OEA y otras infamias // Venezuela y un incompleto titular // La canalla mediática y la violencia
Una vez más fracasó la OEA.
Pese a las presiones de Washington y las febriles maniobras de Luis Almagro no pudieron condenar a la Venezuela bolivariana y chavista
Del encuentro no salió una palabra sobre Ayotzinapa, ni sobre los periodistas asesinados, o los desaparecidos, o los inmigrantes acorralados, o las poblaciones originarias explotadas y perseguidas desde el Río Bravo hasta la Araucania, ni los obreros y estudiantes reprimidos por todas partes.
Nada acerca del golpe de estado en Brasil. Ni siquiera una queja por el infame muro de Trump.
Se les exigió sólo apuñalar por la espalda a un estado que a nadie ha causado daño y algunos lo hicieron sin pestañear
La OEA y otras infamias
Una vez más fracasó la OEA. Pese a las presiones de Washington y las febriles maniobras de Luis Almagro no pudieron condenar a la Venezuela bolivariana y chavista en su reunión en Cancún, México. Para ello había sido convocada en el balneario mexicano.
Para eso y nada más. Se le ordenó ejecutar un fratricidio y al mismo tiempo ignorar los problemas reales que laceran a los pueblos supuestamente representados en el exclusivo hotel.
Del encuentro no salió una palabra sobre los niños de Ayotzinapa, ni sobre los periodistas asesinados, o los desaparecidos, o los inmigrantes acorralados, o las poblaciones originarias explotadas y perseguidas desde el Río Bravo hasta la Araucania, ni los obreros y estudiantes reprimidos por todas partes. Nada acerca del golpe de estado en Brasil. Ni siquiera una queja por el infame muro de Trump. Se les exigió sólo apuñalar por la espalda a un estado que a nadie ha causado daño y algunos lo hicieron sin pestañear.
El Imperio consiguió el apoyo de un grupo impresentable en el que figuraban golpistas y pseudodemócratas, corruptos y represores que tienen en común el rechazo de sus pueblos. Todos los que se conjuraron para condenar a Venezuela deben afrontar al interior de sus fronteras la oposición creciente de los trabajadores, los jóvenes y muchas más víctimas del modelo neoliberal que es intrínsecamente injusto, antidemocrático y servil al dominio extranjero.
Ninguno de ellos ha sido capaz de censurar la abierta intervención imperialista ni de solidarizarse con un pueblo hermano. El Gobierno bolivariano, en contraste evidente, no sólo ha sacado de la miseria a millones de sus ciudadanos sino que además ha dado muestras de ejemplar solidaridad para con los demás pueblos de la región.
Lo ocurrido hace recordar los años Sesenta del pasado siglo cuando Estados Unidos empujó a una mayoría a convertirse en cómplices de la agresión militar y el bloqueo contra Cuba. Ahora la historia parecía repetirse aunque con algunas diferencias que vale la pena destacar.
Salta a la vista ante todo la actitud del país anfitrión. Cuando se actuó contra Cuba la diplomacia mexicana mantuvo su rechazo solitario y digno. Ahora fue protagonista principal en la maniobra contra la Patria de Bolívar. Otros, hace medio siglo, tuvieron al menos la prudencia de abstenerse. Entre estos últimos estuvo Chile gobernado por Jorge Aessandri y la derecha conservadora y que hoy bajo una coalición que se dice democrática se sumó sin reparos al alevoso ataque.
La diferencia más notable, entre los dos resultados, sin embargo, estriba en que, pese a todo, los yanquis no pudieron alcanzar la mayoría requerida. No pudieron porque lo impidió un conjunto de países que no eran miembros de la OEA, pues aun estaban sometidos al colonialismo, cuando Cuba fue condenada en Punta del Este.
Los países caribeños, estados jóvenes y de territorios y recursos limitados, siguieron políticas verdaderamente autónomas desde el momento en que asumieron su soberanía. Cuando la obtuvieron establecieron vínculos de respeto y amistad con la Isla asediada y se negaron a plegarse a la política anticubana.
Ahora se unieron a otros que en el Continente siguen resistiendo la ofensiva imperial para evitar un nuevo crimen contra Venezuela.
En los años Sesenta Washington además del garrote ofrecía una zanahoria. Hablaban entonces de una pretendida nueva relación, que bautizaron como "Alianza para el Progreso" y que pronto se disolvió en la nada y desembocó en el agujero negro de las peores tiranías.
Es francamente patético el espectáculo denigrante de unos gobernantes, algunos sobrevivientes -herederos- de aquellas dictaduras, obedientes a la voz de mando de quien desde la Casa Blanca los humilla y desprecia y ya no les ofrece siquiera la olvidada zanahoria.
Pero resulta esperanzador ver a los más pequeños rebelarse y actuar con dignidad.
Venezuela y un incompleto titular del diario El País
"Facebook: Lugar donde siempre es posible encontrar una opinión favorable seguida de su contraria". Foto: la Jiribilla
Deambulo por Facebook, esa comunidad heterogénea donde siempre es posible encontrar una opinión favorable seguida de su contraria. Este día, sin embargo, es atípico en relación con Venezuela. Parece que nadie se atreverá a emprenderla hoy contra el gobierno bolivariano, dada su contundente victoria en la recién concluida Asamblea General de la OEA celebrada en Cancún. Trece países, encabezados por Estados Unidos, se habían confabulado con el objetivo de aprobar una resolución injerencista, pero esta fue derrotada.
De hecho, no ha sido solo una, sino tres las victorias chavistas. La votación secreta para conformar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos devino perturbador correctivo para Estados Unidos. La nación que se autoproclama juez, abogado, fiscal y policía del mundo; país que, por demás, se empeña en hacer que Venezuela parezca una dictadura, solo obtuvo 14 votos de 34 posibles en dicho sufragio.
Entretanto, en Caracas resultaba un éxito la marcha de apoyo popular a Nicolás Maduro y la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente. En sintonía con los planes de Cancún, la oposición venezolana había lanzado la consigna "Todos a Caracas", y ciertamente, en el verdadero todos —el que de verdad engloba a todos los venezolanos, y no solo a esa violenta y altanera parte que siempre se ha creído el absoluto de la nación— los chavistas resultaron ser contundente mayoría.
De modo que las críticas a Venezuela hoy parecían conjuradas en Facebook hasta que, de súbito, tropiezo con un link compartido por alguien, el cual remite a un artículo del diario español El País, cuyo titular reza: "El último revés de Venezuela". Caramba, por dónde irá esto, intrigado me cuestiono, qué pretexto tendrán ahora, y para averiguarlo de inmediato hago clic sobre el vínculo.
Pero de la inicial sorpresa paso a otra mayor. Resulta que al acceder a la página del diario compruebo que el artículo no menciona en parte alguna un revés venezolano; por el contrario, el titular expresa: "Así se gestó el fracaso de la condena a Venezuela en la cumbre de la OEA". ¿Qué ha sucedido? Bueno, que mediante un acto de "prestidigitación mediática", cuando dicho vínculo es compartido en Facebook —cosa que también ocurre si damos copiar y pegar— el titular se transforma en otro totalmente opuesto en su letra y espíritu.
Antes de adentrarnos en la lógica de semejante "misterio", parece oportuna una acotación. Ya antes, en numerosas ocasiones, este periódico español había sido señalado por manipular titulares, cuya construcción no guardaba correspondencia alguna con la noticia. Entre las tantas consideraciones que pudieran hacerse al respecto, solo digamos que con ello El País contradice su propio manual de estilo. Allí se afirma: "la no manipulación de las noticias son una garantía para los derechos de los lectores, cuya salvaguardia constituye la razón última del trabajo profesional" (sic.)
O sea, técnicamente El País esta vez parece haber construido un título acorde con lo reportado; parece también cumplir con su manual de estilo… Pero no seamos ingenuos. Sabido es que buena parte de las personas no lee el cuerpo de los artículos, apenas repasa los titulares. Numerosos estudios y encuestas así lo indican. También es sabido que cada vez muchas más personas acceden a las noticias a través de las redes sociales. He ahí el quid del asunto. Los del diario El País han encontrado la manera de seguir manipulando noticias sin que, en lo formal, esto aparente contradecir su manual de estilo.
¿Pero qué nos relata el artículo de marras? Bueno, digamos que recuerda a Esopo y la conocida fábula de la zorra y las uvas. Pretende culpar de la victoria venezolana a… ¡Venezuela! Los autores (pues son dos) recurren a la vieja treta de unas timoratas fuentes que, de manera anónima, denuncian presiones de Caracas a los países caribeños.
Lógico, se cuidan de no hacer alusión a la ya mencionada derrota de Estados Unidos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Enterar de esto pondría en aprietos su teoría de la conspiración; ya sabemos, semejante resultado en primer lugar refleja el verdadero sentimiento que prima en el seno de la OEA.
En fin, como decía Vico: verum ipsum factum, —los hechos son los que cuentan— y en realidad las amenazas vinieron del país que, por tradición, suele monopolizarlas como norma "diplomática". Por ejemplo, públicas y notorias han sido las declaraciones del senador Marco Rubio, quien, tras el fracaso de Cancún, advirtió a República Dominicana, El Salvador y Haití que el apoyo a Venezuela afectaría sus relaciones con Estados Unidos.
La obsesión del diario El País con Venezuela sobrepasa lo enfermizo. Si uno quiere determinar la repercusión de cierta etiqueta en determinado sitio digital, Google brinda una herramienta para ello. De tal modo, al colocar en la barra de búsqueda la secuencia site: elpais.com "Venezuela", se obtienen 2 millones 260 mil resultados. Como lo ha leído, ¡más de dos millones de veces aparece la palabra Venezuela en el sitio digital del periódico El País!
Sin embargo, hagamos el mismo experimento, ahora tomando una expresión de supuesta mayor trascendencia; algo que sobrepase lo coyuntural y constituya motivo de extraordinaria preocupación global: por ejemplo, la etiqueta "cambio climático". Pues bien, resulta que esta solo aparece 132 mil veces en dicho sitio. ¡Veinte veces menos que la expresión "Venezuela"! Dejo al lector las múltiples consideraciones que se derivan del caso.
Pero volviendo al motivo original de este artículo, debo aclarar por qué lo encabezo según habrán leído. O sea, ¿qué palabras realmente faltan al amañado titular de El País? Bueno, creo que no debieron escribir "El último revés de Venezuela", sino otro que diga: "El último revés de mano propinado por Venezuela". Aunque, en realidad, según hemos visto, no fue solo uno, sino tres los bofetones asestados en la ocasión.
(Tomado de La Jiribilla)
La canalla mediática y la violencia
Por: Atilio Borón
¿Qué son estas imágenes? ¿Denuncian la feroz represión del "tirano" Maduro? No. Es la que se ejerce en el Chile democrático –aquella tan publicitada "feliz copia" del Pacto de la Moncloa– contra manifestantes pacíficos que no levantan barricadas o guarimbas, no queman vivas a personas rociándolas con gasolina y prendiéndoles fuego, no arrojan bombas incendiarias contra jardines infantiles y hospitales, no destruyen autobuses por centenares, no saquean comercios ni depósitos de alimentos ni fabrican obuses caseros para atacar a las fuerzas del orden, ni disponen de francotiradores para escarmentar a quien intente atravesar la guarimba u oponerse a sus tropelías. Son gentes que salen a la calle a protestar, sin ningún tipo de armamento; en muchos casos niños mapuche y en otros estudiantes y mujeres reprimidos –con la brutalidad que demuestran las imágenes que acompañan esta nota– por los Carabineros que, a diferencia de la Policía Nacional Bolivariana, no tienen prohibición para llevar armas de fuego. Son imágenes estremecedoras que hablan de los límites a que llega la violencia represiva en un país cuyo gobierno se permite dar lecciones de democracia y derechos humanos a Caracas.
Con perversión, la canalla mediática oculta esta realidad y pone el grito en el cielo y vomita una catarata de insultos cuando el autor de estas líneas le dice al gobierno del presidente Nicolás Maduro que debe intervenir con todo el rigor de la ley para evitar la metástasis de la violencia. Esta es concienzudamente ejecutada por la fracción terrorista de la oposición en cumplimiento del programa elaborado por el Comando Sur para derrocar a Maduro y sintetizado en un documento cuyo título lo dice todo: "US Southcom Operation "Venezuela Freedom", American Strategy to Overthrow the Maduro Government". [1] Pese a ser minoritaria aquella fracción, apoyada sin reservas por el Comando Sur y su jefa civil, Liliana Ayalde (la tenebrosa ex embajadora de Estados Unidos en Paraguay y Brasil cuando se perpetraron ambos golpes de Estado), tiene intimidados e inmovilizados con sus sicarios a los sectores de la oposición conscientes del catastrófico desenlace que puede tener la crisis y proclives a buscar una salida política a la misma. Pero estos se ven imposibilitados de hacerlo porque serían considerados traidores por los violentos que han dado muestras de estar dispuestos a hacer cualquier cosa, inclusive matar a opositores renuentes a acompañarlos en su orgía de sangre y destrucción.
Con su interminable cadena de "posverdades" y "plusmentiras", como acertadamente lo señalara Fernando Buen Abad, los medios de comunicación hegemónicos se convirtieron en cómplices y, en cierto sentido, autores intelectuales de la destrucción y las muertes que ha provocado la ofensiva de los vándalos, presentados ante el público como la valiente y pacífica oposición democrática enfrentada a la cruel tiranía de Maduro. Nada nuevo: repiten la operación que hicieran, por ejemplo, en Nicaragua cuando los mercenarios que atacaban al recién instalado gobierno sandinista fueron glorificados como virtuosos "combatientes por la libertad". Lo mismo en Libia, con los mercenarios implantados en Bengasi para dar inicio a la demolición de ese país. Medios que aplauden o exigen la "mano dura" contra la protesta social en Chile, o en Argentina o Brasil, pero que con infinita inmoralidad califican de "brutal represión" a la prudente y cuidadosa contención que con gases lacrimógenos y cañones de agua hace el gobierno bolivariano para controlar a quienes saquean, destruyen y matan. Exigen, y esto también está en el Plan del Comando Sur, que el estado desentienda de su obligación de preservar el orden público y deje a la sociedad, indefensa e inerme, a merced de terroristas y sicarios.
Totalmente subordinados a las ambiciones imperiales lo que estos medios buscan con su escandalosa manipulación (des)informativa es sembrar el caos y la anarquía, provocar una crisis humanitaria y la disolución de toda la trama social, instalando en Venezuela una suerte de bárbaro "estado de naturaleza" hobbesiano en donde el hombre sea el lobo del hombre. Acuciada por el malhumor social que provoca el desabastecimiento programado de bienes esenciales (igual que en el Chile de Allende) y el terror de la violencia ciega, la sociedad se desintegra y se repliega sobre un feroz individualismo tipo "sálvese quien pueda". Destruido o paralizado el estado y, por consiguiente, desaparecida la institución que salvaguarda el orden público, nada podría ya frustrar la obsesión norteamericana de apoderarse, para siempre, del petróleo venezolano. Este es el plan, un plan concebido a escala planetaria para dejar a los pueblos indefensos ante la voracidad imperial que se arroja sobre ellos para despojarlos de sus riquezas. Es lo que Washington hizo en Libia e Irak, y lo que ahora quiere hacer en Venezuela, sede de la mayor reserva petrolera del planeta. Por eso la oposición cipaya y sus peones mediáticos alientan la violencia y procuran inmovilizar con sus chantajes al gobierno de Maduro, para que finalmente reine el caos. En los papeles, el plan parece perfecto. Pero en la patria de Bolívar, Zamora y Chávez, el imperialismo y sus compinches se encontrarán con la horma de sus zapatos. Chávez no pasó en vano y el bravo pueblo chavista y su gobierno sabrán, con ejemplar heroísmo, triunfar en esta batalla decisiva para su futuro como nación independiente y soberana.
Nota:
[1] Verhttp://www.globalresearch.c a/us-southcom-operation-venezu ela-freedom-american-strategy- to-overthrow-the-maduro- government/5530383 . Según el New York Times el Comando Sur ha negado la autenticidad de este documento, que establece doce pasos para derrocar a Maduro, mismos que se han venido cumpliendo meticulosamente. Es una arraigada costumbre norteamericana que cada vez que se filtra un documento de este tipo sea inmediatamente descalificado por la agencia en cuestión. Pasó en los años setenta cuando Daniel Ellsberg entregó al New York Times documentos secretos del Pentágono en relación con la Guerra de Vietnam. Poco después se reconoció su carácter genuino y fueron publicados con gran éxito editorial en todo el mundo. Lo mismo hicieron las autoridades norteamericanas con los Wikileaks. Hace más de un año que el periodista argentino Héctor Bernardo dio la voz de alarma en relación con los planes del Comando Sur en Venezuela. Verhttp://www.diariocontexto.c om.ar/2016/04/29/operacion-ven ezuela-doce-pasos-para-un-golp e/.
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