lunes, 17 de diciembre de 2007

demócratas desaparecidos, ocultos, miran a otro lado, Jorge Gómez Barata, Bolivia, dejadez, Venezuela monitoreada, burgueses, Unión Europea,


¿ DÓNDE ESTÁN LOS DEMÓCRATAS ?

Jorge Gómez Barata

Cada paso y cada acto del proceso revolucionario bolivariano ha sido monitoreado y escrutado por los puristas de la democracia, defensores del Estado de Derecho, guardianes de la fe y protectores de las libertades escrituradas y bien adquiridas de los burgueses y oligarcas a los que no se les puede rozar ni con un pétalo.
Nada de eso ocurre cuando empujada por la insólita e ilegal declaración de autonomía protagonizada por los prefectos golpistas de varios departamentos, Bolivia es empujada a una zona de crisis en la que no se puede descartar un desastre.
De pronto la OEA enmudece, la Unión Europa olvida sus preocupaciones para con la estabilidad del continente y Estados Unidos se desentiende de sus compromisos para con los gobiernos electos y los cardenales y obispos abandonan sus rebaños a merced de quienes trafican con la integridad de una Nación.
Tal abstención es criminal cuando la desestabilización, la ingobernabilidad y la guerra civil, aparecen como peligros reales, por culpa de una oligarquía mezquina y oportunista que aprovechando la tolerancia del gobierno, activa los mecanismos para desmembrar al país, contingencia ante la que un demócrata como Abrahan Lincoln declaró: “El sur no puede obtener por la fuerza lo que perdió por votación.”
A diferencia de otros lugares, donde es habitual escuchar que “todas las opciones están abiertas” la oligarquía boliviana las ha cerrado y, al rechazar el diálogo y el comportamiento conforme a Derecho, crea una situación límite en la que probablemente al gobierno no le quede otra alternativa que imponer la ley llamando al ejército que, en un escenario así tiene varias opciones:
1 - Obedecer, sacar los tanques y, con armas y bagaje, marchar sobre los bastiones separatistas y reducirlos a la obediencia, aunque, en ese caso, habría que ver qué actitud adoptan los mandos militares y las fuerzas policiales regionales. La posibilidad de sedición y de enfrentamientos fraticidas también existe en el interior de las fuerzas armadas.
2 – Los militares pueden declararse incompetentes, abstenerse o desobedecer al gobierno; actitud que no resolvería ninguno de los problemas existentes y crearía otros de difícil pronóstico.
Una tercera opción conlleva el riesgo de que el alto mando crea su deber imponer el orden o, como tantas otras veces ha ocurrido en la atormentada historia boliviana, caiga en la tentación de asumir ellos mismos el gobierno.
En cualquier caso el pueblo, dividido entre los que votaron por Evo Morales y los que apoyan a los prefectos separatistas, saldrá a las calles en las que inevitablemente habrá enfrentamientos, que obligarán a las fuerzas del orden a actuar.
Tal como se configura la situación al gobierno dotado de una enorme paciencia y tolerancia, comienzan a agotársele las alternativas, dinámica que ha llevado al presidente Evo Morales a exponer su cargo en un referéndum revocatorio, cosa que puede no aportar la solución.

En estas circunstancias, se hecha de menos a parlamentos que se declararon angustiados por el destino de un canal de televisión venezolano y se extraña a la omnipresente Unión Europea que envía levas de observadores para vigilar el conteo de votos en los municipios de Caracas.

En tan dramática coyuntura, cuando un gobierno legítimo, limpio y democrático, que como parte de una justa reivindicación histórica llega desde el fondo de los tiempos, presidido por un hombre pobre y bueno, es cercado y acorralado en nombre de intereses mezquinos y con procedimientos golpistas, los pueblos latinoamericanos debieran preguntar dónde está la OEA.

Por qué no hay llamamientos al diálogo y a la moderación, por qué nadie recuerda a los prefectos que deben respetar la voluntad popular expresada en elecciones limpias.
Por qué nadie reitera las bases del Estado de Derecho y por qué los que temblaban de ira cuando Chávez ofrecía su solidaridad a Bolivia se abstiene y miran para otro lado como para no ver una tragedia en ciernes.
Es evidente que se trata de una gran hipocresía y de la incapacidad de las fuerzas progresista y de la izquierda latinoamericana para presionar a los oligarcas y sus cómplices, insensibles ante el drama del país más pobre de Latinoamérica, poblado por los pueblos más preteridos y humillados del planeta a los que ahora los prefectos blancos quisieran encerrar en bantustanes como hicieron los racistas con los negros sudafricanos.