lunes, 29 de junio de 2020

Estados Unidos el esclavista Robert Lee está en La Habana donde Plácido fue acribillado a balazos por negro Chaubloqueo museo Che Guevara Buenos Aires Toto



PUBLICADO EN CUBAHORA, 23/JUN/2020.

IMAGEN: PLÁCIDO.

PIE  DE IMAGEN: Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido.

BORRAR UNA MANCHA DEL MAPA HABANERO
        Por ARGELIO SANTIESTEBAN
      Todos los días recuerdo que Zumbado, frente una situación desastrosa, solía exclamar: “¡Qué cagástrofe!”. 
   Y hoy, ante el panorama que el planeta nos muestra, me veo obligado a recurrir a la frase contundente del inolvidable humorista.
   Agréguese  lo siguiente: sospecho que la acera de enfrente desempeña el rol más jeringado  de la puesta mundial  en escena.
   Por ejemplo: son, lamentablemente, recordistas en cuanto a la cantidad de ciudadanos que han pronunciado el adiós definitivo, durante la pandemia. Dos veces los muertos de la batalla de Iwo Jima, una de las más sangrientas en la Segunda Guerra Mundial. (El hecho se explica, si sabemos que los destinos de la nación están en manos de un infranormal).
   Mas, de modo simultáneo, tienen a sus urbes –algunas en estado de sitio--  desbordadas con gentes que, con toda la razón del mundo, se pronuncian  contra lo que allá, secularmente, ha sido una lesión maligna social: el racismo.
   Entre otras reivindicaciones: remover las estatuas de figuras pro esclavistas, enclavadas en plazas a lo largo del país. (Y que, además identifican a bases militares yanquirules).
   Pero yo –humilde emborrona cuartillas--   me pregunto: …de nosotros… ¿qué? 
    Dígase que el mapa capitalino nos muestra una muy extensa calle santo suarense,  que nace en la Vía Blanca, se extiende paralela a Lacret y muere en las inmediaciones de la Loma Chaple.
  ¿Su nombre? Pues General Lee.
   Preguntémonos a quién está dedicada esa rúa habanera. Pues al general estadounidense  Robert Edward Lee (1807-1870),
   De entrada, sépase que estuvo dentro del mando en las tropas yanquis que invadieron a México.  Se vanagloriaba por haber resultado herido en la batalla de Chapultepec (1847), donde cayeron homéricamente, defendiendo al suelo patrio, los muchachitos cadetes, los Niños Héroes.
   Ah, pero después Lee se desempeñó como general en jefe de las tropas de la Confederación Sudista,  defensora del esclavismo, durante los cuatro años que duró la Guerra Civil.
   Tras la derrota de los esclavistas, hasta se le privó de su condición de estadounidense. Y tuvo que depender de dos amnistías para que no lo fusilaran, lo cual hubiese sido un acto de indiscutible justicia.
   No obstante, en 1975 el  complaciente y racista  Congreso de Estados Unidos le restauró, a título póstumo,  la ciudadanía estadounidense.
   Pero volvamos a lo de nosotros.
   Me interrogo cuándo se borrará del paisaje capitalino esa mácula inmunda.
   Que a la calle la rebauticen, por ejemplo, con el nombre de Plácido, a quien acribillaron a balazos por ser prieto y buen poeta.