martes, 12 de mayo de 2009

Avellaneda es un casi niño empalado muerto que flota en el Rio de La Plata y en la memoria de todos los argentinos Villa Martelli Buenos Aires

foto: criminal norteamericano aprendió de los torturadores argentinos




A las 9,30 hs. del 11 de mayo de 2009, comenzaron las declaraciones testimoniales de la familia de Floreal Negrito Avellaneda.

DECLARACIÓN DE IRIS PEREYRA DE AVELLANEDA

En primer lugar, declaró Iris Pereyra de Avellaneda. Al tomarle juramento, juró decir la verdad ‘por los treinta mil desaparecidos’, frase que provocó aplausos del público y la primera de varias amenazas de la presidente del Tribunal de desalojar la sala.

La Fiscalía comenzó el interrogatorio, pidiéndole que narre los acontecimientos ocurridos en la madrugada del 14 de mayo de 1976, momento del secuestro de Iris y Floreal(hijo); Iris describió los hechos con claridad y serenidad, haciendo hincapié en que el hombre que entró en su casa a cara descubierta y a quien llamaban ‘Rolo’, era quien dirigía el operativo y el mismo que la torturó en la Cria. De Villa Martelli y en Campo de Mayo, donde éste le hizo simulacro de fusilamiento.

Describió las torturas a que fue sometida en la Cría, con la radio a todo volumen para disimular los gritos. Desde el baño en el que la ataron luego de la primera sesión de tormentos, escuchó que alguien atendió el teléfono diciendo “Cría. De Villa Martelli, buenas noches”, por lo que supo dónde estaba. Escuchó los gritos de su hijo cuando era torturado, y para que no gritara a su vez, la amordazaron. Luego le trajeron al Negrito, que le pidió: “Mami, decí que papá se escapó”. Esa fue la última vez que escuchó la voz de su hijo.

Toda esta secuencia tuvo un intenso tono emocional que conmovió profundamente a los presentes

Trasladada a Campo de Mayo, fue torturada nuevamente. Fueron quince días de hambre, sed, tormentos e incertidumbre acerca del destino de su hijo. Sólo en una oportunidad alguien le alcanzó una manzana recomendándole “que no dejara rastros”.

Supo que estaba en Campo de Mayo porque en el baño había una puerta baja y espió el exterior, viendo los chalets, los caniles y los perros; luego se enteró que ese lugar era el denominado “El Campito”.

En los últimos días de su detención en C. de Mayo, “Rolo” le hizo un simulacro de fusilamiento. Le dijo que pidiera tres deseos; sólo preguntó por su hijo, a lo que éste respondió: “No preguntes más porque ya lo reventamos”. Entonces sólo quiso que la mataran, “¿Para qué seguir viviendo?” Este fue otro de los momentos más conmovedores de su declaración. Le gatilló dos veces, y el mismo torturador la empujó hacia otro, diciendo:”Tomá, con los comunistas no se puede.” Iris se afilió al P.C. muy joven, y siguió militando en él hasta el presente.

Al llegar a Olmos, una médica le quitó la capucha por primera vez en quince días. Su estado era lastimoso, sucia, enferma y herida a tal punto, que las detenidas que la recibieron la confundieron con una “vieja”, teniendo tan sólo treinta y ocho años. Preguntada acerca de si sabía de qué la acusaban, dijo que de “comunista montonera”.

No pudo reprimir el llanto cuando contó que recién cuando salió de Devoto (cárcel a la que fue trasladada luego) supo que su hijo Floreal había sido asesinado, y que luego, al tener a su tercer hijo, Marcos, no habia podido amamantarlo de un pecho porque tenía la glándula mamaria quemada por la picana.

Pidió justicia, y dijo que “si me dan las fuerzas voy a seguir por el esclarecimiento de lo de mi hijo”. Volvió a pedir justicia, “porque no pueden estar entre nosotros”.

El 11 de marzo último, Iris fue a la Cría. De V. Martelli a hacer un reconocimiento del lugar, y allí se encontró con Aneto, a quien reconoció.

En momento de la declaración, las preguntas del Tribunal parecieron destinadas a extraviar a Iris en la maraña de sus declaraciones anteriores, no obstante lo cual la suya fue una declaración clara e inteligible a pesar de los terribles recuerdos que tuvieron que aflorar. Al ser preguntada si había en la familia una situación de alerta, contetó que “sí, éramos del PC y el golpe fue el 24 de marzo de 1976”.

“¿Cómo sabe que ‘Rolo’ fue quien la torturó?” Preguntó la defensora Berasain. “Por la voz y el estado de nervios”. La defensa acotó que al estar encapuchada, no podría saber tanto, a lo que Iris respondió: “Usted no se imagina lo que se puede percibir estando encapuchada”.

Berasain, le preguntó “¿Con qué asiduidad y en qué horarios “Rolo” la torturaba?”, lo que desató tal indignación del público presente que la presidente del Tribunal volvió a amenazar con desalojar la sala.

La defensa también estimó importante pedir un informe al Renar por la escopeta de caza robada hace treinta y tres años en el domicilio de los Avellaneda. “Sabe por qué se llevaron a su hijo?” Preguntó el defensor oficial. “NO lo sé” Fue la respuesta de su madre.

Durante su declaración, fue necesario un cuarto intermedio, ya que Iris estaba agotada y las preguntas del Tribunal y la defensa habían sido especialmente maliciosas. Por este motivo, la querella se plantea elevar un escrito de protesta por la revictimización a la que fue sometida Iris Avellaneda. En varias oportunidades la protesta surgió del público, y Adriana Calvo, miembro de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, se retiró indignada de la sala.

Al terminar su declaración, Iris bajó del estrado con un cerrado aplauso de los presentas.

DECLARACIÓN DE FLOREAL AVELLANEDA

A continuación, subió al estrado Floreal Avellaneda (padre). Juró decir la verdad “por aquellos luchadores que han entregado la vida por una sociedad justa”, arrancando aplausos del público.

Ante el pedido de que transmita al Tribunal todo lo que recordaba de la madrugada del 15/4/76, hizo una prolija secuencia de todo lo acontecido desde su posición de perseguido por las fuerzas represivas. Detalló con claridad las circunstancias de su escape por los techos hasta llegar a la casa de un amigo, a tres manzanas, donde se quedó hasta las seis de la mañana. Contó que el Negrito le alcanzó los zapatos por la ventana y que quiso llevarlo consigo, pero en ese momento una persona trepada a los caños que había en la calle, comenzó a dispararle, por lo que ordenó a su hijo que se tirara cuerpo a tierra dentro de la casa.

Preguntado acerca de su actividad en el momento del secuestro de su esposa e hijo, dijo que tenía actividad sindical y estaba afiliado al PC desde los trece años (1943); que sus padres también eran luchadores, e hizo un racconto de su vida laboral. Su hijo Floreal se afilió a la FJC en el año 1973, justo cuarenta años después de su propia afiliación. En la FJC, el adolescente desarrollaba tareas de propaganda.

La defensa preguntó: “¿Puede relacionar el ataque con su actividad?” Avellaneda contestó que sí, que sabía que habían ido a buscar a otros trabajadores de Tensa.

En cuanto al hallazgo del cuerpo de su hijo, narró que estando en la clandestinidad compró el diario Crónica y se enteró de la aparición de cadáveres en la costa uruguaya. El artículo decía que uno de ellos tenía un tatuaje en el brazo con dos letras, “FA”, y que lo habían encontrado el 14/5/76, el día en que cumplía “dieciséis añitos”. En este momento Floreal (padre) se quebró y provocó la emoción del público presente, como había sucedido ya en varios tramos de la declaración de su esposa Iris. Siguió con su narración; aclarando que, según sus compañeros, el cadáver hallado correspondía a una persona mayor, hasta que Julio Viaggio, abogado de la LADH, pidió los informes dactiloscópicos y las fotografías del cuerpo. Fue allí cuando supo que lo habían asesinado por empalamiento, “tenía la región perianal destrozada”.

Terminó su declaración diciendo que “hubo una metodología para imponer el sistema neoliberal en el país. Yo creía que mi hijo era uno de los más jóvenes de las víctimas. Pero fui al Monumento de la Memoria, en la costanera, y había 18.000 nombres, entre los que había chicos de 13, 14 y 15 años. ” Aclaró que la muerte de su hijo y los tormentos sufridos por Iris no fueron un drama familiar, sino un plan genocida para neutralizar a una generación de luchadores.

Su discurso fue aplaudido por el público, y no hubo preguntas del Tribunal, de la Fiscalía ni de la defensa. No había nada que preguntar.

DECLARACIÓN DE AZUCENA AVELLANEDA DE LOPEZ

La hermana mayor de Floreal, que vivía en el fondo de la casa familiar, dijo haber visto los destellos azulinos de los disparos, antes de que los desconocidos ingresaran al domicilio, previo tiroteo de la puerta de adelante, donde vivía su hermana Arsinoe con su hijo.

Dijo haber visto cara a cara aun represor que la acompañó al dormitorio para calzar a su pequeña hija adoptiva, que estaba descalza: “era rubio, delgadito, más bien bajo, con rulos… podía ser una peluca.” A este sujeto volvió a verlo en la Cría. de Villa Martelli, quien al reconocerla, se ocultó rápidamente.

Al ser interrogada con respecto a las investigaciones que llevaran a cabo las hermanas Avellaneda luego del secuestro de Iris y Floreal (hijo), dijo no saber mucho porque fue Arsinoe quien asumió la responsabilidad de las mismas. Relató, en coincidencia con los demás testimonios, el ingreso de los represores a la casa, la división de los grupos en las tres viviendas, y la cantidad aproximada de personas que formaron parte del operativo.

Declaró que al ser revisados los documentos de la familia, su esposo, Pedro López, exhibió su carnet de Energía Atómica, su lugar de trabajo, y que eso fue lo que determinó que no llevaran a ningún miembro de su familia.

Al ser preguntada acerca de quién asesoró legalmente a su hermana, dijo suponer que fue Julio Viaggio, abogado de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Que se enteró por el diario del hallazgo del cadáver de su sobrino Floreal (hijo) y que supo del destino de Iris cuando ya estaba en Olmos.

DECLARACIÓN DE ARSINOE AVELLANEDA

Juró decir la verdad “por mi dignidad”.

El relato de Arsinoe fue claro, conciso y sereno. Expuso todos los detalles de la irrupción de los represores en la casa familiar, los pasos dados de inmediato (desde la mañana siguiente) para saber el paradero de su cuñada y sobrino, en “peregrinación” por diferentes instituciones, comisarías y el mismo Campo de Mayo, con el riesgo que tales averiguaciones implicaban.

Dijo haber reconocido en reiteradas oportunidades a Alberto “Rolo” Aneto, y a otro de los represores responsables del secuestro de sus familiares. A este último volvió a verlo en Campo de Mayo.

Describió a Aneto y al otro represor con todo detalle; no obstante fue interrogada reiteradamente sobre lo mismo por la defensa. Ante la protesta de Arsinoe, que se dirigió al Tribunal diciendo: “Yo respeto a la Justicia, y espero que la Justicia me respete”, la presidente del Tribunal no hizo lugar a su reclamo y obligó a la testigo a responder. Esto motivó la indignación del público y una nueva amenaza de desalojo por parte de la presidente, Lucila Larrandart.

Uno de los momentos más emotivos de su declaración, en el que Arsinoe no pudo evitar las lágrimas, fue el que describió su reencuentro con Iris en Olmos; “yo la había adoptado como a mi hermanita, le llevo once años, y ver a esa mujer tan cambiada y sufrida que me preguntaba por su hijo…” La testigo se había enterado ya del asesinato de su sobrino y tuvo que mentirle a Iris.

Dijo haber recibido mucha ayuda del abogado de la LADH Julio Viaggio, de quien su hermana Azucena había hecho referencia en su declaración.

En algunos tramos de la exposición de Arsinoe, ésta fue interrumpida por espontáneos aplausos del público, provocando repetidas llamadas de atención de la presidente. Una mujer le respondió en voz alta: “Aplaudimos el heroísmo”.

“Soy una bisabuela de ochenta y un años, ¿Dónde querría estar? En mi casa, tranquila… Por algo estoy acá”, dijo antes de bajar del estrado entre aplausos de los presentes.

DECLARACIÓN DE ETHEL ESTELA VELLANEDA

Describió los hechos que recordaba con claridad, señalando que tenía entonces apenas trece años y estaba muy asustada.

Contó que a su hermano lo devolvieron a la habitación y en ese momento él la abrazó y le dijo “Quedáte tranquila, sólo falta que suelten a mamá”. En este tramo se quebró, y entre lágrimas describió cómo se lo llevaron a empujones.

Al ser preguntada por qué esta es la primera vez que declara, dijo que después de mucho tiempo había comenzado a recordar, y que antes había tenido mucho miedo.

Al terminar su declaración, pidió agregar unas palabras: “Creo que me quebraron la vida; es un antes y después de aquello. Me quitaron la posibilidad de estar con mis padres, me quitaron a mi único hermano, y quiero pedir justicia para mi madre, mi hermano y los treinta mil desaparecidos”, dijo llorando. Y bajó del estrado aplaudida por un público emocionado.

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