Periodistas sin mordazas
Más Cuba, más Revolución
Por Juan Carlos Camaño (*)
Estudiantes de periodismo y comunicación, de Cuba, debaten –entre si, y con representantes de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), acerca del significado actual de la información, las herramientas tecnológicas, el uso de Internet, “la vida en la blogosfera”, las libertades de prensa y expresión y el auge de las redes sociales. Asiste al debate, como uno más, dando sus opiniones, Frank González, periodista. Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Frank González, Tubal Páez, Juan Carlos Camaño y Nelson del Castillo, con estudiantes de la Universidad de La Habana.
La discusión, por momentos intensa, no soslaya temas como concentración antidemocrática de la economía, el poder de los grandes medios transnacionales y el ataque abierto, o subliminal, a todo lo que se enfrente a la hegemonía de los “dueños del mundo”.
No es una discusión complaciente con la propia prensa cubana, sus errores y reiteraciones “innecesarias”.
Tampoco se omiten los condicionamientos económicos que impone el bloqueo, el valor de la creatividad en la adversidad y la importancia de la potencialidad profesional y política de la juventud cubana dentro de la “revolución de la información” y de la Revolución Socialista.
Ese debate, riquísimo –en las diferencias y en los acuerdos- no aparece en la CNN. ¿Jamás se enteran “Las CNNs” de estas demostraciones de vitalidad revolucionaria?
Son jóvenes que discuten sin entregarse al libreto contrarrevolucionario, que refiere a la “modernidad” y la “democracia” de unos pocos, para unos pocos, engordando la chismografía del mundo de la espectacularidad: fuente de lo insustancial, el consumismo rabioso y la violencia devastadora que, no por casualidad, nada tiene que ver con la vida en Cuba.
No vive Cuba la violencia de otros países de la región, ni la de amplios sectores de una Europa acosada por los ajustes con que el patrón de conducta neoliberal ataca, impiadoso, a los más desprotegidos.
A esos jóvenes, estudiantes de periodismo, que discuten el presente y el futuro de Cuba y el ejercicio de la profesión, los enemigos de Cuba los convocan, mediante sistemáticas, sutiles y burdas violaciones a la soberanía del país, y a través de montajes seudo democráticos, a formarse en la escuela del periodismo de EE.UU. Una escuela asentada –a cara descubierta- en la lógica del Pentágono, la CIA, el FBI: espionaje y guerra, en lo instrumental y en sus principios, en un marco, como lo admiten intelectuales, economistas y políticos de la potencia imperial, de inocultable decadencia.
El desespero de Barak Obama, en estos días de chantajes entre políticos-financistas bailando en el Titanic, aporta –sin lugar a dudas- una pizca más de sal a la herida, en un profundo descalabro desde el que se alerta a “todo ser viviente” sobre “el peligro de la disfuncionalidad del sistema norteamericano”.
Ningún estudiante de periodismo en Cuba desconoce que EE.UU. es sinónimo de guerra y que pretende a futuro un incendio global, para el cual no deja de echar leña a paladas.
Los jóvenes estudiantes de comunicación y periodismo, de Cuba, no desconocen eso. Como tampoco que el periodismo en Gran Bretaña –y en muchos otros países- es esta mugre que se cuela por entre las soldaduras mediáticas y empresariales de “los Murdoch” como si fuera una novedad, cuando en rigor a la verdad “los Murdoch” no es la primera vez que hacen espionaje para “las guerras”.
Junto a George W. Bush, José María Aznar y Tony Blair –uno de los mentores y voceros de la fracasada “Tercera Vía”-, “los Murdoch” programaron una fabulosa operación de acción sicológica de masas que sirviera para justificar, mentiras mediante, la invasión a Irak y la
posterior matanza de un millón de personas. Periodismo de mafiosos y genocidas.
En el centro, Ana Esther Zulueta, Presidenta de la UPEC, Isla de la Juventud, con periodistas del lugar y la FELAP.
En los debates –a los que, reiteramos, asistió la FELAP, a través de su secretario general adjunto, Nelson del Castillo, su vicepresidente, Tubal Páez y quien esto escribe-, se identifica sin balbuceos que el espionaje y la muerte organizada, son una constante en la guerra por los recursos estratégicos de los países, por la conquista de tierras y mercados y la imposición alienante del desarrollo desigual de la tecnología de dominación: tanto en el andamiaje –nunca desarticulado- de la “guerra de las galaxias”, como en el uso cotidiano e “inocente” de la información y la comunicación comercial y familiar, supuestamente privada y permanentemente saqueada.
Los periodistas cubanos y los estudiantes de comunicación y periodismo, no se privan de autocríticas y de hacer cuestionamientos a aquellos que desoyen los llamamientos de la propia Revolución a no callar, a querer saber, a debatir sin caer en restricciones absurdas, ni tampoco en excesos de lo contrario, en un juego de bobos amplificadores de autocríticas que pongan en riesgo intereses de Estado. Nada diferente –en cuanto a la adopción de medidas de estricto secreto- a las que acuden todos los Estados del mundo.
“Las CNNs” le ocultan a sus seguidores la esencia y el tono del debate dentro de una Revolución asediada desde hace más de cincuenta años. Ocultan lo medular de una discusión que propone más Cuba y más Revolución. Pretenden desvirtuar lo que es un debate sin dogmas y sin el culto a la personalidad de nadie –porque jamás, nunca, en Cuba, nadie lo fomentó.
Recordar, sino, la prédica y el ejemplo de vida del propio Fidel Castro, entre otros, recurriendo docente a Martí una y mil veces: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
Quienes participan del debate son jóvenes, y no tan jóvenes, informados de que en Europa el capitalismo se desangra y que en EE.UU. se ahoga en deudas, altas tasas de desocupación y una intensa descomposición social.
Decenas de periodistas cubanos, en otro caso puntual, en la Isla de la Juventud, debaten alrededor de los temas antes citados y hacen denuncias fundamentadas de cómo el aparato mediático del imperialismo –con sus satélites en distintos países- esmerila, o lo intenta desesperadamente, la construcción de otra comunicación.
En la Isla de la Juventud, en reunión presidida por Ana Esther Zulueta -máxima responsable de la Unión de Periodistas de Cuba, del lugar-, a la que también asistió la FELAP, se habló del trabajo por la paz, la salud y la educación que, en medio de sus dificultades, Cuba no abandona, ya sea para si y para con otros países: Haití, Honduras, Bolivia, Ecuador, República Dominicana, Panamá, Argentina, México, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Brasil, Venezuela y más. Y en países de África y Asia.
De ello, señalan los periodistas presentes, la gran prensa internacional no habla. Y cuando lo hace minimiza el significado de la solidaridad, o lo encuadra en acciones de “conspiración contra el mundo libre”. Obsceno de toda obscenidad.
Nada dicen “Las CNNs”, “Los Murdoch” y similares –que los hay en pequeñas, y hasta grotescas, copias- de la esforzada, inteligente y comprometida labor que en defensa de la verdad y la vida realiza la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), y sus miles de compañeras/os afiliadas/os, enfrentándose con dignidad a las dificultades de un criminal y pertinaz bloqueo, muchas veces visto como una entelequia o un fantasma y no como lo que realmente significa en el día a día de cubanas y cubanos, cuando arrecia la guerra sórdida contra la Revolución. Algo que nunca ha dejado de suceder.
Tubal Páez, presidente de la UPEC y vicepresidente de la FELAP, remarca “En esta lucha por la defensa de nuestra independencia, en defensa de la Revolución y de nuestros innegociables compromisos de solidaridad con otros pueblos que sufren, no se trata de acotar el debate, de cercenar las discusiones, sino de promover el intercambio de opiniones y de buscar soluciones que nos contemplen a todos”.
“Nosotros –agrega- muchas veces somos críticos con nuestra manera de hacer periodismo, pero no perdemos de vista que hay un
enemigo que nos quiere desaparecer del mapa, que quiere eliminarnos. Y no perdemos de vista que a ese enemigo no se le cruza por la cabeza, por un segundo, de ningún día de su vida, dejar de atacarnos, dejar de mentir, de intentar –por cualquier vía, incluidos atentados y asesinatos- que no tengamos prensa, que no podamos trascender las fronteras de Cuba para comunicar nuestra realidad y denunciar las provocaciones del imperialismo”.
Tubal Páez, quien habla de las dificultades materiales de los periodistas y de la dedicación al trabajo para revertir “lo que pudiéramos haber hecho mal”, agrega que “muchas veces nosotros mismos no explicamos debidamente cómo el bloqueo, las amenazas, las agresiones del imperialismo –también en el campo de la información-comunicación- entorpecen y retrasan los grandes esfuerzos de la Revolución y el pueblo por sostener logros en distintas esferas de la economía, en la vida diaria”.
“Es cierto –amplía el compañero Tubal- tenemos que explicar mejor qué significan los impedimentos que se nos ponen para comerciar, pagar fletes a altísimos costos por insumos varios, triangular negociaciones que implican más gastos, para sortear los obstáculos y penalizaciones que EE.UU. impone a países y empresarios que quieren hacer negocios con Cuba. Eso ocurre con algunos alimentos, con algunas medicinas, con equipamiento agrícola, maquinarias y con todo aquello que no se produce en el país”.
“Sí –afirma-, nuestro periodismo debería explicar más detalladamente a toda la población qué es lo que ocurre con tal o cual producto faltante, y el por qué tal y más cual dificultad en el mantenimiento de áreas de importancia en el consumo de nuestra población. El intento del enemigo por ahogarnos, sistemáticamente estudiado y aplicado, se llama bloqueo y eso significa, para quienes no lo sepan, ser bombardeados –sin bombas- todos los días, con el fin de que esto se hunda”.
“Nunca hay que olvidarse –concluye- que el vecino, EE.UU., nos ataca porque no nos perdona que hayamos decidido ser libres. Nunca hay que olvidarse de que lo único que EE.UU. pretende es lo que jamás haremos: rendirnos”.
(*) Presidente de la FELAP