martes, 20 de abril de 2010

Salud cara y la peor que los ayude Fidel Castro

SICKO-WAITING-ROOM.jpgfoto: con remera negra Michael Moore, con bufanda verde Toto, Irene reclina dulcemente su cabeza en el hombro de su amado.   El que hace que lee el diario es un infiltrado.

 

Estados Unidos

 

Un sistema de salud caro pero el peor

 

Por José Carlos Escudero, médico sanitarista

 

(AW) A pesar de las mejoras en el sistema de salud norteamericano, en un mundo donde más de un tercio de la población carece de atención médica y de medicamentos esenciales, con la grave amenaza de que el cambio climático traerá escasez de agua y alimentos, en tanto la población crece, los bosques son talados, la tierra laborable disminuye, el aire está contaminado; donde millones de inmigrantes, en su inmensa mayoría latinoamericanos, reclaman su legalización como habitantes que realizan duros trabajos y terminan arrestados, separados de sus familiares y remitidos a sus países, entonces ningún sistema de salud aún de buena calidad, es suficiente si no cambia el modo de producción de la vida.

---Estados Unidos tiene el sistema  de salud más costoso, ineficiente y corrupto del mundo, con un gasto administrativo muy alto y grandes márgenes de beneficio privado, muchas veces no controlados.        Cada año gasta en salud por habitante casi el doble que los países desarrollados de Europa pero tiene un nivel de salud mucho peor y en creciente deterioro relativo.     Allí el mercado es el asignador de recursos casi exclusivo y es un importante determinador de prioridades.

El papel del Estado es fundamentalmente el de recaudar dinero, que luego es administrado por capitalistas privados en las áreas de medicamentos, seguros de salud y oferta de servicios.

Obama llegó al gobierno con un claro mandato de mejorar esta situación lamentable, agravada por la mayor crisis económica del país en los últimos ochenta años, que está aumentando la pobreza y reduciendo el acceso de la población a la salud.

Sin embargo, cuando quiso implementar reformas se encontró con un poderosísimo lobby por parte de bancos, aseguradoras, fabricantes de medicamentos y grupos profesionales.       La campaña mediática en su contra fue abrumadora.

Se dijeron medias verdades o falsedades completas, como que iba a crear un sistema de eutanasia de ancianos y un sistema de racionamiento de recursos.

Sumado a los subsidios directos a legisladores cuyo voto contra la reforma era crucial,  ello obligó a Obama a retroceder en su propuesta inicial y a presentar la actual, que le ganó el repudio de muchas facciones demócratas progresistas. Pese a esto la reforma es bienvenida.

Los más de 30 millones de norteamericanos que ahora carecen de un seguro de salud, y que a veces  registran niveles de mortandad tercermundistas, van a ser asegurados por medio de subsidios estatales.

Los contratos leoninos que las aseguradoras imponían a sus clientes, como privarlos del seguro si tenían ciertas enfermedades preexistentes, van a ser revisados en pro de una mayor justicia social.       También habrá un ligero esfuerzo estatal para reducir el creciente gasto en medicamentos.

Sin embargo, Estados Unidos está lejos de tener los sistemas de salud eficientes de los países europeos y de su vecino Canadá, en los cuales un Estado altamente regulador controla los excesos de beneficios, arbitrariedades y elecciones incorrectas de políticas de salud que surgen del mercado.

En algunos de esos países el Estado es un prestador directo de servicios a través de una red de hospitales bien planificada y con coberturas universales.

Es irónico constatar que a 150 kilómetros del territorio norteamericano Cuba tiene un sistema estatal y gratuito de salud, que con un gasto mucho menor alcanza niveles de salud tan buenos, como los de su poderoso y desestabilizador vecino.