El paro nacional que desembocó en sufrimiento e indignación
Eric De León Soto
02/05/2017 03:55 am
Los sucesos que transcurrieron el 1 de mayo en la avenida Muñoz Rivera, específicamente en un tramo conocido como la Milla de Oro donde ubican múltiples instituciones bancarias y financieras, ocasionaron sufrimiento a los puertorriqueños que decidieron participar de una manifestación en rechazo a las medidas perjudiciales ejecutadas por la administración de gobierno en contra de la clase trabajadora.
Nadie pudo haber anticipado que una manifestación que movilizó más puertorriqueños que los partidos rojos y azules durante sus respectivas campañas políticas, descendiera en un caos sin precedentes donde el uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía y el vandalismo por parte de protestantes provocó el desalojo de decenas de miles de personas que llegaron a apoyar la manifestación, que tomó lugar frente a las oficinas de la Junta de Control Fiscal (JCF).
El saldo final de arrestados era de aproximadamente 10 personas, mientras que el número de heridos en ambos lados no fue divulgado al cierre de esta edición. Aunque en efecto, los edificios que cobijan las instalaciones de Banco Popular, UBS y otras estructuras sufrieron daños en el exterior, con ventanas rotas y paredes pintadas, cientos de personas -incluyendo policías - fueron expuestos al uso indiscriminado de gas pimienta y gases lacrimógenos por las autoridades.
Aunque después del mediodía la situación se tornó violenta, previo a eso casi todas las marchas convocadas para reunirse en la Milla de Oro transcurrieron con normalidad y orden. En los predios del Hiram Bithorn se reunieron los empleados afiliados a la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y de Riego (UTIER), los del sindicato de la Autoridad Metropolitana de Autobuses (TUAMA) y varios jubilados que, ante el pronóstico de lluvia para el día, llegaron con sombrilla en mano para reclamar que no se les toque sus pensiones.
Al salir, una inmensa fila que seguía las principales guaguas de sonido se extendió desde la entrada del expreso Las Américas hasta el estacionamiento del Hiram Bithorn. La marcha se desvió hacia el expreso, a sorpresa de la uniformada que a su vez bloqueo el acceso hasta la entrada de la avenida Domenech, donde de nuevo se desvió la caravana y subió por la autopista, efectivamente bloqueando esa vía en ambas direcciones.
¿Por qué el cambio de ruta?, preguntó este medio al presidente de la UTIER, Angel Figueroa Jaramillo. "La ruta es de un pueblo caminando por sus calles, aquí no hay cambio de ruta. Aquí el pueblo está caminando por las calles, un pueblo indignado, molesto con medidas contra todos los trabajadores, contra todos los envejecientes, contra todos nuestros jóvenes. Por lo tanto, aquí está el pueblo, ya tú puedes ver que esto trascendió el sindicato, esto trascendió la UTIER", respondió Figueroa Jaramillo mientras marchaba.
Los primeros carros atrapados en el tapón, sin embargo, no lucían furiosos por la interrupción. Muchos bajaron sus ventanas y alzaron un puño en respaldo, otros tocaban sus bocinas intermitentemente o al ritmo de los estribillos de protesta.
De vuelta en la avenida Roosevelt, la protesta continuó ordenada. Empleados de varios comercios salieron a tomar fotos y aplaudir la marcha mientras progresaba hacía la Milla de Oro. "Yo estoy aquí porque yo estoy en apoyo de lo que está pasando en Puerto Rico ahora mismo con esta gente. Le han quitado unos derechos que en realidad ellos se han ganado, han trabajado para eso, han trabajado para levantar el país y en cuestión de cuatro meses no los han destrozado", dijo David, un yaucano jubilado con un trabajo a tiempo parcial en uno de los restaurantes en la avenida Roosevelt.
Al mediodía la marcha llegó hasta la intersección de la Muñoz Rivera y la Roosevelt, punto de encuentro donde esperaban otros manifestantes de distintos sindicatos como la Unión Independiente Auténtica (UIA), la Uitice, la United Auto Workers, y también estudiantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y ciudadanos que llegaron en apoyo al evento.
En la tarima principal, ubicada frente el edificio World Plaza – donde están las oficinas de la JCF – se dieron presentaciones musicales, discursos a favor de la auditoria de la deuda y otros pronunciamientos en contra de los recortes a la UPR y el menoscabo de los derechos de los trabajadores. Todo, dentro el marco del Día Internacional de los Trabajadores.
A las 12:23 de la tarde, decenas de agentes de la División de Operaciones Tácticas (la Fuerza de Choque) bajaron por la avenida Chardón hasta la avenida Muñoz Rivera y establecieron una línea que empezó a marcha en dirección de la tarima. De inmediato líderes sindicales cuestionaron la presencia de ellos tan cerca de la tarima, tomando en cuenta que durante el fin de semana habían entablado un acuerdo con la Superintendente de la Policía, Michelle Hernández, para que ellos no estuviesen visibles en el área de protesta.
La fuerza de choque empezó a dar reversa, pero ya los manifestantes empezaron a confrontarlos con piedras, botellas y empujones. Chorros anaranjados de gas pimienta volaron en ambas direcciones, incapacitando a varios ciudadanos que fueron socorridos principal y exclusivamente por jóvenes estudiantes que portaban botellas con una solución de agua, vinagre y jabón – denominada como Seattle.
Desde la tarima, se hizo un llamado a la paz y la calma, pero mientras culminaban las presentaciones, se caldeaban más los ánimos en la intersección de la Muñoz Rivera y la Chardón. A la 1:00 de la tarde, casi un centenar de policías formaron una línea entre los edificios de UBS y el Banco Popular, mientras otra línea de agentes de la fuerza de choque se formaba más abajo en la Chardón.
Los observadores del Colegio de Abogados y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés), corrían de un lado a otro para documentar los sucesos, que indudablemente se tornaron violentos entre ambas partes. Estallidos de explosivos retumbaron por toda la zona bancaria, y desde el edificio del Banco Popular se veía una gran concentración de manifestantes. Estos rompieron varios cristales de esa estructura.
Fue en ese momento que lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a todos en ese tramo de la Chardón, mientras el viento se encargaba de moverlo por toda esa calle. Los agentes ubicados en línea impidieron el paso de personas que huían de la nube, hasta que los afectó a ellos y recibieron órdenes de bajar por la vía.
"¡Está bueno el gas, está bueno!", dijo uno de los agentes atrapados en la nube, mientras el resto tosía desenfrenadamente y cerraban los ojos para protegerse del dolor agudo.
Los protestantes se dispersaron en direcciones contrarias en la Muñoz Rivera, mientras la Policía formo un perímetro rectangular en la intersección, restringiendo el paso a todos. Entre los edificios de Banco Popular y UBS, varios estudiantes hicieron frente a los agentes verbalmente. En el aire, dos helicópteros de la FURA sobrevolaban el área.
A las 3:00 de la tarde, los agentes – quienes ahora les acompañaban efectivos de la unidad SWAT – se movilizaron hacia los estudiantes, lanzando granadas de humo y recibiendo de vuelta botellas de cristal y piedras. Cuatro agentes custodiaban tres estudiantes que se negaron a moverse, sentándose en la carretera mientras el contingente se movilizaba.
Otras movilizaciones ocurrieron en la avenida Roosevelt y en la Muñoz Rivera a la altura de la calle Eleanor Roosevelt, donde improvisaron una fogata con cartones usados como zafacones. Mientras en la avenida Roosevelt, agentes dispararon bala de goma, los estudiantes obstruían la vía con piedras y vallas. Los edificios que recorrían esa avenida, sin embargo, no sufrieron daños, a diferencia de una farmacia de cadena que sí sufrió daños y un restaurante de comida rápida que vandalizaron escribiendo "veneno" en una pared.
A las 4:00 de la tarde, la Policía aún mantenía una gran presencia en todo Hato Rey, persiguiendo los manifestantes que se alejaban cada vez más lejos, en dirección a Rio Piedras. Entretanto, en la avenida Roosevelt varios estudiantes se congregaron a distancia de otra línea de agentes que custodiaban el acceso en la intersección con la calle César González para levantar ánimos tras la intensa jornada de protestas.
"No estamos solos ni solas, por eso es que hay que seguir movilizándonos, encontrándonos, y organizándonos para garantizar que no se nos olvide nunca que al lado tuyo hay una compañera, hay un compañero, con su codo junto al tuyo, así que no estamos solos", vociferó un manifestante. Poco después se movilizaron en dirección de la calle César González, perseguidos por agentes en motoras quienes fueron confrontados por líderes sindicales que les exhortaron a no seguirlos, tal como les habían prometido.
Alejados ya los estudiantes y los agentes, volvió a llover con más fuerza. Los encontronazos cedieron, y los uniformados exudaban expresiones de alivio. Después de todo, la jornada de trabajo de ellos – por la cual reciben paga por parte del estado – estaba a punto de culminar y habían resultado ilesos.
Los manifestantes – que no reciben paga – retornaron a sus carros, sus hogares y en el caso de los estudiantes a la UPR en Rio Piedras. Algunos satisfechos, otros conmocionados y todos bajo la lluvia.
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