Agua y jabón para la justicia norteamericana Por Julio César Sánchez Guerra*
La fiscalía norteamericana solicitó el pasado 25 de abril, la negativa al recurso de Habeas Corpus a favor del cubano Gerardo Hernández Nordelo, condenado, sin pruebas, a dos cadenas perpetuas, más 15 años de privación de libertad.
El Habeas Corpus se fundamenta en dos elementos: Ocultamiento de la verdad por parte de gobierno norteamericano, y la campaña mediática para condenar de antemano a los Cinco cubanos antiterroristas.
El gobierno yanqui se ha negado a mostrar las imágenes de los satélites que probarían que el derribo no fue en aguas internacionales, sino en aguas bajo la jurisdicción de Cuba, después de numerosas violaciones que ponían en peligro la navegación aérea y la seguridad del país ¡Eso lo saben las autoridades yanquis!
El gobierno estadounidense pagó un cuarto de millón de dólares a periodistas que atizaron el odio y la mentira contra los Cinco para que fueran condenados de antemano en una ciudad que destila bilis anti cubana por todos los poros.
No es la primera vez en la historia de la nación imperial, que la justicia se ensucia con el ocultamiento de la verdad y la campaña mediática para ejercitar la condena, según la conveniencia de intereses espurios del poder hegemónico.
Cuando los ocho de Chicago fueron condenados a morir en la horca, acusados de lanzar la bomba que mató a ocho policías en la Plaza de Haymarket, el 4 de mayo de 1886, el gobierno ocultó datos de la verdad, y la prensa azuzó la condena en todos los sectores de la sociedad de la época.
El propio José Martí, que por aquellos años vivía en Nueva York, se sumó a la condena, pero cuando se acercó detenidamente al caso, comprobó que las autoridades norteamericanas habían manipulado el juicio; también le conmovió la entereza de los acusados, la dignidad con la que defendieron su inocencia.
Sobre este asunto, escribió el 13 de noviembre de 1887 un texto extraordinario bajo el título: Un Drama Terrible, donde examinó a la justicia y sociedad norteamericana del siglo XIX, llegando a enjuiciarla en estos términos: Esta república, por el culto desmedido a la riqueza, ha caído, sin ninguna de las trabas de la tradición, en la desigualdad, injusticia y violencia de los países monárquicos.1 Ese no podía ser el modelo de democracia para nuestras tierras de América.
El 19 de junio de 1953 fueron condenados a muerte los esposos Rosemberg, acusados de suministrar información secreta a los rusos sobre la fabricación de la bomba atómica. Otra vez el ocultamiento de la verdad fue parte del arsenal condenatorio, otra vez, más de la mitad de la prensa se puso al servicio del miedo, la mentira, y el odio, promovidos por el imperio en los días terribles del Maccartismo.
Las palabras de Ethel Rosemberg todavía caen como un martillo en la frente de la justicia norteamericana: Muero con honor y dignidad, sabiendo que mi esposo y yo, seremos reivindicados por la historia…Somos las primeras víctimas del fascismo norteamericano.
En el corredor de la muerte, o en las cárceles del imperio yanqui, o en la historia, hay una fila enorme de injusticias. Hay que lavar la cara de esa Justicia que se llena de manchas e inmoralidades. ¡Agua y jabón de la vergüenza!
Es preciso que la humanidad asuma uno de los doce trabajos de Hércules: Lavar los Establos de Augías, solo que esta vez, hay que desviar los ríos de la dignidad y la decencia para limpiar la costra de tanta cloaca imperial.
Que sean la verdad y la solidaridad de hoy, quienes reivindiquen a los Cinco, y al propio honor del pueblo norteamericano.
*Funcionario del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en la Isla de la Juventud.
1- José Martí . Obras Completas Tomo 11 página 335.
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