jueves, 1 de marzo de 2012

Derechos Humanos Chile Aysen Mapuches Gabriela Mistral ADDHEE Revolucion Francesa

 

 

 

  

Los Derechos Humanos en el Ordenamiento Jurídico Chileno 

 

Los Derechos Humanos, es una problemática filosófica, religiosa, política y social, que ha sido una preocupación desde tiempos remotos en el devenir histórico de la Humanidad. Su reconocimiento jurídico constituye un fenómeno reciente, debido al gran proceso de formulación normativa que ha atravesado por diferentes etapas. Sin lugar a dudas, la más trascendental fue la declaración francesa de los Derechos del hombre/ del ciudadano de la Revolución Francesa (1789).

 

El concepto Derechos Humanos fue originalmente un concepto político, que se traducía en el respeto, por parte del Estado, de libertades y autonomía de la persona, es decir, el Estado estaba obligado a no intervenir en asuntos “de los derechos civiles”, o sea, de los derechos que se enmarcan en la protección de la vida, de la dignidad, libertad, seguridad jurídica, e integridad física y moral de la persona.

 

En la etapa siguiente, la persona –mujer u hombre -, no está opuesta ya al Estado, sino que participa en la estructura política de la sociedad a que pertenece, ejerciendo sus derechos políticos dentro del Estado. Finalmente, la aparición de la noción de derechos económicos, sociales y culturales, forman una categoría distinta a un fenómeno más reciente. 

 

El goce efectivo de estos derechos debe ser asegurado por el Estado de Derecho o por su intermediación. De lo contrario dejará de ser tal.

 

El rol del Estado de Derecho, en materias de Derechos Humanos, ha evolucionado considerablemente, y hay que percatarse que la ampliación de su función, no sólo se refiere a los derechos económicos, sociales y culturales, sino al conjunto de los Derechos Humanos en la medida en que los poderes públicos tienen también el deber de asegurar los derechos civiles y políticos contra todo ataque o conculcación, por parte de aquellos sectores sociales que disponen de un mayor poder económico, científico o tecnológico.

 

Los Derechos Humanos se plasman, porque la persona quiere y desea vivir, no sólo una existencia biológica, sino vivir dignamente con sus derechos reconocidos frente al Estado de Derecho.

 

La mayoría de las constituciones de los países reconocen los Derechos Humanos bajo la forma de una declaración de derechos y libertades fundamentales de la persona, teóricamente…

 

Como colofón, considero que el surgimiento de la institución del los Derechos Humanos responde a la demanda de la sociedad y de las organizaciones civiles , especialmente de las ONGs, por establecer equilibrio y un sólido contrapeso a la arbitrariedad, la corrupción y la impunidad, resumiendo, porque es de imperiosa necesidad erradicar los excesos del ejercicio del poder público en contra de los gobernados, porque sabemos que la Dignidad de la persona radica en su destino, y nadie puede legítimamente impedir a otra a realización de su fin. La persona sólo puede realizar su destino dentro de la comunidad social, y esta comunidad no tiene otro fin que servirla. El fin de la comunidad es la realización de una obra común. A ella, son ajenas las exclusiones y marginaciones, lacras sociales del capitalismo salvaje globalizado.

 

Los Derechos Humanos son límites exteriores de existencia, son las bases de la actuación humana y al saber que aquellas no serán violadas, la persona se moviliza con libertad para mejorarlo y lograr su destino.

 

No me queda duda, que actualmente el tema requiere de una mayor atención de parte de la autoridad competente del Estado de Derecho para garantizar a cada uno de sus miembros, las prerrogativas a que tienen derecho como entes humanos y que se ven amenazadas con acciones no sólo de falta de responsabilidad, sino también de violencia y maltrato, donde las víctimas más frecuentes son las mujeres, los ancianos y los niños.  

 

Los Derechos Humanos en Chile:

 

Durante los años 1970 – 1973 Chile fue violentamente convulsionado por un terror que provenía desde la extrema derecha  fascista/ la SOFOFA y su brazo armado “Patria y Libertad” , y que a partir del 11 de septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas, tras el golpe de Estado lo asume con un terrorismo de Estado, infinitamente superior y peor, porque desde esa infausta fecha antes señalada, la Junta Militar con el poderío y la impunidad del Estado absoluto secuestra, tortura, asesina y hace desaparecer a miles de Seres Humanos. La dictadura militar produjo la más grande tragedia de la historia de Chile y la más salvaje. Se ha repetido que debemos esperar de la Justicia Plena la palabra definitiva, pero, queda en la mayoría del Pueblo chileno la amarga sensación, que  la clase política aguarda que cicatricen las heridas con el tiempo y se llegue a una reconciliación sin justicia, sin verdad y sin la reparación digna para las víctimas y sus familiares, lo que para el suscrito es imposible. Acentúo, sin arrepentimiento de los culpables y de una Justicia Plena que se fundamenta en la verdad, con una digna reparación para las víctimas y sus familias, no hay reconciliación posible…

 

Después de estos dolorosos hechos denunciados y la vuelta a la democracia “en la medida de lo posible”, los Derechos Humanos en Chile han ido adquiriendo progresivamente una mayor vigencia, como un valor ético y moral intrínseco. La comunidad internacional se comprometió con la vigencia efectiva, por parte de cada Estado miembro, de los derechos esenciales de la persona humana, contenidos principalmente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclama por la Asamblea General de la Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948. Recordemos las palabras de nuestra querida e inolvidable Profesora Gabriela Mistral, con motivo de tan importante acontecimiento: “En ninguna página sagrada hay algo que se parezca al privilegio y aún menos a la discriminación: dos cosas que rebajan y ofenden al hijo del hombre. Yo sería feliz si en vuestro noble esfuerzo por obtener los Derechos Humanos  fuese adoptado con toda lealtad por todas las naciones del mundo. Este triunfo será el mayor entre los alcanzados en nuestra época”.

 

El grado de respeto por los Derechos Humanos en los Estados democráticos se considera como uno de los principales elementos de legitimación de un gobierno y de sus sistemas jurídico y político. Es, por lo tanto, un Estado de Derecho, aquél en que se da un grado significativo de respecto por la Dignidad y los Derechos de la persona, por medio de una organización jurídica y política con ese fin. 

 

En las verdaderas democracias los Estados establecen un estatuto de garantías fundamentales que parten por el irrestricto respeto por la Dignidad  de las personas: derechos y libertades que reconocen inherentes a ellas, anteriores al Estado, y que limitan, en consecuencia, el ejercicio de la soberanía estatal. Así también, se establecen legal y constitucionalmente mecanismos jurídicos para que las personas puedan hacer valer los derechos así consagrados rápida y eficazmente.

 

Universalmente se reconoce a las personas diversas categorías de derechos fundamentales, como los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, pero por sobre todo, se reconocen como básicos, como lo afirmé anteriormente, el respeto a la Dignidad de la persona, el derecho a la vida, a su integridad física y psíquica, libertad, seguridad personal, inviolabilidad del hogar, de toda comunicación privada y, en especial, igualdad de todas las personas ante la ley y la justicia, y evidentemente, el derecho al debido proceso en materia judicial. Todos estos derechos han sido conculcados por los enemigos de la democracia y la libertad plena con brutales golpes de Estado cívico/ militares. En Chile, entre el 11 de septiembre de 1973, fecha del golpe militar que derrocó al Presidente constitucional Dr. Salvador Allende Gossens, y el 11 de septiembre de 1990 en que retornó la democracia, se violaron sistemáticamente los Derechos Humanos, en gran cantidad y calidad por agentes del Estado, obedeciendo a una política central común y contando, de hecho, con la protección del Estado para lograr la impunidad. La dictadura militar dictó una serie de decretos leyes que le entregaron plenos poderes al jefe de Estado para restringir y suspender el ejercicio de las libertades y los derechos de las personas. Ya al término de la dictadura se aprobó una autoamnistía para todos los implicados en las violaciones de los Derechos Humanos, que hasta el día de hoy ha impedido que se aclaren cientos de casos de desaparecidos y crímenes.

 

Desgraciadamente, con el término de la dictadura y el comienzo de los régimenes de la Concertación, éstos últimos impusieron una forma de justicia “en la medida de lo posible”, en contraposición a la Justicia Plena, en el caso de las violaciones de los Derechos Humanos con la aceptación del Poder Judicial en su mayoría. La gestión de los régimenes de la Concertación, en materias de violación de los Derechos Humanos, se dificultó en vez de hacer efectiva las responsabilidades criminales de los culpables de tantos crímenes de lesa humanidad. Más grave aún, en vez de derogar todos los decretos leyes de la dictadura de marras, antes citados, y en especial de la autoamnistía, se han mantenido hasta el día de hoy y, con esto, se ha dificultado enormemente el actuar de muchos jueces y magistrados que han pretendido aplicar la ley y los acuerdos internacionales ratificados por Naciones Unidas y por los gobiernos democráticos en los crímenes de lesa humanidad cometidos por los agentes del Estado, que son, en el marco del Derecho internacional, inamnistiables e imprescriptibles, pero como si todo esto fuera poco, el Poder judicial la Corte Suprema en especial, aprobó un eufemismo, una aberración jurídica que llamaron “media prescripción”.

 

El primer régimen de la Concertación, creó por Decreto Supremo 355 de 1990 del Ministerio de Justicia, la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, con el doble propósito de investigar las graves violaciones a los Derechos Humanos, cometidas a partir del 11 de septiembre de 1973 y recomendar medidas para reparar los daños ocasionados a las víctimas. Dos décadas después, hay que concluir que la Comisión, si bien es cierto, tubo algunos aspectos positivos en su trabajo, en su mayoría no cumplió con lo esperado de ella por la ciudadanía. Entregado el informe por parte de la Comisión, ésta quedó automáticamente disuelta y eso sería todo.

 

Acentúo que es sumamente grave que aún existan cientos de casos de crímenes por violaciones a los Derechos Humanos y especialmente miles de desapariciones sin aclarar, a casi cuatro décadas del infausto golpe de Estado, lo más grave es que no se dé la más mínima posibilidad de una reconciliación, porque no se ha cumplido con una condición sine quanon, que haya verdad, justicia y reparación digna para las víctimas del terrorismo de Estado.

 

En el Chile de hoy, el cuestionado régimen cesarista, ha profundizado las violaciones de los Derechos Humanos en los ámbitos más sensibles de la sociedad, que la componen los marginados: el Pueblo Mapuche, el movimiento social de estudiantes y trabajadores que exigen una “Educación Pública, Gratuita y de Calidad”, los movimientos sociales ciudadanos, como el de “Aysén”, que exigen respeto por su Dignidad, calidad de vida y reconocimiento de su condición de ciudadanos. A esto hay que sumar la destrucción del entorno ecológico, los bosques nativos y los recursos marítimos, que sólo buscan hacer más ricos a la oligarquía empresarial y aumentar los cesantes y marginados del país.

 

Preciso que el objeto del presente ensayo es definir qué se entiende por Derechos Humanos, describir y precisar que, para el suscrito, el objetivo principal apunta, evidentemente, a algo mayor: generar una convicción cierta e informada sobre la relevancia imperativa de los Derechos del Ser Humano, a fin de que el laberíntico camino, en la lucha por el reconocimiento y protección de los atributos que hacen único al Ser Humano, sea cada vez más accesible al conocimiento de otros atributos, hasta encontrar su verdadera identidad.

 

Que la esperanza del Ser Humano no sirva sólo de consuelo, sino que sea descubierta, a su propia manera, por cada persona, es el sentimiento central de éste ensayo. Sólo en esa dirección podremos estar seguros de que nunca más en Chile, ni en ningún país de la Patria Continente, Latinoamérica, se repetirán hechos tan trágicos que nos han hecho famosos en todo el mundo: la violación de los Derechos Humanos.

 

 

Con esperanza y memoria, 

 

Prof. Moreno Peralta

Secretario Ejecutivo ADDHEE/ONG 


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