martes, 4 de septiembre de 2007
Bush, protege a Posada Carriles y a Chávez Abarca los terroristas que organizaron la explosión donde murió el joven italiano Fabio Celmo en La Habana
A DIEZ AÑOS DEL ASESINATO DE FABIO DI CELMO
Bush continúa dando cobertura
a Posada Carriles y Chávez Abarca
POR JEAN-GUY ALLARD —de Granma Internacional—
FRANCISCO "El Panzón" Chávez Abarca, el delincuente salvadoreño contratado por Luis Posada Carriles, no sólo organizó la serie de explosiones que provocaron la muerte del joven turista Fabio di Celmo, hizo 10 años este 4 de septiembre, sino que reclutó, entrenó y mandó a La Habana a varios otros mercenarios, además de haber realizado personalmente tres atentados.
Una década después de los hechos, muchísimos elementos del complot que llevó a la muerte del joven italiano han salido a la luz y siempre aparece más evidente la culpabilidad, no solo de los actores del crimen, sino del clan que maneja al imperio y sus amigos, cuya hipócrita retórica pretende condenar al terrorismo.
Es hoy ampliamente documentado que el asesinato de Fabio Di Celmo nace de un persistente apoyo al terrorismo cubanoamericano y de la impunidad que se le otorga, en los años 60 y 70. Cuando se define el concepto de las operaciones autónomas donde, a través de la CIA, el gobierno norteamericano da la luz verde al contingente de mercenarios cubanoamericanos que formó en función de la fracasada invasión anexionista de Playa Girón.
La conspiración de 1997 para sembrar el terror en Cuba se genera, con la aprobación de la CIA, en las oficinas de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) fundada en septiembre de 1981 bajo orientación del dúo Reagan-Bush por el agente CIA Jorge Mas Canosa, alumno al igual que Posada de la academia del crimen de Fort Benning.
El proyecto de campaña terrorista está diseñado en primer lugar por el Comité paramilitar que reúne entonces a personeros tales como Luis Zúñiga Rey, hoy un íntimo de los Bush, Francisco José "Pepe" Hernández Calvo, Alberto Hernández, Horacio Salvador García, Arnaldo Monzón Plasencia, Antonio "Toñín" Llama, Alfredo Domingo Otero e incluso Guillermo Novo.
Dos de los miembros de este club de asesinos orientarán, financiarán y dirigirán personalmente las operaciones que se ejecutan a través de la base que Luis Posada Carriles ha creado en su refugio de El Salvador, con la tolerancia de las autoridades salvadoreñas: Arnaldo Monzón Plasencia, un próspero negociante de New Jersey que Posada llamará "nuestro Ángel de la zona norte", y el "doctor" Alberto Hernández, dueño millonario de una mega clínica de la industria de la salud, en Miami, donde emplea y respalda al terrorista Gaspar "Gasparito" Jiménez.
A principios de los años 90, Luis Posada Carriles se acerca a quien luego será su brazo derecho en el montaje de la campaña de terror contra Cuba del 97-98: Francisco "El Panzón" Chávez Abarca, hijo de un viejo socio, el traficante de armas Antonio Chávez Díaz.
Chávez Abarca se dedica entonces al narcotráfico, así como a la venta de armas y de dinero falsificado en Guatemala. Utilizando sucesivamente los alias Manuel González, Roberto Solorzano y William González, cumplirá varias tareas por cuenta del delincuente internacional y sus patrocinadores, hasta el punto de participar, en Guatemala, en reuniones secretas con Arnaldo Monzón Plasencia, en persona.
Orientado por Monzón y Posada, Chávez Abarca efectúa tres viajes a Cuba, en abril y mayo de 1997, todos muy breves, en los cuales realiza los primeros atentados terroristas de esta operación.
Es él quien sitúa la primera bomba que estalla en la campaña de terror de 1997: 600 gramos de C-4 que causan importantes daños materiales en los baños de la discoteca Aché del Hotel Meliá Cohiba, el 12 de abril de 1997. El 30 del mimo mes, es desactivado un artefacto explosivo — 401 gramos de C-4— que el salvadoreño coloca en una maceta ornamental del piso 15 de la misma instalación hotelera.
RECLUTA Y ENTRENA EL ASESINO DE FABIO
Chávez Abarca será quien reclutará, preparará y enviará a Cuba a un delincuente salvadoreño que ya conoce desde 1995, Raúl Cruz León.
Utiliza el argumento de su propia experiencia en La Habana para convencer al joven desempleado en búsqueda de dinero que se preocupa por su seguridad. En su juicio, Cruz León recordará:
"Le dije que era una misión imposible. Me contestó que no, que él ya había venido, como para darme ánimo. O para que aceptara y no tuviese miedo. Me dijo que había venido, había colocado una bomba (…) y había regresado".
El 12 de julio de 1997, cuatro personas resultarán heridas al estallar bombas que Cruz León ubica en los hoteles Capri y Nacional de La Habana.
El 11 de agosto siguiente, una declaración de la FNCA publicada en la prensa de Miami proclama su apoyo incondicional a las acciones terroristas que, en un acto de desinformación flagrante, atribuye a "elementos altamente organizados dentro del país, quizás dentro de las propias fuerzas armadas".
Tres semanas más tarde, en el curso de su segundo viaje a Cuba, Cruz León se convierte en el autor material del atentado del Hotel Copacabana donde morirá Fabio.
El joven italiano, desangrado por un fragmento de cenicero que le abre la garganta y la vena yugular, apenas resistirá unos minutos a sus heridas y se encuentra muerto a su llegada al cercano hospital Cira García.
Otras dos bombas explotan entonces en sendas instalaciones hoteleras vecinas, además de una en el restaurante La Bodeguita del Medio.
Esta última explotó a las 11:33 de la noche. Cruz León había sido arrestado minutos antes. El mercenario de 28 años confesó que había sido contratado por Chávez Abarca para poner bombas en hoteles y restaurantes de La Habana.
¿Y DÓNDE ESTARÁ JOSE VENANCIO?
La muerte atroz de Fabio no detendrá a Posada, sus amos de Miami y la CIA que no puede ignorar la verdad.
"Chávez Abarca también reclutó en Guatemala a Armando Antonio González y Jorge Venancio Ruiz que viajaron a Cuba y ponen un artefacto en el Hotel Sol Palmeras, el 22 de agosto 1997", trece días antes de la muerte de Fabio, precisa el Teniente Coronel Roberto Hernández Caballero, también del Departamento de Seguridad del Estado, quien dirigió la investigación de los crímenes de Posada.
Ocurre la muerte trágica de Fabio el 4 de septiembre. Sin embargo, estos dos terroristas regresan poco después a La Habana donde colocan, el 19 de octubre, una bomba en el interior de una cubeta plástica dentro de un microbús del servicio de turismo del aeropuerto José Martí, que logró ser desactivado. El día 30 del mismo mes, se desactiva un artefacto explosivo debajo de un stand de ventas de la terminal número dos.
Las investigaciones ulteriores demostrarán que este acto terrorista y el del 19 de octubre son de los mismos autores que los cometieron al salir del país.
"De estos dos terroristas guatemaltecos, el primero apareció con un balazo en la cabeza. Se dijo que estaba en una pandilla que robaba carros, similar a la de Chávez Abarca. Sin embargo, queda por saber si, realmente, lo mataron por ladrón de carros o por otra razón", señala Hernández Caballero.
"Pero Jorge Venancio es un terrorista que está vivo y sigue residiendo en Guatemala, hasta donde nosotros conocemos. Es testigo y ejecutor de estas acciones, además de otras dos que luego cometieron el 19 y el 30 de octubre de 1997. Testigo de que Posada y todos estos personajes están vinculados a estos actos terroristas".
CHAVEZ ABARCA RECLUTA A SU VIDENTE CARTOMANCIANA
Meses después, Chávez Abarca, orientado por Posada, persiste en sus planes asesinos.
"El 4 de marzo de 1998, fueron detenidos en Cuba los terroristas guatemaltecos María Elena González Meza y Nader Camal Musalam Barakat, que venían a colocar cuatro artefactos explosivos", recuerda el Teniente Coronel Francisco Miguel Estrada Portales, del Departamento de Seguridad del Estado, quien también investigó el conjunto de estos casos en 1997 y 1998.
"En las investigaciones se demostró que su reclutador usó un seudónimo pero ellos llegaron a conocer su nombre real: era Francisco Antonio Chávez Abarca".
Escena casi burlesca: es al consultar a María Elena González, una vidente que se dedicaba a la cartomancia en la ciudad de Guatemala, que el delincuente salvadoreño termina reclutándola para sus proyectos criminales.
El socio de Posada se preocupaba en aquel momento por un envío de dinero prometido por Monzón y por la madre de Cruz León que lo perseguía, y es con la cartas de María Elena que intenta saber lo que le reserva el destino.
Es así, irónicamente, que Chávez Abarca tiene que buscar la identidad exacta de su patrocinador para entregarla a la vidente que decía necesitarla para realizar sus predicciones… con las cuales le diagnostica un cáncer al negociante de New Jersey. Monzón morirá meses después de tal enfermedad.
Sin embargo, María Elena Gónzalez no tuvo tanta perspicacia cuando se trató de prever la suerte que le reservaban las aventuras mercenarias propuestas por su cliente.
Terminó detrás de los barrotes con su amigo Musalam Barakat al llegar al aeropuerto José Martí.
FÉLIX Y FRAYLE CIERRAN EL TRIÁNGULO
Entretanto, Juan Francisco Fernández Gómez, el agente Félix de la Seguridad cubana, viaja a Miami con su falsa identidad de jefe de un grupúsculo contrarrevolucionario de Villa Clara y pronto se hace reclutar por Rolando Borges Paz, otro matón de la tropa de Monzón.
"Ahí, dos de sus hombres, Dionisio y José Santiago Sales Perín, lo preparan en la colocación de artefactos explosivos, le entregan un plano que fue enviado por fax desde Nueva Jersey a Miami donde se explica todo el circuito y cómo se fabrica una bomba," explica Hernández Caballero.
Semanas después, el 10 de junio de 1998, cuando Otto René Rodríguez Llerena llega por segunda vez a La Habana, para entregarle bombas, es detenido y se le ocupa una foto de su nieta que Félix había entregado a sus reclutadores para la futura identificación de uno de sus enviados.
El agente Frayle de la Seguridad cubana, el guatemalteco Percy Alvarado, había vivido una experiencia similar anteriormente cuando había sido reclutado en Miami por el propio Zúñiga Rey, y entrenado en la fabricación de bombas por el propio Posada y Gaspar "Gasparito" Jiménez en el Hotel Holiday Inn de Ciudad de Guatemala.
LAS LLAMADAS FATALES CONFIRMAN LA CONEXIÓN
Las Llamadas Fatales, la serie de comunicaciones telefónicas interceptadas entre Posada Carriles y sus cómplices cuya existencia fue revelada hace unos meses en el diario Granma por el periodista e investigador Reinaldo Taladrid, permiten confirmar sin lugar a dudas, la conexión terrorista establecida entre Estados Unidos y El Salvador por la FNCA y sus terroristas para agredir a Cuba.
La bomba que mata a Fabio estalla en el lobby bar del Hotel Copacabana de la calle Primera en Miramar el 4 de septiembre de 1997. El 5 de septiembre, al día siguiente del crimen, cuando se han comunicado muy pocos detalles acerca de las explosiones, Luis Posada Carriles llama a su viejo cómplice y asesor de Caracas, el negociante Francisco "Paco" Pimentel que mantiene asiduamente informado. Le dice lo siguiente:
"Paco, ¿ya estás al tanto de todo? No tienes idea. Tres seguidas en tres hoteles en Miramar todo bien sincronizado y sin posibilidad de que detecten al enviado, y esto está empezando, te aseguro ya están en camino a Cuba varios enviados más para ejecutar nuevas acciones…
"El 5 de septiembre no se había divulgado mucho de las explosiones, se sabía que habían ocurrido explosiones pero en medio de la vorágine, había que estar muy solidamente al tanto de lo que estaba pasando para poder hacer una llamada como esa y dar esa información", subraya Estrada Portales.
Sin el menor remordimiento, Posada, agente de la CIA de pura cepa bushista, llegará luego hasta declarar a Ann Louise Bardach, la periodista del diario The New York Times, que publica sus confesiones los 12 y 13 de julio de 1998: "Es triste que alguien haya muerto, pero no podemos detenernos. [...] Ese italiano estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Duermo como un bebé".
DESDE EL VERSALLES HASTA LA CASA BLANCA
En la investigación de un Gran Jurado que acaba de concluir en New Jersey y que pretende esclarecer el financiamiento de Posada por el "Ángel de la zona norte" y sus socios, dos ex directores locales de la FNCA, Abel Hernández, residente de Cliffside Park, y Oscar Rojas, quien fue contador durante 20 años del difunto Monzón Plasencia, han sido interrogados. Además de dos otros cómplices de Posada, igualmente vinculados a la FNCA: Ángel Alfonso Alemán, ex empleado de Monzón, implicado en 1997 en el intento de asesinato de Fidel que abortó con la imprevista captura del yate La Esperanza, y José Alemán, su hijo.
Angel Alfonso Alemán es un conocido colaborador de Albio Sires, el ex alcalde mafioso de West New York, elegido en el 2006 al Congreso norteamericano, al lado de otras amistades de Posada, Ileana Ros-Lehtinen y los hermanos Díaz-Balart.
Mientras Posada, exonerado por Bush, conspira libremente en Miami, el terrorista salvadoreño que más lo ayudó en su siniestra campaña de terror está encarcelado en El Salvador, bajo acusaciones menores, beneficiándose de protección y privilegios carcelarios de parte de las autoridades judiciales.
"El Panzón" Chávez Abarca se encuentra detenido por ser jefe de una pandilla de "robacarros" sin que nadie en El Salvador —cuyos regímenes derechistas siempre otorgaron protección a Posada— le señale su pasado terrorista.
La quincena de cómplices radicados en Estados Unidos que orientaron, apoyaron y financiaron, de una manera u otra, a la conspiración que le costó la vida a Fabio, sigue prosperando, en New Jersey como en la Florida, riéndose de las leyes.
Y el clan que rodea a los Bush, padre e hijo, implicado desde casi cinco décadas en actividades terroristas desarrolladas desde Miami, no solo sigue denegando que se acuse de terrorismo a Luis Posada Carriles sino que no deja de dar cobertura a su red.
Mientras, siguen en sus celdas de cinco prisiones distintas del gigantesco sistema de encarcelación norteamericano cinco cubanos heroicos que tuvieron el valor de enfrentar a esta maquinaria anexionista que, desde casi 50 años, se ensaña contra Cuba.