lunes, 15 de noviembre de 2010

El regreso de la Jedi Carrió y mostró que odia y destruye ag1

 

[Más abajo se incluyen archivos adjuntos de Sergio Ortiz]

http://www.laarena.com.ar/opinion-volvio_elisa_carrio_y_mostro_un_intacto_poder_de_destruccion-54563-111.html 

LA SEMANA POLÍTICA

Volvió Carrió y mostró que su poder de destrucción está intacto

 

Esta vez la víctima fue el proyecto de Presupuesto 2011. El regreso de Carrió a Diputados generó escándalos. Con eso logró que esa iniciativa volviera a Comisión. La oposición parece un ring de todos contra todos.

EMILIO MARÍN 

Hay políticos que tienen más capacidad de destruir que de construir; más condiciones para denunciar que para proponer; más habilidad para poner palos en la rueda ajena que para aportar soluciones. Elisa Carrió es una de ellas, qué duda cabe.

Su poder de fuego sería el de un revólver de plástico y a cebita, sino fuera por que atrás tiene un ejército mediático que -con tal de atacar al gobierno- amplifica todas las barbaridades que diga la matrona de la Coalición Cívica.

Carrió y los monopolios de la comunicación son socios que se necesitan recíprocamente. La primera sin los segundos casi no existiría, y éstos sin aquélla perderían parte de su decadente poder de influir. Eso explica que, superando la afirmación borgeana, a estos aliados los une el amor y también espanto.

La ex chaqueña no es muy afecta al trabajo. Va más a misa que a sus oficinas. Y más a los spa que a las iglesias. Por lo robusta que volvió de su última incursión en un centro de adelgazamiento se puede deducir que no se sometió a terapia alguna sino que estuvo cavilando sobre cómo hacer más daño al gobierno. Debía ser cuidadosa para no quedar mal parada en sus críticas, pues Cristina Fernández estaba con las heridas abiertas de su viudez.

La pieza elegida para el escándalo fue el proyecto de Presupuesto Nacional 2011, que tenía dictamen de mayoría en la Comisión. En ese ámbito se vio la primera maniobra: la CC había presentado una iniciativa propia por juzgar que la del radicalismo, el peronismo federal y el macrismo no era lo suficientemente  “duro” con el Ejecutivo. A duras penas Carrió aceptó retirar el suyo y suscribir el del “Grupo A”.

Pero por lo actuado el miércoles, tal participación en ese elenco era “para la tribuna”. La matrona iba a chocar con todos, no sólo con los kirchneristas sino con sus propios aliados, en particular la UCR.

En efecto, antes que comenzara la sesión del miércoles, la platinada, furiosa como un basilisco, recorrió todas las cámaras ubicadas en el Congreso, para denunciar a quienes habían dado quórum. A mansalva, maltrató a radicales, macristas, peronistas federales, GEN y otros que se habían sentado en sus bancas. Estos no lo habían hecho para aplaudir al oficialismo ni para votar su presupuesto. Igual fueron sindicados como que habían pactado con aquél, de hacer “la gran Jaroslavsky”, entendiendo por tal los acuerdos entre el alfonsinismo y el peronismo renovador de los ´80.

Como si esas críticas fueran insuficientes, inmediatamente dijo que “hoy hubo Banelco de Cristina, no de De la Rúa”, acusando al gobierno de haber sobornado o coimeado a quienes dieron quórum. De ese modo salvaje y deliberado, trató de pudrir todo. Todo era para dejar sin herramienta presupuestaria a la envidiada Cristina.

 

Reina Midas

Esas infundadas denuncias se apoyaron en que dos diputadas (Hotton y Álvarez, cobista la primera, radical la segunda), sin pruebas ni individualizaciones, manifestaron haber sido sondeadas por el gobierno para cambiar su voto en la discusión parlamentaria o bien ausentarse en la votación.

Esas dos legisladoras fueron citadas para el martes por la Comisión de Asuntos Constitucionales, donde la impoluta Graciela Camaño de Barrionuevo les pedirá precisiones.

Esas provocaciones de los lilitos alteraron el contenido político del debate. Pasó a ser más importante quién había sobornado a quién, supuestamente, que los números de ingresos y gastos, el nivel de la inflación y el pago de la deuda externa.

El oficialismo replicó que el Presupuesto era una herramienta que incumbía al gobierno, que tiene la obligación de gestionar en 2011. Se puede y se debe criticar –adujo Agustín Rossi- pero no pretender que la presidenta, de un signo político, y votada por cuatro años, se ciña a un presupuesto de la oposición. Si era ridícula la pretensión del “Grupo A”, mucho más lo fue que Proyecto Sur, con 11 diputados (10 porque Bonasso votó con los “A”), pretendiera alternativizar con su propio presupuesto. A éste se lo notó flojito de papeles, como si se notara la falta de la información privilegiada que el “topo” Larrosa le proveía a Claudio Lozano.

Rossi llamó la atención de que los opositores estaban dejando sin presupuesto a Cristina Fernández, cosa que no se hizo con ningún otro mandatario democrático en estos 27 años. Fue todo inútil. Después de 14 horas de debate y de un intento anterior fracasado, le tocó a Lozano hacer el triste papel de comisionado del “Grupo A” para mocionar que el proyecto volviera a Comisión. Y con el aval de toda la oposición, ajustadamente, 117 a 112, eso fue aprobado.

El oficialismo, lejos de retroceder, ha vuelto a pedir a Eduardo Fellner una sesión especial para el miércoles, para reanudar el debate en el plenario, sin parada previa en Comisión. Si la oposición sabotea ese tratamiento, es posible que el gobierno directamente replique el Presupuesto de este año para el venidero. El precio político mayor lo pagará la variopinta oposición, que no aceptó ir hasta el final de la discusión en la Cámara Baja, conciente de que si salía con media sanción de allí, se convertiría en ley en el Senado. Allí los números son ahora un poco más holgados para el bloque de Miguel Pichetto.

El gobierno puede arreglarse sin Presupuesto 2011. Lo que podría no tener compostura son las grietas en la vereda de enfrente, vistas las graves denuncias y chicanas disparadas por Carrió, de un lado, y Ernesto Sanz, Oscar Aguad y otros radicales, por el otro. Los movimientos centrífugos están licuando también la ya débil bancada de Mauricio Macri, donde podría producirse la renuncia de Federico Pinedo a la jefatura.

Carrió, en su desequilibrio político y su opípara mezquindad hizo polvo la maltrecha unidad de los bloques opositores; así, con lo que resta por un lado a Cristina, se lo repone con creces, por el otro. Es una suerte de Reina Midas al revés: lo que toca lo convierte de oro en desecho de hojalata.

 

Muerto sin pésames

El 27 de octubre el fallecimiento de Néstor Kirchner enlutó a gran parte del país, incluso a quienes nunca lo votaron ni se encolumnaron dentro del Frente para la Victoria y el Partido Justicialista que él dirigía.

El 8 de noviembre murió el genocida Emilio Massera y un sentimiento de alivio, no de piedad, con dosis de alegría, recorrió a millones de argentinos. Como para parafrasear a Mao Tsé tung, quien supo reflexionar que hay muertes que tienen menos peso que una pluma y otras que pesan más que montañas.

Esa valoración tan diferente del ex presidente y del ex miembro de la Junta de Comandantes de la dictadura no sólo se origina en una cuestión de pliegos legales de uno y brutalidad anticonstitucional del otro.

Más que nada tiene que ver con el contenido de la obra opuesta de esos muertos cuando estaban en vida.

Néstor Kirchner, con todas sus limitaciones políticas (porque no era la mezcla de San Martín y Eva Perón que pintan sus seguidores), adoptó varias medidas progresistas para los argentinos de menores recursos. Algunas las dispuso en su gestión y otras las impulsó durante el mandato de su esposa, acompañándola.

Y no se habla sólo de aquellas que ayudan a comer, vestirse, ir a la escuela o cobrar una jubilación básica, de por sí necesidades vitales de las personas. También de aquellas que tienen que ver con los derechos humanos, la administración de justicia, la pluralidad de voces en la información, la ubicación de Argentina entre los países que no se alinean automáticamente con el imperio, etc.

En cambio Massera fue el dictador que comenzó traicionando la confianza que le había dispensado, equivocadamente, el general Perón al nominarlo al frente de la Armada. Ese error fue parecido al que cometió Salvador Allende al confiar en el traidor Augusto Pinochet.

Hacía rato que la Armada no era la del Almirante Brown ni la del capitán Hipólito Bouchard, ni de los hombres que pelearon en la Vuelta de Obligado. La Marina posterior era la del bombardeo de la aviación naval a la Plaza de Mayo en 1955, o sea la fuerza del almirante Isaac Rojas.

Pero Massera y el 24 de marzo de 1976 dejaron pequeños esos pésimos antecedentes. Fueron corresponsables del baño de sangre, la instauración de un régimen terrorista de Estado y todas las violaciones a los derechos humanos.

Aunque en algunas oratorias, el marino tratara de darse un barniz “social”, en los hechos fue autor de un gobierno despreciable que puso en práctica un plan económico tan antipatriótico como el de José Martínez de Hoz.

Por eso suena tan provocador y fascistoide el editorial de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, reivindicando a Massera. Con esa pieza, el matutino de los Massot dio la razón a los que, como en esta columna, lo llaman “Gaceta Marinera”.

Aún con ese inmerecido elogio, el creador de la tristemente célebre ESMA, tuvo muy pocos pésames.

Néstor Kirchner estuvo en la ESMA el 24 de marzo de 2004, cuando el predio fue transferido de la órbita castrense a la civil; hoy aloja a varias instituciones de la memoria y de derechos humanos.

Fueron contrapuestos en la vida. Por eso unas muertes pesan menos que una pluma y otras, toneladas de piedra.

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Archivos adjuntos de Sergio Ortiz

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