra las oligarquías y también contra los dogmas revolucionarios".
Si en tan notables batallas hay contradicciones innegables, no por eso han dejado de oírse, y en parte de atenderse, enérgicas reconvenciones que con frecuencia han hecho Fidel y numerosos dirigentes históricos de la Revolución contra corrupciones, incumplimientos, abusos, que con la economía informal y el mercado negro, han sido y son –hoy más que nunca- el peligro estructural e ideológico más agresivo, que renueva y amplía la cultura de la tranza, del individualismo y el clientelismo, de la corrupción, la cooptación y la colusión.
No es cosa de referirse aquí a todo lo que frente a las incontables ofensivas, nos enseñan Fidel y la Revolución Cubana para la emancipación de los seres humanos y para la organización del trabajo y de la vida en la tierra. Ni es cosa aquí de profundizar en las lecciones que nos da un líder como Fidel que se negó a que se hablara de "castrismo", y que logró frenar todo culto a la personalidad. Pero si hasta para sus enemigos a menudo resulta imposible acallar el respeto que se ven obligados a tenerle, no son de olvidar tantos y tantos actos de su vida que se inscriben en un reconocimiento necesario.
Este enunciado de algunas lecciones de Fidel que aparecen en sus discursos y no sólo en sus numerosas contribuciones a la Revolución Cubana, quiere ser más bien un ejercicio de pedagogía por el ejemplo, un llamado que preste atención a aquéllos modos de pensar, actuar, construir, luchar y expresarse, que permiten comprender por qué, tras la restauración del capitalismo en el "campo socialista", con la firmeza de Fidel y del pueblo cubano, sólo la pequeña Isla de Cuba ha logrado mantener la verdadera lucha socialista, que incluye la democracia como gobierno de todo el pueblo, y como reorganización de la vida y el trabajo por una inmensa parte de trabajadores y ciudadanos organizados. Y en esa lucha, que va a las raíces de la condición humana, se cultiva y defiende el respeto a los distintos modos de pensar y creer de laicos y religiosos, con búsqueda permanente de la unidad en medio de la diversidad de insumisos y rebeldes y con una clara postura martiana y marxista.
Precisar –con otros muchos– los pensamientos compartidos por Fidel y por las masas revolucionarias del pueblo cubano, es adentrarse en una historia particularmente rica de un pueblo en lucha por la emancipación. Fidel, el "Movimiento 26 de Julio" y el pueblo cubano son sucesores de vigorosas proezas rebeldes en las que destaca, la de Maceo, héroe primero de la larga lucha por la independencia y por la libertad, a la que siguió, como gran revolucionario, muerto en batalla, uno de los pensadores más profundos y precisos de la historia universal, como fue José Martí, expresión máxima del liberalismo radical, pues no sólo fue uno de los primeros en descubrir el imperialismo como una combinación del colonialismo y el capital monopólico, sino en descubrir los lazos de los movimientos independentistas de su tiempo con las luchas de los pobres y los proletarios, posición que lo hizo sumarse a los homenajes póstumos a Carlos Marx por haber sido éste, como dijo "un hombre que se puso del lado de los pobres".
Fidel, y el Movimiento 26 de Julio vienen de esa cepa. En su pensar y luchar los acompaña incluso la inteligencia de aquellos teólogos que destacaron en la Habana de fines del siglo XVIII y principios del XIX, y que son un antecedente de la teología de la liberación… En las conversaciones de Fidel con Frei Betto y en numerosos actos en que el problema religioso se planteó, Fidel dio amplias muestras de un gran respeto al humanismo que se expresa en la religión cristiana y en otras religiones. Ese respeto es hoy más necesario que nunca, pues corresponde a una de las viejas y nuevas formas de la liberación humana, en lucha por el derecho a lo diferente, por la igualdad en la diversidad, ya sea de religiones o de posiciones laicas, o de variaciones de razas y de sexos o de afinidades sexuales, o de edades y nacionalidades. Bien lo dijo Fidel muchas veces: "No somos antiamericanos. Somos antiimperialistas".
Orientarse en las lecciones de Fidel para entender y actuar en la emancipación humana, contribuye a desentrañar lo que sus palabras tienen de ejemplar y de actos para pensar y actuar en circunstancias similares, captando lo parecido y lo distinto, e incluso el quehacer del "hombre concreto que se es y que se descubre a sí mismo", como dijo Armando Hart.
Con ese objetivo de comprensión y acción, cabe señalar –a manera de profundizar en el hilo del pensamiento–, lo que las lecciones de Fidel tienen de metas y valores: 1º para la organización, 2º para la estrategia y la táctica, y 3º para el juicio favorable o contrario a la emancipación en que se defienden y renuevan concretamente las verdaderas metas de la lucha.
El discurso político de Fidel ha sido –insistimos y precisamos otra gran tarea– para que pueblo y trabajadores puedan defender y participar cada vez más, en la organización y marcha de un estado de todo el pueblo. El objetivo de organización se mantuvo y mantiene en más de medio siglo de bloqueo del imperialismo, y se inscribe en una cultura de la confrontación y de una concertación, que sin aferrarse a la lucha abierta, y sin ceder en los principios en "la lucha suave", parece caracterizar a los procesos revolucionarios de nuestro tiempo. Tanto la práctica de la confrontación como la de la concertación implican medidas de organización de la moral, de la conciencia y de la voluntad colectivas. Suponen también un claro planteamiento de que la concertación puede darse en medio de conflictos y en medio de una lucha de clases que sigue incluso cuando parecen predominar los consensos. La experiencia de Cuba a ese respecto es inmensa, y no sólo en defensa de su propia revolución y por los variados enfrentamientos y acuerdos con Estados Unidos, sino por haber participado en la guerra de Angola contra el ejército del antiguo país colonialista y racista de África del Sur, –el más Poderoso del Continente-, y tras haber ayudado a su derrota, y haber logrado que se sentara en la mesa de negociaciones hasta llegar a un compromiso de paz. Si la historia de la guerra y de la paz en África, con un inmenso destacamento de fuerzas cubanas dirigidas por Fidel desde La Habana, es una de esas formas de la realidad que superan la imaginación, también es otra experiencia, que junto con la resistencia inconcebible a un bloqueo de más de cincuenta años confirma la capacidad de Cuba para actuar en una historia en que como la de Colombia, también combina un proceso revolucionario que alterna confrontaciones y concertaciones. Si semejante posibilidad está y estará llena de incógnitas, nada impide explorar los nuevos terrenos de la guerra y la paz en un mundo cuyo sistema de dominación y acumulación se encuentra en crisis terminal.
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Las lecciones Fidel en el juicio de las conductas seguidas son también particularmente creadoras y fecundas en la crítica de aciertos y desaciertos, y no sólo de conductas políticas o morales –con llamados de atención, dictámenes favorables o desfavorables, aprobaciones y reprobaciones, elogios y estímulos, sino, con sus reflexiones sobre las mejores formas de actuar para alcanzar las metas emancipadoras.
En cualquier caso es indispensable tener presente que las lecciones de Fidel, incluso cuando a primera vista suenen a veces como meras formas de hablar, obvias o elementales, encierran a menudo formas de incesante conducta real antes desacostumbrada, antes desentendida y desoída como guía de la acción que se vive, y que sólo aparece con la vinculación de la palabra y el acto. Con esa amalgama se hace la historia.
En aquél discurso que Fidel pronunció la noche del 8 de enero de 1959, a su llegada a la Habana, dijo entre sus primeras palabras: "…la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa…Y sin embargo queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil: quizás en lo adelante todo sea más difícil…" Y a esa afirmación que podía frenar el ilimitado entusiasmo reinante añadió, más como explicación que como excusa: "Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario…" Aclaró lo que entraña no engañar ni engañase. "¿Cómo ganó la guerra el Ejército Rebelde? Diciendo la verdad. ¿Cómo perdió la guerra la tiranía? Engañando a los soldados." El mensaje era la primera lección del arte revolucionario de gobernar para ganar. No engañar al pueblo ni dejar que el pueblo se engañe con los triunfos. Y tras narrar, como ejemplo, en qué forma, decir la verdad, había servido para el triunfo del ejército rebelde, concluyó: "Y por eso yo quiero empezar –o mejor dicho, seguir—con el mismo sistema, el de decirle al pueblo siempre la verdad.".
La práctica de la verdad y la práctica de la moral serían los valores y los medios de una lucha revolucionaria, que además organizaría su legítima defensa, frente a las tradicionales ofensivas de "la zanahoria y el garrote", de la corrupción y la represión permanentemente renovadas y armadas por la oligarquía y el imperio. Tanto la verdad como la moral practicadas serían constitutivas de un proceso que necesariamente tendría que armarse para defenderse.
En aquel discurso en la Plaza de la Revolución en que Fidel empezó a definir cómo sería la democracia en Cuba, y en aquella plaza donde había un inmenso "lleno" de guajiros y de trabajadores de la caña, de las fábricas y de los servicios, Fidel le preguntó al pueblo: "En caso de tener que escoger, ¿qué preferirían? ¿Un voto o un rifle?" Y se oyó un grito gigantesco: "¡Un rifle!" El clamor vehemente y el gozo inmenso de la multitud, determinó la meta y la organización de un ejército y un estado del pueblo y de los trabajadores. De paso expresó la temible dificultad que para los imperialistas presentaría invadir a Cuba…Fue esa una de las primeras clases para aprender a tomar decisiones. Planteó, además, uno de los más difíciles problemas a resolver: el de la lucha política y armada de todo el pueblo, y el de la construcción de un estado de todo el pueblo, con mediaciones que de por sí eran distintas a las mediaciones de los estados de corporaciones y complejos, pero que requerían combinar a la vez los conocimientos especializados que se trasmiten en institutos y universidades con el saber de los pueblos. Lograr una decisión acorde con el proyecto del estado del pueblo, y lograrla con el saber del pueblo y con el uso óptimo de los conocimientos técnicos y científicos más avanzados sería a lo largo de toda la historia cubana, una de las principales tareas de toda la población militante y trabajadora con sus distintas especialidades y conocimientos. En ella el aprender a aprender fue y es una experiencia muy rica para cada uno y todos los participantes. En ella también destaca la organización de un estado y un sistema político que para ser de todo el pueblo y para ser a la vez eficaz en la defensa, en la producción, en la distribución, en el intercambio, en los servicios tiene que plantearse constantemente el problema de la libertad y la disciplina sin que una avasalle a la otra ni disminuya su respectivo peso en las argumentaciones y las decisiones. A ese objetivo –que necesariamente debe vencer muchas contradicciones– se añaden combinaciones de estructuras y comportamientos que tradicionalmente se plantearon como opuestos. Para funcionar en el interior de la Isla y en sus relaciones internacionales, el estado del pueblo revela una necesidad ineludible el combinar las organizaciones coordinadas con las jerárquicas centralizadas y descentralizadas; el combinar la democracia directa con la democracia representativa, de donde deriva el problema del Estado de todo el pueblo y del Partido Comunista de la Revolución Nueva, Martiana y Marxista, con militantes cuyos méritos comprobados puedan ser confirmados una y otra vez y cuya misión consiste en lograr el mejor funcionamiento y coordinación de las fuerzas y empresas estatales, y en la defensa e impulso de una revolución democrática y socialista, de veras nueva por sus prácticas y principios, por su moral comprobada en la conducta, y por "su hablar a la conciencia del hombre, al honor del hombre, a la vergüenza del hombre…"
Las contradicciones que en el proceso necesariamente aparecen corresponden por un lado a las de una "clase subordinada" –como diría Gramsci-; pero subordinada al Poder del Pueblo y no al de las corporaciones, y en que al motor moral e ideológico de exigencias ejemplares en sus miembros, se añaden los oídos y los ojos del propio pueblo, organizado desde las asambleas locales hasta la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Si en todo este proceso, la moral de lucha y cooperación es fundamental, precisamente lo es porque se trata de hacer una "revolución nueva" como dijo el Manifiesto del Moncada, cuyo propósito vital consiste en "realizar el sueño irrealizado de Martí", y en la que "…lo decente y lo moral es raíz fuerte y poderosa de lo revolucionario recordando que la base de la moral está en la verdad" como también señaló Fidel en su lección sobre la vanguardia. "La vanguardia – sostuvo—trasmite con su acción y su pensamiento, la teoría, la ideología revolucionaria que viene de un marxismo no sólo aprendido de los libros sino de las experiencias propias en la vida". Y en relación al conocimiento, desde los inicios de la Revolución, Fidel precisó que como parte esencial, el método del saber y el hacer se apoya en el saber anterior del pueblo y en el que adquiere en el curso de la lucha, como había dicho el "Ché".
Es cierto que al destacar palabras y actos a los que ninguna revolución había dado semejante peso ni en sus teorías, ni en sus ideologías, ni en su práctica, es necesario añadir dos comentarios más que de ellas derivan: uno es que representan no sólo a la nueva revolución que se inicia en Cuba, sino a la que debe plantearse en el mundo entero –con el pensar y el hacer de la inmensa variedad de pueblos, naciones y condiciones en la lucha de clases.
Dominar totalmente la actual desesperanza que deriva del fracaso de reformas y revoluciones que dieron al traste con la moral como filosofía vital y como práctica colectiva e individual, es sin duda el camino que habrá de seguir la Humanidad para salir de esa terrible desesperanza que señaló recientemente Noam Chomsky en palabras precisas.
Superar la desesperanza es la nueva batalla y en ella Fidel con Cuba tienen otra gran experiencia que ofrecer a la Humanidad. A partir de movimientos como el de Cuba, y tomando en cuenta el estado actual de las luchas, de las organizaciones y de la conciencia rebelde, como en el llamado del Moncada, se ha vuelto necesario plantear en el mundo entero una Revolución realmente nueva. Y si en Cuba encontramos logros increíbles alcanzados en la lucha por una independencia, un socialismo, una democracia y una libertad de veras, y vemos que en ella hay aún serias limitaciones a superar, en ella encontramos también lo más avanzado que en la organización del trabajo y la vida ha alcanzado la Humanidad. Cualquier intento por salir de la desesperanza necesitará más pronto de lo que nos imaginamos tomar en cuenta las aportaciones de Cuba para la organización de otro mundo posible Y al hacerlo encontrará confirmada la aportación de Cuba a una nueva revolución democrática y socialista, leyendo la sentencia que se dictó contra los intentos conspirativos de un grupo que bajo los auspicios de la URSS pretendió organizar un Estado y un Partido como los que –en su largo ocaso—la URSS implantó en los países satélites y en su propia tierra.
Abordar el problema en relación al debate que se da sobre la democracia directa y la representativa, y de la Revolución social en que los pueblos se organicen en formas puramente horizontales, es fundamental para advertir el sentido que Fidel ha dado a una y otra posición en el curso de sus palabras y sus juicios.
Entre los problemas que plantea la alternativa uno es el que se refiere a las limitaciones y contradicciones internas de los propios partidos y organizaciones comunistas, socialistas, populares y de liberación nacional o regional. Es cierto que el control de los gobiernos por los pueblos es la solución fundamental pero que su organización debe hacerse, a sabiendas –entre otras fuentes—de lo que le dijo Fidel en Chile a una inmensa multitud, cada vez más presionada por los agentes provocadores de la CIA, por los "maoístas", ya infiltrados de arriba abajo, y por organizaciones supuestamente más radicales que la Unidad Popular encabezada por el Presidente Allende. Cuando Fidel, tras un emocionante discurso en la Plaza Municipal de Santiago, ya tenía ganada a la multitud y levantando la mano y la voz le preguntó animoso: "¿Ustedes creen que el pueblo se equivoca?" y el pueblo le contestó con un clamoroso ¡NOOOOOO! Fidel le contestó a toda voz, como si estuviera conversando: "Pues fíjense que sí". A lo que sucedió una inmensa risa solidaria contra los provocadores del golpe, y en apoyo a Fidel y la Unidad Popular.
Tiene razón Marta Harnecker cuando en su América Latina y el socialismo del siglo XXI a diferencia de lo ocurrido en el XX afirma que "debe ser la propia gente la que defina y fije las prioridades", la que controle eficiencia y honestidad de un trabajo "no alienado" y de cualquier vicio burocrático, administrativista, centralista y autoritario. Ella misma hace ver que no estamos contra la democracia representativa sino contra la que no es representativa de los trabajadores y las comunidades. Marta Harnecker recuerda que Marx plantea que hay que descentralizar todo lo que se pueda descentralizar, y sostiene con razón que el estado que tiene fines sociales lejos de debilitarse se fortalece con la descentralización. Hoy, en México, el zapatismo por su lado ha realizado el máximo empeño para que los pueblos y comunidades aprendan a gobernar y para que el estado del pueblo se integre de tal modo al pueblo que ya no se pueda hablar del estado sin referirse al pueblo, y a las comunidades, no sólo organizadas en formas coordinadas y jerárquicas, sino en redes de resistencia, cooperación y "compartición", que dominen las artes y las ciencias así como el saber popular, y que a la cultura general del aprender a aprender y a informarse añadan conocimientos especializados, que puedan cambiar si lo quieren a lo largo de la vida. Por su parte ese gran pensador que fue el comandante bolivariano Hugo Chávez hizo particular énfasis en que "sin la participación de fuerzas locales, sin una organización de las fuerzas desde abajo, de los campesinos y los trabajadores por ellos mismos, es imposible el construir una nueva vida". La Venezuela del Presidente Nicolás Maduro hizo realidad ese objetivo, al organizar sus fuerzas desde abajo, dispuestas a dar la vida para defender su independencia, su libertad y su proyecto socialista…Por eso precisamente la oligarquía y el Pentágono, no pudieron realizar el "golpe blando" que tanto prepararon en todos los terrenos contra el pequeño pueblo del Caribe, rico en petróleo…
En el párrafo citado, Chávez recuerda que el proyecto del control del poder por las comunidades, fue el de los soviets con que Lenin quiso estructurar el estado de los trabajadores y las comunidades de la Unión Soviética, y añadió con razón que con el tiempo, la URSS "se convirtió en una república soviética sólo de nombre" y, ahora, hasta el nombre se ha quitado.
Si tras esta exploración del cuerpo político y revolucionario del siglo XXI volvemos a las lecciones de Fidel, recordamos aquélla, entre muchas, más con que queremos dar término a este breve recuento. En el juicio a Escalante y a propósito de las intromisiones de la Unión Soviética -que en tantos otros casos apoyó a Cuba, pero que no por su solidaridad tenía derecho alguno de patrono-, el pensamiento de Fidel, del Fiscal, del Partido, y de Cuba Revolucionaria precisó claramente lo que la Revolución en esa Isla es dentro de la historia universal y por lo que puede contribuir tanto –con sus experiencias—a la historia universal.
Con el juicio a Escalante y su grupo se derrotó deliberadamente la intención de hacer de Cuba un satélite de la URSS. La sentencia del Fiscal expresó todas las lecciones de Fidel al rechazar las falsas acusaciones de Escalante y su "grupo de conspiradores" que se habían vuelto agentes de la Gran Potencia. El Fiscal, en su sentencia, negó terminantemente la falsa acusación de los conjurados contra el gobierno cubano de que estaba persiguiendo a los miembros del antiguo Partido Comunista, antes llamado Partido Socialista Popular, y afirmó que no sólo gozaban éstos de todo respeto sino que se les consideraba como miembros activos de la Revolución. El Fiscal denunció calumnias miserables, como que había un frente antisoviético y tachó de serviles a quienes lanzaban tales infundios. Y lo más importante, se expresó en un párrafo en que se advierte que las lecciones de Fidel ya se habían vuelto lecciones de colectividades, Ese párrafo decía "Lo que no nos perdonan estos enanos es ser capaces de pensar y actuar independientemente, al apartarnos de los clisés de los manuales, lo que no nos perdonan es la fe en la capacidad de nuestro pueblo para seguir su camino, la decisión de dar nuestro aporte a la causa revolucionaria." Y añadía: "Nadie puede endilgarnos el calificativo de satélites y por eso se nos respeta en el mundo. Y ésta nuestra práctica revolucionaria, es una actuación conforme al marxismo—leninismo, a la esencia del marxismo-leninismo", una esencia que concretamente deriva de la acción y la reflexión del pensar y el hacer revolucionario en el acá y el ahora y no en el antes y el allá.
Si la situación crítica del mundo y de sus alternativas ha sembrado la desesperanza, hay grandes experiencias para la organización de la libertad, de la vida y el trabajo en otro mundo posible y necesario. Entre ellas destaca la Cuba marxista y martiana.
Podríamos detenernos en muchas otras lecciones fundacionales, precisarlas y ampliarlas, pero en la imposibilidad de incluir su inmenso número y de analizar con detalle las formas de actuar a que las lecciones conducen, voy a destacar algunas más, relacionadas con las motivaciones y acciones conducentes al logro de las metas revolucionarias.
Fidel –en sus reflexiones y acciones- plantea una lucha, una construcción y, una guerra integral que incluye los problemas empresariales, militares, políticos, ideológicos y culturales, así como los de la comunicación y la información. Aquí las lecciones adquieren un carácter de tal modo colectivo que sólo se pueden expresar como obra de la Revolución y de las crecientes avanzadas de un pueblo que venía del "Estado del Mercado Colonial" y del "Complejo empresarial-militar-político y mediático" y que así como lo dejaron, con la cultura que lo dejaron, con la moral que en a muchos de sus miembros enajenados dejaron –a muchos de sus miembros enajenados–, con el analfabetismo integral que a tantos de ellos la opresión les impuso, y, eso sí y también con numerosísimos contingentes de admirable resistencia moral, intelectual y colectiva, que entre todas esas desigualdades, frenos y también virtudes innegables, inició la marcha de la emancipación y aprendió, con las juventudes revolucionarias, a aprender mucho de lo que su memoria y saber ignoraban, y que él y las juventudes fueron haciendo suyo.
La construcción del nuevo poder se inició al mismo tiempo en el estado, en el sistema político, en la sociedad, en la defensa integral, en la cultura y la economía, en la información y la comunicación, el arte y la fiesta. Adentrarse en ella puede empezar por la construcción y la transición a un estado del poder del pueblo. En ese terreno Ricardo Alarcón de Quesada ha escrito –con toda experiencia- un libro sobre Cuba y su lucha por la democracia. En ese y muchos otros escritos puede verse que al objetivo de la democracia como poder (Kratia) del pueblo (Demos) en un Estado-Nación corresponde necesariamente a una variante historia de la lucha de clases y por la independencia. Entre las variaciones más profundas de esa historia se encuentra el "Período Especial" tras la disolución del bloque socialista, y el que hoy vive Cuba con el paulatino cese del Bloqueo a que la sometió Estados Unidos.
Hoy, más que nunca, la principal defensa del proceso revolucionario cubano consistirá en la atención creciente a la democracia integral, y en ella a la organización permanente del diálogo y la interacción entre sus miembros, como tarea prioritaria. Nuevamente, la democracia de todo el pueblo será el arma más poderosa con que cuente Cuba. ¡Vencerá! ¡Venceremos!
29 noviembre 2016
"QUIERAN A FIDEL"
Por Esther Barroso
¿Cómo hacerle entender a tus padres que has ido a un combate, que en el mismo ha muerto tu hermano, que estás viva casi de milagro, que ahora sufres prisión y que, a pesar de todo eso, eres casi feliz?
Haydee Santamaría intentaba que sus padres, dos españoles inmigrantes que habían echado raíces en Encrucijada, atendieran al llamado que Abel, ese hermano muerto, les hacía: "Quieran a Cuba, quieran a Fidel, aunque antes él se los pidió, es hoy cuando lo han entendido de verdad". Así les decía en una carta escrita al llegar a la Prisión de Guanajay, en 1953, luego del juicio por el Asalto al Cuartel Moncada.
Haydee necesitaba que Joaquina y Benigno aceptaran que no había marcha atrás para ella. Con los sucesos del Moncada sus padres sufrían, pero habían cambiado pues, según ella, Abel los había hecho cubanos. E insistía: "Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería. Mamá, piensa que Fidel también te quiere y que para Abel, Cuba y Fidel eran la misma cosa y Fidel te necesita mucho. No permitas que ninguna madre te hable mal de Fidel, piensa que eso sí Abel no te lo perdonaría."
Haydee se convirtió en una ferviente defensora de Fidel. Junto a la Revolución toda y a la Casa de las Américas, Fidel fue una de sus grandes pasiones. Sus razones tenía. Y la primera se la proporcionó bien temprano el hermano adorado. La muchacha del Central Constancia, al centro del país, llegó a La Habana en 1951 para vivir con él en un pequeño apartamento de El Vedado que pronto se convertiría en cuartel general del grupo de revolucionarios. Antes del Moncada, Haydee estaba convencida de que su hermano era la persona con más condiciones para dirigir una acción, pero "fue la fe de Abel en Fidel, aquella gran pasión en lo que Fidel podía hacer lo que influyó en mí. A los 3 días de Fidel ir a mi casa, ya a mi quien me dirigía no era Abel sino Fidel" (…) "Tal vez Abel fue la primera persona que vio con claridad a Fidel"
Querer a Fidel pasó a ser casi el centro de la vida de Yeyé, como le llamaban sus compañeros. Y ese cariño se multiplicó después del Moncada. Cuando Abel y su novio Boris Luis Santacoloma son asesinados junto a un grupo numerosos de asaltantes, Haydee deposita todas sus esperanzas en Fidel, porque además su hermano la había convencido, en medio de la acción del 26 de julio, que Fidel tenía que salir vivo de allí.
Solo encontraría Haydee un poco de paz y alivio a su dolor cuando varios días después de "la madrugada fundadora", como llamaría Cintio Vitier a la gesta del Moncada, ella supo que Fidel vivía. Así lo contó en una ocasión: "En la celda del Moncada tenía la seguridad de que si Fidel vivía, viviría el Moncada. Allí tenía alguna esperanza de que Fidel estaba vivo, pero después cuando nos llevaron a Melba y a mí al VIVAC perdimos la conciencia del tiempo hasta que un día sentimos que algo grande ocurría y las dos pensamos: es Fidel. Y en aquel momento que Fidel apareció ya podíamos vivir o morir porque el Moncada estaba vivo."
Encontrar motivos para seguir viviendo, ese fue el gran dilema de esta mujer y con él se batiría hasta el último instante de su existencia. Pero a los pocos días de salir de la cárcel, fue Fidel otra vez quien le dio la vida. Lo ha contado la periodista Martha Rojas en innumerables ocasiones. El jefe del Movimiento 26 de Julio le encomendó la edición y distribución clandestina de La Historia me absolverá. "Haydee me dijo, y no solo a mí, que ese fue uno de los momentos más felices pues tenía por qué vivir", cuenta Martha.
Pero ya antes se había declarado feliz también cuando la llevaron a la Prisión de Boniato, pues allí estaban juntos todos los sobrevivientes y se consagraron a la preparación de la defensa de Fidel para el juicio del Moncada. Y "fue vivir otra vez", cuando Fidel sale en libertad 2 años después. Numerosos testimonios confirman la admiración de Haydee por Fidel. Ella se ocuparía de transmitirla a sus compañeros en esos años iniciáticos de la lucha insurreccional. "Nos enseñó a todos la dimensión de Fidel, yo no había visto a nadie con tanta confianza en Fidel pues no era todavía el dirigente en que se convirtió después, pero Haydee te hablaba con una confianza absoluta de quién era Fidel", han contado las hermanas Ruiz Bravo, en cuya casa y familia Yeyé encontró cobija y aliados en su lucha clandestina.
A Guillermo Rodríguez (conocido como Gallo Ronco), que la conoció antes de que saliera Fidel de prisión, en un viaje a Santa Clara le impresionó la admiración y cariño que sentía Haydee por Fidel. Ella le dijo: "yo he pensado que si a Fidel le van a hacer un atentado delante de mí, yo me pongo de escudo para que me maten."
Quizás un capítulo menos conocido sea cuando en 1955 publica Haydee en Bohemia su Respuesta al doctor Andreu. José Andreu era un Senador que había calumniado a Fidel, a raíz de una denuncia de corrupción y latrocinio hecha por el último cuando Andreu ejercía como Ministro de Salubridad. Abel Santamaría había suministrado a Fidel los informes sobre Andreu. Le escribe Haydee al Senador: "En este país, existe una subversión de todos los valores y en virtud de ella usted ha llegado a donde llegó". Haydee rechaza categóricamente que Andreu ponga en duda la actuación de Fidel en la lucha estudiantil, que hable del Moncada como una sangrienta cita y que por eso se atreva a predecir que Fidel será enjuiciado ante el tribunal de la historia. "¿Cree usted que yo, que conozco como nadie y he sufrido como nadie, la masacre del 26, 27 y 28 de julio, estaría junto a Fidel si me cupiera alguna duda sobre su actuación en el Moncada? (…) El fallo inapelable de la historia ha sido dictado. La sentencia está en la movilización popular por la amnistía política, en la fuerza creciente de Fidel Castro, la sentencia está en la personalidad ya respetada de Fidel", respondería Haydee en su carta pública.
En la histórica reunión de Altos de Mompié, 1958 en la Sierra, se decide enviar a Haydee al exilio en Miami como delegada especial del Movimiento 26 de Julio. No quería salir de Cuba y nunca le gustó hablar de esa etapa de su vida, la calificaba como la más triste para ella. La asumió solo porque fue Fidel quien la designó.
Quieran a Fidel, quieran a Fidel… parecía ir diciendo al paso del tiempo. Podía ser en una carta desde el exilio a su esposo Armando Hart, preso en Isla de Pinos, en 1958: " recuerda que Fidel estuvo menos solo que Martí pues tenía junto a él las ideas, los libros, el quehacer que él no pudo, que no le dejaron terminar… tú tienes la luz que te dejaron los dos, Fidel y Martí." Podía ser después del triunfo de 1959, cuando hablar de Fidel llegó a ser una de sus aficiones preferidas. A un periodista mexicano en 1968 le dice: "Si yo fuera pintor, quisiera pintar a Fidel. Yo no lo pintaría tal cual es, yo no lo veo tal cual es. Lo pintaría distinto. Yo no sé si pintaría una estrella, una montaña, un ciclón porque para mí Fidel es toda la fuerza de la naturaleza, un prodigio de la naturaleza. Un terremoto pintaría, no sé…" Y a un colectivo de macheteros en 1969 le contó: "Para mí celebrar el 26 de julio es difícil, sin embargo yo soy una privilegiada del destino. Tuve el privilegio de tener un hermano como Abel, un novio como Boris y de conocer a Fidel. Voy a tratar de que para el 26 de julio de 1970 se me acabe esta cobardía mía y celebrarlo como todos los cubanos, con música y fiesta."
Juan Nuiry, combatiente y amigo, vio como lo más destacado en la personalidad de Yeyé "su fidelidad a Fidel junto a la responsabilidad moral que sentía permanentemente con los hombres que habían ido con ella a la acción del 26 de julio". Y Silvio Rodríguez radiografió en ella una columna vertebral de acero: "Por fuera podía ser muy frágil pero en cuanto a sus principios patrióticos, en cuanto al amor por Fidel no había las más mínima concesión."
Y es que tal vez en su difícil camino por la vida, querer a Fidel robusteció la armadura sentimental y física de Haydee y le permitió encontrar una manera de ser feliz.
EL FIDEL QUE CONOCÍ
Por Ignacio Ramonet
Fidel ha muerto, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos.
Perteneció a esa generación de insurgentes míticos – Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Amilcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka – que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 1950, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
En aquella época, en más de la mitad del planeta, en Vietnam, en Argelia, en Guinea-Bissau, los pueblos oprimidos se sublevaban. La humanidad aún estaba entonces, en gran parte, sometida a la infamia de la colonización.
Casi toda África y buena porción de Asia se encontraban todavía dominadas, avasalladas por los viejos imperios occidentales. Mientras las naciones de América latina, independientes en teoría desde hacia siglo y medio, seguían explotadas por privilegiadas minorías, sometidas a la discriminación social y étnica, y a menudo marcadas por dictaduras cruentas, amparadas por Washington.
Fidel soportó la embestida de nada menos que diez presidentes estadunidenses (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo). Tuvo relaciones con los principales lideres que marcaron el mundo después de la Segunda Guerra mundial (Nehru,Nasser, Tito, Jrushov, Olaf Palme, Ben Bella, Boumedienne, Arafat, Indira Gandhi, Salvador Allende, Brezhnev, Gorbachov, François Mitterrand, Juan Pablo II, el rey Juan Carlos, etc.). Y conoció a algunos de los principales intelectuales y artistas de su tiempo (Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Arthur Miller, Pablo Neruda, Jorge Amado, Rafael Alberti, Guayasamin, Cartier-Bresson, José Saramago, Gabriel Garcia Marquez, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, etc.).
Bajo su dirección, su pequeño país (100 000 km2, 11 millones de habitantes)pudo conducir una política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo, ni eliminarlo, ni siquiera modificar el rumbo de la Revolución cubana. Y, finalmente, en diciembre de 2014, tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática e iniciar un proceso de normalización que implicaba el respeto del sistema político cubano.
En octubre de 1962, la Tercera Guerra Mundial estuvo a punto de estallar a causa de la actitud del gobierno de Estados Unidos que protestaba contra la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba. Cuya función era, sobre todo, impedir otro desembarco militar como el de Playa Girón (Bahía de Cochinos) u otro directamente realizado por las fuerzas armadas estadunidenses para derrocar a la Revolución Cubana.
Desde hace más de 50 años, Washington (a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas) le impone a Cuba un devastador embargo comercial -reforzado en los años 1990 por las leyes Helms-Burton y Torricelli- que obstaculiza su desarrollo económico normal. Con consecuencias trágicas para sus habitantes. Washington sigue conduciendo además una guerra ideológica y mediática permanente contra La Habana a través de las potentes Radio "Martí" y TV "Martí", instaladas en La Florida para inundar a Cuba de propaganda como en los peores tiempos de la guerra fría.
Por otra parte, varias organizaciones terroristas – Alpha 66 y Omega 7 – hostiles al régimen cubano, tienen su sede en La Florida donde poseen campos de entrenamiento, y desde donde enviaron regularmente, con la complicidad pasiva de las autoridades estadounidenses, comandos armados para cometer atentados. Cuba es uno de los países que mas victimas ha tenido (unos 3 500 muertos) y que más ha sufrido del terrorismo en los últimos 60 años.
Ante tanto y tan permanente ataque, las autoridades cubanas han preconizado, en el ámbito interior, la unión a ultranza. Y han aplicado a su manera el viejo lema de San Ignacio de Loyola: "En una fortaleza asediada, toda disidencia es traición." Pero nunca hubo, hasta la muerte de Fidel, ningún culto de la personalidad. Ni retrato oficial, ni estatua, ni sello, ni moneda, ni calle, ni edificio, ni monumento con el nombre o la figura de Fidel, ni de ninguno de los líderes vivos de la Revolución.
Cuba, pequeño país apegado a su soberanía, obtuvo bajo la dirección de Fidel Castro, a pesar del hostigamiento exterior permanente, resultados excepcionales en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general…
En cuestión de educación, de salud, de investigación médica y de deporte, Cuba ha obtenido niveles que la sitúan en el grupo de naciones más eficientes.
Su diplomacia sigue siendo una de las más activas del mundo. La Habana, en los años 1960 y 1970, apoyó el combate de las guerrillas en muchos países de América Central (El Salvador, Guatemala, Nicaragua) y del Sur (Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina). Las fuerzas armadas cubanas han participado en campañas militares de gran envergadura, en particular en las guerras de Etiopia y de Angola. Su intervención en este último país se tradujo por la derrota de las divisiones de élite de la República de África del Sur, lo cual acelero de manera indiscutible la caída del régimen racista del apartheid.
La Revolución cubana, de la cual Fidel Castro era el inspirador, el teórico y el líder, sigue siendo hoy, gracias a sus éxitos y a pesar de sus carencias, una referencia importante para millones de desheredados del planeta. Aquí o allá, en América latina y en otras partes del mundo, mujeres y hombres protestan, luchan y a veces mueren para intentar establecer regímenes inspirados por el modelo cubano.
La caída del muro de Berlín en 1989, la desaparición de la Unión soviética en 1991 y el fracaso histórico del socialismo de Estado no modificaron el sueño de Fidel Castro de instaurar en Cuba una sociedad de nuevo tipo, mas justa, mas sana, mejor educada, sin privatizaciones ni discriminaciones de ningún tipo, y con una cultura global total.
Hasta la víspera de su fallecimiento a los 90 años, seguía movilizado en defensa de la ecología y del medio ambiente, y contra la globalización neoliberal, seguía en la trinchera, en primera línea, conduciendo la batalla por las ideas en las que creía y a las cuales nada ni nadie le hizo renunciar.
En el panteón mundial consagrado a aquellos que con más empeño lucharon por la justica social y que más solidaridad derrocharon en favor de los oprimidos de la Tierra, Fidel Castro - le guste o no a sus detractores - tiene un lugar reservado.
Lo conocí en 1975 y conversé con él en múltiples ocasiones, pero, durante mucho tiempo, en circunstancias siempre muy profesionales y muy precisas, con ocasión de reportajes en la isla o la participación en algún congreso o algún evento. Cuando decidimos hacer el libro Fidel Castro. Biografía a dos voces (o Cien horas con Fidel), me invitó a acompañarlo durante días en diversos recorridos. Tanto por Cuba (Santiago, Holguín, La Habana) como por el extranjero (Ecuador). En coche, en avión, caminando, almorzando o cenando, conversamos largo. Sin grabadora. De todos los temas posibles, de las noticias del día, de sus experiencias pasadas y de sus preocupaciones presentes. Que yo reconstruía luego, de memoria, en mis cuadernos. Luego, durante tres años, nos vimos muy frecuentemente, al menos varios días, una vez por trimestre.
Descubrí así un Fidel íntimo. Casi tímido. Muy educado. Escuchando con atención a cada interlocutor. Siempre atento a los demás, y en particular a sus colaboradores. Nunca le oí una palabra más alta que la otra. Nunca una orden. Con modales y gestos de una cortesía de antaño. Todo un caballero.
Con un alto sentido del pundonor. Que vive, por lo que pude apreciar, de manera espartana. Mobiliario austero, comida sana y frugal. Modo de vida de monje-soldado.
Su jornada de trabajo se solía terminar a las seis o las siete de la madrugada, cuando despuntaba el día. Más de una vez interrumpió nuestra conversación a las dos o las tres de la madrugada porque aún debía participar en unas "reuniones importantes"…Dormía sólo cuatro horas, más, de vez en cuando, una o dos horas en cualquier momento del día.
Pero era también un gran madrugador. E incansable. Viajes, desplazamientos, reuniones se encadenaban sin tregua. A un ritmo insólito. Sus asistentes – todos jóvenes y brillantes de unos 30 años – estaban, al final del día, exhaustos. Se dormían de pie. Agotados. Incapaces de seguir el ritmo de ese infatigable gigante.
Fidel reclamaba notas, informes, cables, noticias, estadísticas, resúmenes de emisiones de televisión o de radio, llamadas telefónicas... No paraba de pensar, de cavilar. Siempre alerta, siempre en acción, siempre a la cabeza de un pequeño Estado mayor – el que constituían sus asistentes y ayudantes – librando una batalla nueva. Siempre con ideas. Pensando lo impensable.
Imaginando lo inimaginable. Con un atrevimiento mental espectacular.
Una vez definido un proyecto. Ningún obstáculo lo detenía. Su realización iba de sí. "*La intendencia seguirá*" decía Napoleón. Fidel igual. Su entusiasmo arrastraba la adhesión. Levantaba las voluntades. Como un fenómeno casi de magia, se veían las ideas materializarse, hacerse hechos palpables, cosas, acontecimientos.
Su capacidad retorica, tantas veces descrita, era prodigiosa. Fenomenal. No hablo de sus discursos públicos, bien conocidos. Sino de una simple conversación de sobremesa. Fidel era un torrente de palabras. Una avalancha. Que acompañaba la prodigiosa gestualidad de sus finas manos.
Tomado de Le Monde Diplomatique
ABRAZARNOS HERMANOS
Por Enzo Maqueira
Le debo a Fidel la foto del Che que me mira desde el escritorio donde escribo estas palabras. Le debo las canciones de Quilapayún y de Intillimani que me acompañaron durante buena parte de mi adolescencia. Le debo la literatura de Cortázar, de García Márquez, incluso de Vargas Llosa. Le debo la revolución de Hugo Chávez en Venezuela, la de Evo en Bolivia, la de Correa en Ecuador. Le debo las banderas que levantaron Néstor y Cristina en la Argentina. Le debo las palabras siempre atinadas de Pepe Mujica.
Le debo a nuestros mártires Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Paco Urondo, los curas tercermundistas. Le debo la épica de una generación masacrada por las dictaduras. Le debo el ejemplo de saber que es posible forjar el mundo que nos merecemos. Le debo alguna mujer que conquisté hablándole de sus hazañas. Le debo las hazañas que nunca podré concretar porque no tengo la valentía ni la visión histórica ni la lucidez que él tuvo.
Le debo saberme menos valiente, menos lúcido, menos revolucionario. Le debo saberme mediocre, pero también insatisfecho. Le debo el orgullo de ser latinoamericano. Le debo el son, le debo a Silvio Rodríguez, a Pablo Milanés, le debo las canciones de Carlos Puebla; le debo incluso a Paquito D'Rivera. Le debo alguna mujer que conquisté haciéndole escuchar toda esa música. Le debo el orgullo, la dignidad, la humildad y la perseverancia.
Le debo los pilares sobre los que construí mi vida. Le debo esa noche de mayo de 2003 en las escalinatas de la Facultad de Derecho, cuando dio un discurso para miles de argentinos que fuimos a conocer al mito y nos encontramos con un hombre anciano, exhausto, de voz temblorosa, que sin embargo habló durante horas con el fuego encendido de sus palabras. Le debo ver a ese anciano subido a una mesa para gritar sus verdades en una cena de gala de representantes del mundo. Le debo a Lezama Lima, a Martí, a Hemingway y Maradona en Cuba. Le debo a Haydée Santamaría, a Mercedes Sosa, a Roque Dalton.
Le debo mis dos viajes a La Habana: el primero, triste y solitario; el segundo, la certeza de que aún existe un lugar en el mundo donde el capital no pudo fijarle un precio a la sonrisa de las personas. Le debo Prensa Latina. Le debo a Sartre, Simone de Beauvoir, Godard, Camus. Le debo el Mayo francés. Le debo el Cordobazo. Le debo aquel tren a Mar del Plata contra los planes de Bush. Le debo el "Mister Danger" del comandante Chávez.
Le debo a mis padres en un hospital de Cienfuegos, sobreviviendo a un accidente gracias a la dedicación amorosa de los cubanos. Le debo discusiones políticas con mis padres, mi hermana, mis profesores, mis alumnos. Le debo debates, distancias y coincidencias con mis compañeros. Le debo la lectura de Marx, las contradicciones de Perón, la esperanza de saber que además de Trump existen Chomsky, Stone y Michael Moore. Le debo a Zizek.
Le debo la foto del Che que me sigue mirando desde el escritorio donde escribo estas palabras. Le debo la tristeza de estas horas, el espanto ante el imperio de la derecha que avanza cada vez más impune, la sensación de haber quedado huérfanos, solos, desprotegidos.
Le debo las amigas y los amigos de la Casa de las Américas que hoy lo lloran como lo lloro en Buenos Aires, al otro lado de nuestra Patria Grande, mientras el cielo revienta en una tormenta de esas que sirven para escribir despedidas, para abrazarnos hermanos, para entender que llegó la hora de hacernos cargo de nuestra historia.
MURIÓ FIDEL
Por Néstor Kohan
Si Lenin y la revolución bolchevique conmovieron al siglo XX, pero sobre todo su primera parte, Fidel, el Che y la revolución cubana marcaron a fuego la segunda mitad. El planeta crujió (misiles nucleares incluidos), desde Nuestra América hasta Vietnam, desde la rebelión negra en EEUU hasta la independencia anticolonial de África y la rebelión estudiantil en Europa Occidental. Un antes y un después. Fidel pasará a la historia por la puerta grande, ¿qué duda cabe? No quiero escribir de apuro y para salir del paso. Me importan un pepino los insultos de la derecha. No valen nada. Me dan lástima los avisos fúnebres progres y oportunistas que ahora lo aplauden por predicar "la paz". Patético. Y me dan asco las notas hipócritas que lo critican cuando sus autores, pusilánimes y reformistas, no se animaron jamás ni a enfrentar a la policía ni al ejército de sus propios países.
FIDEL. Un conversador incansable. Tuve la suerte y el honor de conocerlo personalmente y conversar varias horas con él. No en una charla "íntima", sino rodeado de varios compañeros y compañeras de la Casa de las Américas. Un hombre muy culto, tremendamente leído. Sencillo y al mismo tiempo erudito. Respondía cada pregunta que le hacía como un sabio, desde la Reforma Universitaria argentina de 1918 hasta el pensamiento de Mella, Roa e Ingenieros, desde el asalto al cuartel militar Moncada hasta las teorías marxistas del Che Guevara, desde la segunda guerra mundial hasta Stalin. A propósito de Stalin, lo escuché criticarlo por su actuación militar durante la segunda guerra mundial "Si no fuera por sus errores, me dijo, la segunda guerra mundial terminaba en Lisboa, no en Berlín. El Ejército rojo hubiera tomado toda Europa". No me dejó una sola pregunta sin contestar. Esa vez le regalé el libro "DE INGENIEROS AL CHE" (donde analizo la influencia de Fidel y la Revolución Cubana en distintas corrientes de Argentina). Entonces lo publicaron en Cuba. Dos años más tarde, le di "GRAMSCI PARA PRINCIPIANTES". Luego escribí "FIDEL PARA PRINCIPANTES", ilustrado por Nahuel Scherma. No es un texto "para niños o adolescentes". Me llevó años de investigación estudiar, periodizar y sintetizar con lenguaje accesible la historia de Cuba, desde Martí a Fidel y el Che, pasando por Mella y Guiteras. ¡Y leerme sus larguísimos discursos!, sin olvidar las muchas polémicas internas de la Revolución Cubana. Tampoco es neutral, está escrito desde el guevarismo y el marxismo latinoamericano. Salió publicado en Argentina y Estados Unidos (en una versión más amplia donde discuto con la comunidad cubana de Miami), aunque creo que también lo piratearon en México. Tal vez en otros lugares.
Nunca fui obsecuente. Tuvo errores y se los critiqué, por ejemplo en el trabajo "Pensamiento Crítico" y el debate sobre las ciencias sociales en la Revolución Cubana": http://cipec.nuevaradio.org/?p=116
Cuando se enfermó hace diez años, en 2006, escribí "Y después de Fidel: ¿qué?": http://www.lahaine.org/mundo.php/iy_despues_de_fidel_que. No voy a redactar entonces ahora un ensayo improvisado. Simplemente quiero recordar tres cosas suyas, además de su sonrisa sarcástica y su mirada pícara. (1) Que fue un gran amigo de la insurgencia guevarista argentina del Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y de los Montoneros. (2) Su frase, más vigente que nunca, que lo define a fondo: "Nuestro campo de batalla abarca todo el mundo". (3) El documental "Mi hermano Fidel", que lo tuvo como protagonista, junto a un viejito cubano ciego (realizado por Santiago Álvarez, 1977, en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=fQFnYBOyjcs).
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!, QUERIDO FIDEL
Muchas gracias por todo. Siempre agradecidos.
Buenos Aires, 26 de noviembre de 2016
Dirección de Comunicación e Imagen
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en este link verás el video sobre nuestro museo.
https://www.youtube.com/watch?v=jGPLj1nGEsY
Argentina: El Che lives on! Get lost in Buenos Aires ... Izquierdista entusiasta, y a su forma, compañero revolucionario Eladio Gonzalez muestra el contenido de su afamado museo Che Guevara en Caballito, Buenos Aires.. |
informó el Museo " ERNESTO CHE GUEVARA " de Caballito, CABA
calle Rojas 129, esq. Yerbal, Buenos Aires (AAC 1405) Argentina
Visitar lunes a viernes de 10 a 19 hs. (corrido) – entrada libre y gratuita
Escuela de Solidaridad con Cuba " CHAUBLOQUEO "
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Coordinador ex Mesa Vecinal Participativa en Seguridad de Caballito
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Lea libro Cuba Existe, es Socialista y No está en Coma del Arq. Rodolfo Livingston en http://estudiolivingston.com.ar/libros/cubaexiste.php y emocionate.
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¡ Salven a los argentinos !..... "las ballenas".
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