martes, 2 de noviembre de 2010

Néstor Kirchner en José Martí responso cubano por Garfield

De: Pedro Martínez Pirez [mailto:pmpirez@rhc.cu]
Enviado el: Lunes, 01 de Noviembre de 2010 07:26 p.m.
Para: conosur

Asunto: Leyendo a Néstor en José Martí

 

----- Original Message -----

 

De José Martí. Lectura en la partida de Néstor K:

 

“Y, en verdad, más que regir los destinos de un pueblo grandioso, vale interesar, conmover, dominar, seducir, el corazón de la humanidad grandiosa; más que presidir a una congregación de hombres, vale haber presidido sobre sí mismo, en esta larga vida de pasiones, en esta peligrosa vida de apetitos, en esta traidora vida de debilidades, en que, haciéndonos perder tiempo y derecho para la definitiva gloria y existencia perpetua en el seno hondo y alto, el Deseo y la Imaginación que viste sus impurezas decorosamente, arrebatan al hombre las riendas de sí, y lo arrancan de la limpia mesa de Daniel para sentarlo en los manchados manteles de Nabucodonosor. El que ha muerto no se sentó nunca entre los cortesanos del monarca Asirio; el que ha muerto no bebió nunca en sus ánforas de oro el dulce vino envenenado: el que ha muerto pudo decir, al borde de su fosa, y con las manos sobre su herida, como con la mano sobre la cruz que le decora el pecho dice al morir el militar bravío: “Estoy listo!”- Había vencido a la tierra, y se había vencido a sí: ¡cuán pocos están listos!

            La tierra puso en su camino todos los prejuicios, todos los inconvenientes, todas las vallas que levanta al paso de los hombres humildes, de los niños pobres. Y su naturaleza exquisita alzó en su marcha triunfal por esta vía de zarzas en que andamos, todos los peligros, las tentaciones, los deleites que ofrecen una imaginación suntuosa y un gusto refinado. El arte, que es un gran purificador, es un gran corruptor. Con el acendramiento y delicadeza que lleva al espíritu, le beneficia y perfecciona: pero con los prematuros deseos y ansias voraces que despierta, expone a transacciones, a villanías, a caídas, a los hombres enamorados de las opulentas galas artísticas y brillantes aparejos que esmaltan la vida. Era preciso tener un alma muy briosa, para venir a pie en la existencia que no quiso armarle caballero, con sus botas de campesino y con sus libros bajo el brazo, desde el cortijo oscuro de Ohio hasta la casa famosa de Washington: era preciso tener en los ojos gran suma de sobrehumana luz para mirar de frente y sin cejar los resplandores de la luz humana. […]

 

Murió como en el seno de la noche el día magnífico, orlado de resplandores, majestuosa y suavemente. Y fue su lecho el corazón de los humanos, vasto como los mares en que, al morir la tarde, el sol resplandeciente se sepulta. Coro de voces tristes y plañidos, que se oyó a la par en toda la tierra, hubo a la muerte de Garfield, como ese colosal coro de olas espumantes, sonoras, apacibles, que a las últimas horas de la tarde vienen, blandas como un beso, a fenecer en la serena playa. Fue la vida de un hombre virtuoso. […]

 

            En su muerte, como avergonzados por su ejemplo, han llorado a la vez todos los pueblos. Los pueblos, fatigados de odiarse, necesitan alguna vez darse el amor. Estos reposos son extraños, y se hacen históricos. Los hombres que ocasionan estas treguas son benefactores de la tierra y seres gigantescos. […] Los más grandes servidores de los hombres son los que hacen caer las armas de las manos, y buscarse solícitos y tristes para afligirse a la par de una amargura, y los traen a comulgar arrodillados, alrededor de un mismo altar.  Unir, es crear.”

 

Martí, José: “James A. Garfield”. La Ofrenda de Oro, Nueva York, octubre de 1881. La Habana, 7 (6): 8-9, octubre, 1881. En los Estados Unidos. Periodismo de 1881 a 1892. Edición crítica. Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez, coordinadores. Casa de las Américas / Acuerdo Multilateral de Investigaciones y Coedición de Archivos. 2003. Pp. 51 – 53.