¿Y si los ateos tienen razón? Por Domingo Riorda. La organización Ateos de Estados Unidos (American Atheist) pidió que los dineros de socorro que se envían a Japón no sean suministrados a las iglesias sino a organizaciones benéficas seculares. Si bien el presidente de los Ateos de Estados Unidos, David Silverman, en sus declaraciones a The Christian Post utilizó expresiones que podría haberse guardado, como la de llamar a la dirigencia de las iglesias "bufones religiosos" y que el dinero se usa para proselitismo y distribuir la Biblia, su propuesta debería ser atendida por las iglesias. No es que en las iglesias no haya "bufones religiosos" ni que el esfuerzo solidario sea salpicado con otros propósitos extras del objetivo principal, pero es oportuno tomar la idea para pensar si esa modalidad no llegó a su final como actividad eclesiástica. En la historia de la iglesia se registra buen caudal de decisiones que ella tomó a su cargo, dado que los gobiernos no lo hacían y existían pocos grupos que aceptaban esos desafíos. Vaya el recuerdo de cristianas y cristianos que lucharon por la alfabetización, profesionales médicos para curar a la gente, fundación de hospitales mientras los gobiernos no se preocupaban por la salud de la ciudadanía. En ese pasado, eran muy pocos los grupos "seculares" que se colocaban en esa dimensión aunque, vale el reconocimiento, a partir de ellos surgieron las actuales ONGs. En el rescate de la memoria no se puede dejar de lado las luchas contra el racismo, como en Estados Unidos y Sud Africa, y las de los Derechos Humanos y solidaridad con los refugiados en los países latinoamericanos. Apoyados o no por las organizaciones eclesiásticas oficiales, hubo legiones de hombres y mujeres que preñaron la historia con su cuerpo, mente y corazón y también con su sangre. Con el tiempo los gobiernos fueron obligados a tomar en sus manos la salud, la educación, la aplicación de los Derechos Humanos, el respeto y la solidaridad con los refugiados de distintas características y surgieron innumerables organizaciones, las ONGs, que cubrieron áreas donde las iglesias habían sido pioneras. Una vez alcanzado ese nuevo modelo de organización social las iglesias dejaron de ocuparse en ellas, o por lo menos aceptaron la validez de la acción gubernamental, ya que en ocasiones, como el caso de la educación, aun siguen manteniendo colegios primarios, secundarios y aun universidades y en la salud incursionan en Hospitales y Sanatorios. En lo de cumplir con la solidaridad en situaciones de emergencias, como lo que ocurre en Japón, las iglesias la toman como una obligación institucional. En no pocos casos como la principal. Para ello utilizan dinero propio, aparte de las donaciones, pero sobre todo enorme cantidad de feligreses y feligresas que se dedican a esa tarea. Lógico, las estructuras tienen sus demonios escondidos. Se crearon organismos monstruos donde sus miembros pasan a ocupar cargos oficiales oficinescos y, no faltaba menos, entraron en la lucha del poder, incluido serruchadas de piso, como cualquier otra organización. Además, sus principales dirigentes –y otros no tan principales- adquirieron el hábito de pasar del sillón de la oficina al asiento del avión para luego depositar su trasero en las sillas de reuniones internacionales. Rápidamente se agrandó la distancia entre ellos y los verdaderamente necesitados. Por otro lado, esos organismos y campañas revitalizan el rol de los otrora Te de Beneficencia. Aquellos que hacían las esposas de los dueños de empresas que explotaban a los trabajadores. Jornadas de póker, kermeses, encuentros sociales. Objetivo, reunir dinero para mantener con el mínimo de vida y fuerza a los trabajadores y sus familias. Trofeo especial para que sus esposos siguieran con la explotación esclavista. Al igual que esas mujeres, que no se ocupaban de levantar el nivel de conciencia de los explotados, la mayoría de las iglesias que dedican esfuerzo y personal en estas obras llamadas de solidaridad, no se comprometen en acciones que modifiquen el estilo de vida esclava que vive la mayoría de la población mundial. Más aún, muchas de ellas son aliadas de sus gobiernos en la destrucción de poblaciones, incluidas sus ancestrales culturas, como el caso de los países de Medio Oriente, Africa y como lo fue, y aun lo es, Latinoamérica. Una particular situación se desprende de esa actitud. Lo de Japón, como otras situaciones similares, levanta el clamor de las iglesias apelando a la oración de sus feligreses. Múltiples círculos de oración….por las víctimas. Ninguno para que Dios cambie la mentalidad y los corazones de quienes destruyen la tierra y esclavizan y matan a poblaciones enteras. Dios habla de distintas maneras por diversidad de personas. Decía Jesús que el Espíritu se mueve como el viento, que no se sabe de dónde viene ni adónde va. Así como las iglesias atestiguan que Dios habló por medio de Ciro para alertar a su pueblo, hay que preguntarse si ahora no habla por medio de los ateos para derogar organismos que engordan el elefante de la institución eclesiástica y sirven de encubiertas excusas para no cumplimentar otros desafíos que debería afrontar la iglesia contemporánea. Ejercicio sanador sería que la dirigencia de las iglesias se diera una tregua en considerarse patrona de la voz Divina y escuchara a los ateos como mensajeros del Buen Dios. En una de esas tienen razón. Va, creo que la tienen.+ (PE) Agencia de Noticias Prensa Ecuménica 54 291 4526309. Belgrano 367. Cel. 2914191623 Bahía Blanca. Argentina. www.ecupres.com.ar asicardi@ecupres.com.ar |