martes, 28 de agosto de 2007
James Carter la mosca blanca para Cuba y la OVEJA NEGRA para EEUU , escribe Fidel Castro
Reflexiones del presidente cubano FIDEL CASTRO
La sumisión a la política imperial
De los Presidentes de Estados Unidos y los aspirantes a ese cargo,
solo conocí uno que por motivos ético-religiosos no fue cómplice del
brutal terrorismo contra Cuba: James Carter. Esto supone, desde luego,
otro Presidente que prohibió el empleo de funcionarios de Estados
Unidos para asesinar a dirigentes cubanos. Se trata de Gerald Ford,
que sustituyó a Nixon después del escándalo de Watergate. Con su
llegada irregular al cargo pudiera calificarse como un Presidente simbólico.
Al ilustre presidente Eisenhower, nada opuesto al terrorismo
anticubano, sino más bien el iniciador, debemos agradecerle al menos
su definición del complejo militar-industrial que hoy, con su
insaciable e incurable voracidad, constituye el motor que conduce a la
especie humana a su actual crisis. Habían transcurrido más de tres mil
millones de años desde que surgieron en el planeta Tierra las primeras
formas de vida.
Un día el Che y yo nos fuimos a jugar golf. Él había sido caddie para
ganar algo en su tiempo de ocio; por mi parte, no sabía absolutamente
nada de ese costoso deporte. Ya se había decretado por el Gobierno de
Estados Unidos la suspensión y el reparto de la cuota azucarera de
Cuba, después de aprobada por la Revolución la Ley de Reforma Agraria.
El partido de golf fue con prensa gráfica. El propósito real,
burlarnos de Eisenhower.
En Estados Unidos se puede tener una minoría de votos y ganar la
Presidencia. Fue lo que le pasó a Bush. Contar con la mayoría de votos
de electores y perder la Presidencia fue lo que sucedió con Gore. De
ahí se deriva que el Estado de la Florida, por el número de votos
presidenciales que otorga, sea codiciado por todos. En el caso de
Bush, fue necesario además el fraude electoral, en el que los primeros
emigrantes cubanos de origen batistiano y burgués eran expertos.
De eso no está excluido Clinton, ni tampoco la precandidata del
Partido Demócrata. Con su apoyo se aprobó la Ley Helms-Burton, para lo
que encontró un pretexto: el derribo de las avionetas de Hermanos al
Rescate, que más de una vez volaron sobre la ciudad de La Habana y
decenas de veces violaron el territorio de Cuba. La orden de impedir
vuelos sobre la Capital había sido transmitida a la Fuerza Aérea
cubana semanas antes.
Debo contarles que, muy próximo al episodio, había llegado de visita a
Cuba el legislador Bill Richardson, el 19 de enero de 1996. Traía,
como era habitual, solicitudes de que fuesen puestos en libertad
varios presos contrarrevolucionarios. Al plantearle que estábamos ya
cansados de tales solicitudes, le hablé de lo que sucedía con los
vuelos de Hermanos al Rescate. También le hablé de las promesas no
cumplidas sobre el bloqueo. Richardson regresó a los pocos días, el 10
de febrero, y con entonación sincera me expresó, según recuerdo con
mayor o menor precisión, lo siguiente: "Eso no volverá a repetirse, el
Presidente ha dado ya la orden de que fueran suspendidos".
Yo creía entonces que las órdenes de un Presidente de Estados Unidos
se cumplían. Las avionetas fueron derribadas el 24 de febrero, unos
días después de la respuesta. La revista The New Yorker habla y ofrece
detalles sobre esa reunión con Richardson.
Parece cierto que Clinton dio la orden de que tales vuelos fuesen
suspendidos, pero nadie le hizo caso. Era un año electoral, y
aprovechó ese pretexto para invitar a los líderes de la Fundación y
suscribir, con el apoyo de todos, la criminal Ley.
A raíz de la crisis migratoria que se desató en 1994, supimos que
Carter deseaba actuar en busca de una solución. Clinton no lo aceptó,
y llamó a Salinas de Gortari, Presidente de México. Cuba había sido el
último país en reconocer su triunfo electoral. Había hecho contacto
con él en su toma de posesión como nuevo Presidente de México.
Salinas me comunicó por teléfono la decisión del presidente Clinton de
buscar una solución satisfactoria, quien a su vez le rogó que
cooperara en esa búsqueda. Así fue como se llegó a un acuerdo en
principio. Dicho acuerdo con Clinton incluía la idea de poner fin al
bloqueo económico. El único testigo con que contábamos era Salinas.
Clinton había "planchado" a Carter en tal proceso. Cuba no podía
decidir quién sería el mediador. Salinas narra este episodio con
fidelidad. Quien lo desee, puede leerlo en sus textos.
Clinton fue realmente amable cuando coincidió casualmente conmigo en
una reunión de la ONU colmada de Jefes de Estado. Fue, además,
amistoso, a la vez que inteligente, al exigir el cumplimiento de la
Ley con relación al niño secuestrado al rescatarlo con fuerzas
especiales enviadas desde Washington.
Los precandidatos están ahora enfrascados en la aventura de la
Florida: Hillary, la heredera de Clinton; Obama, el popular candidato
afroamericano y varios de los otros 16 que hasta este momento han
propuesto su candidatura en ambos partidos, con excepción de Ronald
Ernest Paul, congresista republicano, y Maurice Robert Gravel, ex
senador demócrata por Alaska.
Ignoro lo que Carter dijo en sus días de candidato. Sea cual fuere su
posición, lo cierto es que adiviné que su elección podría evitar al
pueblo de Panamá un holocausto, y así se lo dije a Torrijos. Creó en
Cuba la Oficina de Intereses y promovió un acuerdo sobre límites
jurisdiccionales marítimos. Las circunstancias de su tiempo le
impidieron llegar más lejos y se embarcó, a mi juicio, en algunas
aventuras imperiales.
Hoy se habla de que un ticket al parecer invencible podría crearse con
el binomio Hillary presidente y Obama vice. Ambos se sienten en el
deber sagrado de exigir "un gobierno democrático en Cuba". No están
haciendo política; están jugando a las barajas un domingo por la tarde.
Se afirma por los grandes medios que esto sería imprescindible,
excepto si Gore se postula. No creo que lo haga, él conoce mejor que
nadie la catástrofe que espera a la humanidad si continúa por el
actual camino. Cuando fue candidato, por supuesto cometió el error de
suspirar por "una Cuba democrática".
Basta de cuentos y nostalgias. Esto se escribe sencillamente para
incrementar la conciencia del pueblo cubano.
Fidel Castro Ruz Agosto 27 del 2007