jueves, 5 de julio de 2007

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Ricos, asesinos y famosos (II) Pedazos de escuela...


Ricos, asesinos y famosos (II)
03/07/07

Por Oscar Taffetani

(APE).- La candidatura presidencial de Cristina Fernández de Kirchner ha liberado a los editores de noticias de la pesada tarea de cubrir minuto a minuto la evolución de una herida en zona abdominal del abogado Gabriel Novaro, pareja de la modelo Virginia Kelm, que está embarazada de siete meses...

Virginia, para alivio de la opinión pública, “sólo tuvo contracciones propias de los nervios sufridos ante la situación que está atravesando...” (cable de NA).

Cuando se restablezca, el abogado Novaro podría ser acusado -nos dice otro cable- de siete delitos, entre ellos amenaza agravada por uso de armas, intento de homicidio y resistencia a la autoridad...

Al cabo de una increíble balacera que puso en vilo a los vecinos y que estropeó autos y casas en un radio de cien metros, la policía logró entrar en el domicilio del abogado Gabriel Novaro, en un exclusivísimo barrio de Buenos Aires, secuestrando un arsenal que no había sido declarado ni denunciado ante la ley por su propietario.

Entre las mentas y testimonios sobre Novaro que publicaron los diarios, trascendió una información que pronto, sugestivamente, pasó a segundo plano:

“El abogado -leemos en un recorte de diario- habría acumulado una interesante fortuna: reclutando clientes en villas del conurbano bonaerense. (...) Aseguran que su estrategia era convencerlos de iniciar acciones legales y se quedaba con un alto porcentaje de las cuantiosas cifras que conseguía por medio de esas demandas. (...) Las maniobras con las que logró una envidiable posición económica se habrían concretado mediante vidriosas presentaciones judiciales a compañías de seguros, algunas de las cuales estarían iniciando acciones legales por posibles estafas...”

Con este cuadro a la vista, la primera pregunta que uno se hace es por qué las extravagancias de un señor que colecciona y exhibe armas de guerra, que dilapida fortunas de las que nadie sabe su procedencia, que amenaza e intimida a allegados y vecinos y que está sospechado de fraguar causas judiciales para medrar con las indemnizaciones, no había merecido hasta ahora la atención de la Justicia.

Tampoco alertaron sobre el caso los Colegios de Abogados. Ni los organismos públicos de Seguridad. Y ni siquiera los abundantes vigiladores privados que custodian las mansiones de Barrio Parque, en la Capital Federal.

No. Nadie molestaba al abogado Novaro. Nadie lo molestaba hasta que él mismo le mostró al mundo -en un sobreactuado día de furia- los juguetes de muerte que había comprado.

Otra pregunta que uno se hace es qué hubiera pasado si esa resistencia armada a la autoridad hubiera sido en una villa o un barrio pobre de la ciudad.

Allí, seguramente, las fuerzas del orden habrían repelido sin contemplaciones la “agresión”, y los cadáveres de los “agresores” habrían aparecido en las pantallas calientes de los informativos, tal como lo vemos a diario: tapados con un diario, sin siquiera identificarse.

Los títulos... qué problema

El ingeniero Santos -sobreseído hace más de diez años, tras haber acribillado con un arma a dos ladrones de un pasacasete- tenía el título en regla.

La ingeniera María Julia Alsogaray -condenada por enriquecimiento ilícito, responsable de la liquidación de Entel y otras empresas públicas- también tenía el título en regla.

Su padre Alvaro Alsogaray -lobbyista y consejero de empresas multinacionales, antiguo sacerdote del liberalismo- también tenía su título de ingeniero (militar) en regla.

El abogado Gabriel Novaro del que hablábamos al principio, protagonista de un hecho vergonzoso y lamentable, seguramente tiene su título en regla.

En las últimas semanas, como parte de las campañas electorales llamadas “sucias”, la población pudo enterarse de que el “licenciado” Jorge Telerman no era licenciado, el “ingeniero” Blumberg no era ingeniero y el “doctor” Das Neves, gobernador de Chubut, no había alcanzado a terminar la carrera de Abogacía.

Ahora bien, nos preguntamos: ¿significa eso que las compras y adjudicaciones hechas por el gobierno de Telerman son nulas? ¿O que las reformas al Código Penal hechas a instancias de Blumberg quedan sin efecto? ¿O que la escandalosa renovación de contratos mineros y petroleros en Chubut, avalada por Das Neves, podrá revertirse?

No. Lamentamos contestarles, a tantos espíritus republicanos que albergan esperanzas, que esos grandes ataques a la Ética, a la Justicia, a la Moral y a los más preciados Valores, ya se han consumado. Y que ni las licitaciones porteñas, ni el Código Penal Argentino, ni las concesiones petroleras de Chubut, serán revisados.

Porque para el poder económico trasnacional, para la mafia y el crimen organizado, el tema de los títulos habilitantes es irrelevante. Ellos saben que la impunidad -con títulos o sin ellos- es la llave que permite mantener este (injusto) orden de las cosas.

Llegado el momento, cuando la mafia se perfeccione, habrá Academias de Impunidad -imaginamos- en dónde se enseñará metódicamente a burlar la ley y la confianza de los ciudadanos.

Es más: en el futuro, sin un título de esa Academia, será difícil abrirse camino en el mundo de los negocios y las finanzas.


Pedazos de escuela...
02/07/07

Por Carlos del Frade

(APE).- Salta, la linda, dice una propaganda impuesta en el sentido colectivo de los argentinos.

Salta, la linda y ajena, agregarían los habitantes de la provincia del noroeste cuando repasan que el petróleo, las selvas y muchos otros recursos naturales ya no son del pueblo sino de las empresas trasnacionales que se fueron quedando con casi todo a partir de los años noventa.

Allí, en uno de los pisos más altos del país, mientras los carnavales y el folklore de exportación tienen siempre sus vidrieras internacionales, las escuelas públicas sufren las consecuencias de cajas muy abultadas para pocos y desinterés concreto con la suerte cotidiana de chicas y chicos que intentan darle sentido a la palabra futuro en esas aulas.

Karen Tabarcache, de doce años, y Gabriela Zurita, de catorce años, salvaron sus vidas de casualidad cuando parte de un cielorraso se les desplomó sobre sus cabezas mientras aprendían en la escuela “América Latina”.

La explicación que dieron las autoridades del Ministerio de Educación apuntan a las diferencias térmicas que existieron en dos días. La temperatura bajó de los 34 grados a los once y eso generó un proceso denominado “dilatación de materiales” que terminó en las seseras de las pibas.

El gobernador salteño, Juan Carlos Romero, indicó que "serán sancionados los responsables", cosa extraña porque las explicaciones iniciales conducirán sus palabras hacia la impunidad.

Los materiales que se dilataron, según se desprende de las argumentaciones oficiales, lo hicieron por voluntad propia demostrando la vigencia de aquellas tradiciones que le atribuyen vida o almas a las cosas.

De tal forma, Karen y Gabriela fueron víctimas del fetichismo y no de la ausencia de controles sobre construcciones escolares en una provincia que se ufana de buenos presupuestos, grandes ganancias para sus empresas privadas pero que, en forma paralela, sigue manteniendo números de angustia en relación a deserción escolar, pobreza y enfermedades infantiles.

Cifras que muestran que la caída del cielorraso no es consecuencia de una decisión misteriosa de los “materiales”, sino de una lógica de no protección integral para las pibas y pibes salteños.

La propia ministra de Educación aseguró que “la escuela no tiene problemas estructurales”. Menos mal... si no el caso de Karen y Gabriela debería repetirse casi en forma cotidiana. Pero el problema mayor reside en la falta de información concreta sobre el estado edilicio de la mayoría de las escuelas, no solamente en Salta, sino en todo el país.

Lo sucedido en la escuela “América Latina”, no es otra cosa que aquello que suele repetirse a lo largo y ancho de la geografía argentina.

Los gremios docentes remarcan que el estado material de las escuelas es directamente proporcional a sus salarios y al grado de desidia con que se manejan los temas educativos en cada una de las provincias.

Cuando un cielorraso se cae sobre un par de chicas salteñas no deja de ser una postal, una síntesis de la totalidad de un sistema educativo que se sigue cayendo a pedazos sobre los sueños de las familias argentinas.

La culpa no es de las cosas, sino de los funcionarios que hacen posible este tipo de cosas.

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agenciapelota@pelotadetrapo.org.ar

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