martes, 5 de julio de 2011

Consul argentino en Nueva York EDAD DE ORO América Nuestra Jose Martí bib1

José Martí y Pérez cubano se desempeñó en Nueva York, Estados Unidos

como Cónsul argentino en esa ciudad.  Allá el escribió el libro “La Edad de Oro”

que fue publicado hace ciento veintidós años.  Eladio González  toto

 

 

 

En nombre de La Polilla
Lunes, 04 de Julio de 2011 02:42 p.m.
En esta EDAD DE ORO de la América Nuestra

 

A 122 años de su publicación

 

 

¿Qué niño – todos lo somos, orgullosos en cierta medida y para siempre –, o cubano –casi una redundancia–, joven o viejo, hombre o mujer, no conoce y siente un poco como que fue escrita para él, La Edad de Oro?.

 

Me resulta una arrogancia querer escribir yo, y ahora, del Martí escritor o si existiera, del menos relevante segmento de su inabarcable y siempre actual obra. De él, a quien los jóvenes poetas de América, entre los que estaban Díaz Mirón, Gutiérrez Nájera y el inmenso Rubén Darío, junto a otros que luego serían conocidos como modernistas, le reconocen y proclaman ya desde aquellos tiempos su indiscutible magisterio. ¿Qué decir que no se halla dicho antes?.

 

Dario en 1888 declara: “¡Si yo pudiera poner en verso las grandezas de Martí!, y luego Gutiérrez Nájera al aparecer La Edad de Oro, en 1889, afirma maravillado: Martí, cuyas ideas no podemos seguir a veces, porque sus ideas tienen alas recias, fuerte el pulmón y suben mucho; Martí, en cuyo estilo mágico nos solemos perder de cuando en cuando…”, reconoce de inmediato, “Martí, para escribir La Edad de Oro, ha dejado de ser río y se ha hecho lago transparente y límpido”.

 

Domingo Faustino Sarmiento, en 1887, al ir a cumplir Martí treinta y cuatro años afirmó: “En español, nada hay que se parezca a los bramidos de Martí”, y  en esa propia carta abierta a Paul Groussac, hace saber: “Deseo que llegue a Martí este homenaje de mi admiración por su talento descriptivo y su estilo de Goya, el pintor español de los grandes borrones con que habría descrito el caos”. Alfonso Reyes lo llamó: “la más pasmosa organización literaria”, mientras que Guillermo Díaz-Plaja lo considera “el primer creador de prosa que ha tenido el mundo hispánico”, Miguel de Unamuno, Gabriela Mistral y tantos -¡tantos!- otros talentos estudiosos que a lo largo de todos estos años han sabido reconocer y reverenciar su obra, repito, ¿qué decir?.

 

Pero me es imposible callar precisamente a 122 años de la publicación de una obra escrita “para decirles a los niños -y los que ya no lo son tanto, agregaría yo- lo que deben saber para ser de veras hombres”, “de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas”, y sobre todo para que “sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras”.

 

No es casual que luego de las palabras de Martí: “A los niños que lean La Edad de Oro”, el texto comience nada menos que con Bolívar, San Martín e Hidalgo: “Tres héroes” de esta América que se hace cada día más nuestra y donde también se hace cada vez más urgente el pedido de: “¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas!”. Porque: “Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades”.

 

Hoy, más que nunca". “Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”, ya que: “Las repúblicas han purgado –o purgan ahora mismo- en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador”.

 

Veo llegado el momento, en esta Edad de Oro de la América Nuestra, que La Edad de Oro, de Martí se publique, y vuelva a publicarse por miles de ejemplares, tantos como sean necesarios para llegar a todos. “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria”.

 

Que se convierta en la Biblia latinoamericana, en la lectura obligada de todos los días, el libro de cabecera de cada uno de esos que demuestran, hasta en los más apartados rincones de nuestra geografía, que “sí se puede”. Porque el Apóstol no solo fue fundador en lo político –autor intelectual de la segunda y definitiva independencia de Nuestra América–, y en la literatura, sino que siempre, en toda su obra, fue el maestro excepcional que marcó derroteros nuevos.

 

Después vendrán otras lecturas –el ensayo “Nuestra América”, propondría yo, que a una buena cantidad de sus ideas acudí a lo largo del presente trabajo–. Muchas otras del Más Universal, y de muchos otros, pero siempre, “sin sacudirse el polvo del camino”, y ante su estatua, quien lo haya leído dirá, “donde todo el mundo lo oiga: ¡Este hombre de La Edad de Oro fue mi amigo!”, porque me enseño a pensar, además.

 

Tribuna de La Habana, 1 de jul

Tomado de AlasCUBA Especial 04 de julio de 2011

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Lic. Rosa Cristina Báez Valdés "La Polilla Cubana"
Moderadora Lista e-mail Cuba coraje y Coordinadora de la Red Social Hermes

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