el Che la soño libre y no partida.
Bolivia apostó, una vez más, por la unidad nacional
Jubenal Quispe
Los “dueños” del Departamento de Santa Cruz obligaron a votar a los cruceños por un Estatuto Autonómico desconocido por el 80% de la población. Era sorprendente escuchar al Prefecto de Santa Cruz quien a punta de carajazos intentaba enfilar a los cruceños a las urnas. Los jóvenes de la unión juvenil cruceñista perseguían pistola en mano a los malos ciudadanos que se resistían acudir a las mesas de sufragio. Así, la esperada fiesta democrática se convirtió en un día común y corriente de la actividad ganadera de los ganaderos cruceños.
¿Por qué actuaron así los patrones? ¿Por qué pisotearon hasta zarandearlo el Estado de Derecho que tanto proclamaron ante la Asamblea Constituyente y ante el mundo? ¿Por qué impusieron no sólo el texto del Estatuto, sino la inamovible fecha del 4 de mayo para la consulta, incluso sabiendo que el ausentismo los derrotaría?
El asunto fue y es la tenencia de tierras. Los patrones sabían y saben que el proceso de la redistribución de la tierra les pisa los talones. Intentaron frenar este proceso irreversible resistiendo a la Asamblea Constituyente, secuestrando y apaleando a los técnicos de la reforma agraria, pero, al ver que perdían en todos los flancos, intentaron legitimar sus latifundios improductivos y el sistema esclavista mediante el voto popular antes de que la nueva Constitución Política antiesclavista y antilatifundista entrara en vigencia en Bolivia.
Entre el 40 y 45% de los cruceños se resistieron entrar al redil de las urnas para evitar ser marcados con el yugo del Estatuto separatistas y xenófobo como denunciara la ONU en su momento.
En la Provincia de San Julián el 100% de la gente no fue a votar, según el Presidente del Comité Cívico de esta Provincia. En Montero el ausentismo alcanzó el 62%. En Saipina, el 60%. En Charagua, el 40%. En Camiri, 42%. Y así sucesivamente.
Estos son datos de la prensa de Bolivia. La Corte Nacional Electoral no organizó, ni mucho menos realizó el cómputo de esta consulta al carecer la misma de respaldo legal.
La ciudadanía denunció y mostró, en medio de enfrentamientos violentos, ánforas llenas de papeletas marcadas con la opción SÍ incluso antes de la apertura de las mesas de sufragio.
Si al porcentaje del ausentismo sumamos el porcentaje de los votos por el NO y los nulos y blancos, el rechazo del Estatuto Autonómico alcanza más del 50%.
Este revés democrático ya estuvo anunciado cuando toda la comunidad internacional negó enviar a sus observadores para legitimar un proceso ilegal e ilegítimo bajo todo punto de vista. Los únicos gobiernos que titubearon fueron el de México y el de Colombia, pero se dieron cuenta a tiempo que si apoyaban un proceso separatista, los indígenas y las regiones de estos países exigirían también su independencia.
Pero el Comando Camba, incrustado en las diferentes instituciones públicas y privadas, obediente a la lógica de “divido y someto” del Impero Norteamericano, sacrificó “democráticamente” una de sus últimas fichas para preservar sus tierras y esclavos. ¿A qué o a quién acudirán ahora para defender sus privilegios?
Después del 4 de mayo, los bolivianos/as quizás amanecimos más enemistados que antes. La muerte civil impuesto por el Comando Camba en Santa Cruz es y será cada más letal en contra de los disidentes. La xenofobia trepa los niveles sociales antes menos sospechados. La ciudadanía que acudió a votar por el SÍ se sentirá, una vez más, burlada en su opción, porque si bien el 80% de los que entraron al redil de las urnas votaron por el SÍ, esto no representa la voluntad mayoritaria del pueblo cruceño, y los Estatutos no entrarán en vigencia.
Lo ocurrido en Santa Cruz tenemos que asumirlo como una lección. Los patrones ricos tienen que saber de una vez por todas, ahora más que nunca, que ellos no tendrán paz mientras nosotros no tengamos pan. Santa Cruz no es una estancia, ni los cruceños ganados. Los gobernantes tienen que entender que Bolivia somos todos y la construimos desde los diferentes rincones y no sólo desde los 2000 metros sobre el nivel del mar para arriba.