martes, 28 de agosto de 2007

Niñez tras las rejas, privada de amor, privada de libertad, privada de familia, carencia de futuro denuncia Ana María Dubaniewicz


Buenos Aires, agosto de 2007

VII Nota a Presidencia de la Nación Argentina por bebés, niños y adolescentes presos sin causa penal

Estimado Señor Presidente:

Le escribo esta VII Nota a fin de recordarle las anteriores seis, que si bien estimo que no llegaron a sus manos por sus tantas ocupaciones, una noticia en un medio gráfico habla de su pedido expreso para que la situación de la minoridad sea revisada.

Desde 1997, año de edición de mi primer libro “Abandono de menores – Historia y problemática de las instituciones de protección”, el año 2000 con mi libro autobiográfico “La virgen de piedra” y en el 2006, con la difusión de “La internación de menores como privación de libertad – circuito asistencial y penal”, diputados, senadores, políticos, funcionarios, jueces y asesores, artistas, periodistas y organizaciones y personalidades públicas hasta las distintas Presidencias de la Nación, han recibido ejemplares de mis volúmenes a fin de que tomaran conciencia de los perjuicios de la privación de libertad especialmente para los bebés y niños pequeños con sus secuelas nefastas cuando adolescentes y adultos.

Tanto mi carrera de psicóloga como los contenidos de mis libros y la casi finalización de mi Tesis Doctoral sobre la internación asistencial, han sido inspiradas y detalladas por mis vivencias dentro de esa misma privación de libertad, de derechos, de amor y de familia. Todo a causa de la aplicación sistemática de un aparato estatal argentino que aplica como solución a las problemáticas infantiles y adolescentes la discriminación y disgregación familiar, un abandono secundario de quienes aspira a proteger, el sostenimiento de una estructura de vacantes a cubrir en establecimientos públicos y conveniados, y un destino dentro de las llamadas “picadoras de carne” (cárceles, siquiátricos, cottolengos, incluyendo entre éstos a la muerte).

Pese a que ya se habla de la internación o pupilaje como “privación de libertad”, “invisibilidad”, de “genocidio” y se cuestiona si la misma es “delito o es crimen de lesa humanidad”, esto no debe conformarnos, ya que desde hace 400 años que los menores siguen siendo castigados por su pobreza o desprotección.

Sabido es que los organismos gubernamentales suelen minimizar las urgencias por cuestiones de protagonismo político e intentos de evidenciar buenas gestiones, como el notorio caso del INDEC. Es por esto que en la actualidad, si bien los organismos a los que los representantes presidenciales derivaron mis notas anteriores, -Minoridad, Derechos Humanos y Salud-, se esfuerzan por difundir los avances sobre el cumplimiento de la nueva ley nacional 26061, los mismos manejan cifras que distorsionan la difusión a los medios de comunicación cuya información llega al ciudadano común y lo confunde.

Es necesario clarificarle que los 20.000 menores privados de libertad contabilizados por Minoridad, Derechos Humanos y UNICEF en noviembre del 2006, corresponden al 60% de las provincias y a Nación, no habiendo sido ingresada la cifra del 40% restante (presumiblemente alrededor de 13.000 más). Tampoco se difundió que en la misma Jornada fueron declarados 10.000 bebés, niños y adolescentes que estarían encerrados por fuera del Estado y las instituciones con convenio gubernamental. Con lo cual estaríamos hablando de alrededor de 43.000 menores presos, en un 87% de los primeros 33.000 por causales que hacen a la pobreza, la incultura o la indigencia sumando un total de 39.000 bebés, niños y adolescentes “tumberos” asistenciales viviendo en el encierro. El 13% restante ó 4.000 menores están presos en penales, en su mayoría sin Causa iniciada.

Aclarado este punto fundamental para trabajar en las soluciones profundas a la desprotección y la explotación infantil y adolescente para el delito, la trata, las adopciones ilegales, la drogadicción, el tráfico de armas, el trabajo, la prostitución y la pornografía, es que nuevamente recurro a su atención, con pleno conocimiento de que tal vez esta sea la última Nota que reciba en su mandato presidencial.

Por esto mismo es que considero que podría contemplar un cambio histórico no sólo para nuestra Nación Argentina, sino como pioneros en Latinoamérica y el resto del mundo respecto de la posición de los ex – menores asilados y de quienes están ahora padeciendo estos sistemas en hospitales (por ejemplo el Sbarra de la ciudad de La Plata), cottolengos, institutos y organizaciones gubernamentales.

El mismo sería considerar que “la privación de libertad, de amor, de derechos y de familia en bebés y niños sin causa penal sea considerado Crimen de Lesa Humanidad”, dado que pese a la nueva ley de Protección Integral de 2006, a la Convención Internacional Sobre los Derechos del Niño de 1989 aprobada por ley 23.849 en 1990 y hacia atrás haciendo historia, a la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, siempre quienes vivieron y viven de la supresión de su libertad y por ende de su identidad familiar, hallan artilugios para continuar privándolos de sus derechos personalísimos sosteniendo un sistema de vacantes que comienza en lo asistencial y en alto porcentaje finalizará en lo penal. Es decir en el delito que luego nos azotará y que deberemos reprimir, tal como los síntomas rechazados de nuestra personalidad que nos advierten que algo hay que cambiar.

Doctor Kirchner, pasará a la historia por ser el primer Presidente que se ocupa de reivindicar a los niños para que cada uno tenga una familia en igualdad de derechos, oportunidades y justicia social. Podrá ser recordado por los ciudadanos aún más si declarara la “imprescriptibilidad de los delitos sobre los menores y discapacitados”.

Cuánto mejor si impulsara una “Ley de maltrato institucional”.

Quienes padecimos el sistema o lo sufren ahora, le estaremos eternamente agradecidos, así como nuestras familias y las generaciones venideras. Bien sabrá que un bebé o niño no puede estar un solo día privado amor y de libertad, mientras se pueda implementar el apoyo a la familia propia, extensa (abuelos, tíos, hermanos) o darlo en guarda para adopción.

La sociedad le estará eternamente agradecida porque sin mayor represión, basado en el respeto de los reales derechos humanos de la infancia, en poco tiempo habrá desactivado el circuito penal adolescente y adulto. También quebrará la impunidad de los que trabajan para que el sistema de privación de libertad no se desactive, dejándolos sin “materia prima” – los bebés, niños y adolescentes- para el usufructo personal de quienes quiebran las espaldas, la personalidad y las vidas infantiles, juveniles y a futuro, adultas.

Estimado Señor Presidente. Hace 10 años que represento a los asilados del sistema de menores, creyendo por momentos que mis sentimientos, ideas y lucha personal eran un delirio provocado por Estado. Hoy estoy convencida que mi camino es el correcto, que se puede, que no se ha querido y que jamás se han tomado las decisiones políticas certeras porque nadie había podido no sólo estudiar la historia de la minoridad, analizar en profundidad sus causas y efectos físicos y psíquicos. Y por sobre todo, nadie había podido unir a todo esto su experiencia personal dentro de los tenebrosos muros de los asilos. Nadie escuchó a los ex – asilados que denunciaron el sistema porque faltaba el conocimiento o la interpretación o nadie les creyó para no cambiar. Hoy no puede dejarse de escuchar la historia, la interpretación y las vivencias de malos tratos o tratos inhumanos o degradantes que viví en forma personal y viven muchos menores en la actualidad. Los chicos no hablan por su vulnerabilidad o por el terror y eso lleva a la impunidad de los integrantes del sistema que se reciclan por dentro del mismo. Cuando pueden hacerse oír, se encuentran con la prescripción de sus Causas de privación de libertad, de amor, de derechos y de familia. Este sistema macabro en el que en lo personal las monjas me pegaron en la cabeza, en el que las celadoras me sumergieron de los pelos en la bañadera hasta no poder respirar, en el que debía arrastrar el colchón mojado en el patio delante de todas mis compañeras por mi síntoma síquico de enuresis por la soledad dentro del asilo Unzué de Mar del Plata -siendo mi lugar de residencia en San Antonio de Padua. Permanecíamos horas de plantón sin movernos o arrodilladas con maíz debajo de mis rodillas. Asistíamos impotentes a ver cómo Sor Emilia iba dejando pelada a una amiguita o le pegaba a otras con el enorme llavero del cuartito de las escobas. Veíamos a Sor Ema darle patadas a otras nenas. Las comidas con gorgojos que tuvimos que tragar, el hambre, el frío, la soledad que pasé. La fiebre reumática que padecí, las muelas que me arrancaron sin anestesia…

Ay, Señor Presidente…cuánto dolor que vi y viví dentro de los muros. Cuántas injusticias, cuántas sinrazones… y Dios mirando y las organizaciones laicas y religiosas cobrando dinero por hacernos doler el alma. Cuántas veces pensé de chiquita contarle todo al presidente para que no hubiera más injusticias sobre nosotras y los cientos de varones donde estaba mi entonces hermanito.

Señor Presidente, luego preguntan dónde están las secuelas, cómo la licenciada sobrevivió…. Como verá…..sobreviví para contarlo, para rogarle por última vez que escuche todas las voces que están detrás de mí, todas las almas que lloran su dolor y su abandono detrás de la soledad de los muros. Pregúntese porqué viví para penar, encerrada como una delincuente desde los seis meses de edad. ¿No será para pedirle a Usted lo que le pido en nombre de los millones que hemos sido privados de libertad desde cuatrocientos años atrás? ¿De los miles que como mi hermana Graciela murieron tempranamente a causa de las secuelas dejadas en sus personalidades infantiles llenas de pena?

Pregúntese si no está Usted en el lugar preciso y en el momento y la situación adecuados para ayudar a terminar con este flagelo que azota a tantos ciudadanitos futuros ciudadanos y a sus futuras familias.

Hoy todos los funcionarios tienen soluciones y rivalizan para reivindicar a los niños y sacarlos del encierro. Pero desconfíe, porque en breve y pese a las leyes, llenarán los hospitales e institutos de nuevo. Lo que le pido es definitivo. Ni olvido ni perdón. Justicia, igualdad de oportunidades, amor para todos, inclusión familiar, paz espiritual para mí y las almas que no están. Los que nunca fueron vistos, a los que privaron de vida social.

Me gustaría por fín y si la edad me lo permite, egresar de las secuelas psicológicas dejadas dentro de mí por la aplicación sistemática de la privación de libertad, de amor, de familia y de derechos, y dedicarme a mi verdadera y profunda vocación.

Lo saludo con profunda consideración.


Licenciada Ana María Dubaniewicz
DNI: M. N. 5852

Le adjunto nuevas Adhesiones a mis pedidos a Presidencia de la Nación Argentina.