jueves, 3 de noviembre de 2011

Tupac Amaru Historia americana NUESTRA Trawun Tatu Che Guevara Oruro Condorcanqui revis

De: Gino Straforini [mailto:mir_rrii@uolsinectis.com.ar]
Jueves, 03 de Noviembre de 2011
 

  

    PROPUESTA  TATU    P.T. - 3

                                               Ciencia más Conciencia

 

 

Hay miles y miles de hombres y mujeres de este continente imposibles de dejar de recordar y admirar, uno de ellos es Tupac Amaru, sin olvidar jamás a su compañera Micaela Bastidas, valiente mujer, quien junto a Tupac dieron inicio a la emancipación americana.

 

Cuanto debemos a toda esa historia, cuanto ejemplo y cuanto debemos asumir como camino de futuro.

 

Desde Propuesta Tatu, queremos recordar estos grandes hombres y mujeres de nuestra América Latina que, volverán y serán millones. 

 

 

Túpac Amaru Padre de la Emancipación americana. 
                                                  
  
4 de noviembre 
 
Ya en Cuzco con empeño
quieren sacudir, y es ley,
el yugo de ajeno rey
y reponer al que es dueño
¡Levantarse americanos!
Tomen armas en las manos
Y con osado furor
¡maten sin temor
a los ministros tiranos!   
(Afiche pegado en Oruro en abril de 1780 por los
criollos                                
Tupamaristas) (2)(pag425)
 
1.-
4 de noviembre de 1780: El inicio de la Rebelión

Túpac Amaru II encabezó la mayor rebelión que conoce
la historia de los países del Tercer Mundo, hasta muy
entrado el siglo XX, luego de la ocupación y expansión
europea, iniciada a lo largo del siglo XV, con la
llegada de Colón a América y de Vasco da Gama a África
y Oriente. Organizó y armó a 100.000 americanos
originarios contra el poder español, proclamando la
libertad y la independencia de América. Su rebelión
fue el golpe más fuerte sufrido por el imperio
español, desde la invasión a América en 1492. El jefe
del gabinete de Carlos IV, 'el favorito' -de la reina-
Don Manuel Godoy, exclamaría unos años más tarde,
'Nadie ignora cuánto se halló cerca de ser perdido,
por los años de 1781 y 1782, todo el virreynato del
Perú y una parte del de la Plata cuando alzó el
estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui,
más conocido por el nombre de Túpac Amaru' (1)(pag151)

 'El 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru da comienzo a
la sublevación.(...) Túpac Amaru y el corregidor  de
la provincia de Tinta, Antonio Arriaga, se reunieron
en la casa del cura de Yanaoca, doctor Carlos
Rodríguez, para "celebrar el día de nuestro augusto
soberano". Antes de terminar la comida, fingiendo
haber recibido un llamado urgente del Cuzco, Túpac
Amaru se retiró de la casa del eclesiástico, y oculto
en el camino que conducía a Tinta con un grupo de sus
partidarios, esperaba el paso de Arriaga de vuelta
para el pueblo.(...) "Retirábase (el corregidor
Arriaga) después de comer al  pueblo de Tinta, y en la
travesía que media le acometió Túpac Amaru con alguna
gente que le acompañaba. Echáronle un lazo al cuello y
lo trajeron de la mula a la tierra, hicieron a un
criado que con él venía y presos dos negros esclavos
que a alguna distancia  lo seguían, fueron todos
conducidos a un sitio separado y secreto, y allí
detenidos hasta la medianoche en que fueron
introducidos en el pueblo de Tungasuca, y encarcelado
el corregidor en una pieza o calabozo en la casa de
Túpac Amaru. Observóse tal secreto en Orden a su
situación que absolutamente se ignoraba donde se
hallaba el corregidor; a unos se decía que estaba
actuando ciertas diligencias de importancia que lo
negaban a otra atención." Túpac Amaru llevó al
corregidor a Tungasuca y allí estableció su cuartel
general, y no en Tinta capital de la provincia. Los
motivos saltan a la vista: la situación estratégica de
Tinta es mucho menos favorable que la de Tungasuca,
que se halla en la cordillera y es de difícil
acceso.(...) De acuerdo con el plan previamente fijado
y perfectamente ejecutado, obligó de inmediato al
corregidor a firmar una carta dirigida a su cajero, en
la que le ordenaba remitirle todos los fondos
disponibles y todas las  armas alcanzables.(...) La
fingida carta produjo su efecto. El jefe rebelde, que
necesitaba tan apremiosamente armas, sobre todo de
fuego, y dinero, gracias a su ardid obtuvo 22.000
pesos, algunas barras de oro, 75 mosquetes, bestias de
carga y mulas. Pero el corregidor no sólo se vio
obligado a firmar esa carta; también tuvo que poner su
firma bajo la misiva a su dependiente Manuel de San
Roque, natural de Santiago de Chile, que no le podía
presagiar nada bueno. En ésta le ordenaba "fuese a
Tungasuca llevando dos pares de grillos, su cama, y
llaves de las principales viviendas del Cabildo."  El
antes tan soberbio funcionario  español, bajo el
dictado de Túpac Amaru, el 8 de noviembre de 1780,
tuvo que extender órdenes a todos los pueblos de la
provincia para que sus habitantes en el término de 24
horas, se presentaran en Tungasuca.(...) "Don Miguel
de Mesa y don Félix Castelo, a quienes se da la
comisión en derecho necesaria, pasarán al pueblo de
Citarangani y notificarán  a todos los españoles que
restan, para que dentro del término de veinte y cuatro
horas se presenten en este pueblo. Asimismo a los
indios de ambos ayllus; sin que en esto haya reserva
de persona alguna, por convenir al servicio del Rey y
causa pública. Tungasuca, y noviembre ocho, de mil
setecientos ochenta. Antonio de Arriaga."
Naturalmente, la rigurosa orden del gobernador de la
provincia fue ejecutada con toda puntualidad. En
Tungasuca se hicieron, pues, presentes miles de
criollos, mestizos e indios, y aun algunos europeos.
Un genóves residente en Sicuani,(...) en su
declaración judicial nos ofrece algunos detalles
interesantes sobre los momentos iniciales de la gran
rebelión. Según dice, ya el día 8 comenzaron a afluir
a Tungasuca muchas personas. De inmediato fueron
puestas en pie de guerra, por Túpac Amaru, quien
montado en un caballo blanco y vestido  de terciopelo
negro, dirigía los ejercicios militares en la pampa
vecina a Tungasuca. Daba órdenes en los dos idiomas: a
los criollos y mestizos, en castellano; a los indios
en quechua.' (2)(pag442 a 444)
 
2.-
La primera Independencia

Entre el 4 de noviembre de 1780 y el 18 de mayo de
1781 -fecha del horrendo sacrificio de Túpac Amaru, su
esposa Micaela Bastidas Puyucawa y toda su familia-
América disfrutó el único período de libertad desde el
inicio de la invasión y  opresión española, hasta su
emancipación en 1824. En ese breve período, que en
verdad se extiende hasta 1784 en la continuidad de la
rebelión por los diferentes jefes Indios del Perú, del
Alto Perú y del Norte Argentino, quienes prosiguieron
la rebelión iniciada por Túpac, hasta ser totalmente
exterminados a sangre y fuego por los genocidas
españoles. Cien mil hombres en armas levantó Túpac
Amaru  a lo largo de más de 1500 kilómetros en una
insurrección india preparada a lo largo de varios
años, que contaba con jefes y lugartenientes tan
importantes como su esposa Micaela Bastidas Puyucawa,
Julián Túpac Katari -proclamado virrey del Alto Perú,
en concordancia con que Túpac Amaru era el Inca de
todo el Tuhwantysuwu restaurado-, su esposa Bartolina
Sisa, Diego Cristóbal Túpac Amaru -el más destacado de
los colaboradores del Inca-, Mariano Túpac Amaru,
Miguel Túpac Amaru, Andrés Túpac Amaru y Dámaso Katari
entre otros. Todos ellos -y sus completas familias,
incluido el desaparecido hijo de Túpac Catari de 8
años- asesinados de la misma atroz manera que el gran
Inca, por los 'civilizados' españoles. Cien mil indios
levantados en armas, con palos, piedras, recursos
hidráulicos, macanas y lanzas, pero con muy pocas
armas de fuego y sin conocimiento de su manejo. Cien
mil indios asesinó en represalia el terror español, en
otro de los genocidios con que los europeos trataron
históricamente a los americanos nativos. Pero fue en
noviembre de 1780, cuando una nueva generación india
recobró la dignidad mancillada por el opresor y
expresó su grito de libertad e independencia,
extendida al corazón de la América India. De hecho,
Condorcanqui retomaba el estandarte invicto de Juan
Santos Atahualpa, quien había combatido entre 1742 y
1761, sin ser nunca vencido por los españoles. Santos
Atahualpa llegó a crear un estado libre de la
dominación goda en la selva central del Perú extendido
hasta el Matto Grosso, en alianza con una diversidad
de etnias guaranyes. Aún hoy, los pueblos de la selva
esperan su regreso. Vinculada con su rebelión, se
había producido una insurrección india en Lima en
1750, con apoyo criollo, sofocada a sangre y fuego por
el poder español. Luego de la muerte de Juan Santos en
1761, sería Túpac Amaru quien continuaría la heroica
resistencia india iniciada el 13 de octubre de 1492.
El 4 de noviembre de 1780 el Inca dio inicio a la
rebelión -según dicen algunos historiadores, antes del
tiempo previsto, precipitada por la detección de la
rebelión criolla de Farfán de los Godos en Cuzco, que
lo obligó a actuar antes de tiempo para eludir la
represión. Según lo relatado, el día 4, el Inca detuvo
al odiado y perverso corregidor  Arriaga. El día 10
Arriaga fue ejecutado por Túpac Amaru en la plaza de
Tungasuca, ante un gentío exultante de indios y
mestizos que no podían dar crédito a lo que sus ojos
veían. En los días siguientes continuó Túpac, al mando
de sus hombres recorriendo la provincia y liberando
indios y mestizos esclavos de las encomiendas y
obrajes, repartiendo su bienes entre los pobres
americanos y ejecutando a todos los españoles europeos
presentes, las mujeres españolas eran obligadas a
vestirse con ropas de las mujeres americanas, para
escándalo de las ibéricas damas. La rebelión se
extendió como un reguero de pólvora sobre la
mancillada tierra americana. 'Causa admiración al ver
la prontitud con que obedecieron las voz de este
Rebelde en todo el Reino del Perú, pues se sabe
notoriamente que en toda la costa de Arica, Tacna y
Huantajaya hicieron los indios iguales muertes, robos
y atrocidades que en la Sierra, manteniéndose sin
sujeción alguna. Y hasta los bárbaros Mocovíes y
Pampas de la parte de Jujuy y Salta, tuvieron noticia
de esta rebelión, y salieron de sus términos
insultando e intentando asolar estas dos ciudades, en
donde tuvieron  la fortuna de haber llegado a ese
tiempo la Compañía de Granaderos del regimiento de
Saboya, que venía de Buenos Aires, con la cual
pudieron resistir sus terribles invasiones. También
los Chiriguanos de la frontera de Tomina, hicieron sus
salidas costosos con los deseos que tuvieron de
conocer al Titulado Rey Túpac Amaru.(...) Pocas veces
se habrá visto desolación tan terrible, ni fuego que
con más rapidez se comunicase a tantas distancias,
siendo digno, de notar, que en 300 leguas que se
cuenta de longitud, desde el Cuzco hasta la frontera
del Tucumán, en que se contienen 24 provincias, en
todas prendió casi a un mismo tiempo el fuego de la
rebelión.' (Relato de dos Relaciones españolas de la
época) (2)(pag430) El día 12, Condorcanqui ocupó el
obraje de Pomacancha, liberando a los indios allí
esclavizados, repartiendo entre ellos sus bienes,
dejando a cargo del mismo -ya no como obraje, sino
como propiedad comunal indígena, Ayllú- a su hermano
menor Juan Bautista Túpac Amaru. Juan Bautista -único
sobreviviente de la familia del Inca-, pasaría
cuarenta años en las prisiones españolas en África (en
Ceuta) y sería proclamado Rey Inca por el general
Belgrano en el Congreso de Tucumán, propuesta que el
Congreso aprobara el 31 de julio de 1816. Juan
Bautista moriría en Buenos Aires en 1827,
encontrándose enterrado en una tumba sin nombre en el
cementerio de la Recoleta.
 
3.-
Túpac Amaru proclama la Independencia americana

 Luego de liberar obrajes, indios esclavos y ejecutar
corregidores, Túpac Amaru hizo públicas reiteradas
proclamas, reclamando la libertad e Independencia de
los pueblos de América. Su proclama más difundida es,
sin dudas, uno de los documentos liminares de nuestra
Independencia, la misma casi repite los argumentos del
Manifiesto por la Independencia de América de Juan
Vélez de Córdova, proclamados en la Revolución
India-Criolla de Oruro del 8 de julio 1739. Por
supuesto Vélez de Córdova sufrió la misma suerte de
Túpac Amaru, a manos de los piadosos opresores
españoles.(2)
La diferencia entre el proyecto de Condorcanqui y el
que luego triunfaría en el siglo siguiente, radica en
que él proponía una nación India-mestiza-criolla con
hegemonía indígena y no una nación
hispano-blanca-criolla-británica, con exterminio y
genocidio permanente del indio, como luego seríamos.
'Yo Don José I por  la gracia de Dios, Inca, Rey del
Perú, Santa Fe (Bogotá), Quito, Chile, Buenos Aires, y
continentes de los mares del  sud, duque  de la
Superlativa, señor de los Césares y Amazonas con
dominio en el gran Paititi, Comisario distribuidor de
la piedad divina por erario sin par, etc. Por cuanto
es acordado en mi Consejo por junta prolija por
repetidas ocasiones, ya secreta, ya pública, que los
Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y
dominio de mis gentes, cerca de tres siglos,
pensionándome los vasallos  con insoportables gabelas,
tributos piezas, lanzas, aduanas, alcábalas, estancos,
catastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias,
corregidores, y demás ministros, todos iguales en la
tiranía, vendiendo la justicia, en almoneda con los
escribanos de esta fe a quien más puja y a quien más
da,  entrando en esto los empleos eclesiásticos y
seculares, sin temor de Dios, estropeando como a
bestias a los naturales del reino; quitando la vida a
todos los que no supieron robar, todo digno del más
severo reparo. Por eso y por los clamores que con
generalidad han llegado al cielo, en el nombre de Dios
Todopoderoso, ordenamos  y mandamos que ninguna de las
personas dichas, pague ni obedezca en cosa alguna a
los  ministros  europeos intrusos, y sólo se deberá
tener todo respeto al sacerdocio, pagándole el diezmo
y la primicia como, que se da a Dios inmediatamente, y
el tributo y el quinto a su Rey  y Señor natural, y
esto con la moderación con que se hará saber, con las
demás leyes de observar y guardar.  Y para el pronto
remedio de todo lo susoexpresado, mando se reitere y
se publique la jura hecha a mi Real Corona en todas
las ciudades, villas y lugares de mis dominios,
dándome parte con toda la verdad   de los vasallos
prontos y fieles para el premio igual, y de los que se
rebelaren, para la pena que les compite remitiéndonos
la jura hecha, con razón de cuanto nos conduzca, etc.'
(2)(pag420-421)
 
4.-
La batalla de Sangarará: día de redención
americana

Finalmente en el apogeo de la primera Independencia
americana, Túpac Amaru derrotó a las tropas españolas
en la batalla de Sangarará el 18 de noviembre de 1780.
Tal vez el máximo día de libertad e independencia
americana desde la llegada de los españoles hasta
entonces. El terror se apoderó de los ibéricos: 'La
tropa al mando del señor mariscal de campo, don José
del Valle, volvió al Cuzco muy disminuida por muertos
y desertores, y los que entraron en dicha ciudad
causaban compasión, viéndolos cubiertos de piojos,
muchos o los más descalzos y otros envueltos en
pellejos. Fueron a alojarse en los hospitales, porque
de los malos alimentos estaban padeciendo disentería;
no tuvieron un colchón, casa de medicina, ni médicos
para la curación de los enfermos, y las tiendas de
campaña estaban hechas pedazos, de podridas y
maltratadas. Dicen que no se puede leer sin lágrimas
los diarios de los señores Valle y Avilés, y conviene
en que aquellos infelices que dejaron el bello
temperamento de Lima, la quietud y regalo de sus casas
para servir al rey, como sus buenos vasallos, no han
sido pagados.' (Relato español del regreso de las
tropas imperiales vencidas en Sangarará)[citado por
(1)](pag153)

Los españoles del Cuzco estaban espantados; no sólo se
refugiaban en las Iglesias, sino que 'pedían a los
sacristanes les franqueasen las bóvedas para
sepultarse vivos.' (1)(pag 151)(cita original de De
Angelis Pedro, Colección de obras y documentos...) La
pavura realista, llegó hasta Buenos Aires, donde el
fiscal del Virreinato, doctor Pacheco, lanzó una
proclama contra la rebelión: 'Cree el fiscal poderse
declarar por rebelde al cacique Túpac Amaru, y en caso
no se entregue, o le entreguen sus partidarios a las
reconvenciones  o requerimientos que permitan las
situaciones de cada partido, autorizarse a todo
vasallo del Rey, tanto del partido rebelde como del
que pase a subyugarle, para que le aprendan o maten
para la más cabal inteligencia de aquel excelentísimo
señor Virrey, y que las tropas de una y otra parte
procedan con la mayor armonía. Buenos Aires y enero 15
de 1781.' (1)(pag151)

Y pues, el indio ha exhortado
A criollos, atrevido
A seguir el vil partido
que alevoso se ha fraguado
para que entienda el alzado
que a todas   luces se engaña
criollo es el que desengaña
y exhorta a la recia plebe
que sólo conocer debe
por Padre y Rey al de España. (Panfleto arequipeño
español) (2)(pag417)
Pero el terror de los españoles, no residía sólo en la
posibilidad de perder la vida a manos de los
esclavizados indios, sino en algo mucho peor para la
hidalga raza ibérica: tener que trabajar con sus
propias manos, la peor de las maldiciones para un
señorito, caballero o hijodalgo español, que tenía
prohibido ejercer oficios 'serviles': 

Nos hicieran (los victoriosos indios) trabajar
Del modo que ellos trabajan
Y cuanto ahora los rebajan, nos hicieran rebajar;
Ande pudiera esperar
Casa, hacienda ni esplendores
Ninguno alcanzara honores
Todos fueran plebeyos
Fuéramos los indios de ellos
Y ellos fueran los señores. (Copla colonial
española-fragmento) (2)(pag412)

Luego del triunfo de Sangarará, Túpac Amaru expidió un
mensaje a los pueblos del Perú, volviendo a convocar a
los criollos a la unidad con la causa india: 'Vivamos
como hermanos y congregados en un solo cuerpo.
Cuidemos de la protección y conservación de los
españoles; criollos, mestizos, zambos e indios por ser
todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de
un mismo origen.' (cit. por4)(pag149)
 
5.-
La derrota demasiado conocida

Como muy bien ha señalado Felipe Pigna, la historia
escolar y oficial se ha encargado -y solozado- en
enseñar la derrota, captura y posterior
descuartizamiento de Túpac Amaru, por los genocidas
españoles, pero ha ocultado deliberadamente el
carácter y la magnitud de su lucha y su movimiento.
Como si sólo se quisiera mostrar que es lo que puede
ocurrirle a quien osara rebelarse contra el poder.
También se ha soslayado la inocultable relación entre
la rebelión de Túpac Amaru y la Revolución y
Emancipación americanas que estallarían a menos de
treinta años de su movimiento. Aquello, que en
términos históricos constituye una inocultable
procesión generacional. Serían los hijos de los
derrotados con Túpac Amaru -como justamente ha
señalado Alcira Argumedo- quienes conformarían los
ejércitos emancipadores que incendiarían el continente
y destruirían al Imperio español, vengando al Inca.
Sólo que, en esta nueva etapa de la lucha liberadora
la hegemonía final sería burguesa (criolla) y no
india. Por el contrario, los indios, los mestizos, los
mulatos, los negros y los gauchos, serían los
derrotados por el recambio de clases dominantes. Ya no
serían esclavizados por los godos, sino por sus
descendientes directos las oligarquías
blancas-criollas asociadas a un nuevo amo imperial: el
británico. Sin embargo, es imposible eludir la
continuidad histórica de la gran rebelión de los Andes
iniciada por Túpac Amaru en 1780, con los sucesos
despuntados en  1809-1810. Es más, de alguna u otra
manera, la rebelión perduró en los pueblos indios del
Norte casi hasta empalmar con la etapa siguiente, ya
que territorios del actual Norte argentino y del sur
Boliviano mantendrían sublevaciones indias indómitas
casi hasta 1805.

Luego de su triunfo en Sangarará el Inca, no ocupó el
Cuzco, que se hallaba desguarnecido, en un error fatal
para su campaña. 'El mayor recelo que se tenía era de
que el traidor llegase a entrar y fortificarse en el
Cuzco, por el crecido número de indios que hay dentro
de sus muros, pues si lograra, costaría más el
desalojar que lo que costó la Conquista de todo el
reino; pero una vez que Dios por su misericordia le
negó el concurso para internarlo al principio de su
rebelión o después de la derrota de Sangarará (...),
en que sin resistencia lo hubiera verificado, pues sus
habitantes sobrecogidos de un temor pánico, sin armas,
sin municiones, sin tropa, no pensaban en defenderse,
sino en hacer fuga muchos de ambos sexos y estados,
temerosos del golpe que los amenazaba.' (Documento
español de la época)(2)(pag428) Es dable pensar que el
Inca -tal como Aníbal- no quería quedar encerrado en
una ciudad y prefirió el movimiento liberador de sus
tropas. Sin embargo el hecho de no tomar el Cuzco,
unido a la falta de apoyo de los criollos al
movimiento indio -los criollos del Perú y Alto Perú
eran parte de la clase social que explotaba a los
indios y no querían de ninguna manera una Revolución
India, tal como comprobarían luego Castelli, Belgrano,
Güemes, Juana Azurduy, Ascencio Padilla, San Martín,
Artigas, Andresito, O' Higgins, Sucre y Dorrego. Este
conjunto de factores lo llevarían a la derrota. A esto
se sumaba el envío de refuerzos de todas partes de la
América española -incluido un fuerte destacamento del
Plata enviado por el 'muy progresista' virrey Vértiz-,
la traición de los criollos que Túpac había incluido
como artilleros -los indios no sabían usar la
artillería, ni la mayoría de las armas de fuego-,  la
indudable superioridad militar de las armas de fuego
españolas y en particular la participación militar
directa de la Iglesia en la lucha contra el Inca. Al
punto, que en la batalla final, fue decisivo el papel
de las tropas armadas por la iglesia española en
América, en lucha contra el 'indio hereje'. La Iglesia
estuvo en la primera línea de la represión a la
sublevación tupamarista, considerando la rebelión del
pueblo americano casi como un asunto particular de
desafío a su labor evangelizadora-esclavizadora. Para
la Iglesia se trataba de la restauración de la
herejía. Como muy bien lo expresaría más tarde, Fray
Justo Santa María de Oro en el Congreso de Tucumán en
1816, cuando el General Manuel Belgrano propusiera la
Monarquía Inca. Como dijimos,  el candidato propuesto
era el único familiar sobreviviente del Inca, Don Juan
Bautista. En dicha ocasión, Santa María de Oro amenazó
con 'renunciar al Congreso si se elegía tal
Rey'.(3)(TomoII) Su oposición, no resultaba
precisamente por fe republicana. En 1818 apoyó sin
remilgos la posibilidad de coronar a un medio hermano
de Fernando VII. De ninguna manera podía aceptar  a un
'indio hereje' como Rey de los americanos.
Finalmente Túpac fue derrotado, por fuerzas
superiores. Traicionado a cambio de la promesa de
libertad por un lugarteniente mestizo llamado
Francisco de Santa Cruz, ayudado en su infamia por el
cura del pueblo de Langui -donde libró su última
batalla- Antonio Martínez.  Los españoles acudieron al
mismo sistema que usaron siempre para dominar a los
pueblos americanos: el engaño, la doblez, la traición
a los acuerdos establecidos y la violación de la
palabra empeñada. También buscaron debilitar la
rebelión, otorgando varios de los reclamos del Inca, y
desatando una represión de exterminio sobre todos los
pueblos que lo apoyaban. Mataron a todos los indios
que pudieron: cien mil en total entre 1871 y 1875.
 
6.-
La dignidad del Inca: 'Volveré y serémillones'

El 18 de mayo de 1871, Túpac Amaru fue ejecutado en el
suplicio en la plaza principal del Cuzco. Junto a él
fue asesinada toda su familia, incluida su esposa y
principal lugarteniente Micaela Bastidas Puyucawa.
También sus hijos, demás hermanos y familiares
directos, quienes fueron asesinados previamente al
gran Inca. Lo obligaron a observar como uno a uno, sus
seres queridos eran atrozmente asesinados por los
'civilizados' españoles. Pese al inmenso dolor de ver
morir a sus seres amados y a las torturas por él
recibidas y al terrible martirio que le esperaba, el
Inca no sólo no quebró su coraje y dignidad sino, que
volvió a  desafiar a  los criminales invasores
españoles. Antes que el verdugo le cortara la lengua,
Túpac Amaru expresó en Qeshwa y Castellano: 'Volveré y
seré millones'. Dicho y hecho. El dominio español en
América no duraría treinta años más. Al ser capturado,
el Inca tenía entre sus ropas una copia de la proclama
independista que reprodujimos más arriba.
Aparentemente la misma estaba destinada a ser
entregada a un aliado criollo que encabezaría una
Revolución criolla en Lima. Pese a las atroces
torturas aplicadas por el infame Areche, Túpac guardó
el secreto de su socio blanco y respondió con dignidad
y desprecio al torturador español. 'El visitador
Areche entró intespestivamente en su calabozo para
exigirle, a cambio de promesas, los nombres de los
cómplices de la rebelión. Túpac Amaru le contestó con
desprecio: "Nosotros dos somos los únicos
conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al
país con exacciones insoportables y yo por haber
querido libertar al pueblo de semejante tiranía. Aquí
estoy yo para que me castiguen solo, al fin de que
otros queden con vida y yo solo en el castigo."(...)
fue sometido a la más horribles torturas durante
varios días. En uno de los interrogatorios le
respondió así al sádico juez Mata Linares: "siendo
descendiente de los Incas, como tal viendo que sus
paisanos estaban acongojados, maltratados,
perseguidos, él se creyó en la obligación de
defenderlos, para ver si los sacaba de la opresión en
que estaban.'(1)(pag156) 

La sentencia del visitador real Areche es muy
elocuente sobre le carácter de la dominación española
en América, mostrando a su vez el origen de las
políticas del Terrorismo de Estado aplicadas sobre
nuestros pueblos hasta hoy. 'Debo condenar, y condeno
a José Gabriel Túpac-Amaru, a que sea sacado a la
plaza principal y  pública de esta ciudad, arrastrado
hasta el lugar del suplicio, donde presencia la
ejecución de las sentencias que se dieran a su mujer,
Micaela Bastidas, sus hijos Hipólito y Fernando Túpac
Amaru, a su tío Francisco Túpac Amaru,  su cuñado
Antonio Bastidas, y algunos de los principales
capitanes o auxiliares de su inicua y perversa
intención o proyecto, los cuales han de morir en el
propio día; y concluidas estas sentencias, se le
cortará  por el verdugo la lengua y después amarrado o
atado por cada uno de sus brazos y pies con cuerdas
fuertes, y de modo que cada uno de éstas se pueda atar
 o prender con facilidad a otras que pendan de las
cinchas de cuatro caballos; para que puesto de este
modo, o de suerte que cada uno de éstos tire de su
fado, mirando a otras cuatro esquinas, o puntas de la
plaza, marchen, partan o arranquen de una vez los
caballos de modo que quede dividido el cuerpo en otras
tantas partes, llevándose éste, luego que sea hora al
cerro o altura llamado Picchu, adonde tuvo el
impedimento de venir a intimidar sitiar y pedir  que
se le rindiese esta ciudad, para que allí se queme en
una hoguera que estará preparada, echando sus cenizas
al aire, y en cuyo lugar se pondrá una lápida de
piedra que exprese sus principales delitos y muerte,
para sola memoria y escarmiento de su execrable
acción. Su cabeza se remitirá, al pueblo de Tinta,
para que estando tres días en la horca, se ponga
después en un palo a la entrada más pública de él; uno
de los brazos al de Tungasuca, donde fue cacique, para
lo mismo y el otro para que se ponga y ejecute lo
propio en la capital de la provincia de Carabaya;
enviándose  igualmente y para que se observe la
referida demostración, una pierna al pueblo de
Livitaca en la de Chumbivilcas y la restante al de
Santa Rosa, en la de Lampa.(...) Que las casas de éste
sean arrasadas, o batidas y saladas a la vista de
todos los vecinos del pueblo o pueblos donde los
tuviera o existan. Que se confisquen todos sus bienes,
a cuyo fin se da la correspondiente comisión a los
jueces provinciales. Que todos los individuos   de su
familia, que hasta ahora no hayan venido, ni vinieran
a poder de nuestras armas y la justicia que suspira
por ellos para castigarlos con iguales rigurosas y
afrentosas penas, queden infames e inhábiles para
adquirir, poseer u obtener de cualquier modo herencia
alguna o sucesión, si en algún tiempo quisiesen, o
hubiese quienes pretendan derecho a ella. Que se
recojan los autos seguidos sobre su descendencia en la
expresada real Audiencia, quemándose públicamente por
el verdugo en la plaza pública de Lima, para que no
quede memoria de tales documentos; y de los que sólo
hubiese en ellos testimonio, se reconocerá y
averiguará adonde paran los originales, dentro del
término que se asigne para la propia ejecución.'
(2)(pag476) Pero el terror no terminó allí:  como
respuesta a la rebelión, el rey de España proclamó la
Ley del Terror en América, a través del llamado
Catecismo Regio. La Iglesia sería su principal
difusora. 'La cárcel el destierro, el presidio, los
azotes o la confiscación, el fuego, el cadalso, el
cuchillo y la muerte son penas justamente establecidas
contra el vasallo inobediente, díscolo, tumultuario,
sedicioso, infiel y traidor a su Soberano. El vasallo
deberá denunciar toda conjuración que llegue a su
conocimiento; aun cuando los conjurados fueran amigos,
parientes, hermanos o padres, hay obligación de
delatarlos.' (El mismo fue reproducido y difundido en
nuestro territorio por el arzobispo de Córdoba, José
de San Alberto).(3)(Tomo I)(pagIV) Como puede verse,
el Terrorismo de Estado y la colaboración de la
jerarquía católica con él, tiene raíces profundas en
nuestra historia.
 
7.-
Túpac Amaru y la Emancipación Americana

Sólo una visión racista fundante de la historiografía
y sociología argentinas y latinoamericanas, basada en
el racismo estructural de nuestras sociedades,
sustentadas en la supremacía racial
blanca-criolla-europea, impuesta por la invasión
europea y la derrota de las naciones indias -racismo
expresado sin ambages en las genocidas consignas tales
como 'civilización o barbarie' u 'orden y progreso'-
sólo desde esa visión se puede intentar ocultar lo
evidente. La Revolución Norteamericana estalló en
1774, la Revolución Francesa en 1789, en medio de
ambas la historiografía liberal o la
católico-nacionalista, no ubican absolutamente nada
hasta llegar a la Revolución de Mayo de 1810, hecho en
la que coinciden con distintas miradas ambas
corrientes europeístas argentinas. Una tributaria de
la dominación británica y de la hispana-católica la
otra. Este déficit se extiende a la mayoría de la
historiografía occidental, con honrosas excepciones
como las de Boleslao Lewin,  Eduardo Astesano, Rodolfo
Kusch, José Carlos Mariátegui, Alcira Argumedo,
Ernesto Giúdici, Gabriela Mistral, César vallejo,
Pablo Neruda, Osvaldo Bayer, Felipe Pigna y Enrique
Dussel entre otros. Autores que han aportado una
mirada diferente, abarcatoria de la real dimensión de
la rebelión Tupamara y del Incario fundante. El resto,
ignora que en el período comprendido entre la
Revolución Norteamericana y nueve años antes de la
Francesa, estalló una Revolución que conmovió el
corazón estratégico del imperio español en América, y
que a punto estuvo de liberar los inmensos territorios
del Incario. Es imposible negar su conexión con el
estallido de la revolución en el Norte de América.
Siendo además que, entre 1774 y 1789 se sucedieron en
la América española decenas de rebeliones indias y
criollas, siendo la Tupamara la principal y más
profunda. Ambas visiones dominantes Ignoran -u
ocultan- que los planteos de Túpac Amaru, proclamando
la abolición de la esclavitud, la encomienda y la
servidumbre indias, y de toda dominación sobre otras
personas, así como de todo poder colonial sobre los
pueblos americanos, eran mucho más avanzados que los
principios de supremacía blanca de las revoluciones
Norteamericana y Francesa. Movimientos que no
abolieron ni la esclavitud, ni el poder colonial sobre
sus territorios sometidos, a excepción de los planteos
revolucionarios de Maximilien Robespierre. Es de tal
magnitud el racismo de ambas corrientes
historiográficas, que incluso al hablar de la
Revolución de Mayo, dan por iniciado el proceso el 25
de mayo de 1810 en Buenos Aires. Sin embargo, el
proceso emancipatorio realmente comienza como proceso
histórico, el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca y en
junio del mismo año en La Paz. Ambas ciudades de clara
connotación india y Tupamara, situadas en el corazón
estratégico del Imperio español en América. Claro que,
iniciar la emancipación americana con los sucesos del
Alto Perú, sería reconocer la herencia tupamara y el
carácter mayoritariamente indio de la América del
siglo XIX -y aun de la actual. Baste señalar que
Buenos Aires contaba en 1810 con 42.000 habitantes,
sin embargo en el Perú y el Alto Perú residían casi
2.500.000 de personas, el 85% de ellos indios y
mestizos. Es imposible, como hacen Mitre, Vicente
Fidel López y Sarmiento, o el Pepe Rosa, Ibarguren y
Palacio, por ejemplo, centrar la emancipación
americana en Buenos Aires. El puerto carecía de
importancia real en el contexto americano, más allá de
su importancia estratégica. Peor aun, centrar el
movimiento o la mirada en Buenos Aires, llevaría a la
destrucción de la unidad continental, tal como
ocurrió. Ni Moreno, ni Belgrano, ni Castelli, ni San
Martín, ni Artigas, ni Güemes pensaron así. Tampoco
Monteagudo, Murillo, O'Higgins, Miranda, Nariño, o
Bolívar Nadie que se propusiera una Revolución
continental -nadie pensaba en los paisitos actuales
por entonces-, ignoraría ese hecho fundamental: el
corazón de la América española no era Buenos Aires,
sino el Alto Perú y el Perú. De allí la importancia de
la revolución encabezada por Túpac Amaru y sus ecos en
la generación que lo sucedió.
 
8.-
Los continuadores y vengadores de Túpac Amaru

Al amigo Ño Fernando
Vaya que lo llama un buey
Porque los tupamaros
No queremos tener Rey  (Copla anónima argentina
durante la guerra de la independencia)
Tampoco lo ignoraron quienes se consideraron los
continuadores de la rebelión Tupamara. Así Juan José
Castelli -'el más peligroso tupamaro de la América del
Sud', según la policía secreta española en 1803-
tendría el honor de conducir los ejércitos de la
Revolución a vengar al Inca y redimir a los pueblos
indios hacia el  Alto Perú. Su accionar sería exitoso
y altamente revolucionario en lo social, lo político,
lo cultural y en la propia marcha de la Revolución.
Sólo podría ser derrotado por la traición. Traición
que incluyó el pacto con el general enemigo Goyeneche,
llevado adelante por la alianza del saavedrismo con
las burguesías del interior en la batalla de Huaqui.
Los criollos y españoles del Norte -y los comerciantes
de Buenos Aires- estaban aterrados de perder su
dominio sobre las encomiendas, obrajes, haciendas y
mitas con mano de obra esclava o servidumbre india,
que llevaba adelante Castelli cumpliendo el Plan y las
órdenes secretas de Moreno. (Saavedra era originario
de Potosí, minero y terrateniente. El Deán Funes
miembro de la iglesia cordobesa y su mirada sobre los
indios era la del racismo hispano-católico). Ese sería
también el pensamiento de Moreno, de su obra y de su
estrategia expresada sin ambages en el Plan de
Operaciones. Tanto Moreno  y Castelli, como Bernardo
de Monteagudo -su heredero más directo, uno de los
jefes de la Revolución chuquisaqueña, refundador luego
de la derrota morenista con San Martín de la Logia
Lautaro- eran hombres del Alto Perú, habían estudiado
en Chuquisaca. Castelli y Moreno habían  trabajado
como abogados -en distintos períodos- en el estudio de
Agustín Gascón, defendiendo 'indios pobres y
abusados'. Eran amigos de Ascencio Padilla y su mujer,
Doña Juana Azurduy. La tesis doctoral de Moreno
-escrita luego de visitar los horrores de la bocamina
de Potosí- se refiere exactamente a la 'Disertación
jurídica sobre el servicio personal de los indios en
general y sobre el particular de Yanaconas y
Mitarios'. Sus instrucciones a Castelli y Belgrano son
claramente indigenistas -indianas en el lenguaje de
los Patriotas. Tanto Belgrano, pero en particular
Castelli durante su gobierno del Alto Perú, librarían
una verdadera redención india y una venganza concreta
de la derrota de Túpac Amaru. Castelli escarmentaría a
los feroces explotadores españoles, simbolizados en el
fusilamiento de Francisco De Paula Sanz, Nieto y
Córdova, y en la deportación masiva de los españoles
del Alto Perú hacia Buenos Aires (dejada sin efecto
por la Junta, ya derrotado Moreno). En estos hechos
revolucionarios y redentores, radica la razón de la
traición saavedrista. Son también, la causa del
posterior arresto de Castelli, su enjuiciamiento y su
ocultamiento por la historia oficial de ambos lados.
En su fervor indiano, se explica  que Juan José
Castelli sea uno de los excecrados de nuestra
historia, y que la oligarquía del Norte -la más
esclavista, reaccionaria y racista de nuestro país-
siga acusándolo de 'hereje, impío, lujurioso y
autoritario'. No le perdonan su intento por vengar la
memoria y retomar el programa de Túpac Amaru.
Igual sentido indiano, tuvo el accionar de Manuel
Belgrano en sus campañas al Paraguay, a la Banda
Oriental y luego al Norte y al Alto Perú, donde
apoyaría incondicionalmente a los ejércitos indios de
los 105 caudillos altoperuanos, encabezados entre
otros por -su secretario en la campaña del Paraguay-
el héroe Ignacio Warnes, Manuel Ascencio Padilla,
Juana Azurduy y Martín Miguel de Güemes, coordinados
por Antonio Álvarez de Arenales. -uno de los
sobrevivientes de la Revolución de La Paz de 1809 El
mismo sentido tendría Belgrano cuando propusiera en el
Congreso de Tucumán -en acuerdo con San Martín y
Güemes- la monarquía Inca -la vieja propuesta de
Miranda-, coronando al hermano menor de Túpac Amaru,
don Juan Bautista. El proyecto, aprobado el 31 de
julio de 1816, también incluía que la capital de las
Provincias Unidas en Sud América -con ese nombre
proclamó la independencia el Congreso el 9 de julio de
1816- tuviera su lugar en el Cuzco y no en Buenos
Aires. En el mismo ocultamiento racista también
silencia, la mirada indiana de la Revolución de Mayo.
La misma es distorsionada ya fuera detrás de supuestos
objetivos librecambistas o de unidad de los españoles
americanos y criollos en una única Revolución
Hispanoamericana, sin indios, o mejor dicho con los
indios siguiendo como esclavos, según la visión que
algunos atribuyen a Saavedra y al Déan Funes. No era
por cierto, ese el pensamiento del núcleo
revolucionario central: Moreno, Castelli, Belgrano,
Murillo y Monteagudo. Ellos planteaban una revolución
americana continental, agraria, nacionalista, con las
masas indias en el centro de la escena y en completa
libertad y restitución de sus derechos. Ellos, y luego
San Martín, Artigas, O' Higgins, Sucre, Güemes y
Dorrego intentarían juntar ambas revoluciones: la
india, de emancipación social y redención; y la
criolla de liberación nacional e Independencia. Es
decir una revolución popular-quasisocialista y otra
burguesa. En términos actuales: 'piquete y cacerola'.
Tal como efectuara Belgrano en la Banda Oriental, allí
designó dos jefes: Artigas por los indios, mestizos,
negros y mulatos (la chusma, la plebe) y Rondeau por
la 'gente decente'. Quedaba claro en ese esquema
belgraniano, que el jefe real del pueblo Oriental era
Artigas (como lo señaló Moreno en el Plan de
Operaciones), pero Don Manuel guardaba el lugar a la
gente decente para tenerla adentro. Pero la
contrarrevolución saavedrista-rivadaviana eliminó a
Artigas y dejó a Rondeau. La 'revolución' sería sólo
para la 'gente decente', como aclararía después
Vicente Fidel López. Desde esta perspectiva de
Revolución Social que proclamaran Túpac Amaru primero,
y los Revolucionarios de Mayo a posteriori, es
comprensible, que no existiera en la historia mundial
ningún documento similar al Plan Revolucionario de
Moreno -aun cuando Gaspar Rodríguez de Francia,
O'Higgins y San Martín gobernarían con políticas muy
parecidas a las propuestas por el Plan-, hasta el
estallido de la Revolución Rusa y los escritos de
Lenin y Trotzky posteriores a 1920-22, cuando ambos
desarrollaran sus trabajos sobre el desarrollo del
capitalismo nacional en los países carecientes de
burguesía industrial nacional.
 
9.-
Reparación histórica de Túpac Amaru

Ya que los indios y mestizos constituían la mayoría
absoluta de la población de los Virreinatos del Plata
y del Perú, ellos constituían el sujeto social central
de la Revolución. Debían ser liberados, y debía
devolvérseles su soberanía y libertad. Tal fue la
proclama clara y nítida del fundador de la Revolución
Americana, el Inca Túpac Amaru II en 1780. Él propuso
especialmente la unidad a los criollos. Pero éstos no
aceptaron. No querían perder la mano de obra esclava y
la servidumbre india. Y ése sería el conflicto central
que se desarrollaría en la larga guerra civil que
estallaría apenas producido el inicio de la
Emancipación. Sería el choque entre las dos
Revoluciones (para  la chusma o para la gente decente)
que habían madurado en América: la de Independencia y
la que además propiciaba el cambio de régimen social.
Como señalara Boleslao Lewin(2), una revolución india
y una revolución criolla, que maduran a veces en
contacto pero en general enfrentadas a todo lo largo
del siglo XVIII. Pero en particular, luego de la
Independencia de las colonias inglesas del Norte de
América, que como no podía ser de otra forma, impactó
fatalmente al sur del Río Mississipi -por entonces el
límite entre la América española y la anglosajona. La
Revolución norteamericana estalló en 1774, la francesa
recién en 1789. Pero la de Túpac Amaru II y la de
Farfán de los Godos -es decir una india y otra
criolla- ocurren en 1780; es decir apenas producido el
estallido de libertad en América del Norte. Dos
revoluciones en 1780. Una radical, india y otra
burguesa. Una obligatoriamente destinada a borrar de
raíz todas las formas de explotación, incluidas la
Mita, la Encomienda, la Servidumbre, los Obrajes, los
Repartos y la esclavitud tal cual entendió y proclamó
Túpac Amaru II, eliminando también por lo tanto el
dominio colonial. Así lo entendieron y plantearon
Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Artigas, San
Martín, O' Higgins, Güemes, Sucre y Dorrego, sus
continuadores. La revolución criolla por su parte,
sólo se proponía romper los lazos coloniales con
España, y a lo sumo ser independientes o neocolonia
asociada de Inglaterra, como expresarían el Déan
Funes, Saavedra, Rivadavia, los directoriales, los
unitarios, los liberales y algunos federales. Está
demás decir que esta última es la línea que triunfó,
acción británica de por medio.
La historia americana y universal, está en deuda con
el Inca Túpac Amaru, de la misma manera que está en
deuda con las naciones indias sojuzgadas y asesinadas
por la invasión española. Es necesario ubicar en su
justo lugar al Inca, junto a los revolucionarios que
en 1774 levantaron el estandarte de la libertad -para
los blancos poseedores- en las colonias inglesas del
Norte de América y los que nueve años más tarde que
él, recién en 1789, proclamaron los Derechos del
Hombre -blanco y poseedor- y del Ciudadano Francés -es
decir no para las colonias de Francia, ni sus esclavos
y pobladores originarios- en París en 1789. En medio
de ambos hechos, sin duda cataclísmicos para
Occidente, emerge la inmensa figura del Padre de
nuestra Emancipación, quien se animó a enfrentar al
más sanguinario y atroz poder del mundo de entonces:
el Imperio español, absolutista, esclavista saqueador,
e inquisitorial. No sólo se atrevió, organizando el
mayor ejército popular que poblara las tierras de la
América española hasta hoy -baste recordar que San
martín invadió el Perú con 4990 hombres-, sino que
proclamó además por primera vez, en las revoluciones
de finales del siglo XVIII, la igualdad y la libertad
real y efectiva para todos los hombres que poblaban la
América española, suprimiendo toda forma de esclavitud
y servidumbre. Cuestión que, ni Washington, ni Paine,
ni Jefferson, ni Laffayette, ni Danton, ni Napoleón se
atrevieron a plantear. Túpac Amaru debe ser ubicado en
su justo sitial, como impulsor primigenio de los
Derechos del Hombre, la igualdad, la libertad y la
Independencia de América. Con mucha mayor razón, en
esta nueva etapa americana donde los Andes han vuelto
a sacudir sus cimientos y de la mano de Hugo Chávez,
de Evo Morales, del Subcomandante Marcos, de los manes
del gran padre Pachacutik, comienzan a completar la
obra de inconclusa de José Gabriel Condorcanqui, el
gran Túpac Amaru II.
 
El general Inca viva,
jurémosle  por Rey
porque es muy justo y de ley
que lo  que es suyo reciba.  
Todo Indiano se aperciba
A defender su derecho
Porque Carlos con despecho
los aniquila y despluma,
y viene a ser todo en suma
robo al revés y al derecho.
Tanto daño penetrado
Vengarse a gusto cumplido
Pues españoles han sido
Autores del mal causado
Morirán con el Soldado
Alcaldes, Corregidores
Ricos, Pobre y oidores.
O no he de ser Túpac Amaro. (Proclama pegada en
Chuquisaca el 22 de marzo de 1782)(2)
 
Citas
1.-  Pigna Felipe, Los Mitos de la Historia argentina.
Tomo I. Norma. 2004.
2.- Lewin Boleslao, La rebelión de Túpac Amaru y los
Orígenes de la Independencia Hispanoamericana. SELA.
Buenos Aires. 2004.
3.- A. J. P. Amuchástegui, Crónica Histórica
Argentina. Tomo II. Codex. 1968