Momentos espinosos
Durante
algunos meses la voracidad y el odio de los sectores concentrados acompañados
por el medio pelo y los desclasados que construye el sistema, es decir la gran
parte de la clase media, se habían visto adormecidos por el avance de la
pandemia.
Los
aplausos de la virtualidad a todos los que exponían sus vidas, se fueron
apagando lentamente desde los balcones a los médicos y personal de salud y los
recitales solidarios a través como sus sensibilidades, mientras avanzaba la
cuarentena.
En
el mientras tanto, rápido de reflejos, el presidente realizo acciones
tendientes a privilegiar la vida; fue entonces
que su incansable trajinar motorizo a que el gobierno concretara un sinnúmero de medidas (económicas,
laborales, alimenticias, etc.) para paliar la situación de millones de
argentinos afectados por la enfermedad y los efectos de la misma.
El
gobierno con sensibilidad, ejecución y fundamentalmente con política contribuyo
para retomar el rol inequívoco del estado; ese estado destruido, defenestrado,
entregado a los viles servicios de la acumulación y los privilegios; se volvía
a poner en movimiento, volvía a ser el rector en una sociedad con profundas
inequidades.
Gracias
a la política, esa tan injuriada por
millones de personas, inclusive por las grandes mayorías, que ignoran que es la
única herramienta que va a darles dignidad
a sus vidas, ella y tambien el estado son los que hoy están presentes en estos
tiempos angustiantes.
Es fundamental terminar con los analfabetos políticos; BERTOLT BRECHT nos decía
“el peor analfabeto es el analfabeto político, el no ve, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
El no sabe que el costo de la vida, de la harina, del alquiler, de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan
burro que se enorgullece e hincha el pecho diciendo que odia la política, no
sabe que de su ignorancia política nace lo peor de la sociedad.“
La
política, vilipendiada por los que dicen que la “gente”, esta harta de los
políticos, es la que ahora esta dando respuestas
al accionar nefasto de sectores privilegiados que con una fachada democrática
tomaron el gobierno (el poder siempre lo han tenido) llevando a Macri a la
presidencia, recibiendo el apoyo en las urnas de una gran cantidad de esos
analfabetos políticos que votaron en contra de sus propios intereses. ESO NO
PUEDE SUCEDER NUNCA MAS; Y HAY QUE
TRABAJAR PARA ELLO.
Y
por supuesto desterrar la corrupción de los funcionarios públicos, para limpiar
y despejar el concepto de que son todos ladrones y de esa manera embarrar la
cancha y despolitizar a la sociedad.
Hoy
miles de compañeros y compañeras están al frente de merenderos y comedores
barriales, alimentando a los que dejo en la miseria la voracidad y la
perversión neoliberal , agravada por la pandemia.
Organizaciones
sociales y referentes barriales están marcando el camino. Allí están en la primera línea de la batalla
solidaria con su olla hirviendo organizando la resistencia. Y junto a ellos los
trabajadores y trabajadoras de la salud que con sus corazones calientes se
entregan a sus semejantes. Etica y
honor, conjunción mágica.
El
ejército con un bajo perfil está yendo a repartir comida utilizando la
infraestructura necesaria que nos pertenece a todos los argentinos, como son
las cocinas y elementos de campaña, para ponerlos al servicio de las
comunidades necesitadas.
Sabemos
que el ejército en otro contexto histórico, como siempre lo hizo, estaría protegiendo
los intereses de clase, matando, haciendo golpes de estado, arrojando bombas en
Plaza de Mayo o quizás mandando pibes a las Malvinas, pero hoy reparte comida y
eso también es gracias a la política, no es igual Martinez y Aguad (ministros
de defensa del gobierno de Macri) que Rossi, pero tampoco tenemos que
confundirnos, el ejército popular está muy lejos de ese bello imaginario.
No
debe ser grato que los compañeros y compañeras vean el verde oliva caminando
junto a ellos en los comederos populares, pero allí la memoria de nuestros
queridos 30.000 está presente para no torcer el rumbo .
Este
es nuestro hoy, y hay que potencializarlo, con lo que tenemos y con lo que no
tenemos, darle contenido, tratando de
construir poder popular, de eso se trata.
La
entrega de planes, subsidios y contenciones desde el gobierno nacional, que pese
a su volumen es insuficiente hace imprescindible el aumento ya de los mismos; estas
acciones y muchas otras nos hacen pensar que por primera vez la política con
sus fortalezas y debilidades esta mas presente que nunca; el estado acompañando
no es poca cosa, pero claro, hay que ir por mucho mas.
Pero
el monstruo se despereza de su adormecimiento temporal ejecutando con todo su
aparato propagandístico junto a sus panfleteros, las mas bajas acciones en la
escala humana. Ellos son los carroñeros de la muerte y allí están haciendo lo
que saben hacer, machacar, mentir, confundir, tergiversar sobre muchas mentes
desprevenidas y deformadas.
El
avance de la prensa hegemónica es abrumador, nunca fue tan despiadada, los
mandantes y sus lacayos no toleran perder parte de sus privilegios, digo parte
y no todos. Aca no están ni los soviets
ni los jacobinos son otros tiempos, otros espacios, otra realidad histórica; pero
si es necesario la presencia permanente de las voces del gobierno con una clara
posición comunicacional que no deje dudas y enfrente las operaciones de prensa.
Santiago Cafiero y Wado De Pedro que por
sus respectivos cargos serian los encargados de tal función, no están a la
altura de esa tarea mayúscula. El
silencio en algunos casos y los errores e inseguridades en otros, asi lo
demuestran. Al no haber diques de
contención, ellos avanzan, siendo esto muy peligroso. En su agenda mediática han instalado el tema
de la inseguridad, esmerilando a la vez la figura de Alberto Fernandez,
intentando sembrar dudas y miedos. En
sus medios hegemónicos se los ve, buscando desestabilizar, creando confusión y
temor; conociendo que el conurbano bonaerense es el epicentro de posibles
eclosiones, trabajan allí sabiendo que hubo un 2001, conociendo que hoy la
realidad es mas dolorosa aun que aquella.
Pasaron 20 años y decenas de asesinados.
Los
muertos y la sangre derramada siempre vienen de un solo lado, del pueblo.
El
manejo de la droga, el lumpenaje reinante, los capos mafia de las hinchadas,
los arreglos político - judiciales, todo ello articulado por la maldita
bonaerense, hacen un combo casi perfecto para temer que en cualquier momento en
el gran Buenos Aires se produzca un estallido social fogoneado por los que se
encuentran en las antípodas, del amor y la solidaridad.
Un fósforo,
un saqueo en un supermercado correría como reguero de pólvora. Eso lo sabe muy bien la Bullrich y sus
asesinos, y también la maldita policía; es necesario la presencia y la acción política para abortar posibles
desenlaces.
Ganar
la calle siempre fue el reaseguro de las grandes mayorías para frenar cualquier
intento de desestabilización, esto hoy la pandemia y el contagio no lo permiten;
pero si es imprescindible que se levanten las voces. Hay silencios preocupantes.
Si
la educación, el congreso, el trabajo, y todo se maneja a través de las redes,
como no podemos entonces expresar
nuestras posiciones.
Como
es posible que ministros, diputados, senadores, los colectivos feministas, disidencias sexuales, sindicatos, C.G.T, movimientos sociales, C.T.A. intelectuales, actores, músicos, esten
tan silenciosos sin denunciar la ofensiva inescrupulosa y golpista de los
grupos de poder. Busquemos la unidad a pesar de las diferencias políticas e ideológicas, hoy se necesita
estar juntos, son momentos espinosos.
Es necesario demostrar que no solamente hay fuerzas para resistir el embate de la derecha, sino también tomar una clara posición ofensiva para poder avanzar hacia una sociedad, donde los niños rían y crezcan con poderosos sueños. ASI SERA.
Ricardo Aguilar y Marisin