Hoy es el día de la Tierra; en Cochabamba, Bolivia, hay asamblea de los humanos que defienden el planeta, nuestro hogar, nuestra madre la tierra, nuestra sangre el agua, nuestro aliento, el aire. En U.S.A. siguen presos INJUSTAMENTE, nuestros cinco hermanos cubanos. Presidente Obama, le mando sus nombres: Libérelos, es tan justo, como el sentir de este poema de un argentino, que copio debajo de sus nombres, para que los recuerde, cuando coma los frutos que sembró con sus hijas y su amada, en el fecundo vientre de la Pachamama, cuando beba agua limpia, cuando respire, libre como ellos merecen estar, con sus amores, en su patria. De Ud. depende. Es por la Paz y el Bien. Delia Hermosí Gerardo Hernández, Licenciado en Relaciones Internacionales; Fernando González, Licenciado en Relaciones Internacionales; Antonio Guerrero, Ingeniero en Construcción de Aeródromos; René González, Instructor de vuelo; Ramón Labañino, Licenciado en Economía ANTIGUO LABRADOR Armando Tejada Gómez La tierra estaba de antes, señor. Iban los ríos como niños potentes ciñéndole el regazo, lamiéndole la tierna caparazón de greda con su campana líquida, sus sales planetarias, iban los ríos solos subiéndose a los árboles, mojándoles la sombra, procreando los pájaros. Y la tierra era un ancho territorio, señor, porque entonces la tierra no era buena ni mala. Solamente camino. Luna de la distancia. Porque entonces la tierra no terminaba nunca y el pan era un velero de la espiga lejana. Pero el viento lo sabe, siembra su siembra unánime, la desata de noche con los dedos del aire, su tránsito caliente le deshace los límites, la libera de tantos oscuros propietarios. Yo sé, señor, yo he visto la noche sobre el campo, su condición de estrella, su silencio pesado y digo que no es cierto que puedan alquilarla, que le alambren el torso, que le vendan la espalda, porque la tierra entera pertenece a la noche, al universo entero, al sudor de la azada que mueve la fatiga campesina del mundo, la voluntad labriega como una enorme pala. Pertenece al que sabe celebrar la alegría de ver crecer las plantas, al cómplice del sol, al sembrador callado que pone la semilla como un semen dichoso y espera, lentamente, el milagro del agua. Porque sin esta frente, sin este rudo brazo, sin el tiempo a destajo de gastarnos las manos, quién dará testimonio de la vida en la tierra, quién ha de prepararnos la primavera, el vino, el fermento gredoso de donde viene el canto. Por eso yo pregunto, señor: ¿cuándo es el día, a qué hora, justamente, vamos a rescatarla, qué hombres vendrán conmigo, qué canción cantaremos, qué flores sembraremos dónde está la alambrada? Digo que este mensaje debe saberlo América, que no sólo nosotros, que cada uno lo sepa, porque hay un continente de tierra sometida, gordos concesionarios, carbón comprometido, hay zonas donde el hambre tutea la agonía y esclavitud de estaño y cobre de miseria, hay trigo condenado a los precios siniestros, petróleo al que amenazan su primavera negra, naranjas exportadas con todo el sol a cuestas, hay niños que no encuentran al hombre, caen antes, se van, sonrisa abajo, muerte abajo, se pierden entre lo destructivo que cae y se disgrega. Que no sólo nosotros. Que cada uno lo sepa. Golpeo esta guitarra elemental: América, hasta cavarle al medio un pozo de sonido, hasta ponerle adentro una zamba furiosa, mi percusión de sangre, señor, este latido tan pariente del aire, tan sol, tan repartido entre una antigua música de azúcar en nosotros, para que desde el hombre continental subamos, almíbar solitario, familia amanecida, a empujar la esperanza pobrecita, mestiza, a desatar las manos de América nativa. La tierra estaba de antes, señor. Iban los ríos, luz con la lengua húmeda, iban árbol arriba, a besar el tumulto donde empieza la vida. Por eso yo pregunto, señor ¡cuándo es el día! http://socavon.net/tejadago.htm |