domingo, 8 de julio de 2012

bebés robados en dictadura argentina condenado Videla Bignone Riveros Vañek Tigre Acosta

De: Sergio Ortiz [mailto:ortizserg@gmail.com]
Enviado el: Domingo, 08 de Julio de 2012

Severas condenas en el juicio por robo de bebés en la dictadura

http://www.laarena.com.ar/opinion-severas_condenas_en_el_juicio_por_robo_de_
bebes_en_la_dictadura-78240-111.html


VIDELA RECIBIÓ EL MÁXIMO DE LA PENA PREVISTA POR LA LEY
Severas condenas en el juicio por robo de bebés en la dictadura

Concluyó uno de los juicios más importantes por violaciones a los
derechos humanos. Fueron condenados ex jerarcas militares por el plan
sistemático de robos de bebés. El ex general Videla recibió 50 años de
prisión.
EMILIO MARÍN

Todos los crímenes de la dictadura militar-cívica fueron
espeluznantes. El secuestro y tortura sin límite de tiempo; las
violaciones, incluso a mujeres embarazadas; los fusilamientos
enmascarados como "enfrentamientos con subversivos"; las
desapariciones y "vuelos de la muerte"; los enterramientos
clandestinos de militantes populares como "NN"; el robo de propiedades
y bienes muebles, etc, todo eso ocurrió en Argentina, aunque muchos
dijeran que "no sabían" lo que estaba pasando.
Si bien ese conjunto de delitos lesa humanidad fue aberrante, uno
sensibiliza aún más: el robo de bebés luego del secuestro de sus
madres embarazadas, posteriormente asesinadas.
¡Cómo habrá sido de especial ese crimen que las leyes del perdón,
aprobadas durante la gestión de Raúl Alfonsín luego de la claudicación
de la Semana Santa de 1987, lo dejaron sin blindaje legal!
Abuelas de Plaza de Mayo dio los primeros pasos ante la justicia
contra los responsables del robo de 500 bebés nacidos en cautiverio.
Con su labor apuntada a la recuperación de la identidad de aquéllos,
pudieron identificar a 105 nietos. Fue el segundo gran mérito, pues
además de sentar en el banquillo a los acusados lograron recuperar a
ese centenar de jóvenes. Les faltan unos 400, pero este límite es
culpa del silencio perverso de los genocidas y la complicidad de la
justicia y, en su momento, del Congreso del Punto Final y la
Obediencia Debida y del presidente de los dos Indultos (Carlos Saúl
Menem, senador nacional con fueros).
El juicio se conoció como "causa plan sistemático de robos de bebés" y
comenzó a fines de febrero del año pasado. Fue llevado adelante por el
Tribunal Oral Federal 6, integrado por María del Carmen Roqueta, Julio
Panelo y Domingo Altieri, con Abuelas como querellante.
En las audiencias en Avenida Comodoro Py 35 se trataron robos de
bebés, entre ellos 26 que recuperaron su identidad. De éstos, 20
dieron su testimonio, demoledor, que hundió a los acusados, entre
otros los generales Jorge R. Videla, Reynaldo B. Bignone y Santiago O.
Riveros; el almirante Antonio Vañek, el capitán Jorge "Tigre" Acosta y
otros represores de Ejército y Armada.
A los principales cabecillas de esas dos armas, el fiscal Martín
Niklison les había solicitado penas de hasta 50 años de prisión. Al
culminar su acusación, el 24 de abril pasado, los desenmascaró: "no
merecen ninguna indulgencia, no son pobres ancianos, han envejecido
impunes; ni en el epílogo de sus vidas se percibe en ellos un atisbo
de intentar mitigar el dolor que causaron".
El jueves la doctora Roqueta leyó el fallo condenatorio y a Videla le
dieron 50 años de cárcel. Al marino Vañek, 40, y al resto un poco
menos. Fue un fallo para celebrar, excepto su tardanza de 36 años en
llegar.

Culpables, falta "Joe"
Los nueve condenados y dos absueltos se fueron esposados el jueves.
Algunos, como Videla, están con poco roce carcelario porque desde el
retorno de la democracia y pese a sus dos condenas a cadena perpetua,
no estuvo más que pocos meses en cárcel común. Osciló entre prisiones
militares, su semipiso de avenida Libertador y más recientemente Campo
de Mayo.
Recién el 22 de junio pasado fue derivado del Regimiento de Campo de
Mayo a la cárcel de Marcos Paz, lo que daba una idea del nivel de
prerrogativas que gozaba. Y eso que tanto en la causa XIII, o juicio a
los ex comandantes, como en la del fusilamiento de 29 presos políticos
en Córdoba, habían quedado bien probadas sus condiciones de
responsable de esos crímenes.
Si alguien tenía alguna duda, la había podido despejar leyendo los
reportajes que el ex dictador concedió a Ceferino Reato para su libro
"Disposición final" y al medio español "Cambio 16", en los últimos
meses.
Ante Reato, admitió que su gobierno de facto había eliminado "a 7.000
u 8.000 personas, que debían morir para ganar la guerra contra la
subversión". También dijo que sus cadáveres fueron eliminados "para no
provocar protestas dentro y fuera del país; cada desaparición puede
ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo de una
muerte".
Su reconocimiento de esa labor macabra confirmó que el general estaba
determinado a matar. Fue coherente. Como jefe del Ejército, seis meses
antes del golpe, había proclamado en la Conferencia de Ejércitos
Americanos, bajo la sombra del Pentágono, que "en Argentina van a
morir todas las personas que sea necesario para ganar la paz". Y así
fue. El que se confundió con Videla como "general democrático" estaba
mirando otro canal.
En esas declaraciones al autor de "Disposición final" hubo algo tanto
o más significativo sobre lo sucedido en la Argentina del terrorismo
de Estado. Fueron los párrafos donde precisó que el objetivo del golpe
era "disciplinar a una sociedad anarquizada (…) con relación a la
economía, ir a una economía de mercado, liberal; queríamos también
disciplinar al sindicalismo".
Confirmó así que tamaño derramamiento de sangre fue para imponer el
modelo económico monopólico y privatista personificado en José A.
Martínez de Hoz. Era archisabido, pero que el dictador lo reconozca le
da mayor realce. "Joe", el ex dueño de Acindar y símbolo de la
participación empresaria en la dictadura y en el vaciamiento nacional,
está procesado pero la justicia todavía no se hizo de tiempo para
juzgarlo y condenarlo.

Ya son 282
Con los nueve condenados del jueves pasado, los condenados en esta
clase de juicios suman 282. El número suena modesto para la cantidad
de centros clandestinos de exterminio que funcionaron (superior a 500)
y los miles de represores actuantes. Sin embargo, en relación a los
países de América Latina asolados por dictaduras en los ´70, esa cifra
de condenados pone a Argentina en la vanguardia democrática y de DD
HH.
En el proceso finalizado por el TOF 6 se mantuvo el obstinado silencio
de los represores respecto al destino que dieron a los niños nacidos
en cautiverio. Quedó probada la existencia de los nacimientos en el
Hospital Militar, en Campo de Mayo y en la ESMA (donde funcionó la
"pequeña Sardá"). Hubo testimonios de mujeres sobrevivientes que
confirmaron la operatoria, veinte jóvenes testimoniaron en el juicio
luego de recuperar su identidad y hasta ex funcionarios de la
administración norteamericana de la época, como Elliot Abrams,
ratificaron que sabían del robo de niños y lo habían debatido con
Bignone y el embajador argentino. Además, la información
desclasificada en 2002 en EE UU había aportado elementos probatorios.
La cerrada negativa de los nueve condenados a dar información a las
familias que buscan sus nietos queridos ha sido una muestra más de
crueldad. Los que decían defender el "mundo occidental y cristiano"
demostraron que no tienen sentimiento alguno de piedad.
Como les espetó muy bien el fiscal Niklinson en su acusación de abril
pasado, "reivindican sus crímenes y los ratifican con su silencio
permanente". Fue muy interesante que el funcionario reclamara una
investigación ulterior sobre el "Movimiento Familiar Cristiano",
enlace religioso-militar, que tramitó y llevó adelante la entrega de
los niños robados a familiares de militares y policías donde
supuestamente iban a tener una "buena educación católica". Una figura
clave era el secretario del Vicariato castrense, monseñor Emilio
Graselli. Actuaba como si fuera un oficial de Ejército y la Armada
juntos, frente a los reclamos de los familiares que buscaban a los
desaparecidos.
La actuación videlista en aquellos años, pero también sus palabras en
los juicios realizados y los reportajes citados, son deleznables. Sin
embargo, los genocidas siempre tienen algo más para sorprender a
quienes creían que ya lo habían escuchado o visto todo.
Ese "plus" lo puso Videla el 26 de junio pasado, al usar de la palabra
en el juicio por el plan sistemático de robos de bebés. Declaró
textualmente ante el TOF 6: "todas las parturientas, a quienes respeto
como madres, eran militantes activas de las maquinarias del
terrorismo, y muchas de ellas usaron a sus hijos embrionarios como
escudos humanos al momento de ser combatientes".
O sea demonizó a las víctimas de esta historia.
¿Usar los "hijos embrionarios" como escudos humanos?
Primero, que la mayoría de los desaparecidos no fue capturada en
combate. Segundo, que los embriones no eran todavía hijos ni menos
escudos. Tercero, los embarazos que llegaron a término fueron
afectados por partida doble: la madre desaparecida, y el bebé
apropiado, con identidad cambiada.
Cuando se leen esas horrorosas mentiras dan ganas que a Videla y otros
genocidas les pase como al nazi Rudolf Hess, condenado en Nüremberg en
1945: murió en 1987 en la cárcel de Spandau, a los 93 años. Los
soviéticos nunca le dieron el beneficio del arresto domiciliario. Esa
sí que fue cárcel común, perpetua y efectiva.


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Sergio Ortiz
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