Camilo Cienfuegos señor de la vanguardia, cubano y Ernesto Che Guevara el argentino guerrillero heroico
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Nuestra América
Alberto Castellanos, el escolta del Che
Por: Mariano Garrido y Valeria Ianni
Alberto Castellanos peleó en la sierra, fue parte del Pelotón Suicida y chofer y escolta del Che Guevara. Integró el EGP en Salta junto a Jorge Ricardo Masetti, donde cayó prisionero. La gendarmería lo tuvo preso cuatro años sin saber que tenía en su poder a un combatiente cubano, y nada menos que a un miembro de la escolta del Che. En su casa en La Habana, recibe a Sudestada y repasa anécdotas donde revive al joven combatiente que sube a Sierra Maestra deslumbrado por el ejemplo de Fidel, y que debe pelear meses hasta conseguir un fusil para el combate.
La primera pregunta tiene que ver con sus orígenes, con su participación en la Revolución Cubana, ¿cómo se vincula a ella?
-Yo soy de origen humilde, mi mamá era ama de casa y trabajadora por cuenta propia; lo mismo despalillaba tabaco que lavaba ropa, o hacía dulce de coco para vender en la calle. Y yo lo vendía para ayudar en la casa. Mi padre era peón agrícola, y a veces tenía que irse a trabajar lejos, durante meses. En ese ambiente me crié. Fui a la escuela hasta los 11 años. Mi madre un día me dijo: “Mira Albertico; no quiero que tu hermana sea ni criada, ni prostituta. Tú debes estudiar y ayudar para que eso no ocurra”. Y yo ayudaba: iba por la tarde a la escuela y de mañana trabajaba; vendía periódicos, lustraba zapatos; fui aprendiz de carpintero, de albañil... todas las cosas que hacen los niños pobres. Y pude llegar a séptimo grado, que para un chico pobre era bastante en aquella época.
Cuando Fidel ataca el Moncada, eso a mí me golpeó. Yo tenía 19 años. Yo veía a diario a la policía dando palos a los obreros, a la guardia rural contra los campesinos, y eso me indignaba. Y bueno, Fidel ataca el Moncada, cae preso, y da su alegato, “La Historia me absolverá”. Ese documento se filtró y, con el tiempo, yo lo leí. Entonces me di cuenta de lo que estaba pasando en mi país, porque yo era un analfabeto político. Así es como yo me incorporo a la revolución.
En aquella época, la gente estaba muy decepcionada. Mi familia me decía que no me metiera, pero yo seguí. Dicen que nadie escarmienta por cabeza ajena, y bueno... un día decidí irme para la Sierra Maestra. Yo estaba ya en contacto con gente del Movimiento 26 de Julio de Camagüey, y me fui “por la libre” para Santiago. Y ya en la sierra, me viraron dos veces. Una para conseguir fusiles, y conseguí dos fusiles calibre 22, que luego llevé. Y después me mandaron de vuelta, pero para que me quedara en Santiago, lugar que no conocía.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº78 - mayo 2009)