domingo, 28 de agosto de 2011

respeto a vos, a plantas, animales a la naturaleza Leonardo Boff Albert Schweitzer Eladio González Toto

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balsa Mambo-Tango y los dos médicos argentinos

 

 

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¡ Cuánta falta nos hace el respeto !      por   Leonardo  Boff

26 de Agosto de 2011

La cultura moderna, desde sus albores en el siglo XVI, está asentada sobre una brutal falta de respeto.

Primero hacia la naturaleza, tratada como un torturador trata a su víctima con el propósito de arrancarle

todos sus secretos (Bacon). Después, con las poblaciones originarias de América Latina.  En su Brevísima

Relación de la Destrucción de las Indias (1562) cuenta Bartolomé de las Casas, como testigo ocular, que

los españoles «en sólo 48 años ocuparon una extensión mayor que el ancho y largo de toda Europa y una

parte de Asia, robando y usurpando todo con crueldad, injusticia y tiranía, habiendo sido muertas y destruidas

veinte millones de almas de un país que habíamos visto lleno de gente y de gente tan humana» (Décima Réplica).

Luego esclavizó a millones de africanos, traídos para las Américas, negociados como «piezas» en el mercado y

consumidos como carbón en la producción.

Sería larga la letanía de la falta de respeto de nuestra cultura, culminando en los campos de exterminio nazi con

la aniquilación de millones de judíos, gitanos y otras personas consideradas inferiores.

Sabemos que una sociedad sólo se construye y da un salto hacia relaciones mínimamente humanas cuando

establece el respeto de unos hacia otros. El respeto, como bien lo mostró Winnicott, nace en el seno de la familia,

especialmente de la figura del padre, responsable del paso del mundo del yo hacia el mundo de los otros, que surgen

como el primer límite a ser respetado.   Uno de los criterios de una cultura es el grado de respeto y de autolimitación

que sus miembros se imponen y observan.   Surge entonces la justa medida, sinónimo de justicia.   Si se rompen los

límites, aparece el irrespeto y la imposición sobre los demás.  Respeto supone reconocer al otro como otro y su valor

intrínseco, bien sea persona o cualquier otro ser.

Entre las muchas crisis actuales, la falta generalizada de respeto es seguramente una de las más graves.   La falta

de respeto campea en todas las instancias de la vida individual, familiar, social e internacional.    Por esta razón, el

pensador búlgaro - francés Tzvetan Todorov en su reciente libro  El miedo a los bárbaros  (Galaxia Gutenberg 2008)

advierte que si no superamos el miedo y el resentimiento y no asumimos la responsabilidad colectiva y el respeto

universal, no tendremos cómo proteger nuestro frágil planeta y la vida en la Tierra ya amenazada.

El tema del respeto nos remite a  Albert Schweitzer (1875-1965), premio Nobel de la Paz en 1952.  Natural de Alsacia,

era uno de los más eminentes teólogos de su tiempo.  Su libro  Historia de las investigaciones sobre la vida de Jesús

es un clásico, por mostrar que no se puede escribir científicamente una biografía de Jesús.  Los evangelios contienen

historia pero no son libros históricos.  Son teologías que usan hechos históricos y narrativas con el objetivo de mostrar

lo que Jesús significa para la salvación del mundo.  Por eso, sabemos poco del Jesús de Nazaret real.  Schweitzer

comprendió que el Sermón de la Montaña es histórico y es importante vivirlo.  Abandonó la cátedra de teología, dejó de

dar conciertos de Bach (era uno de sus mejores intérpretes) y se matriculó en la facultad de medicina.  Terminada la

carrera, fue a Lambarene en Gabón, en África, para fundar un hospital y servir a enfermos del mal de Hansen.  Y allí

trabajó, dentro de las mayores limitaciones, todo el resto de su vida.

Confesaba explícitamente: «lo que necesitamos no es enviar allí misioneros que quieran convertir a los africanos, sino

personas dispuestas a hacer por los pobres lo que debe ser hecho, si es que el Sermón de la Montaña y las palabras de

Jesús tienen un sentido.   Lo que realmente importa es volverse un simple ser humano que, en el espíritu de Jesús, haga

alguna cosa, por pequeña que sea».

En medio de sus quehaceres de médico encontró tiempo para escribir.   Su principal libro es  Respeto ante la vida  que él

coloca como eje articulador de toda ética.  «El bien»,  dice él,   «consiste en respetar, conservar y elevar la vida hasta su

máximo valor;  el mal, en no respetar, destruir e impedir que la vida se desarrolle».  Y concluye:  «cuando el ser humano

aprenda a respetar hasta al menor ser de la creación, sea animal o vegetal, nadie necesitará enseñarle a amar a su

semejante;  la gran tragedia de la vida es que muere dentro de un hombre mientras vive».

Qué urgente es oír y vivir este mensaje en los días sombríos que la humanidad está atravesando.

Leonardo Boff

Agregado de quien difunde: la hermosa y sabia obra humanitaria realizada por el médico Albert Schweitzer impactó por

aquella época en dos jóvenes argentinos, uno cordobés y el otro rosarino quienes en varios hospitales de América investigaron y

lucharon contra el mismo mal de Hansen (Lepra) que preocupaba a Schweitzer.   Ambos anhelaban emular al Premio Nóbel de la Paz,

abriendo un Hospital Gratuito para Pobres en América.   No lo consiguieron y terminaron uno siendo fundador de la Academia de

Medicina en Santiago de Cuba y el otro Ministro de Industrias en ése país.  El Doctor Alberto Granado Jiménez, cordobés, falleció en

Marzo de 2011, en La Habana.  Su amigo el rosarino había sido asesinado en 1967 en Valle Grande Bolivia, se llamaba Ernesto Guevara

De la Serna y le decían "el CHE".    (investigó Eladio González, Toto)