sábado, 13 de agosto de 2011

Eugenio Raul Zaffaroni juez Corte Suprema Argentina su día a dia

Gustavo Costa que es el Director de Aves Argentinas.

Lean también el adjunto.

Cariños


 

Estimados:

            Anoche participé del impresionante acto en el que expresamos nuestra solidaridad con Eugenio Raúl Zaffaroni ante la repugnante campaña mediática que procura –por lo menos- destituirlo de su función como juez de nuestra Corte Suprema (por cierto la más prestigiosa en nuestra historia, mal que le pese a los que añoran épocas donde la justicia era buena…. para unos pocos).

            Estuve en el colmado Salón de Actos de mi Facultad de Derecho (UBA), por múltiples razones:

-          Como ciudadano argentino

-          Como persona preocupada por el imperio de las garantías y el funcionamiento respetuoso de las sociedades en todo el mundo, no al arbitrio de los dueños del dinero o de los que sojuzgan

-          Como discípulo –en el más amplio sentido del término- de Raúl

-          Como docente de esa casa e integrante del Depto. de Derecho Penal y Criminología, que él dirige, donde tuve el honor de ser durante 8 años Consejero elegido por mis colegas

-          Como su colega en la magistratura, habiendo compartido varios años con él la Cámara Nac. de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, donde incluso nos dio lecciones de humildad

-          Como lector ávido de sus obras, de las que recomiendo con fervor la última -“La Palabra de los Muertos”- ¡tan apropiada para entender esta situación!!

-          Como su amigo, por el privilegio de contar con su amistad durante casi 40 años

                Y sobre esas bases disfruté de una asamblea compuesta por los más variados estratos de nuestra gente, escuché de los centenares de adhesiones institucionales y personales llegadas de todo el mundo, punto que merece dos acotaciones:

a)      La enunciación de esos mensajes (casi siempre brevísima y que debió ser interrumpida por falta de tiempo) insumió ¡casi una hora!! Nunca presencié algo igual

b)      Raúl hizo referencia a las rastreras sugerencias de que las adhesiones del extranjero habían sido movilizadas por el Gobierno, a través de Carlos Zannini y con ironía dijo. “con el respeto que me merece, espero que no lo tome a mal, pero estoy seguro que las universidades, instituciones, académicos, etc. que se han pronunciado no tienen la menor idea de quién es el Dr. Zannini

                Escuchamos varios precisos y contundentes discursos –empezando por los del Rector Hallú y el de mi querida Decana, Dra. Mónica Pinto- que precisaron no sólo el apoyo de los más amplios sectores de la sociedad, como también las explicaciones de porqué se ataca sin base ninguna a quien tanto desde lo académico o habiendo integrado los tres poderes del Estado (incluso como constituyente nacional y de la CABA), ha dado muestras permanentes de integridad, coherencia y criterio absolutamente independiente.

            Vino finalmente su Lección Magistral, en la que no desdeñó su habitual uso de la ironía, demostró que tiene todos sus atributos muy bien puestos y, utilizando los hechos a modo de “caso práctico” arrasó con los intentos de la prensa amarilla, junto a una parte –predecible, por su prontuario- de la que algunos consideran “respetable” (no es mi caso), de ubicarlo en situaciones a las que es absolutamente ajeno. Lo demostró con su estilo inimitable, manteniendo su actitud respetuosa y contemporizadora sin mengua de una enérgica defensa de su honor, de las instituciones y sobre todo del sistema democrático, incluyendo la Libertad de Expresión (a la que dedicó varios de sus más encendidos párrafos). Al final, nos regaló la decisión de quedarse en la Corte (“preso”, metáfora del caso). Hace tiempo que había señalado que no pensaba quedarse mucho más en el cargo, pero las circunstancias nos permitirán disfrutar de su sabiduría al menos algunos años más. ¡Qué escupida al cielo la de los calumniadores!!

            Les adjunto una nota que da cuenta del acto y en parte de lo acaecido, ya que otros medios apenas lo han registrado o, en su caso, minimizarán su reseña. Y, en ese marco, Raúl aludió a la campaña de rumores sobre fisuras en la Corte fabricada por un correveidile “que se esconde tras la columnas del Palacio de Justicia y, encima ¡es profesor de esta Facultad!”. Me avergüenza como docente que ese cagatintas sea colega mío; son muchas sus hazañas en el rubro y hace años, cuando se debatía el ingreso de Carmen Argibay al Tribunal, trató de sumarme a los que la pretendían desacreditar; utilizó un tono despectivo con sonrisa pretendidamente cómplice (“¿A Ud. le parece que esta señora Argibay tiene nivel para ese cargo, no es demasiado…?”). Con seguridad debe recordar la respuesta que le di.

            Por último, la inmensa mayoría desconoce los detalles de la ajetreada vida de Raúl, que sólo alguien con su extraordinaria capacidad intelectual, sumada a una fortaleza física poco habitual, puede desarrollar a lo largo de tantos años. Doy mi testimonio, susceptible de complementos si cabe…:

- Es Juez de la Corte, lo que de por sí reclama una cantidad abrumadora de actividades. Sólo la discusión con sus colaboradores de la infinidad de asuntos lleva un tiempo importante, sin hablar de la firma de cientos -ver la página web respectiva acuerdo por acuerdo- de resoluciones semanales, en cuya redacción obviamente solo participa de modo parcial pero que no pueden soslayarse. Los acuerdos generales también menudean.

- Tiene compromisos académicos a un ritmo alucinante. No llevo la cuenta, pero su promedio no baja de dos conferencias semanales, sin hablar de la intervención en comités o consultas sobre los temas más diversos (conseguir su participación en una jornada académica es insólitamente fácil, casi nunca pone dificultades por sencillo que sea el ámbito o incluso justamente a causa de ello). Más allá de su facilidad y conocimientos, procura preparar sus charlas o clases con textos que elabora al efecto.

- En el mismo marco, debe viajar al interior o al extranjero con frecuencia (a su chofer suelo decirle que el cómputo de las horas de espera en los aeropuertos debería darle una jubilación especial), pero en esos casos también contesta sus correos electrónicos personalmente (he recibido sus respuestas desde Israel, Roma o México, por temas no urgentes que le consulté). Ni que hablar de la profusa correspondencia impresa que recibe de todo el mundo.

- Escribe, con ayuda de sus colaboradores, continuamente. Sus trabajos incluyen varias conferencias pendientes de edición (caso de las magistrales dictadas al recibir varios de sus numerosos doctorados “honoris causae” –“habeas corpus”, los denomina él-).

- Usa y disfruta su fabulosa biblioteca, a la que en su casa ha destinado un ámbito que es el sueño de cualquier amante de los libros.

- Practica regularmente su “deporte barato” (expresión que usó los otros días en conferencias de prensa); ha competido en carreras de aguas abiertas y a sus 71 años nada regularmente ¡varios kilómetros por semana en pileta!

                La lista podría seguir, pero luego de tal reseña cabe preguntarse si además de las detalladas razones con las que demostró que nada tiene que ver con la desnaturalización de contratos de alquiler celebrados correctamente y a valores normales de plaza –sin su intervención personal, porque incluso no conocía algunos de los inmuebles de su propiedad, todo lo cual ha probado documentadamente en la presentación de ayer al Presidente de la H. Cámara de Diputados “a sus efectos”-, alguien puede sostener con seriedad que Raúl pudiese sospechar de algún modo que algunos de sus inquilinos –a los que tampoco conoció- realizaban negocios irregulares….

            No incursionaré en las aristas políticas del caso. Fue respetuoso de la veda electoral y es lo que corresponde. Uno de estos días les daré mi opinión sobre el oportunismo abyecto de ciertos aspirantes a altos cargos.

            Cumplo con un deber moral y les sugiero preguntarse sobre los porqués de esa campaña mediática.

            Con aprecio.

            Mario Gustavo Costa