sábado, 7 de junio de 2008
Suicidio de Bush, enviará a Cuba teléfonos celulares, no basta el dinero con que paga a los "disidentes" que fabrica él y Parmly organiza en Cuba
¡Los teléfonos celulares liberarán a Cuba! Cuando la rana críe pelo
Por Saul Landau
Epitafio ofrecido para la futura lápida de Bush:
¿Qué palabra describe
Caer por debajo
De lo absurdo?
Ese nivel de humor
Cuando uno ríe
Porque otro tiene un tumor?
Lo que parece idiota
W lo califica orgullosamente
De pragmatismo.
El 21 de mayo, el Presidente George W. Bush anunció un significativo
cambio en su política hacia Cuba. Además de alimentos, Bush declaró
que las compañías norteamericanas pueden ahora enviar teléfonos
celulares a Cuba. Bush exigió al gobierno cubano que aplique más
reformas, no solo permitir un mayor acceso a la tecnología digital.
Bush pidió una verdadera democracia y su clase de cambios económicos
de libre mercado en la isla, y luego declaró un "día de solidaridad"
con el pueblo cubano. Adoptó su actitud más enfática para recordar a
su público de disidentes encarcelados, gente cuyas opiniones políticas
difieren de las de Fidel y Raúl Castro.
Varios cubanos me escribieron que el Presidente había hecho un mal
chiste. Cuando un hombre que ha tratado de impedir que lleguen a los
cubanos productos, inversiones y servicios declara la solidaridad con
sus víctimas, dijo uno, es aún peor que cuando Bush dice que él estuvo
codo a codo con las víctimas del Katrina. El Ministro cubano de
Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque descartó la solidaridad
retórica de Bush y su política de teléfonos celulares calificándola de
ridícula, especialmente a la luz de la transmisión de un video tomado
por la agencia de seguridad estatal de Cuba que mostraba a Michael
Parmly, jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana,
entregando un sobre con dinero a una de las principales disidentes,
Martha Beatriz Roque. Los cubanos también revelaron una conversación
telefónica grabada con Parmly (la calificaron de orgasmo telefónico)
en la que el principal diplomático norteamericano en Cuba se explayaba
con la disidente, admirando su "provocación". Quería decir que ella
obtenía la atención de los medios norteamericanos y una vez más
avergonzaba al gobierno cubano.
¡Como si eso fuera a pasar! La mayoría de las personas dedicadas a la
"cubanología" comprenden que quien queda mal es Bush. Él exigió reglas
severas acerca de la transferencia de dinero a cubanos por parte de
ciudadanos norteamericanos, en especial de parte de un funcionario
gubernamental que recibe el dinero de un delincuente que cumple
condena. El dinero que Parmly le entregó a Martha Beatriz Roque en la
cinta provenía de Santiago Álvarez, creador de la Fundación Rescate
Jurídico, una fundación privada con sede en Miami, de cuya cuenta
salió el dinero, Diplomáticos norteamericanos en Cuba dicen que ellos
simplemente suministran ayuda humanitaria (libros, radios, grabadoras
de cinta y otros artículos) por medio de la agencia gubernamental
USAID a las familias de "prisioneros políticos" y "periodistas
independientes" en Cuba.
Álvarez colaboró con las conspiraciones de Luis Posada Carriles, quien
organizó en 1976 el sabotaje de un avión comercial cubano. Documentos
desclasificados señalan directamente a Posada y a su colaborador
Orlando Bosch. Posada igualmente ha estado abrumadoramente implicado
en ataques con bombas a hoteles de La Habana en 1997. Los cubanos
grabaron conversaciones telefónicas de Álvarez con su subordinado, en
las que daba órdenes de plantar explosivos en el Cabaré Tropicana de
La Habana.
En marzo de 2003, la Seguridad del Estado arrestó a Martha Beatriz
Roque junto con un gran grupo de "disidentes", personas que aseguraban
que eran periodistas independientes, escritores y bibliotecarios. Un
tribunal cubano la condenó a ella y a los otros "disidentes" por
recibir dinero de programas norteamericanos destinados a derrocar al
gobierno cubano y su Constitución.
En julio de 2004, Cuba la puso en libertad por motivos de salud. El
dinero que Parmly le entregó provenía de la Fundación de Álvarez. Qué
bonito, el terrorista envía dinero a disidentes supuestamente
pacíficos en La Habana. Pobre Parmly, creo yo, un hombre genuinamente
buena persona que se convirtió en un verdadero creyente en una causa
necia y el cual, por suerte, habrá terminado su misión para fines del verano.
Como jefe de la diplomacia norteamericana en Cuba, Parmly brindó ayuda
y socorro a los "disidentes", asegurándose de que tuvieran suficiente
comida, teléfono y otros servicios de comunicación y ahora, resulta
que también dinero.
En 2006 él se jactó de sus actividades en apoyo a los disidentes. Se
oía casi un fervor religioso en su voz cuando describía cómo él le
dedicaba a ellos sus jornadas de trabajo.
Le pedí que me dijera cómo podía él distinguir a un verdadero
disidente de un agente de la Seguridad cubana.
Miró al piso y dijo: "Trato de no pensar en eso".
Mi pregunta provenía del hecho de que cuando Cuba enjuició a 75
disidentes en 2003, salieron a la superficie 12 topos para prestar
testimonio en contra de ellos, revelando la conexión material de los
disidentes con miembros del gobierno de EEUU. Es más, algunos de los
testigos habían obtenido elogios en Estados Unidos como de los que
mejor expresaban sus ideas entre la comunidad disidente. Néstor
Baguer, por ejemplo, era considerado el decano de los "periodistas
independientes" hasta el momento en que reveló que trabajaba para la
Seguridad del Estado de Cuba y describió de qué manera sus colegas
"independientes" dependían totalmente de fuentes norteamericanas de
financiamiento y distribución.
Me pregunté por qué Cuba, después de haber penetrado profundamente al
grupo "disidente" se molestaba en enjuiciarlos, a no ser que fuera
para revelar la magnitud de su penetración y de esa manera alertar a
Washington acerca de lo inútil de sus esfuerzos por apoyarlos. Pero
Bush no se da cuenta de las indirectas y responde agresivamente a
todas las situaciones,
A fines de mayo puso en duda la "seriedad" del Presidente de Cuba Raúl
Castro. "Si el fuera serio acerca de sus supuestas reformas,
permitiría que estos teléfonos lleguen al pueblo cubano". Bush se
refería a un plan idiota de enviar teléfonos celulares a Cuba, una
nación que ha estado viviendo casi cincuenta años bajo un embargo
comercial de EEUU destinado a castigar a Fidel Castro. Es más, el
embargo ha ayudado a Fidel a consolidar su poder y por consiguiente a
movilizar a la población en contra de las políticas norteamericanas.
Al privar a la isla revolucionaria de su socio comercial natural y más
cercano. Washington sencillamente dificultó materialmente la vida del
pueblo cubano.
Ahora, mientras asigna más personal para monitorear los viajes de
ciudadanos norteamericanos a Cuba --y de cubano-americanos que pueden
visitar a familiares solo una vez cada tres años--Bush de pronto tuvo
una epifanía. Los teléfonos celulares se convertirán en su lámpara de
Aladino. Los teléfonos celulares liberarán al pueblo de Cuba.
Realmente la tecnología es maravillosa. Cómo va a trabajar ese plan.
--bueno, que los expertos averigüen los detalles
Pocos cubanos serán engañados por el llamado de Bush. Saben que él es
el hombre que rinde pleitesía a los derechistas de Miami, los antiguos
seguidores de Batista, los que llegaron con su riqueza robada o los
que sufrieron la expropiación que la revolución hizo de sus grandes
propiedades. Muchos de esos cubanos anticastristas que apoyan la línea
dura llegaron a Miami en 1959 y 1960. La mayoría no dejó atrás ningún
familiar cercano, así que no siente remordimientos por presionar a
Bush para que restrinja las visitas a familiares de los cubanos y que
también limite las remesas.
Estos cubanos, ahora en su fase geriátrica, no ven contradicción
cuando Bush dice que "quien dé abrigo a un terrorista es tan culpable
como el terrorista". Es más, cientos de ellos asistieron a una cena en
honor de Posada, quien vive cómodamente en Miami --al igual que Bosch.
Ambos disfrutan los elogios de sus admiradores --que incluyen a tres
miembros republicanos del Congreso: Ileana Ros Lehtinen, y Mario y
Lincoln Diaz-Balart.
Ciertamente Bush no logrará convencer a muchos en Cuba. Al igual que
la mayor parte de su política exterior, el plan Cuba de Bush para
orientar la transición post-Fidel fracasó ruidosamente. La transición
ocurrió sin incidente mientras Bush bramaba amenazas y exigencias. Su
férreo embargo no impidió que llegaran a la isla miles de millones de
dólares en inversiones provenientes de China, Venezuela, Brasil y
otros países que consideran atractivos los recursos de Cuba
--especialmente el níquel y el petróleo recién encontrado. Durante
casi medio siglo, el embargo no ha podido derribar o debilitar al
gobierno cubano.
Cuando el Consejo para las Relaciones Exteriores, esencialmente a
favor del sistema, pide el fin del embargo a Cuba y el rechazo de la
política hegemónica de un siglo hacia Latinoamérica, uno sabe que hay
al menos una pizca de realidad del siglo 21 en la mente política
colectiva de Washington.
Durante casi cincuenta años, la política norteamericana hacia Cuba ha
hecho hincapié en el castigo como respuesta a la desobediencia de un
advenedizo régimen. No hay que hacer la lista de las medidas
agresivas, desde el embargo económico hasta la prohibición de los
viajes, pasando por operaciones terroristas apenas secretas. Ahora
Bush agrega teléfonos celulares a la receta. ¿Cree él que los cubanos
van a llamarse unos a otros por esos juguetes tan bonitos y compartir
sus quejas comunes, luego asistirán en masa al próximo mitin de Raúl
Castro y le lanzarán los teléfonos? ¿O es que Laura tiene acciones en
la compañía que fabrica los teléfonos? Si es así, procuren que un
ingeniero los haga compatibles con el sistema telefónico cubano --una
tarea nada fácil.
Hay un aspecto algo chiflado en la epifanía de Bush con los teléfonos
celulares. ¿Habrá sufrido un espasmo cerebral que hizo que surgiera
una señal: "La tecnología salvará a Cuba"? Adicionalmente, ofreció
solidaridad al pueblo cubano, cuya vida él ha empeorado. Bush solo
demuestra dramáticamente cuán lejos de la realidad ha llegado
Washington. Estados Unidos necesita una política hacia Cuba, no una
manifestación divina de Bush después de su sesión diaria en el
gimnasio. Para que esto suceda son necesarios dos ingredientes:
razonamiento y la valentía para actuar en consecuencia. De los
aspirantes a la presidencia, solo Obama ha demostrado una capacidad de
razonamiento en este asunto --más o menos. ¿Su valentía? Bueno, lo
veremos. Espero.
Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Ha
realizado tres filmes con Fidel, los cuales están disponibles por
medio de roundworldproductions@gmail.com
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