martes, 26 de febrero de 2008
No llores por el Robo de bebés Argentina. Teniente Coronel suicidado, debía declarar, ¿será un pionero y será contagioso?
APARECIO MUERTO EL MILITAR NAVONE, ACUSADO POR ROBO DE BEBES
Tiros que acallan a un represor
El teniente coronel Paul Alberto Navone, quien debía prestar declaración indagatoria en la causa por robo de bebés en Entre Ríos, apareció muerto con un tiro en la sien en Córdoba. La fiscalía calificó el hecho como “averiguación de suicidio”.
El represor Eduardo “Tucu” Constanzo había asegurado que Navone integró un grupo de tareas.
Por Adriana Meyer
La noticia debió ser un nuevo capítulo de las causas sobre el destino de los niños nacidos en cautiverio durante la dictadura. Sin embargo, una vez más, terminó siendo un hecho policial con posibles ecos políticos. El ex agente de Inteligencia Paul Alberto Navone apareció muerto en un hotel de la Fuerza Aérea, en la localidad cordobesa de Ascochinga, con un disparo en la sien. Este teniente coronel tenía que presentarse ayer a prestar declaración indagatoria acusado por su supuesta actuación en la sustracción de bebés nacidos en el Hospital Militar de Paraná. La fiscalía calificó el hecho como “averiguación de suicidio” y trascendió que Navone le habría comunicado a uno de sus hijos su intención de quitarse la vida. También habría dejado una carta a la familia. “Creo que sabía mucho sobre el destino de los niños nacidos en ese hospital, era como la punta de un iceberg”, dijo a Página/12 Guillermo Germano, coordinador del Registro único de la Verdad de Entre Ríos y querellante en la causa.
Al juzgado de Myriam Galizzi llegaron certificados médicos en los que constaba que Navone, que era diabético, habría padecido un pico de glucemia. Por eso la magistrada no ordenó su detención ante el faltazo, tan sólo le fijó una nueva audiencia para interrogarlo el 3 de marzo.
El cuerpo del represor fue encontrado a las 10.15 en los jardines del hotel Parque que la Fuerza Aérea tiene en la zona serrana al norte de Córdoba, a 55 kilómetros de la capital provincial. Habría aparecido con un disparo a la altura de la sien, de un calibre 9 milímetros, con orificio de salida en la zona izquierda de la cabeza, según describió una fuente con acceso al informe que elaboró la comisaría de La Granja, con la intervención de la fiscalía de instrucción de Maria Dimeglia. Al parecer, Navone tenía un emprendimiento gastronómico en ese hotel y vivía en La Granja. En la carta a sus familiares les agradeció por “los momentos vividos” y aclaró que se trataba de “una decisión personal”.
La expectativa por la declaración de Navone estaba puesta en la posibilidad de que aportara datos sobre lo sucedido con los hijos mellizos de Raquel Negro, que permanece desaparecida. El 27 de noviembre, el represor Eduardo “Tucu” Constanzo aseguró ante la jueza Galizzi que Navone integró el grupo de tareas que trajo a Negro desde Rosario a Paraná para dar a luz, y permaneció con ella durante su cautiverio en 1978.
La versión de Constanzo es que uno de los bebés, el varón, nació muerto, pero esto se contradice con los testimonios de ex trabajadores de una clínica de pediatría de Paraná, donde habrían ingresado los mellizos. De todos modos, el niño tenía serios problemas de salud que le habrían causado la muerte a los pocos días. Según el mismo relato, la niña fue dejada en la puerta de un convento u orfanato de Rosario, en un operativo realizado por otros represores. Las enfermeras del Hospital Militar los anotaron con los nombres de Facundo y Soledad López.
Constanzo nombró a Walter Pagano, ex agente civil de inteligencia del Ejército, y al teniente coronel retirado Daniel Amelong. La hipótesis es que todo el procedimiento, que terminó con el asesinato de Raquel Negro y la apropiación de sus hijos, fue coordinado por quienes eran los máximos jerarcas de la represión ilegal en esa región: Leopoldo Fortunato Galtieri, Juan Carlos Ricardo Trimarco y Ramón Genaro Díaz Bessone.
El traslado de Negro a Paraná se hizo de manera simultánea con la Operación México, en la que el marido de esa mujer, Tulio “Tucho” Valenzuela, también detenido en Rosario, debía viajar a ese país y asesinar a la cúpula de Montoneros. A pesar de que su mujer seguía en manos de los represores, una vez en México Valenzuela denunció las graves violaciones a los derechos humanos que se cometían en los centros clandestinos de detención rosarinos y así desarticuló la operación. Valenzuela también permanece desaparecido.
Raquel Negro, María en el libro de Miguel Bonasso Recuerdo de la muerte, pasó por la Quinta de Funes y luego de parir fue llevada por Navone y el teniente coronel Marino González al campo La Intermedia, aunque habría llegado muerta en el baúl de un auto, desnuda y envuelta en una bolsa plástica, según el relato de Constanzo. La mujer habría sido arrojada al mar, junto a los otros 14 detenidos que vinieron de Funes, en uno de los vuelos de la muerte. El testimonio de Jaime Dri, sobreviviente de Funes y protagonista de aquel libro de Bonasso, también forma parte de la investigación que busca reconstruir el destino de la hija de Negro y Valenzuela.
Navone tenía 65 años y prestó servicios en la sección de inteligencia 122 de Paraná, dependiente del Destacamento de Inteligencia 122 de Santa Fe, a su vez en la órbita del II Cuerpo del Ejército con asiento en Rosario. Durante 1976 estuvo en apoyo del Comando de la II Brigada Blindada de la capital entrerriana. La causa en la que debía declarar fue iniciada en mayo de 2005 por Germano, del Registro de la Verdad que depende del Ministerio de Justicia, y por Sebastián Alvarez, hijo de Raquel Negro y su primera pareja, Marcelino Alvarez, también desaparecido. Los hechos investigados están encuadrados en los artículos 139 inciso 2 (alteración de identidad de un menor) y 146 (sustracción de un menor en poder de sus padres), ambos del Código Penal. La jueza temía que Navone no se presentara, por lo que le ordenó a la Policía Federal que lo identificara en cinco juegos de huellas dactiloscópicas y que efectuara un “informe de vida y costumbres”, según detalló la página web Analisisdigital.com. Lo que quizá no imaginó la magistrada es que no tendría nunca más posibilidad de tomarle testimonio a Navone.