miércoles, 19 de septiembre de 2007

Matanzas Buenos Aires ciudadanos argentinos niños también juntan cartón y papel para poder comer y vivir



Más de 50 mil matanceros sobreviven gracias al cartoneo

Recolectan un promedio de 50 kilos de basura por día, cifra que pone en funcionamiento un negocio millonario del que ellos apenas se quedan con migajas. El valor de lo que recogen en las calles se sextuplica cuando termina la cadena.

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"La vida del cartonero es muy dura y muy poca la paga que recibe en relación a la riqueza que genera", sintetiza Oscar Montiel, representante de la Coordinadora de Cartoneros y Recicladores MOCAR de La Matanza, un Distrito que alberga a más de 50 mil personas que subsisten gracias a esta actividad.

El alude al comercio que se origina en torno al "cirujeo", porque cuando alguien levanta de la calle una botella de plástico o una caja de cartón, activa el negocio del reciclado, que mueve 500 millones de pesos al año.

"En esta cadena informal existen actores que se llevan el bocado del león relegando al que realmente es la fuerza productiva, el cartonero", acusa. Pese a que ponen en juego su salud en la calle, el recuperador urbano -tal como los denominan los académicos- se lleva la porción más chica. Ni que hablar del esfuerzo físico y las condiciones laborales.

El plástico común, por ejemplo, es vendido por el cartonero a 50 centavos el kilo. El eslabón que continúa en esta cadena cobra 1,20 pesos por el "cargo" de acopiarlo. Quien lo recibe lo revende a dos pesos al que lo muele; éste, finalmente, lo comercializa desde 3 pesos a las industrias. Si las matemáticas no fallan, el valor se ha sextuplicado.

La diferencia es abismal: mientras la industria del papel, cartón y derivados celulósicos embolsa unos 40 mil pesos por mes, los cartoneros se quedan con entre 600 y 700 pesos mensuales. Se calcula que quienes "cartonean" ganan un promedio de 3,12 pesos por hora. "Nuestra mano de obra está muy desvalorizada", se queja el dirigente.

Y su capacidad de ganancia tiene el tope de su resistencia física: carga los kilos que aguanta transportar.

El truco de la balanza

El cartonero no sólo debe padecer la tiranía del capitalismo, sino también la famosa "viveza criolla". Cuando completa el recorrido callejero y llega al depósito para convertir lo recogido en dinero choca con otro escollo: la balanza. Paradójicamente, el ícono de la justicia le tiene reservada una mala pasada. "Siempre 'hay tongo' (trampa) con el pesaje", denuncia Gustavo "Fleco" Salas, un cartonero de Lomas del Mirador que acusa 80 kilos de peso pero que, si subiría a una balanza de acopio, "no superaría los 25", grafica.

"En el galpón, un kilo pesa 700 gramos, todos te duermen", acota con resignación frente a lo que parece formar parte de las reglas del juego.

"Como el diario pesa mucho con poco volumen, entones lo agregan en un 20 por ciento al cartón más valioso. Esa es la yapa", revela este conocedor de los más íntimos secretos del rubro.

Asimismo, si un recolector pretende vender el cartón mojado por alguna lluvia imprevista, el material será recepcionado a la mitad de su valor. Le descuentan "mitad por mitad", dando por entendido que el 50 por ciento del peso corresponde a la humedad absorbida. Pero resulta que "el cartón no puede absorber la mitad de su propio peso", explica.

Reglas de papel
En La Matanza pululan los acopios. En Lomas del Mirador, "en un radio de 40 cuadras hay seis lugares donde compran cartón. Además, hay tres de características medianas, metaleros hay dos y después cuatro que son pelagatos que donde te descuidaste te ensartaron", advierte Salas.

En el verano pasado, Rentas bonaerense y el Gobierno de la Ciudad detectaron "irregularidades impositivas y laborales" en acopios del conurbano. La falta de limpieza y la inexistencia de matafuegos es moneda corriente en los galpones donde se apiñan elementos inflamables.

Esta situación no es novedad en el Distrito. A Alejandro Grompone, propietario de Recicor S.R.L., una fábrica de cartón que funciona desde el año 2000, lo perjudica la existencia de "acopios truchos" porque "desatan una competencia totalmente desleal, ya que no corren con los mismos gastos económicos que un emprendimiento regulado".

Para mantener abierta su empresa debe cumplir con ciertos requisitos que le exige el municipio. "Tenés que hacer una categorización de impacto ambiental y un estudio de agua. Te piden la presencia de matafuegos, el seguro del galpón permanentemente vigente y una desratización mensual", detalla.

"Todos los meses tenemos que negociar un descubierto con el banco para abonar las cargas sociales. Los otros no saben lo qué es una carga social, qué es la ART, cómo liquidar un sueldo, ni qué es un empleado en blanco", dispara el empresario que compra 250 toneladas de cartón por mes a grandes compañías como L'Oréal y Laboratorios Roche.

Pero el descontento también alcanza a los vecinos que viven cerca de los galpones. La casa de Ana Grillo linda con el acopio de residuos ubicado en la esquina de Perú y Arriola, instalado "hace 20 años". "Ocupó la vereda. La mugre que se junta atrae ratas y cucarachas - despotrica-. A la noche, cuando terminan de trabajar, acomodan más de 20 carros en la calle, de esquina a esquina, y no podés pasar".

A raíz de la problemática, el mes pasado, junto a otros vecinos, remitió una carta de denuncia al Concejo Deliberante, cansada de que "rompan botellas delante de su puerta durante todo el día".

Números
Una persona genera entre 800 gramos y 1,2 kilos de basura por día, según su nivel económico. La Matanza tiene una producción de 1,2 millones de kilos de residuos diarios. Si bien es difícil establecer cifras concretas para esta actividad, el cirujeo representa un 25 por ciento de la recolección de residuos.

En consecuencia, 300 toneladas de basura son recicladas y reingresadas al mercado. Por ejemplo, la producción y comercialización del papel se nutre de material reciclado, en alrededor de un 30 por ciento.

¿PODRÁ EL CARTONERO LLEGAR A SER CONSIDERADO UN TRABAJADOR FORMAL?
El cartonero es mal visto. Remueve la basura y es tachado de delincuente por vastos sectores. Sin embargo, existen cooperativas y asociaciones que, además de luchar para que los "cirujas" puedan obtener un mejor rédito, se ocupan de fortalecer su imagen como trabajador.

En ese sentido, el Movimiento Nacional de Trabajadores Cartoneros y Recicladores (MOCAR) de La Matanza busca consolidar institucionalmente al cartonero para que pueda acceder a un empleo en blanco y así mejorar su capacidad de formalización y gestión.

Pero también favorecen el acceso al crédito y promueven su articulación con las políticas de los gobiernos locales, brindando herramientas para optimizar esta actividad.

Sortear eslabones

Virginia Pimentel explica que el organismo que integra, la Asociación Abuela Naturaleza de Ituzaingó, "almacena los residuos de más de 200 familias de la zona, considerados 'clientes', quienes ceden su basura ya clasificada para luego venderla directamente a los recicladores". De esta manera, saltean varios eslabones de la cadena "Como la gente no está preparada le dan menos plata", apunta. En los acopios, el engaño también sucede cuando se enfarda el material. El cartón tiene un valor mayor al papel de diario; pero al prensarlo es recurrente encontrarlos juntos. Al momento de la paga, el cartonero cobra distintos valores por ambos materiales. Claro está, el galponero luego vende todo a precio de cartón.

En La Matanza, un cartonero debe trabajar al menos 8 horas para alcanzar la suma de 25 pesos diarios. Pimentel propone una organización innovadora: "Con la colaboración de unas 100 familias, un cartonero puede vivir dignamente y en tres horas tiene que levantar la mercadería y clasificarla".

"Pero para ello es necesario establecer lugares específicos y no andar cirujeando en la calle". La asociación realizó una experiencia en Castelar donde, en un circuito cerrado, "se puede obtener 150 pesos por semana trabajando seis horas".

UN OFICIO ADOPTADO POR ELECCIÓN Y POR NECESIDAD
La historia de Gustavo "Fleco" Salas es particular. Este cartonero de 38 años nació en Recoleta en el seno de una familia adinerada. Así es como este hombre que hoy recolecta cartones en su barrio de Lomas del Mirador recorrió el mundo y a los 19 tuvo a su cargo la empresa familiar, hasta que un día las cuentas "empezaron a dar mal" y el negocio naufragó en la crisis económica.

Haciendo gala de su espíritu aventurero relató a uno como entró al mundo del cartoneo: "Siempre me gustó eso de agarrar una mochila y salir a la ruta para ver qué había más allá de las paquetas casas del barrio porteño", se ufana.

Sin embargo, fue la solidaridad de "un viejito", el mismo al que él le daba el papel que no le servía en sus épocas de empresario, quien le brindó "casa y comida" a cambio de que lo ayudara a empujar su carro.

"No sabés la vergüenza que fue para mí, a los 28 años, tener que juntar basura, de día y en mi barrio". "Fleco" sentía las miradas inquisidoras de aquellos que antes lo admiraban. Dos años de psicología y un dejo de bohemio completan el perfil de este cartonero "por elección".

Lo que lo enorgullece no son los 1.200 pesos que obtiene a fin de mes con una actividad de "cirujeo con mirada empresarial", sino que en su nuevo hogar, Lomas del Mirador, sus vecinos lo conocen y lo aprecian.

La división de trabajo
Para la socióloga Verónica Paiva, la mayoría no ha elegido esto y, en muchos casos, toda la familia tiene que "salir a cartonear" para subsistir. Cada uno de sus miembros cumple un rol. Tal como lo enseñó Frederick Tylor y lo puso en práctica Henry Ford, la prole cartonera divide su trabajo:

* Las mujeres reemplazan a los hombres cuando éstos consiguen "una changa".

* Los hijos de la pareja apelan a la sensibilidad de la gente. Son ellos los encargados de pedir la comida que sobra de algún restaurante o ropa para algunos de sus hermanitos.

Por otro lado, la economía hogareña se sostiene con los planes que les otorga el gobierno, las changas que puedan conseguir los padres y con el propio cartoneo.

LA RUTINAEl cartonero tiene el hábito de trabajar de lunes a jueves, mientras que los viernes y sábados acumula y separa lo que junta para venderlo los lunes. A diferencia de Capital, donde el cartonero trasporta a pie grandes bolsas o arrastra carros con el material reciclable, en el Conurbano bonaerense es habitual que circulen en carros "tirados" por caballos o bicicletas.

NEGOCIO DE EXPORTACIÓN
Las familias de cartoneros recorren el Conurbano. "Los chinos y los brasileños vienen a comprar el plástico crudo acá. Y después nosotros compramos juguetes importados fabricados en China con plástico argentino. Estamos en los albores del nacimiento de la industria del reciclado", reprueba el titular del MOCAR.

En referencia a la exportación, Virginia Pimentel puntualiza que "lo que se vende al exterior es el material peletizado. Se manda a China, donde se emplean para producir fibras".

El país asiático, uno de los mayores compradores, "manda para acá la tela polar hecha". El negocio del reciclado, al parecer, tampoco escapa al régimen económico impuesto en la época colonial: "Ellos se llevan la materia prima y después nos venden el prodecto terminado, en lugar de elaborarlos nosotros mismos". Por ejemplo, el material reciclado de PET (polietileno tereftalato) que se vende a unos 5 pesos por kilo. Siguiendo este razonamiento, no es errado pensar que aún los "espejitos de colores" nos deslumbran.

Fecha de Publicación: 17/09/07
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