y a los educadores que se entregaron
a la noble misión de transformar la
capital cubana.
La Avanzada alfabetizadora habanera
por Adys Cupull y Froilán González
Sigamos conversando, hoy hablaremos con el testimoniante Pablo Huertemendía Díaz, de los que al triunfar la Revolución se fueron para los Estados Unidos. En 1961, Pablo fue desingado Delegado por el Partido Socialista Popular en la Comisión de la Campaña de Alfabetización de Dragones-Guadalupe.
Huertemendía es licenciado en Derecho y en Periodismo, siempre vivió en el barrio Dragones-Guadalupe, y en 1947 fue presidente del barrio. Su testimonio nos lleva a la política corrupta, y a los politiqueros relacionados estrechamente con los degradantes actos de prostitución.
Durante la alfabetización en la ciudad de La Habana, trabajó en la Comisión que tenía la responsabilidad de atender el traslado de las "mujeres públicas", como también eran llamadas las mujeres dedicadas a la prostitución, las acompañaban, en un auto desde su residencia hasta la estación de Zanja y Escobar.
Explicó que este trabajo se hacía con el apoyo de los compañeros de la Policía Revolucionaria. Se atendían de esta manera para poder realizar el Censo de Alfabetización, con información seria, eficaz, para la historia y el futuro cierto. Pablo afirmó que muchas veces ellas protestaban, no se daban cuenta que se abría una vida nueva para todos, que nadie sería excluido de las conquistas sociales. He aquí sus palabras:
"La reacción, en cada una de ellas, en el primer momento era negativa, de violencia. Había una muchacha que se alteraba con gran violencia, era una muchacha muy contradictoria, tenía cierto nivel cultural, ejercía la prostitución para mantener a su madre, viejita y enferma, además a un hermano anormal. Era muy tiposa, muy bonita, pero muy agresiva y violenta, dos cosas contradictorias.
"Ella los trataba con mucha ternura y cariño, no había conseguido trabajo en ninguna parte, su proceder era discordante porque acompañada a la ternura con su madre, estaba su agresividad, se entraba a golpes con cualquiera como si fuera un hombre.
"Yo siempre viví en ese barrio, lo conozco muy bien. Recuerdo una casa muy famosa, que era conocida como la Casa de Marina, quedaba en la calle Colón, pero cuando triunfó la Revolución esa casa dejó de funcionar como tal.
"Marina era una jefa de esas mujeres públicas, tenía muy buena posición económica. Las personas que iban allí, eran personajes de la vida política de aquella época capitalista. La Casa de Marina, no era un próstibulo corriente. Ella mantenía, al igual que muchos hoteles, álbunes con las mujeres desnudas, y el cliente escogía con cual quería pasar la noche.
"Estas mujeres jóvenes no eran conocidas como prostitutas pertenecían a la clase media y alta de la sociedad. Vivían en las zonas residenciales de La Habana. Eran profesionalistas o empleadas de cierta categoría, pero como a esa casa concurrían políticos importantes, senadores, representantes, ministros, industriales, negociantes, diplomáticos, gentes importantes, no sólo de Cuba, también de Estados Unidos y otros países.
"Y esta Marina era una mujer que tenía muchas relaciones políticas. Allí acudía Paco Prío, hermano del ex presidente Carlos Prío. Aquella casa era un centro de prostitución y drogas de la burguesía, y para la burguesía. Allí se podía pedir cualquier tipo de droga. Ella tenía empleados especiales para esas actividades. Su casa tenía prestigio, y los demás prostíbulos y burdeles la respetaban y la envidiaban.
La policía no se metía con Marina. En el resto de los prostíbulos el nivel era muy bajo. La Policía era una entidad explotadora más, porque estaban: el policía de posta, el capitán de la demarcación y así sucesivamente todos jugaban un papel determinante en las vidas de aquellas mujeres y en la prostitución en general, porque una zona o prostíbulo trabajaba en libertad, en la medida de su aporte económico, por el contrario, venían y con cualquier pretexto cerraban los burdeles, y los dueños y los proxenetas tenían que resolver las reaperturas a través de los delegados de barrios, o de los políticos con influencias para que estos hablaran con el Capitán de la Policía, y todo se arreglaba.
"De ahí que muchos proxenetas dueños de burdeles fueran los delegados políticos de los barrios. De esta forma se daba el marco de unión del político, el proxeneta y el policía. Las cédulas electorales de esas mujeres públicas estaban controladas y garantizadas para la hora de aquellas falsas elecciones.
Recuerdo el caso de Julio Álvarez, miembro del Partido Auténtico, delegado de barrio, concejal, que había sido y seguía siendo proxeneta, y cuando llegó el dictador Batista al poder, Julio Álvarez traicionó a los auténticos y se pasó para las filas del dictador y esto le permitió seguir siendo proxeneta.
Otro caso fue el de Pedro Gutiérrez que llegó a ser Jefe de Licencias de Armas, durante los gobiernos de Carlos Prío y de Grau San Martín, y seguía siendo proxeneta. Todos ellos, al triunfar la Revolución se fueron para los Estados Unidos, incluyendo a la famosa Marina.
Continuará