miércoles, 29 de agosto de 2007

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La risa, el mejor remedio

Por Carlos Iglesias

Los efectos terapéuticos de la risa son bien conocidos en Cuba, donde el sistema de hospitales tiene como consigna "aquí creemos en el poder de una sonrisa".
Aunque a veces la idea encuentra algunos integrantes que la desmerecen, hay mucha verdad en algo que desde el siglo XVII era defendido por el británico Thomas Sydenham. "La llegada de un payador a un pueblo haría más por la salud de todos sus habitantes que veinte asnos cargados de drogas", señaló.
Sigmund Freud, aunque es más conocido por sus teorías sobre los efectos beneficiosos del acto sexual, también atribuyó gran importancia a la risa. Para el científico austríaco, las carcajadas libran energía negativa, algo que estudios posteriores comprobaron al indicar que el córtex libera impulsos eléctricos negativos un cuarto de segundo después de empezar a reír.
La risa -aunque dicen que las hienas son capaces de emitirla- es en realidad un privilegio humano y el profesor de la Universidad de Harvard, William McDougall, considera que "tiene la función biológica de ayudar a mantener el bienestar tanto físico como mental". Claro que hay tantas variedades de beneficios como tipos de risas, con gradaciones desde la carcajada que dilata los vasos sanguíneos a una sonrisa que apenas ejercita los músculos de la cara.
Además, hay que distinguir entre la risa verdadera y la tóxica.
La risa verdadera es la que ayuda a asumir una visión apacible de las cosas, mientras la tóxica actúa como válvula de escape para liberar tensiones, pero no consigue mejorar las actitudes del ser humano. Las bondades terapéuticas de la risa ya son reconocidas ampliamente por la comunidad científica y desde los 70's empezó a ser empleada en ciertos tratamientos médicos.
Un caso muy citado en la bibliografía médica es el del periodista estadounidense Norman Cousins, quien estaba postrado en una cama en 1976, debido a una grave enfermedad de las articulaciones. Entonces, con un tratamiento a base de vitamina C y carcajadas a partir de sesiones de películas de sus favoritos Hermanos Marx, podía olvidarse de los dolores por hasta dos horas.
Los médicos habían dictaminado que la enfermedad de Cousins estaba en su fase terminal, pero empezó a remitir y las investigaciones atribuyeron a la risa la oxigenación de los tejidos celulares del organismo y dar una mayor respuesta inmunológica.
Todo parece indicar que el sistema nervioso y las defensas inmunológicas están interrelacionadas de forma bidireccional, se influyen y modifican mutuamente y ante un estímulo cualquiera, el sistema neurológico libera hormonas y neurotransmisores que afectan al sistema inmunológico.

Por el contrario, cuando la persona está afectada por infecciones virales, bacterianas o tumores, el sistema inmunológico activa los linfocitos, que liberan citoquininas, con efectos importantes sobre el sistema nervioso. Informaciones de prensa citan al neurólogo Lee Berk, de la Universidad de Loma Linda, en Estados Unidos, quien concluyó que la risa disminuye la concentración de cortisol, una hormona que causa el estrés. De tal forma se logra mayor actividad entre los linfocitos T, B y NK, que responden por una buena respuesta inmunológica del organismo.
Por otra parte, en Nueva York, un equipo de investigadores encabezado por Arthur Stone, observó un aumento de inmunoglobulina A en las mucosas y la saliva de personas que se distinguen por su buen humor habitual. Esa sustancia se estima muy importante a la hora de enfrentar infecciones, sobre todo, aquellas que atacan por las vías respiratorias.

La risa, además, favorece la producción de entre otras, las siguientes sustancias bioquímicas:
-Dopamina, un neurotransmisor segregado por el cerebro ante ciertos estímulos y que permite la comunicación entre las neuronas, por lo que pacientes con tendencias suicidas lograron superarlas con más facilidad cuando se utiliza el humor como terapia.

-Serotonina, que es una endorfina calmante y anagélsica, parecida a la morfina, que resulta clave como administrador químico de los sentimientos para estar bien o con mayor actividad física.
Existe una tesis de que, al reír, se respira agitadamente por la nariz y se presionan las venas de la cara, por lo que la sangre irrigada al hipotálamo se enfría y se inhiben las sustancias químicas que hacen sentir dolor.

-Adrenalina, que aumenta la segregación al reír y con ella, la receptividad y la capacidad para mantenerse despierto. William Frey, profesor de la Universidad de Standard, estima que la creatividad aumenta en relación con el buen humor. Entre sus estudios figura que los niños ríen 300 veces diarias hasta los seis años como promedio, pero entonces, las presiones sociales hacen que sus expresiones de alegría sean cada vez menos frecuentes.
La sociedad presiona mucho. En 1930, un adulto reía 19 minutos diarios, pero en 1980, esa proporción se había rebajado a seis minutos y una década después a apenas tres, según determinó la Asociación Internacional para Renovar la Risa. Entretanto, investigaciones conducidas con 2,130 gemelos de Minnesota por David Lykken y Auke Tellegen, mostraron que los univetelinos (de idéntica composición cromosómica) tienen iguales ganas de reír, pero en los bivitelinos, existen diferencias.
No todo resulta color de rosa respecto a los efectos beneficiosos de la risa, tal y como puede suceder con la penicilina, a la que algunos son alérgicos y les puede traer consecuencias fatales.
Los expertos señalan que hay contraindicaciones para:
-Aquellas personas con síntomas físicos desagradables durante la risa, como arritmias cardiacas o incontinencias urinarias.
-Post-operados que todavía tienen recientes las cicatrices quirúrgicas.
-En los casos forzados o en los que la risa es impuesta, porque los efectos no serán los deseados.
-Despreocupados porque pueden causar accidentes.
Pero, el mundo globalizado, con noticias de guerras sangrientas en Iraq o Afganistán, conflictos entre vecinos, economías en desgracia o cataclismos naturales, el mundo tiende a reír cada vez con menor frecuencia, pese a sus efectos positivos. No es un fenómeno nuevo si la ficción desarrollada por Humberto Eco en la trama de su éxito literario y fílmico En nombre de la rosa tiene razón.
El monje bibliotecario de la obra comete varios asesinatos para tratar de ocultar en la Edad Media (muy trágica por su negación de la risa) un tratado sobre el tema de Aristóteles. Los poderes de aquellos tiempos tenebrosos se ensañaron con la carcajada, que siempre se ha considerado un atentado a la autoridad, pero en épocas de tolerancia siempre se ha aliviado esa presión.
Aún en la estricta civilización judeo-cristiana, han existido las festividades de los Carnavales y el Día de los Santos Inocentes, en que se permite casi todo a las personas. Otras religiones han sido más tolerantes, con el budismo lamaísta que le da un carácter positivo a la risa, de ahí que Buda se representa feliz, o entre los taoístas y los indígenas de América del Norte. La risa, afirman los expertos, no tiene que preocupar ni a las mujeres temerosas de que pueda causarles arrugas, algo que no está demostrado, porque sus causas tienen que atribuirse fundamentalmente al tipo de piel y su exposición al sol y el viento. Solo habría que preocuparse por el estado de ánimo, pero en tales casos, las patas de gallina alrededor de los ojos indican un individuo risueño, mientras los surcos en el entrecejo, son usuales en los tipos amargados.
Así, no lo piense dos veces y ríase a mandíbula batiente lo más que pueda, aunque lo tilden de loco debido a las características del mundo contemporáneo. No importa que su jefe le pague poco y lo haga trabajar en demasía, que la novia o esposa lo engañe, que sus hijos se porten mal, o que cualquier otra desgracia lo agobie, ría con ganas y todo lo más que pueda, porque así vivirá más y mejor.
Fuente WDS