lunes, 4 de julio de 2011

Bin Laden y MICHAEL MOORE Estados Unidos y equivocados

¿Qué festejamos?


Veintitrés Internacional

Mundo /  Una carta de Michael Moore: reflexiones finales sobre la muerte de Osama Bin Laden.

"Los nazis mataron decenas de millones. Fueron llevados a juicio. ¿Por qué? Porque no somos como ellos. Somos estadounidenses. Nos comportamos diferente." Michael Moore

Jueves 12 de mayo de 2011

Amigos,

La semana pasada el presidente Obama cumplió con una promesa de campaña y mató a Osama Bin Laden. Bueno, en realidad él no fue quien propiamente lo mató. Lo hizo un grupo de excelencia y aguerrido de Navy SEALs. Y no sólo tiene el presidente Obama el apoyo abrumador del país, yo creo que son millones los que con gusto hubieran deseado que fuera su propio dedo el que apretara el gatillo que acabó con Bin Laden.

Cuando escuché la noticia el domingo de la semana pasada, inmediatamente me sentí fantástico. Sentí alivio. Pensé en todos aquellos que perdieron a un ser querido el 11-S. Y me alegré de que finalmente tuviéramos un presidente que había logrado hacer algo. Esto es lo que tenía para decir en Twitter y en algún lugar de la Internet en las primeras dos horas:

Quiero remarcar que a Barack Obama le llevó dos años hacer lo que Bush no pudo hacer en más de siete. Esa es la diferencia entre ESTÚPIDO a cargo e INTELIGENTE a cargo. El ESTÚPIDO se involucra en dos guerras temerarias, deja que OBL se escape de Tora Bora, lo busca incansablemente en cuevas e invade el país incorrecto. Nos lleva a la bancarrota con cifras que rondan los US$ 1,2 trillones por la Guerra de Irak (que eventualmente será en realidad de US$ 3 trillones), y peor aún, nos costó las vidas de casi 5.000 soldados de nuestro ejército, sin mencionar los cientos de miles de civiles muertos en Irak y Afganistán –y, aún después de todo eso, él TODAVÍA fue incapaz de ajusticiar al desgraciado. De hecho, en 2005, ¡Bush clausuró la agencia de la CIA que estaba abocada a la búsqueda de Bin Laden! ¿Qué hace el INTELIGENTE? Él mismo envía una fuerza de elite, no hay bajas en nuestro lado, y el criminal es acabado para siempre.

Yo estaba feliz de que la era de Osama Bin Laden se hubiera acabado. Al fin se había puesto un alto a la locura.

Como estaba en las cercanías de Ground Zero esa noche, decidí dirigirme hacia allí y unirme a otros que vieron en este episodio una oportunidad para darle un cierre a ese capítulo. El 11-S, Bill Weems, un hombre bueno y decente a quien conocía y con quien había trabajado (acabábamos de terminar un rodaje juntos en Boston), estaba en el avión que fue estrellado contra las Torres Gemelas. En parte, le dediqué Fahrenheit 9/11 a él.

Pero antes de partir hacia el antiguo sitio donde se emplazaba el World Trade Center, prendí la televisión y lo que vi en Ground Zero no era un alivio sereno o gratitud de haber capturado al culpable. En su lugar, observé una fiesta similar a las de las fraternidades, completa, incluido el descorche de botellas de champagne y rociadas sobre la multitud. Sin dudas puedo entender que la gente quiera celebrar –como dije, yo también estaba contento– pero sentía que algo no estaba bien. Una cosa es estar satisfecho con la captura de un criminal. Otra cosa es festejar desenfrenadamente su muerte en el mismo lugar en el que los restos de algunas de sus víctimas todavía son encontrados de cuando en cuando. ¿Es eso lo que somos? ¿Es eso lo que Jesús haría? ¿Es eso lo que Jefferson haría? De inmediato me acordé de la historia que me contaron de niño, de los ángeles de Dios cantando a coro mientras las aguas del Mar Rojo se volvían a cerrar sobre los egipcios que perseguían a los israelitas, ahogándolos. Dios los reprimió diciendo: "La obra de mis manos está ahogándose en ese mar– ¿y ustedes quieren cantar, maldita sea?" (o algo por el estilo).

Recuerdo a mis padres contándome cómo, el día que fue anunciada la muerte de Hitler, no hubo regocijo en las calles, simplemente satisfacción y alivio puertas adentro. La celebración real tuvo lugar seis días más tarde con el anuncio de que la guerra en Europa había terminado. ESO es lo que la gente quiere escuchar –no simplemente el deceso de un hombre diabólico y desequilibrado, sino el final de todas las matanzas.

Cuando la bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima, la gente no salió corriendo a las calles en un estallido de jolgorio. Sí, había personas alegres de que quizás ayudara a terminar con la guerra, pero no hubo un despliegue público de "¡Iupiiii! ¡Miles de japoneses fueron fritos!". Si hubieran hecho eso, bueno, quien podría haberlos culpado cuando muchas decenas de miles de sus hijos y padres fueron muertos en la guerra (incluido mi tío, un paracaidista, alcanzado por un francotirador cerca de Manila). Pero el beso del marinero a la chica en Times Square fue el 14 de agosto de 1945, cuando los japoneses se rindieron y la guerra estaba oficialmente terminada. Fue ahí cuando Estados Unidos enloqueció de alegría –no con una matanza, sino con el anuncio de la paz.

Pero ahora somos diferentes, ¿no? Bueno, algo así. No hubo una euforia desenfrenada el día que Timothy McVeigh fue ejecutado. Estuvimos en silencio. Las familias de los muertos de Oklahoma City permanecieron en silencio, aliviadas. ¿Cuál es la diferencia entre McVeigh y Bin Laden, además del número de sus víctimas? Me pregunto. Creo que sabemos la respuesta.

Si bien Bin Laden está muerto, ¡nos dicen que la Guerra Orwelliana Permanente –la "Guerra contra el Terrorismo"– debe continuar! No podemos tener nuestro propio "V-J day" (N. de la T.: Día de la Victoria sobre Japón) ¡y correr hacia Times Square en una explosión de júbilo! No, podría haber terroristas allí. Entonces, todo lo que nos queda es festejar la muerte de un hombre malvado, y eso se supone que nos debe hacer sentir bien y poderosos. No puede haber celebración del final de la Guerra de Afganistán porque la guerra no está terminando. ¡La guerra debe continuar! Aunque nuestra propia CIA nos dice que no hay más que unas pocas docenas de células de Al Qaeda en Afganistán. ¿Aún tenemos 100.000 soldados que están peleando contra una docena de locos? Decimos que estamos luchando contra los talibanes, también, pero los talibanes son ciudadanos afganos, no una fuerza invasora y, para bien o para mal, parecen gozar del apoyo de mucha de la gente común a lo largo y ancho de Afganistán. (Si no lo cree, pregúntele a cualquier soldado que haya servido allí y pudo atestiguarlo. Cada día es como Apocalipsis Now. Amapolas, ¿alguien?).

Mientras tanto, nosotros –me incluyo– nos perdemos en las hierbas de cómo este loco fue asesinado. ¡La historia oficial del Pentágono cambió cuatro veces en los primeros cuatro días! Fue desde la respuesta contra OBL que disparaba contra las tropas con una mano usando a su esposa como un escudo humano con la otra, hasta, en el cuarto día, la ausencia de cualquier persona armada en la casa, incluido Bin Laden, al momento de la matanza. Instantáneamente, esto creó un mar de sospechas acerca de lo que realmente había pasado, lo cual fue en sí mismo una distracción.

Esta es mi versión: conozco a algunos Navy SEALs. De hecho (y esto es algo de lo que prefiero no hablar públicamente, por todas las obvias razones), sólo contrato ex SEALs y ex miembros de las Fuerzas Especiales para manejar mi propia seguridad (les dejo hacer una pausa para apreciar esa ironía). Estos SEALs son entrenados para seguir órdenes. Desconozco cuáles habrán sido esas órdenes aquella noche en Abbottabad, pero ciertamente se ve como un trabajo (y esto se apoya en una nota de The Atlantic) en el que lo que se les indicó no fue traer a Bin Laden de vuelta con vida. Los SEALs son profesionales en lo que hacen y rápidamente se deshicieron de todo adulto masculino (toda amenaza potencial) en pocos minutos –pero también se ocuparon de no lastimar a ni uno de los nueve niños que estaban presentes. Impresionante. Esto no fue una operación a-lo-Rambo donde simplemente entraron disparando a mansalva, rociando balas por doquier. Ellos actuaron suavemente con una precisión de experto. Les quiero decir, estos hombres son tan capaces y tan letales que podrían acabar con ustedes con una pieza de hilo dental. (Y de hecho, uno de mis antiguos SEALs me mostró una noche cómo hacerlo. Wow.)

En un mundo perfecto (sí, me gustaría vivir ahí algún día, o al menos en la casa de al lado, en el Mundo Ligeramente Imperfecto), me gustaría que los malhechores fueran obligados a someterse a la Justicia de ese mundo. Sé que muchas personas no ven la necesidad de un juicio para esos malvados (¡simplemente cuélguenlos del árbol más cercano!) y que creen que la Justicia es para debiluchos. "¡Son culpables, córtenles la cabeza!" Bueno, verán, esa es exactamente la descripción del sistema judicial talibán/nazi/de Al Qaeda. A mí no me gusta su sistema. Me gusta el nuestro. Y no quiero ser como ellos. De hecho, la razón por la que estoy a favor de un juicio justo es que me gusta demostrarles a esos malditos cómo lo hacemos en un país libre que cree en una justicia civilizada. Es bueno para el resto del mundo ver eso también. Fija un buen ejemplo.

La otra cosa que logra un juicio justo es que establece un registro muy público y permanente de los crímenes contra la humanidad. Este es el motivo por el que llevamos a los nazis a juicio en Nuremberg. No lo hicimos por ellos. Lo hicimos por nosotros mismos y por nuestros nietos para que nunca olviden semejantes horrores y cómo fueron cometidos. Y lo hicimos por el pueblo alemán de modo que pudiera ver las pruebas de lo que habían hecho los líderes que habían elegido. Muy útil. Muy necesario. Muy poderoso.

Y para quienes en ese entonces querían ver sangre –bueno, la mayoría de los nazis terminaron colgados. Entonces, no significa que los tipos malos desaparecen –aún cuelgan del árbol más alto.
Mis propias convicciones espirituales no consienten la pena capital y fui criado en un Estado (Michigan) que hacia 1840 fue el primer gobierno en el mundo angloparlante en proscribirla. Así que simplemente no me inclino en ese sentido. No creo en el "ojo por ojo". Sé que el viejo libro decía eso, pero me gusta más lo que dice su segunda parte (un raro caso en que la continuación –como El Padrino II, Star Trek II, Terminator II– es mejor que la primera parte). Si no creen lo mismo que yo (también es la posición oficial de la Iglesia Católica, para lo que sea que sirva esa referencia hoy en día), están en todo su derecho y yo lo entiendo.

Quizá no había ningún modo de traerlo vivo de vuelta –sin dudas yo no quisiera estar en una casa oscura tratando de tomar esa decisión–. Pero si la ejecución fue ordenada de antemano, entonces yo digo que se nos debería informar ahora, y que nosotros podemos estar de acuerdo o no con ello.

Durante nueve años escribí y dije que Osama Bin Laden no estaba oculto en una cueva. No soy un experto en cuevas, simplemente estaba usando mi sentido común. Él era un capo criminal multimillonario (usando la religión como coartada), y ese tipo de hombres simplemente no vive en cuevas. Él logró que otros hombres mueran por causa de la religión y no hubo muchos medios que se molestaran en explicar que cada vez que Osama se refería al Islam, en realidad no estaba citando al Islam. Sólo porque Osama se autoproclamara "musulmán" no lo convertía en musulmán. Aun así, era considerado musulmán por todo el mundo. Si una persona desquiciada comenzara a matar personas masivamente mientras usa una casaca de Wal-Mart y alabando a Wal-Mart, nosotros no lo consideraríamos automáticamente un líder de Wal-Mart ni diríamos que Wal-Mart fue la filosofía detrás de sus matanzas, ¿o sí?

Sin embargo, comenzamos a temer a los musulmanes y a generalizar. Comenzamos a distinguir perfiles de países musulmanes en los aeropuertos. No lo hicimos con los multimillonarios (de hecho, ahora ellos tienen su propia fila rápida para pasar rápido por los controles de seguridad, una rareza considerando que todos los asesinos del 11-S viajaban en primera clase). No imprimimos titulares que dijeran "Multimillonario detrás del asesinato masivo de 3.000 personas" (aunque cada una de las palabras en este titular sea cierta). Podrán argumentar que su riqueza no tuvo nada que ver con el 11-S pero la verdad es que no hay modo de que pudiera haber mantenido a Al Qaeda en pie de no haber contado con los millones con los que contaba.

Algunos creen que estábamos en esta "guerra" contra Al Qaeda –y simplemente no se hacen experimentos durante una guerra. Es este tipo de pensamientos los que me hacen temer que, mientras Bin Laden pueda estar muerto, posiblemente sea quien haya "ganado" la mayor batalla. Seamos claros. No hay una "guerra contra Al Qaeda". Las guerras son entre naciones. Al Qaeda era una organización de fanáticos que cometieron crímenes. Que los eleváramos al estatus de nación ¡les encantó! Hizo maravillas por sus esfuerzos de reclutamiento.

Nosotros hicimos exactamente lo que Bin Laden dijo que quería que hiciéramos: renunciar a nuestras libertades (como la libertad de ser considerado inocente hasta que se pruebe lo contrario), llevar nuestras tropas a los Estados musulmanes para llegar a ser odiados por los musulmanes, y vaciarnos financieramente en el proceso. Hecho, hecho y hecho, Osama. Tenías nuestro teléfono. De algún modo sabías que nosotros renunciaríamos con gusto a nuestros derechos constitucionales y nos convertiríamos en algo más parecido al Estado autoritario que soñabas. Sabías que extenuaríamos a nuestro ejército y que accederíamos a endeudarnos en ocho años más de lo que habíamos acumulado en todos los últimos 200 años juntos.

Quizá nos conocías tan bien porque alguna vez fuiste uno de nuestros mercenarios, financiado y armado por nosotros a través de nuestros amigos en Pakistán para luchar contra el otro Imperio del Mal en la última batalla de la Guerra Fría. Sólo que, cuando la lucha terminó, el asesino entrenado, nuestro "Frankenstein", no pudo. El monstruo, tú mismo, se nos volvería pronto en contra.

Si realmente queremos enviar a Bin Laden no sólo a su muerte, sino también a su derrota, permítanme sugerir que cambiemos todo el rumbo anterior en este instante. Terminen las guerras, traigan los soldados de vuelta, que los ricos paguen por este desastre, y restauren nuestra privacidad y nuestros derechos procesales que nos solían distinguir de otros países. En este momento, nuestra democracia se parece a la de Singapur y nuestra economía se volvió desesperadamente griega.

Sé que será difícil volver el tiempo atrás a antes del 11-S cuando lo único de lo que debíamos preocuparnos era de los candidatos que robaban elecciones. Una industria multibillonaria floreció a expensas de la "seguridad nacional" y las guerras contra el terrorismo. Estos beneficiarios de las guerras no querrán entregar su botín tan fácilmente. Al contrario, querrán mantenernos atemorizados así pueden seguir llenándose de dinero. Tendremos que detenerlos. Pero primero debemos dejar de creerles.

Hideki Tojo asesinó a mi tío y a millones de chinos, coreanos, filipinos y a cientos de miles de otros estadounidenses. Él fue el líder de Japón, la mano derecha del Emperador, el arquitecto de Pearl Harbor. Cuando los soldados estadounidenses fueron a arrestarlo, intentó suicidarse disparándose en el pecho. Los soldados inmediatamente lograron detener el sangrado y lo condujeron a un hospital militar donde fue salvado por los médicos del ejército. Entonces pudo tener su momento ante los tribunales. Fue un ejercicio poderoso para los ojos del mundo. Y el 23 de diciembre de 1948, después de haber sido encontrado culpable, lo colgamos. Un asesino de millones fue obligado a enfrentar la Justicia. Un asesino de 4.000 personas (contando los bombardeos de las embajadas africanas y del USS Cole) recibió dos impactos de bala mientras vestía sus pijamas. Asumiendo que era posible capturarlo con vida, creo que sus víctimas, el futuro, y la restauración del "American Way" merecían más. Eso es todo lo que tengo para decir.

Adiós y hasta nunca Osama.

Vuelve, mi querido EE.UU.

Tuyo,       Michael Moore

MMFlint@aol.com / MichaelMoore.com