Los desesperados tartufos ex concertacionistas, administradores de la infausta
herencia de la dictadura cívico militar.
Por Juan Pablo Cárdenas S./escritor, comunicador
social, analista internacional/ Barómetro Latinoamericano/ADDHEE.ONG:
Más de trescientos ex integrantes o partidarios de
los regímenes de la ex Concertación han convenido un texto público en
que hacen un desesperado llamado a un acuerdo nacional en “pro del bien superior del país, a fin de evitar un lacerante
enfrentamiento entre los chilenos”. Se trata de una nómina de quienes fueron ministros de Estado,
subsecretarios y otros altos funcionarios públicos, además de embajadores y
parlamentarios, algunos incluso en ejercicio todavía.
“La
historia la hacen los Pueblos” Dr. Salvador Allende Gossens, Presidente de
Chile.
Conscientes, como indican,
de que su propuesta será repudiada por quienes están “movidos por la estrategia
de la confrontación y de la polarización”, a lo que aspiran en realidad estos
firmantes es a lograr la atención de la oligarquía empresarial sofofa,
heredera de la nefasta dictadura cívico militar, y de los tartufos del oficialismo,
lo que rápidamente han logrado con la rápida acogida que les brindara el
ministro del Interior, Gonzalo Blumel, apenas unas horas después. El secretario de Estado valoró el texto y aseguró que éste recoge el
reciente llamado del presidente Piñera para construir un acuerdo por la
democracia, en su esfuerzo por tratar de salvar un régimen ya colapsado en su
adhesión popular y credibilidad.
Más allá de la presencia entre los firmantes de
algunas figuras bien reputadas, lo que predomina en esta propuesta son los
nombres de quienes por largo tiempo ocuparon cargos en La Moneda y en el
Parlamento sin satisfacer mínimamente las más importantes demandas sociales,
legitimando con sus actos la Constitución/artilugio de 1980 que impuso la
Dictadura cívico militar, junto con demostrar una pavorosa conformidad
con el modelo económico que ha llevado a Chile a ser considerado en el mundo
como uno de los países de mayor inequidad en el mundo.
En la lista destacan también los nombres de varios
miembros de la cúpula política enriquecidos a la zaga del poder y altamente
cuestionados por su flagrante renuncia a los valores social cristianos y
socialistas que antaño profesaron y que los llevara a militar en las colectividades
de más radical izquierdismo. Para muestra de ello, baste el nombre del inefable
lobista Enrique Correa, uno de los operadores de las bochornosas colusiones
político- empresariales para financiar la política y llenarse los bolsillos de
dinero. Sin que hayan trepidado para ello en cederle soberanía sobre nuestros
recursos naturales a las transnacionales u otorgarles impunidad a los
ejecutivos de Soquimich, Penta, de las buitres cadenas de farmacias y
otras poderosas empresas concertadas para para comprar leyes o estafar al fisco
y a los consumidores.
Parece ser que todas “figuras” (así los tilda El
Mercurio) saben que será imposible que su llamado reciba acogida del mundo
social, laboral, sindical, como de las organizaciones de Derechos Humanos. Como
tampoco tuvo demasiado eco el engañoso acuerdo parlamentario cupular logrado
entre éstos mismos actores y el oficialismo para convenir el plebiscito de
abril próximo y la posibilidad de convocar a una entidad constituyente, en que
se le asegura a la derecha empresarial oligarca sofofa un poder de veto
a cualquier norma de la nueva Constitución plurinacional/paritaria que
no obtenga un quorum de dos tercios.
Además, llama la atención en esta iniciativa la
presencia de varios políticos que rompieron con los partidos de la Concertación
y abandonaron sus cargos gubernamentales por sus desacuerdos dentro de la
alianza que más largamente ha gobernado durante los últimos treinta años sin
emprender los cambios insistentemente prometidos y que explican el estallido
social que hoy lamentan y los tiene tan acongojados. Perece ser que a todos los
une su común embriaguez de poder, riqueza y figuración pública, por lo que su
llamado ha recibido una bajísima acogida desde los mismos partidos en que
todavía militan la mayoría de ellos. Especialmente de la Democracia Cristiana y
el Partido Socialista/socialdemócrata – dos atajos oportunistas sincréticos,
sin salida.
No es extraño, entonces, que, en su arrinconamiento
político, Piñera Echeñique y las copulas de los partidos de
oposición y de derecha empresarial farisea sofofa reciban con
beneplácito la propuesta de los llamados ex concertacionistas y pudieran
resolverse otorgarles algunos cargos públicos para, con ello, amarrarlos y
buscar morigerar las movilizaciones sociales y la posibilidad de que, de una
asamblea constituyente, contra quorum y mareas, pueda darnos una nueva Carta
Fundamental plurinacional/paritaria. Que, por primera vez en nuestra
historia republicana, sería aprobada por genuinos representantes del pueblo y
refrendada por la ciudadanía.
Era obvio que, ante una insurrección social, la
clase política va a tratar de hacer todo lo posible para impedir un conflicto
como el de 1891. Una guerra civil que pueda ocasionar miles de muertos como los
que cayeron en los enfrentamientos de Concón y Placilla a propósito de los
desacuerdos de la casta gobernante que oficiaba en La Moneda y el Congreso
Nacional. Un conflicto en que se involucraron, por supuesto, las Fuerzas
Armadas, los inversionistas extranjeros, a pesar de que el pueblo se mantuvo
prácticamente al margen y bastante contento con las obras que emprendía
el presidente Balmaceda Fernández. A quien la historia terminó
reconociendo como uno de los mandatarios más fructíferos y consecuentes de
nuestra trayectoria republicana.
Ya sabemos que las
diferencias entre quienes hoy ocupan el Palacio de Gobierno y quienes han
elaborado una propuesta como la que comentamos son realmente nimias si se
considera lo que unos y otros hicieron mientras se rotaban en el poder después
de sátrapa Pinochet. De allí que la rebelión social no concentre sus
dardos solo en Piñera Echeñique y sus colaboradores, sino en el conjunto
de la casta política, lo que augura que en el Plebiscito también los ciudadanos
van a preferir abrumadoramente que todos los integrantes de una entidad
constituyente sean todos elegidos por el pueblo, sin otorgarle espacio alguno a
los legisladores actuales.
La
campaña del terror, el caos del oráculo mercurial de la oligarquía empresarial
sofofa, al igual que en 1973.
No parece extraño que, entre estos firmantes, que
piden “un acuerdo para frenar la violencia y avanzar en reformas y
crecimiento”, haya varios que ya reconocen o confidencian en privado su deseo
de alentar la presencia de los actuales parlamentarios en la redacción de un
nuevo texto constitucional. Se trata de salvar de la insurrección popular a los
que se sienten ungidos para gobernar y definir los destinos de Chile. Para lo
cual de nuevo desatan una campaña del terror y manifiestan su histeria respecto
de las acciones de violencia, cuando en realidad el caos y el terrorismo han
sido siempre ejecutados por los que detentan el poder político y económico.
Para oponerse a toda posibilidad de profundizar la democracia y consolidar una
justa distribución de nuestra riqueza.
El tartufismo politicastro.
Tampoco nos sorprendería que próximamente el régimen
y la derecha oligarca sofofa se valgan de ésta y otras destempladas
declaraciones públicas para justificar a una nueva asonada cívica, empresarial sofofa
y militar que aborte otra vez en nuestra historia una victoria popular. Esto es
de los millones de chilenos abusados por las oligarquías y de sus consabidos inefables
tartufos operadores o verdaderos “achichincles”. Al decir de una conocida
expresión mexicana, país en que varios de estos firmantes vivieron su exilio y
aprendieron las trampas de la dictadura del PRI/ México, un régimen que los
acogiera tan generosamente. Cuando en 1973 arrancaron de las fauces del
sátrapa Pinochet retornando con los años a Chile para ser definitivamente
encantados y engullidos por la derecha oligarca sofofa.
Lo subrayado es nuestro.