domingo, 19 de febrero de 2012

"MALDITOS OLVIDADOS" por la historia oficial Violeta rescató a Manuel Rodriguez en Chile chi1

De: claudio fernandez [mailto:claudiofernan@hotmail.com]
Viernes, 17 de Febrero de 2012
Asunto: LOS "MALDITOS OLVIDADOS" POR LA HISTORIA OFICIAL


 
24 de febrero 1785
 

 

MANUEL RODRIGUEZ

(1785 - 1818)

 

Los sectores llamados “cultos”, expertos en literatura europea, cine norteamericano y vanguardias plásticas europeas, oyeron hablar por primera vez de Manuel Rodríguez cuando llegaron al país las canciones de Violeta Parra:

 

Quisiera tener un hijo

para llamarlo Manuel.

 

O poco más tarde, cuando llegó esta otra:

 

Glorioso Manuel Rodríguez

Fuiste caudillo del pueblo

Fuiste el gran guerrillero

Si en el cielo pasan lista

debes de ser el primero.

 

… para el pueblo chileno nunca hubo duda de que se trata del “más gallo” de su historia.

Nacido en Santiago de Chile, cursa los tres niveles de enseñanza, al tiempo que se sumerge en el mar de la revolución (…) pasa a Mendoza para cumplir servicios con el General San Martín.

(…) reingresa a Chile donde desarrolla tareas agitativas, al tiempo que envía análisis políticos y sociales sumamente lúcidos sobre la sociedad trasandina: “El primer rango, la aristocracia, es muy despreciable… La plebe es de obra y está por la libertad… La gente media es el peor de los enemigos que debemos combatir: torpe, vil, sin sistema, sin valor, sin educación… y llena de la pillería más negra, de todo quiere hacer comercio, de todo quiere encontrar un logro inmediato… Los artesanos son la gente de mejor razón y de más esperanzas…”

Aunque la historia escolar de la Argentina pareciera indicar que nada ocurría en Chile hasta que San Martín cruza los Andes, la historia verdadera es otra y en ella tiene mucho que ver Manuel Rodríguez quien insurrecciona decenas de poblaciones entre El Maipo y el Maule. El odio del Capitán General de Chile, Marcó del Pont, así lo prueba: “Manuel Rodríguez, joven corrompido, secretario y confidente de José M. Carrera, fue mandado por otros de sus iguales (San Martín) para preparar el ánimo de los residentes. No perdió tiempo en el ejercicio de su misión, formó un complot con varios vecinos de los partidos del sur,…Aquí formó combinaciones con sus adictos, extendiendo, de acuerdo con ellos, una clave por cuyo medio podrían todos entenderse sin ser descubiertos”.

(…)

Sin embargo, las disensiones entre las fuerzas revolucionarias son marcadas y Rodríguez no concilia con O’Higgins, a quien juzga conservador y tampoco con Carrera, con quien había colaborado años atrás. (…) Después de Chacabuco, el Gran Capitán lo nombra auditor del Ejército, aunque, en determinado momento, intenta convencerlo de que asuma una misión diplomática en el exterior, para morigerar las luchas internas.

Pero cuando se produce el desastre de Cancha Rayada, Rodríguez emerge nuevamente como una figura fundamental: es él quien reordena las fuerzas, levanta al abatimiento de la tropa, infunde nuevos bríos para continuar la lucha. Vicuña Mackenna sostiene con razón: “Manuel Rodríguez fue en Santiago, antes de Maipo, lo mismo que había sido en Chile, antes de Chacabuco: un inmortal precursor…”

(…)

Poco después el guerrillero interviene en una asamblea pública, agitando a las masas con críticas a O’Higgins, agravando la disidencia. O’Higgins le ordena disolver sus “Húsares de la muerte”, orden que Rodríguez dice acatar, pero que en los hechos no se produce de manera clara y definitiva. A su vez, en algunos integrantes de la Logia Lautaro crece la animadversión a Rodríguez por considerarlo demasiado avanzado, anarquista o díscolo.

(…) es detenido y la Logia decide – sin la presencia de San Martín, quien se encuentra en Buenos Aires – su ajusticiamiento. El general Rudecindo Alvarado toma el caso a su cargo y designa al teniente Antonio Navarro para la difícil misión. Conducido prisionero hacia Quillota, en el trayecto se simula un intento de fuga por parte del guerrillero y el teniente Navarro lo asesina, en Tiltil, el 26 de mayo de 1818. Tiempo después, Navarro declara que el responsable es O’Higgins.

La muerte de Rodríguez le provoca honda pena a San Martín: “Hubiese perdido mi brazo derecho antes de que hubiese sucedido esto” y agrega. “Quería mucho a Rodríguez, me hizo importantes servicios desde Mendoza, era inteligente y activo. Cuando supe su muerte, en Buenos Aires, me impresionó vivamente porque la sentí y porque calculé que me culparían por ella”.

El historiador chileno Vicuña Mackenna sostiene: “Manuel Rodríguez era la encarnación del pueblo chileno, era el guerrillero de los campos, era el tribuno de las plazas públicas, era “el roto” de “los rotos”, “el huaso” de “los huasos”, el símbolo de Chile criollo y democrático. Nadie como él… nadie más brioso, más elocuente. Era el símbolo criollo de la revolución. Si no la autoridad, era el pueblo; si no la Revolución, era Chile en la encarnación genuina de la Patria, con todas sus grandes pasiones, sus desvíos juveniles, su cólera majestuosa, su pujante e invencible voluntad. Si San Martín fue el libertador de Chile, Rodríguez fue su redentor. Si O’Higgins era el director Supremo, Rodríguez había sido el dictador popular de esa nación”.

Sin embargo en la Argentina, sólo Violeta Parra consiguió el milagro de levantar levemente la densa cortina de silenciamiento que pesa sobre el guerrillero. ...               VER MAS..