domingo, 10 de octubre de 2010

Agencia de Noticias Pelota de Trapo - Edicion del 07/10/10

 

 

 

 

 

 

Demasiado temprano
05/10/10

Por Silvana Melo

(APe).- De pronto, brutalmente, salta desde un planeta plácido y feliz a la áspera locura del mundo. Cualquier respiración es un huracán venenoso. Cualquier tos es el estallido de la historia. Es mínimo, débil, inconcluso. Es un fruto verde arrancado bruscamente de la planta. Faltan terminar pliegues, costuras, alvéolos, pespuntes de arterias. Su costurera vital no pudo, con su fragilidad de nena, con su médico que no hay, con sus controles que no supo que había que hacer, con su nutrición flaca. Su hacedora no pudo darle las últimas puntadas para que resistiera fuerte el mundo al que llegaba. No lo pudo sostener ya. No pudo. Por más que intentó y apretó las piernas y se agarró la panza. El salió. Su madre vulnerada y vulnerable, su fragilidad extrema, su incompletud detallada, lo exponen a las tempestades del mundo. A todos los peligros. A que la vida sea apenas unas horas. Y después, nada más que un ramillete de sueños talados al pie.
La mitad de las camas de Neonatología del hospital Materno Infantil de Salta estaban el fin de semana ocupadas por bebés como él. Que no pudieron sostenerse en el pequeño paraíso de la panza más que 37 semanas y se lanzaron a una vida impiadosa antes de tiempo. Con menos de un kilo y medio. Pequeños y sutiles, apenas niños. Apenas corazones aprendiendo a bombear a los tropiezos.
Según la Fundación para la Salud Materno Infantil (Fundasamin), nacen en la Argentina 700.000 pibes por año. Entre un 8 y un 10 por ciento son prematuros. Es decir, pre-maduros. Es decir, abren las puertas y salen a la pelea desigual sin saber cómo, sin herramientas, sin armas. Por eso se mueren tanto y tantos. De los que nacen y pesan menos de un kilo y medio no sobrevive el 40%. La Fundación desliza que en los países desarrollados nunca queda en el camino más del 15 por ciento. En los países desarrollados las personas se desarrollan. Los niños se desarrollan. En los países emergentes los niños emergen. Pero demasiadas veces vuelven a hundirse. Sin brazos que los sostengan, sin aire que los respire, sin nutrientes que los nutran.
La prematurez, el apuro temerario por arrojarse a un espacio hostil es la causa del 33 por ciento de la mortalidad infantil y el principal motivo de muerte neonatal. Es decir, a menos de 28 días de la vida.
Los niños nacen antes de su tiempo, se arrojan sin freno ni paracaídas a un mundo que los repele, por un abanico de causas. Porque el embarazo de sus mamás fue controlado menos de las cinco veces imprescindibles. O no fue controlado jamás. Porque la mamá y su panza no tenían acceso a la salud, porque no tenían rumbo, porque estaban solas y no supieron que tenían hipertensión o diabetes o que no tenían generación suficiente de nutrientes para que el bebé naciera en tiempo y completud.
Los niños buscan salir del abrigo de los vientres por desnutrición de su madres, por embarazos muy seguidos, por adolescencia y pequeñez –la edad óptima para dar vida oscila entre los 21 y los 35 años- por trabajar pesado, sin descanso, por la sobrevida apenas.
Más de 115 mil chicas de hasta 18 años fueron madres en 2008. El 15,4 % de los nacimientos del país. La mayoría fueron embarazos no deseados. Como una loca paradoja de la vida, no se los deseó y nacieron antes. Precoces y debiluchos. Peleando por una vida que no era. Por un tiempo que les tocó y que no era. Que no debía ser.
“El bebé dentro del útero está a una temperatura perfecta, no tiene que respirar o digerir porque la placenta le entrega oxígeno y alimento, no siente el efecto de la gravedad y se siente mecido constantemente, no está sometido a luces y sonidos intensos y su sistema nervioso no tiene que responder a estímulos sensoriales”. Un mundo perfecto. Idílico. El llanto desconsolado del contacto con el mundo es la conciencia de que ya no habrá paraíso. De aquí en más habrá que pelear con pulmones fatigados y corazón fundacional. En la tierra que les tocó, bella e injusta. Plena y saqueada. Fatalmente darwinista. Tierra donde la infancia achata la nariz contra la vidriera de las decisiones. Y a la bicicleta del futuro se le caen los pibes del manubrio.

Fuentes de datos:
Diarios El Tribuno de Salta y Diario Hoy de La Plata

El proyecto no positivo de Cobos
06/10/10

Por Oscar Taffetani

(APe).- David Viñas -ensayista, novelista, dramaturgo- destacó alguna vez la paradoja, muy argentina, de que la Ley Riccheri de Servicio Militar Obligatorio, sancionada en 1901, preceda en más de una década a la Ley Sáenz Peña de sufragio universal. “O sea -apuntaba el profesor- que aquellos jóvenes veinteañeros reclutados para servir a la patria y morir por ella, no estaban habilitados para elegir a sus gobernantes”. Incoherencias de este tipo se repiten a lo largo de nuestra historia, hasta llegar a este curioso (y filantrópico) presente en el que un niño de 14 o 16 años, preferentemente pobre, puede ser considerado imputable para la Justicia y a la vez ser impedido de tener un empleo, puesto que el trabajo -en palabras de Martín Fierro, Carlos Gardel y la OIT- es cosa de hombres.

Las maniobras militares de 1898 en Curamalán, cuando ya el ejército roquista había reclutado a jóvenes criollos para una hipotética guerra con Chile, costaron un número indeterminado de muertos, que fueron sepultados como NN bajo un montículo de piedra. “¡Ni una cruz, ni el más modesto monumento -leemos en un libro de la época- recuerda los nombres de estos humildes servidores de la patria que descansan en la soledad de la montaña!”.

Los conscriptos muertos en las maniobras navales de 1914 tuvieron más suerte. Los sepultaron también como NN, pero en el cementerio de Martín García (a diferencia de los hijos de Sayhueque y de Pincén, cuyos cuerpos “apestados” eran arrojados al río por los enfermeros del lazareto).

Una interminable serie de muertes inútiles e injustas, que pasa por la represión a las huelgas y manifestaciones obreras, por los enfrentamientos entre azules y colorados de los ’60 y por la obediencia criminal debida en los años del Proceso, finalizando con el asesinato del conscripto Carrasco en 1994, jalona la peor historia del servicio militar argentino, como una contracara oscura de sacrificios heroicos que sin duda existieron, durante las guerras de la independencia nacional o en la última defensa de las Malvinas.

Entrado este siglo, cuando el servicio militar obligatorio se halla suspendido (después del crimen de Carrasco) y cuando algunas instalaciones militares se han vendido para construir shoppings, el Ejército sigue buscando, entre neodoctrinas de seguridad y acechanzas, un nuevo papel y un destino.

Hacemos esta referencia a propósito de un proyecto de ley de Servicio Cívico Voluntario que ya ha sido aprobado en la cámara alta y que agitará las aguas políticas y legislativas en las semanas que vienen.

Vigilar y castigar… a los pobres

El proyecto de marras lleva las firmas de Ernesto Sanz y Laura Montero (UCR, Mendoza), Adolfo Rodríguez Saá (PJ, San Luis) y José Pampuro (FpV, Buenos Aires). Ganó la votación en el Senado por 33 a 31, con las abstenciones de Norma Morandini y Eugenia Estenssoro y las ausencias poco claras del citado Pampuro, de Roxana Latorre y de Rubén Giustiniani, entre otros.

¿De qué se trata? El SeCiVo es un programa de capacitación en oficios para jóvenes de entre 14 y 24 años “que se encuentren en situación de riesgo”. Los jóvenes, a cambio de la inscripción contarán con una beca equivalente a tres asignaciones universales y recibirán una formación homologable a los estudios primarios y secundarios que brindan las escuelas del país. ¿Dónde se realizaría la capacitación? En cuarteles y unidades militares ociosas, en todo el territorio nacional.

El antecedente (no exitoso) del proyecto fue la experiencia del ingeniero Julio Cobos cuando era gobernador de Mendoza, en 2004. Allí, en sólo dos años, el programa de Servicio Cívico provincial obtuvo una deserción (perdónese la ironía) de un 50 por ciento. Según el informe elevado a sus superiores por el comandante de la VIII Brigada de Montaña, general Julio Pelagatti, entre 2005 y 2008 ingresaron al programa 816 jóvenes, terminando los cursos 409. “Falta de adaptación a las normas de convivencia, inasistencia provocada por la demanda de muchas horas de presencia en el cuartel e insatisfacción de los alumnos” fueron algunas de las desalentadoras observaciones que hizo Pelagatti.

El proyecto “made in Cobos” fue tratado en las comisiones de Justicia, de Asuntos Penales y de Seguridad Interior y Narcotráfico del Senado de la Nación. Curiosamente, nunca fue enviado a la Comisión de Educación (lo que revela que la situación de los pibes fue encarada como un asunto de Seguridad, antes que como un problema social).

Voces de rechazo se alzaron desde el arco del oficialismo (los ministros nacionales Alicia Kirchner, Nilda Garré, Florencio Randazzo y Alberto Sileoni; los legisladores Miguel Pichetto y Blanca Osuna; el gobernador Daniel Sciol, y otros), pero también desde los altos mandos militares y desde el campo educativo (“¿para qué consagra la Constitución la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza primaria y secundaria, si después van a mandar a los chicos pobres a los cuarteles?”, escribió un joven educador en un post de una red social).

Corre, limpia, barre

“Sus estudios secundarios -dice el curriculum vitae del ingeniero Cobos- los realizó en el Liceo Militar”. Hay allí una clave. ¿Por qué debía pasar por el Liceo Militar un joven mendocino que quería estudiar Ingeniería Civil? No lo sabemos. No obstante, arriesgamos algunas respuestas: Porque en el Liceo se da una formación muy completa. Porque en el Liceo no entra la política. Porque en el Liceo se forman jóvenes derechos y humanos.

¿Y por qué mandar a los pibes a los cuarteles? Respuestas no autorizadas del ingeniero Julio Cleto Cobos: Porque el colimba corre, limpia y barre. Porque en los cuarteles es más fácil mantener la disciplina. Porque ¡ya le vamos a bajar los humos a ese mocoso!. Porque el soldado no piensa, obedece. Porque ahí van a aprender a respetar a la autoridad. El hombre se hace desde los cimientos. Un hombre se construye como una pared. Una pared es lo mejor para la infancia. Esos pibes,  a la corta o la larga, deberán optar:  la pared o el paredón.

No es necesario contar con un escáner cerebral para saber qué clase de pensamiento “vigilado y castigado” anida en las mentes de ciertos ingenieros.

Democracia turra
07/10/10

Por Alfredo Grande

(APe).- Como siempre proponemos en esta columna, la realidad ofrece en forma permanente lo que denominamos “analizadores”. Como el microscopio, el telescopio, el análisis institucional o una rutina de laboratorio, dan cuenta de algo que no es evidente a los ojos. Y menos a los enojos o antojos. Las verdades resisten mostrarse en forma directa en superficie, lo que no implica que aquello que observamos sea superficial. Por el contrario: recorremos la superficie  y de pronto, casi sin darnos cuenta, nos encontramos del otro lado del espejo.

 


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Deudas
04/10/10

Por Claudia Rafael

(APe).- "Esto arrancó con una discusión a comienzos de 2010 y hoy, a nueve meses, ya se pagaron 5.000 millones de dólares de deuda con el fondo constituido (especialmente) con reservas, y tenemos más de 51.200 millones de dólares (de reservas) en el Banco Central: es decir, estas son bastante más que las 47.500 millones que teníamos a comienzos del año". Un exultante Amado Boudou hablaba de las riquezas ahorradas en un país en que 25 pibes se nos siguen escurriendo de las manos cada día.

 

 

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