COMPLICIDADES POLÍTICAS, JUDICIALES,
MEDIÁTICAS Y ECLESIÁSTICAS
Se fue Videla pero hay mucho por hacer y hay
que hacerlo rápido
Videla murió preso en una cárcel común, pero
hay varias causas donde estaba procesado y no tendrán condena en su contra.
Muchos represores se mueren de viejos. Tanta demora tiene culpables políticos y
judiciales.
EMILIO MARÍN
El ex dictador se murió el 17 de mayo y la
autopsia verificará que no hubo golpes, torturas ni vejámenes, como era la
moneda corriente para los presos políticos en dictadura (privilegiados, porque
varios miles fueron desaparecidos, luego de pasar por ese “tratamiento”).
¿Quiénes se han lamentado por el deceso? En
forma directa, Cecilia Pando y pocos videlistas de su asociación,
lamentablemente recibida tiempo atrás en audiencia por Ricardo Lorenzetti y
Elena Highton, de la Corte Suprema de Justicia.
Unos pocos amigos de la familia Videla
publicaron 18 avisos fúnebres en la página de “La Nación” y otros 2 en La Voz
del Interior. Un certificado de pobreza, en parte compensado por el matutino
bahiense “La Nueva Provincia”, que tituló sobre la muerte del “ex presidente”.
Al racconto deberían sumarse las declaraciones de un oficial de la Armada en
San Juan y las banderas a media asta en algunas dependencias del Ejército, según
llamadas de oyentes de Radio Nacional Buenos Aires.
Cuando ejercía la dictadura y era el jefe del
terrorismo de Estado, el nacido en Mercedes infundía miedo. Su partida dejó
sensación de alivio; ni siquiera sus defensores se atrevieron a mostrar todas sus
cartas.
Que muriera en la cárcel de Marcos Paz, con
tres condenas (dos perpetuas y otra a 50 años, de reclusión perpetua), es una
señal de avance de los derechos humanos en nuestro país. Augusto Pinochet murió
judicialmente “inocente” y con honras fúnebres en Chile. Brasil recién formó
una Comisión por la Verdad, pero de juicios no hay perspectiva cercana.
Que Videla y otros 374 represores hayan sido
condenados, es un mérito fundamental de la lucha de décadas de Madres, Abuelas,
Familiares y demás organismos. Néstor Kirchner, al impulsar la anulación de las
leyes de la impunidad y respaldar los juicios que se reabrieron, también tiene
una importante cuota-parte del buen suceso. La bajada de los cuadros de Videla
y Bignone son un símbolo de un mérito mucho mayor.
Funesto peronismo
A raíz de la muerte del ex dictador, se ha
reflotado cómo llegó a ser comandante del Ejército, cómo intervino esa fuerza
en la represión ilegal antes de 1976, los decretos del PEN y el “aniquilamiento
de la subversión”, etc.
Videla, en su declaración ante el Tribunal
Oral Federal 1 que lo condenó en diciembre de 2010 a cadena perpetua en
Córdoba, por el fusilamiento de 31 presos políticos sacados de la cárcel de San
Martín y asesinados fraguando “enfrentamientos”, se refirió a aquella historia.
Lo hizo elogiando al General Perón, Isabel Perón e Ítalo Luder, por su decisión
de reprimir a las organizaciones armadas, y en realidad a vastos sectores del
movimiento popular.
Perón no sólo echó de la Plaza a jóvenes
“imberbes y estúpidos” sino que dio las instrucciones para fundar la Triple A,
cuyos primeros atentados y crímenes fueron cometidos cuando él vivía.
Isabel firmó el primer decreto para el
Operativo Independencia, de modo que el Ejército pudiera declarar zona de
guerra a Tucumán. En octubre de 1975 Luder suscribió otros decretos para
ampliar a todo el país la zona de guerra, con lo que el terrorismo de Estado
vio pavimentado el terreno para el golpe. Ese peronismo dio “luz verde” a una
represión que terminaría con un golpe de Estado en su contra...
Si se tiene en cuenta que en 1990 otro
presidente justicialista, Carlos Menem, indultó al ex presidente de facto y
varios genocidas, el balance no es muy halagüeño para ese PJ. Sólo Néstor
Kirchner y Cristina Fernández levantaron ese aplazo y de allí el odio de los
represores para con ellos.
Colores políticos desteñidos
No vaya a creerse que las culpas de ese
aciago marzo de 1976 se limitan al peronismo. Varios partidos políticos, entre
otros los demócratas progresistas, el sello de Alsogaray, el Movimiento Popular
Jujeño, Mofepa, etc, dieron sustento civil al Proceso. Algunos dirigentes como
Alberto Natale, Martínez Raymonda y Horacio Guzmán, tuvieron cargos, nominaron
embajadores y mantuvieron 78 intendentes.
Incluso dirigentes que decían ser de
izquierda, como Gerónimo Arnedo Álvarez y Athos Fava, apoyaron al general
Videla calificándolo como “democrático”, en oposición a los “pinochetistas”
como el almirante Emilio Massera.
El radicalismo favoreció el golpe y la
represión anterior, como cuando Ricardo Balbín denunciaba la “guerrilla
fabril”; luego tomó cierta distancia pero sin hostigar a la dictadura.
Esa complicidad de la UCR fue rectificada por
Raúl Alfonsín tras asumir en 1983 y promover el juicio a las primeras tres
Juntas de Comandantes. Con el antecedente del Informe de la Conadep, en 1984,
al año siguiente hubo condenas a Videla y otros jefes castrenses.
Lamentablemente, ese gran mérito alfonsinista se vio contrarrestado por su
capitulación de 1986 y 1987, cuando impulsó ante el Congreso las leyes de
“Punto Final” y “Obediencia Debida”. Fueron “sapos” muy duros de tragar, diría
el senador César Jaroslavsky, pero al final los tragaron.
Cuando se supo del deceso del ex dictador,
hubo mucho de oportunismo en aquellas agrupaciones que de un modo u otro dieron
apoyo a quien había encabezado el sangriento putsch. Mauricio Macri, por caso,
declaró que el occiso expresaba lo peor del pasado argentino, pero resulta que
en ese tiempo apoyaba con su padre al brigadier Osvaldo Cacciatore, el
intendente que brindaba buenos negocios a Socma.
José Manuel de la Sota también denostó al
muerto. Sin embargo, él fue parte de la derecha justicialista que en 1974 apoyó
el golpe del coronel Antonio D. Navarro en Córdoba, la avanzada de la Triple A
en “La Docta”.
Medios amigos
“La Nueva Provincia” fue
coherente en su valoración del “presidente” fallecido. Sus colegas de “La
Nación” no llegaron a tanto, pues lo trataron de dictador, aunque en tres
aspectos centrales lo valoraron positivamente. Uno ya fue comentado en La
Semana Política: dijeron que no estaba confirmado que en agosto de 1975 tuviera
intenciones de tomar el poder...
Otro piropo fue este, del sábado 18/5:
“Videla fue testigo de todo eso y lo fue -hay que reconocerlo- con arrestos de
dignidad, sin expresar quejas y sin caer en reproches ni sentimentalismos, casi
sin más exposición pública que la que le podían dar el paso recurrente por los
tribunales y la participación en ceremonias religiosas. No rehuyó en sí culpas
y hasta hizo algún alarde de asumir responsabilidades”.
En realidad el muerto fue un traidor al
gobierno constitucional que lo designó jefe del Ejército y en eso se pareció a
Pinochet, que hizo otro tanto contra Salvador Allende.
La tercera coincidencia entre el diario de la
oligarquía y el dictador fue ubicarlo en 1976 como si fuera un “paracaidista
polaco”, ajeno a una violencia que enfrentaba supuestamente a un sector del
peronismo con otro de “la subversión terrorista”.
Esa presentación de los hechos es básicamente
la misma que hizo Videla ante la justicia de Córdoba, en diciembre de 2010, al
pintar lo sucedido como una guerra iniciada por la guerrilla.
Allí acusó a la URSS y Cuba: “la agresión
terrorista estaba integrada mayoritariamente por personal nacional, entrenado
en Cuba, Siria, Palestina y Argelia, o bien, dentro del propio país, con
instructores foráneos. Disponía, también, de armamento y equipos provistos por
la URSS, a través de Cuba. Estaba financiada con fondos provenientes de la
URSS”.
El dictador reivindicó entonces “el honor de
esa victoria”, aunque fue lograda en base a torturas, desapariciones,
fusilamientos, violaciones y robos de bebés. Es falso también que se ganara
“luego de un delicado trabajo de inteligencia que permitía identificarlo con
nombre y apellido para recién combatirlo”. El mayor “trabajo de inteligencia”
fue la brutal mesa de tortura en los centros de exterminio...
Apurar el paso
Que el genocida muriera condenado marca un
avance de los juicios, pero no se debe creer que lo actuado en este frente sea
maravilloso. Su fallecimiento se produjo a los 87 años, y a 37 años del golpe
de Estado, cuando empezaron a cometerse esos horrendos delitos, a casi 30 años
de restauración de la democracia.
Con su muerte, se salvará de nueve juicios en
la Capital Federal, Santiago del Estero, Bahía Blanca, Campo de Mayo, Santa Fe,
La Rioja, Chubut, Córdoba y el del I Cuerpo de Ejército. No habrá condenas
allí, gracias a la tremenda demora de una justicia que fue cómplice y demorona
mucho tiempo.
De esas causas hay tres que aún no fueron
elevadas a juicio y otras tres donde aún no empezaron las audiencias. Su
principal acusado faltará por causa justificada...
Los números de un preocupado Horacio
Verbitsky en Página/12 fueron estos: “del total de causas abiertas más de la
mitad no han pasado de la etapa de instrucción y sólo una cuarta parte ha
llegado a una sentencia. Pero el 59 por ciento de esas sentencias son de
primera instancia, 24 por ciento han sido confirmadas en segunda instancia, 2
por ciento quedaron firmes porque no fueron apeladas ante la Corte Suprema y
sólo el 15 por ciento recibieron confirmación del máximo tribunal, tan
absorbido por la defensa de la libertad”.
Otro motivo para la impostergable reforma
judicial.
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Sergio Ortiz
facebook.com/sergio.ortiz.906
twitter: @Sergioortizpl
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