Intervención del viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba en el 25 Periodo de Sesiones del Consejo de Derechos Humanos
10
marzo 2014
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Intervención del viceministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Abelardo Moreno Fernández, en el segmento de alto nivel del 25 Periodo de Sesiones del Consejo de Derechos Humanos
Señor Presidente:
Cuando se creó el Consejo de Derechos Humanos, no fueron pocas
las dudas de que se pudiera crear un órgano donde primara la cooperación y el
diálogo genuinos. Cuba, que había sufrido la politización, los dobles raseros y
la selectividad de la desaparecida Comisión de Derechos Humanos siempre le dio
el beneficio de la duda.
Siete años después de la creación del Consejo de Derechos
Humanos, confirmamos que, en muchos casos, se han trasladado al Consejo las
mismas recetas, los mismos dobles raseros y la misma manipulación ideológica
que determinaron el descrédito de la CDH.
Hoy, las potencias siguen pretendiendo ser guardianes de los
derechos humanos y fiscales de otros, a pesar de ser responsables directos de
violaciones sumamente graves y sistemáticas, sobre todo del derecho a la vida.
A sus recientes guerras de conquista, causantes de decenas de
miles de muertes, en su inmensa mayoría de civiles a los que supuestamente se
intentaba proteger, se suman nuevas violaciones que motivan un fuerte rechazo
internacional.
Es el caso de las ejecuciones extrajudiciales por medio de
drones de centenares de mujeres y niños inocentes y los intentos de declarar
tales asesinatos como legales.
Hablamos también de la trasgresión del derecho a la privacidad y
el derecho a la información de millones de ciudadanos en todo el mundo, por el
escandaloso espionaje global, que también viola de forma flagrante la soberanía
de los Estados y el Derecho Internacional.
Hablamos del apoyo a la desestabilización de gobiernos
legítimamente constituidos en países del Sur del planeta cuando no se pliegan a
sus designios, violando el derecho de cada nación de darse el régimen
económico, político y social soberanamente decidido por su pueblo y provocando
hechos de violencia y la muerte de personas inocentes.
Ejemplo patente de ello es lo que está ocurriendo en la
República Bolivariana de Venezuela. Los actos desestabilizadores violentos que
tienen lugar a partir del 12 de febrero en varias partes del territorio
venezolano, además de constituir violaciones flagrantes de la institucionalidad
democrática en dicho país persiguen, sin lugar a dudas, el derrocamiento por la
fuerza de un gobierno legítimamente constituido por la voluntad del pueblo
venezolano, único con capacidad para decidir su destino. Las acciones de los
grupos desestabilizadores, instigadas desde el exterior, y promovidas por la
manipulación informativa de medios de prensa irresponsables y por sectores
fascistas minoritarios en Venezuela, deben ser objeto de la más fuerte condena
y repudio por parte de la comunidad internacional.
Por otra parte, se perpetúa el quebrantamiento del Derecho
Internacional Humanitario, con las torturas de prisioneros, incluida su
alimentación forzada, que se siguen cometiendo en el centro de detenciones
ilegales en el territorio usurpado a Cuba en Guantánamo, que no cierra aún, a
pesar de las reiteradas promesas.
¿Será capaz el Consejo de Derechos Humanos de reaccionar ante
violaciones como las mencionadas y adoptar resoluciones condenándolas?
Los mismos violadores, que silencian sus crímenes acusando a
otros, son los que defienden también un orden internacional antidemocrático e
inequitativo, injusto e inmoral, en el que se antepone el capital financiero al
ser humano, se beneficia a los países ricos, se derrochan recursos y se
perjudica a los pobres.
¿Se comprometerán estos países industrializados con acciones de
solidaridad genuina y desinteresada para sacar de la extrema pobreza a 1 200
millones de personas en todo el mundo, acabar con el hambre crónica que sufren
otros 842 millones, es decir, una de cada ocho personas, o lograr la
realización del derecho a la educación para los 774 millones de adultos y 123
millones de jóvenes analfabetos?
Señor Presidente:
Cuba sigue con atención también la situación en torno a Siria,
donde han perdido la vida miles de personas inocentes.
Reiteramos nuestra vocación de paz y de respeto a los principios
consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional,
incluido el Derecho Internacional Humanitario.
Condenamos la muerte de personas inocentes dondequiera que se
produzcan y rechazamos que se atribuyan de manera selectiva y manipuladora a
una de las partes, de acuerdo con los intereses de algunos países. Hacerlo,
sólo propicia la intervención extranjera y las aventuras bélicas, que siembran
la destrucción y multiplican las muertes.
Cuba reafirma su apoyo a la búsqueda de una solución pacífica y
negociada a la crisis actual, y reitera su confianza en la capacidad del pueblo
y gobierno sirios para resolver sus problemas internos, sin injerencia
extranjera, sobre la base del pleno respeto a su soberanía y libre
determinación.
Es preocupante la pretensión de utilizar los acontecimientos en
Siria y otros recientes en la misma región, para llevar a la práctica conceptos
tales como la “responsabilidad de proteger”, incluso antes de que esta cuestión
quede claramente definida y acordada por la Asamblea General, el único órgano
de Naciones Unidas con el mandato, la universalidad y la representatividad
necesarias para examinar este controvertido tema.
Es evidente que se esconde la intención de violar la soberanía y
mutilar la independencia, claro está, de los países pobres, nunca de los
poderosos. No importa que las discusiones en la Asamblea evidencien la
diversidad de posiciones en torno a la llamada “responsabilidad de proteger”,
cuya fácil manipulación se ha evidenciado con claridad durante los últimos
años.
Los principios de soberanía, integridad territorial y no
injerencia en los asuntos internos de los Estados deben defenderse a toda costa
porque, sin ellos, las Naciones Unidas no pueden subsistir, y las naciones
pequeñas y débiles serían abandonadas a merced de las grandes y fuertes.
Sr. Presidente:
Como dijera el Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros de Cuba, Raúl Castro Ruz, el pasado 22 de febrero, (y cito):
“…dondequiera que haya un gobierno que no convenga a los intereses de los
círculos de poder en Estados Unidos y algunos de sus aliados europeos se
convierte en blanco de las campañas subversivas. Ahora usan nuevos métodos de
desgaste, más sutiles y enmascarados, sin renunciar a la violencia, para
quebrar la paz y el orden interno e impedir a los gobiernos concentrarse en la
lucha por el desarrollo económico y social, si no logran derribarlos”.
“No pocas analogías pueden encontrarse en los manuales de guerra
no convencional, aplicados en varios países de nuestra región latinoamericana y
caribeña, como hoy sucede en Venezuela y con matices similares se ha
evidenciado en otros continentes, con anterioridad en Libia y actualmente en
Siria y Ucrania. Quien tenga dudas al respecto lo invito a hojear la Circular
de entrenamiento 1801 de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas,
publicada en noviembre de 2010, bajo el título ‘La Guerra no Convencional’…”
“…La intervención de potencias occidentales debe cesar para
permitir al pueblo ucraniano ejercer de forma legítima su derecho a la
autodeterminación. No debe ignorarse que estos hechos pueden tener
consecuencias muy graves para la paz y la seguridad internacionales.” (Fin de
la cita).
La responsabilidad histórica de lo que suceda recaerá sobre los
Estados Unidos y algunos de sus aliados de la OTAN.
Sr. Presidente:
Sobre muchos temas bajo discusión de este Consejo, incluso de
naturaleza tan controvertida como algunos de los mencionados con anterioridad,
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) viene concertando
posiciones comunes.
La II Cumbre de la CELAC, que Cuba se honró en acoger en enero
del presente año, tuvo como tema central “la lucha contra la pobreza, el hambre
y la desigualdad”.
Convinimos en nuestra región que para alcanzar sociedades más
justas, donde los derechos humanos sean disfrutados por todos, es
imprescindible una mejor distribución de las riquezas y los ingresos, una
educación de calidad para todos, la erradicación del analfabetismo, el
establecimiento de una verdadera seguridad alimentaria y sistemas de salud para
la totalidad de la población, entre otras cuestiones de vital importancia para
la vida humana.
Esta cita de la Comunidad tuvo como momento especial la Proclama
de la América Latina y el Caribe como una Zona de Paz, con la presencia de
prácticamente todos los Jefes de Estado de nuestra región. Con ella, acordamos
desterrar la guerra, la amenaza y el uso de la fuerza de nuestro ámbito, así
como lograr que los diferendos entre nuestros países se solucionen por vías
pacíficas y conforme a los principios del Derecho Internacional.
Hemos ido acercando nuestras posiciones y, a pesar de
inevitables diferencias, crece el espíritu de unidad en la diversidad. Este
Consejo es un ejemplo de la creciente concertación. Fue aquí donde la CELAC presentó
su primera resolución en un órgano de las Naciones Unidas, precisamente sobre
el derecho a la paz.
Ya la CELAC es reconocida internacionalmente como representante
legítima de los intereses de América Latina y el Caribe. Cuba continuará
trabajando por la cooperación, la solidaridad, la integración y la unidad
latinoamericana y caribeña, por lo que tanto trabajó nuestro Héroe Nacional,
José Martí.
Señor Presidente:
Mientras que en el mundo impera la desigualdad, la opulencia de
unos pocos y la marginación de muchos, el pueblo cubano continúa su lucha por
alcanzar la sociedad más justa posible. Hoy, Cuba avanza con paso firme por un
camino de trasformaciones revolucionarias para perfeccionar su socialismo.
Nos sentimos satisfechos del amplio y alentador reconocimiento
recibido a nuestros esfuerzos y avances en la promoción y protección de todos
los derechos humanos durante el segundo ciclo de nuestro Examen Periódico
Universal, en el 2013.
Tales avances han sido posibles a pesar de los negativos efectos
del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que constituye una
violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos del pueblo
cubano y un acto de genocidio, de acuerdo al artículo II de la Convención
contra este crimen.
Actualmente trabajamos con seriedad en la implementación de las
recomendaciones que aceptamos, que fueron la abrumadora mayoría de las que
recibimos.
El EPU, sustentado en un enfoque de cooperación y de diálogo
constructivo y respetuoso, ha demostrado ser la vía adecuada para impulsar la
efectiva promoción y protección los derechos humanos en todos los países. Es
primordial preservar este enfoque e impedir se convierta en un espacio para
realizar críticas y recomendaciones sobre bases politizadas, falsas,
distorsionadas o manipuladas que nada tienen que ver con los derechos humanos.
Señor Presidente:
La reciente elección de Cuba como miembro del Consejo es una
demostración del prestigio alcanzado por el país en este ámbito. Constituye un
reconocimiento a la obra de la Revolución Cubana, que ha garantizado el respeto
a la dignidad plena de cada ciudadano, ha colocado el principio de la justicia
social y la solidaridad como rector de sus programas y políticas, y ha sabido
compartir sus modestos avances y recursos con otros pueblos del mundo de manera
genuina y desinteresada.
Como miembro del Consejo, Cuba mantendrá su compromiso con la
promoción y el respeto de todos los derechos humanos y continuará impulsando
los derechos a la libre determinación, la paz, el desarrollo, la cultura y la
alimentación, entre tantos otros.
Mantendremos la cooperación con la maquinaria de derechos
humanos de Naciones Unidas, en particular con el Consejo de Derechos Humanos y
su mecanismo del EPU, con los órganos de tratado y todas aquellas instituciones
de aplicación universal y no discriminatoria.
Continuaremos los esfuerzos por revertir el desbalance que
persiste en la composición de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos.
Estaremos siempre listos para participar en un diálogo franco y
genuino en materia de derechos humanos sobre la base del respeto a la dignidad
y soberanía plenas.
Señor Presidente:
Quiero referirme a tres ciudadanos cubanos: Gerardo Hernández,
Ramón Labañino y Antonio Guerrero, quienes cumplen prolongadas e injustas
condenas en cárceles federales de los EE.UU. Fueron declarados culpables por un
Tribunal Federal de la Florida por cargos que nunca fueron demostrados durante
el largo proceso judicial al que fueron sometidos, plagado de irregularidades y
violaciones de sus derechos legales y humanos, y quienes en realidad trabajaban
para impedir la realización de actos terroristas contra Cuba, así como contra
ciudadanos de otros países, incluyendo Estados Unidos. Fueron confinados en
solitario por más de 17 meses, se les limitaron los accesos a sus abogados y
prohibieron las visitas de sus familiares.
Concurren además en la situación de estos tres luchadores
antiterroristas cubanos, aspectos de profundo carácter humanitario que no
pueden ser soslayados. Durante todo este tiempo han tenido que sufrir en la
distancia la pérdida de seres queridos; han estado separados de sus familiares,
algunos de ellos de avanzada edad que guardan la esperanza de poder verlos de
regreso; y han dejado de ver crecer a sus hijos. Uno de ellos, como hizo saber
su hija, sufre de una seria dolencia en sus rodillas que puede afectar su
capacidad de movimiento.
El Presidente de EE.UU. tiene la potestad de disponer su
libertad inmediata.
Sr. Presidente:
Aún estamos a tiempo de contar con un verdadero sistema de
promoción y protección de los derechos humanos, donde los que hoy buscan
imponer mandatos espurios contra países del Sur, dejen de mirar a otro lado, de
modo cómplice, para no ver las violaciones flagrantes, masivas y sistemáticas
de los derechos humanos que se perpetran con impunidad en y desde el Norte.
No perdemos la esperanza de que más temprano que tarde habrá en
este órgano la voluntad de enfrentar, con honestidad y sabiduría los verdaderos
problemas que afectan a la mayor parte de la humanidad. Creo que los países que
tenemos una real conciencia de esta necesidad impostergable, debemos
prepararnos para presentarle al Consejo ideas e iniciativas que lo conduzcan a
modificar el curso en el que aparentemente se encuentra.
No obstante, si en el Consejo prevalecieran la confrontación y
la búsqueda de hegemonías, Cuba, junto a otros países apegados a la justicia,
sabrá representar a un pueblo que ha sido capaz de vencer las agresiones y
resistir el bloqueo de la potencia más poderosa de la tierra.
Muchas gracias.