Tuve un hijo (tendría que hacerme el ADN) que me salió raro. Al año de vida
se colgó del lado de afuera de una baranda en un quinto piso. Luego a los
cuatro años saltó desde una altura considerable creyendo que era Superman
y el yeso en la pierna le molestó un mes. A los doce años un joven delincuente
lo paró en la calle y levantándose el pullover le mostró el cuchillo que tenía en
la cintura. Era una amenaza de asalto pero Demián entendió otra cosa y le dijo:
¡“gracias…. No compro cuchillos”!. Se mantuvo solo en una Guardia de Honor
nocturna en la Plaza de Santa Clara en Cuba ante el Mausoleo del Che Guevara a
pesar de que la Seguridad Cubana pretendió desanimarlo. Se casó con una
vendedora de helados (imaginen la temperatura de las manos) y comenzó a
realizar viajes en bicicleta (en solitario) . Cientos de kilómetros por rutas y huellas.
El curso de Kayak fue escalón para la Escuela de Timoneles y ayer le tomaron este
documento gráfico en el momento que la proa del yate busca el Uruguay.
El Uruguay trató de esconderse pero no pudo y Demián llegó a Colonia de Sacramento.
Ya volvió y vamos a ver que carajo se le ocurre ahora. Se lo ve acompañado por
Una perra marrón que no es de policía, ni de ladrón, es cualunque.
Eladio González toto (el que lo reconoció)