lunes, 16 de julio de 2007

Celia Hart para Chile desde La Habana Cuba hermanos en la América Morena













Nuestro 11 de Septiembre
Chile me entró por los sentidos siendo niña. Después de la obligada música de Silvio, mama me hizo propietaria de unos discos de pasta de Víctor Jara y Violeta Parra. Era curioso como ponía mi nombre encima de estos discos. No así con otros que andaban de moda, como que no tenía que cuidarlos. Por ahí andan los discos de esos dos chilenos con mi nombre tallado por el ser que más amé en mi vida. Cuando escucho el optimismo casi infantil de Víctor o la sensualidad adolescente de Violeta, no puedo dejar de pensar en las manos blancas que de manera única me hizo respirar por Chile. De mi niñez también viene volando la imagen dulce de Milena Parra, fue una de mis compañeras de juego que se me fue, viene mi primer amor de juventud de un tal Mario del que guardo las cartas llenas de una pasión nevada, este amor me hizo sobrevivir en la fría Alemania y sus letras finas me hicieron más llevadera la aparente dureza del estudio de la Física. También se me fue, todas las cosas de Chile se van en algún momento, son errantes perpetuos. Por eso a Chile lo guardo y lo evoco cuando me apetece llorar. No sólo es la bandera de luz que tejió Allende al morir como un caballero constitución en mano, no sólo por los cantos de esperanza que le abrió a la democracia...Parecería que la justicia social podría ser conquistada en cualquier contexto, creo todavía que es posible. Mi padre tiene una frase que describe esto “ Los caminos de América cruzan desde la audacia e impronta del Che Guevara, hasta la prudencia y consecuencia de Allende” para no dejar de ser poética mi Tierra-( ésta que se extiende desde el sufrido Río Grande, la rosada Patogonia, -) fueron asesinados ambos por sus convicciones. América es sin duda el fin del mundo. En ella se gestan y aglomeran todos los recursos y todos lo métodos. Si para Bolívar era un sueño, para Martí una necesidad, hoy después de tanto quitar y poner modelos extraños, entre dictaduras sangrientas arrulladas por Estados Unidos, republicas patéticas y corruptas, sovietización ,etc; la unidad de América no tarda en ser un hecho. Ya al menos nos hemos convencido que hablamos en el mismo idioma de color, bailamos la misma música y lloramos los mismos amores. El Chile de los 70 fue la búsqueda de uno de esos caminos. Nuestro 11 de Septiembre fue más doloroso que el otro. No sólo murieron más hermanos en esos años de terror, sino que abofetearon de palmo a palmo la democracia que se supone ser la víctima del terrorismo. La toma de la Moneda no fue un acto de terrorismo. Fue un acto importado de los círculos de Dante, asesinaron los dulces compromisos de hacer de la libertad y la decencia una opción de las urnas.

Este aniversario viene siendo como un canto en contra del verdadero terror. Los chilenos no tuvieron la opción de atacar New York por haber sido los promotores del golpe terrorista. Chile tuvo que tragarse sus muertos, sus desaparecidos, sus libros, las manos de Víctor y hasta su vergüenza. Chile no pudo hacer pantallas en la televisión con las escenas dantescas del Estadio de Santiago, todavía hay madres en Chile esperando un cadáver o un niño nacido en la cárcel que a la sazón tal vez haya ido a Afganistán o a Irak a defender una tambaleante causa, proclamada como los comic infantiles.

Pero la humillación de Chile es la humillación de Nuestra América Esa América de Juárez parafraseando a Martí que se diferencia cada vez más de la otra por ser cada vez más sufrida y cada vez más..Nuestra. Ni Chile, ni Argentina quedarán sólo en el recuerdo, sino echemos un vistazo a otro 11, al 11 de abril del 2002. El pueblo no dejó que le asesinaran a su Presidente y cargaron con él bajando de los cerros. América despierta y ya estaremos juntos todos como un solo corazón. Para unirnos no precisamos del euro. Nos hemos amado siempre. Hemos sufrido siempre. En ese momento juntos las centenas de millones de habitantes de la región más hermosa del mundo podremos llorar por el 11 de Septiembre de1973 y podremos brindar porque ya jamás estropeará nadie nuestros sueños.

Celia Hart

Zbigniew

Joaquin Avila