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MEXICO
IMPORTANTE ANUNCIO EN CHIAPAS:
El Subcomandante Marcos anuncia su desaparición y nace el
Subcomandante Galeano, en homenaje al maestro zapatista recientemente asesinado
por el paramilitarismo
mayo 25, 2014
A las 2:08 de la madrugada de hoy, el
Subcomandante Marcos anunció que a partir de ese momento deja de existir. En
conferencia de prensa ante los medios libres que asistieron al homenaje a
Galeano, el zapatista asesinado en la comunidad zapatista de La Realidad, el
jefe militar del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), indicó: “si
me permiten definir a Marcos, el personaje, entonces les diría sin titubear,
que fue una botarga”.
Luego de más de 20 años al frente de la
organización político-militar que se levantó en armas el primero de enero de
1994, Marcos anunció su relevo. Indicó que después de los cursos de la
Escuelita Zapatista del año pasado y principios de este, “nos dimos cuenta que
ya había una generación que podía mirarnos de frente, que podía escucharnos y
hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión o seguimiento”.
Entonces, dijo, “Marcos, el personaje, ya no era necesario. La nueva etapa en
la lucha zapatista estaba lista”.
En la comunidad emblemática de La Realidad, la
misma en la que el pasado 2 de mayo un grupo de paramilitares de la Central
Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos Histórica (CIOAC-H), asesinó al
base de apoyo zapatista Galeano, el subcomandante Marcos apareció de madrugada
frente a los representantes de los medios libres de comunicación, acompañado de
seis comandantes y comandantas del Comité Clandestino Revolucionario
Indígena y del Subcomandante Insurgente Moisés, a quién en diciembre pasado
anunció como su relevo al mando.
“Es nuestra convicción y nuestra práctica
que para revelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos, ni
mesías ni salvadores; para luchar sólo se necesita un poco de vergüenza, un
tanto de dignidad y mucha organización, lo demás o sirve al colectivo o no
sirve”, dijo Marcos.
Con un parche negro con el dibujo de una calavera
de pirata cubriendo su ojo derecho, el hasta ahora vocero zapatista rememoró la
madrugada del primero de enero 1994, cuando “un ejército de gigantes, es decir,
de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo.
Apenas unos días después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las
calles, nos dimos cuenta que los de afuera no nos veían. Acostumbrados a
mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos;
acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna
rebeldía. Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con
pasamontañas, es decir, que no miraron. Nuestros jefes y jefas dijeron entonces:
‘sólo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a
él lo vean y que por él nos vean’”.
Ese fue el nacimiento de Marcos, fruto de “una
compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravilloso, una
maliciosa jugada del corazón indígena que somos; la sabiduría indígena
desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación”.
La nota de la conferencia, firmada por “medios
libres, alternativos, autónomos o como se digan”, dada a conocer en diversos
portales de comunicación alternativa como Radio Pozol, Promedios y Reporting on
Resistences, recrea un ambiente de aplausos y vivas al EZLN luego del anuncio
de la Comandancia.
La figura del subcomandante Marcos le dio la
vuelta al mundo desde las primeras horas del primero de enero de 1994. La
imagen de un hombre armado con carrilleras rojas y un R-15, y ataviado con un
uniforme café y negro cubierto por un chuj de lana de Los Altos de Chiapas,
cubierto el rostro con un pasamontañas y fumando pipa, fue la primera plana de
los periódicos más influyentes del planeta. En los días y semanas posteriores
trascendieron sus comunicados cargados de ironía y humor, desafiantes e
irreverentes. Unas hojas blancas escritas a máquina de escribir que eran
literalmente arrebatadas por la prensa nacional e internacional. Veinte años y
más de cuatro meses después, Marcos anuncia el fin de esta etapa.
“Difícil creer que veinte años después aquel
´nada para nosotros´ resultara que no era una consigna, una frase buena para
carteles y canciones, sino una realidad, La Realidad”, dijo Marcos. Y añadió:
“si ser consecuente es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del
éxito, la ruta del poder. Pero nosotros no queremos ir para allá, no nos
interesa. En estos parámetros, preferimos fracasar que triunfar.”
“Pensamos”, dijo, “que es necesario que uno de
nosotros muera para que Galeano Viva. Así que hemos decidido que Marcos debe de
morir hoy”.
“A la 2:10 el Subcomandante Insurgente Marcos
bajó para siempre del templete, se apagaron las luces y a continuación se
escuchó una oleada de aplausos de las y los adherentes a La Sexta, seguida de
una oleada más grande de aplausos de las bases de apoyo zapatistas, milicianos
e insurgentes”, reportaron desde La Realidad.
Fiel a su estilo irónico y a sus tradicionales
posdatas, el personaje de Marcos remató: P.D. 1 Game Over. 2.- Jaque Mate. 3.-
Touché. 4.- Mhhh, ¿así es el infierno? 5.- ¿O sea que sin la botarga ya puedo
andar desnudo? 6.- Está muy oscuro acá, necesito una lucesita…”
A continuación, la carta íntegra del
Subcomandante Insurgente Marcos en su despedida.
ENTRE LA LUZ Y LA
SOMBRA.
En La Realidad, Planeta
Tierra.
Mayo del 2014.
Compañera, compañeroa,
compañero:
Buenas noches, tardes,
días en cualesquiera que sea su geografía, su tiempo y su modo.
Buenas madrugadas.
Quisiera pedirles a las
compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes,
especialmente a los medios libres compañeros, su paciencia, tolerancia y
comprensión para lo que voy a decir, porque éstas serán mis últimas palabras en
público antes de dejar de existir.
Me dirijo a ustedes y a
quienes a través de ustedes nos escuchan y miran.
Tal vez al inicio, o en
el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón la sensación de
que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si estuvieran
faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que se les va
mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.
Tal vez después, días,
semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que ahora decimos.
Mis compañeras y
compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de por sí es
nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta lo que
falta.
Además de que, que no
se ofenda nadie, la inteligencia de l@s compas zapatistas está muy por arriba
del promedio.
Por lo demás, nos
satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta,
que se da a conocer esta decisión colectiva.
Y qué bueno que será
por lo medios libres, alternativos, independientes, que este archipiélago de
dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá conocimiento
de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.
Si a alguien más le
interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios libres para
enterarse.
Va pues. Bienvenidas y
bienvenidos a la realidad zapatista.
I.- Una
decisión difícil.
Cuando irrumpimos e
interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras,
nosotros los zapatistas.
La guerra de arriba,
con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y
el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.
Lo que para nosotros
inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo
contra los de arriba, contra su mundo.
Esa guerra de
resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los
cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.
Era y es la nuestra,
como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el
neoliberalismo.
Contra la muerte,
nosotros demandamos vida.
Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.
Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.
Contra la opresión, la rebeldía.
Contra la esclavitud, la libertad.
Contra la imposición, la democracia.
Contra el crimen, la justicia.
Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.
Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.
Contra la opresión, la rebeldía.
Contra la esclavitud, la libertad.
Contra la imposición, la democracia.
Contra el crimen, la justicia.
¿Quién con un poco de
humanidad en las venas podría o puede cuestionar esas demandas?
Y en ese entonces
muchos escucharon.
La guerra que
levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y
generosos en geografías cercanas y alejadas.
Faltaba lo que faltaba,
y falta lo que falta, pero conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su
corazón.
Entonces nos vimos en
la necesidad de responder a una pregunta decisiva:
“¿Qué sigue?”
En las tétricas cuentas
de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos pregunta alguna. Así que
esa pregunta nos llevó a otras:
¿Preparar a los que
siguen en la ruta de la muerte?
¿Formar más y mejores
soldados?
¿Invertir empeños en
mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra?
¿Simular diálogos y
disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes?
¿Matar o morir como
único destino?
¿O debíamos reconstruir
el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?
El camino no sólo de
los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes, maestros,
jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran arriba, y
abajo se persiguen y se castigan.
¿Debíamos inscribir
nuestra sangre en el camino que otros dirigen hacia el Poder o debíamos voltear
el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir
los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?
Nadie lo escuchó
entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras
advertimos que nuestro dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre
morir o vivir.
Quien hubiera advertido
entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido
mejor lo que ha ocurrido en la realidad zapatista los últimos 20 años.
Pero les decía yo que
nos topamos con esa pregunta y ese dilema.
Y elegimos.
Y en lugar de
dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores
de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que
hoy maravilla al mundo.
En lugar de construir
cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se
levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos
nuestras condiciones de vida.
En lugar de luchar por
ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo,
elegimos construir la vida.
Esto en medio de una
guerra que no por sorda era menos letal.
Porque, compas, una
cosa es gritar “no están solos” y otra
enfrentar sólo con el cuerpo una columna blindada de tropas federales, como
ocurrió en la zona de Los Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se
entera, y a ver si hay un poco más de suerte y el que se entera se indigna, y
otro poco más de suerte y el que se indigna hace algo.
En el entretanto, las
tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta de parque fue con
mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que echarse para
atrás.
Y en la zona norte de
Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias blancas, recicladas
entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las agresiones continuas
de organizaciones campesinas que de “independientes” a veces ni el nombre
tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de paramilitares y
contras.
Y una cosa es gritar “todos somos marcos” o “no todos somos marcos”, según el caso o cosa, y otra la
persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de poblados, el
“peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de los
helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o
muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más
histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una
trasnacional, y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que
se suma después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas,
uso de paramilitares, militarización, hostigamiento.
Si hay algún mito en
todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten desde esos días,
incluso retomada por personas con altos estudios, de que la guerra contra los
zapatistas sólo duró 12 días.
No haré un recuento
detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir
la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y son más
los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los halagos que las
amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el pasamontañas o
para capturarlo “vivo o muerto”.
En esas condiciones,
algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo generoso e
incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la
construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.
No es entonces una
frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba o desde abajo,
la de “aquí estamos los muertos de siempre,
muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”. Es la realidad.
Y casi 20 años después…
El 21 de diciembre del
2012, cuando la política y el esoterismo coincidían, como otras veces, en
predicar catástrofes que siempre son para los de siempre, los de abajo,
repetimos el golpe de mano del 1 de enero del 94 y, sin disparar ni un solo
tiro, sin armas, con nuestro solo silencio, postramos de nuevo la soberbia de
las ciudades cuna y nido del racismo y el desprecio.
Si el primero de enero
de 1994, miles de hombres y mujeres sin rostro atacaron y rindieron las
guarniciones que protegían las ciudades, el 21 de diciembre del 2012 fueron
decenas de miles que tomaron sin palabras los edificios desde donde se
celebraba nuestra desaparición.
El sólo hecho
inapelable de que el EZLN no sólo no se había debilitado, mucho menos
desaparecido, sino que había crecido cuantitativa y cualitativamente hubiera
bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de
que, en esos 20 años, algo había cambiado al interior del EZLN y de las
comunidades.
Tal vez más de alguno
piense que nos equivocamos al elegir, que un ejército no puede ni debe
empeñarse en la paz.
Por muchas razones,
cierto, pero la principal era y es porque de esa forma terminaríamos por
desaparecer.
Tal vez es cierto. Tal
vez nos equivocamos al elegir cultivar la vida en lugar de adorar a la muerte.
Pero nosotros elegimos
no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y exigen la lucha
a muerte, mientras los muertos los pongan otros.
Elegimos mirándonos y
escuchándonos, siendo el Votán colectivo
que somos.
Elegimos la rebeldía,
es decir, la vida.
Eso no quiere decir que
no supiéramos que la guerra de arriba trataría y trata de imponer de nuevo su
dominio sobre nosotros.
Supimos y sabemos que
una y otra vez habremos de defender lo que somos y como somos.
Supimos y sabemos que
seguirá habiendo muerte para que haya vida.
Supimos y sabemos que
para vivir, morimos.
II.- ¿Un
fracaso?
Dicen por ahí que no
hemos logrado nada para nosotros.
No deja de sorprender
que se maneje con tanto desparpajo esta posición.
Piensan que los hijos e
hijas de los comandantes y comandantas deberían disfrutar de viajes al
extranjero, de estudios en escuelas privadas y luego de altos puestos en la
empresa o la política. Que en lugar de trabajar la tierra para arrancarle con
sudor y empeño el alimento, deberían lucirse en las redes sociales
divirtiéndose en los antros, exhibiendo lujos.
Tal vez los
subcomandantes deberían procrear y heredar a sus descendientes los cargos, las
prebendas, los templetes, como hacen los políticos de todo el espectro.
Tal vez deberíamos,
como los dirigentes de la CIOAC-H y de otras organizaciones campesinas, recibir
privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la mayor parte y dejar
a las bases sólo unas migajas, a cambio de que cumplan las órdenes criminales
que vienen de más arriba.
Pero es cierto, no
hemos logrado nada de eso para nosotros.
Difícil de creer que,
20 años después de aquel “nada para nosotros”,
resultara que no era una consigna, una frase buena para carteles y canciones,
sino una realidad, la realidad.
Si el ser consecuentes
es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta al
Poder.
Pero nosotros no
queremos ir para allá.
No nos interesa.
En esos parámetros
preferimos fracasar que triunfar.
III.- El
relevo.
En estos 20 años ha
habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN.
Algunos han advertido
sólo el evidente: el generacional.
Ahora están haciendo la
lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al
inicio del alzamiento.
Pero algunos estudiosos
no se han percatado de otros relevos:
El de clase: del origen
clase mediero ilustrado, al indígena campesino.
El de raza: de la
dirección mestiza a la dirección netamente indígena.
Y el más importante: el
relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo;
de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de abajo; de la política
profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la
marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a
lo otro, a la celebración de la diferencia.
No me extenderé más
sobre esto, porque ha sido precisamente el curso “La Libertad según l@s
zapatistas” la oportunidad de constatar si en territorio organizado vale más el
personaje que la comunidad.
En lo personal no
entiendo por qué gente pensante que afirma que la historia la hacen los
pueblos, se espante tanto ante la existencia de un gobierno del pueblo donde no
aparecen los “especialistas” en ser gobierno.
¿Por qué les da terror
el que sean los pueblos los que manden, los que dirijan sus pasos propios?
¿Por qué mueven la
cabeza con desaprobación frente al mandar obedeciendo?
El culto al
individualismo encuentra en el culto al vanguardismo su extremo más fanático.
Y ha sido eso precisamente,
el que los indígenas manden y que ahora un indígena sea el vocero y jefe, lo
que los aterra, los aleja, y finalmente se van para seguir buscando alguien que
precise de vanguardias, caudillos y líderes. Porque también hay racismo
en la izquierda, sobre todo en la que se pretende revolucionaria.
El ezetaelene no es de ésos. Por eso
no cualquiera puede ser zapatista.
IV.- Un
holograma cambiante y a modo. Lo que no será.
Antes del amanecer de
1994, pasé 10 años en estas montañas. Conocí y traté personalmente a algunos en
cuya muerte morimos un mucho. Conozco y trato desde entonces con otros y otras
más que hoy están aquí como nosotros.
Muchas madrugadas me
encontré a mí mismo tratando de digerir las historias que me contaban, los
mundos que dibujaban con silencios, manos y miradas, su insistencia en señalar
algo más allá.
¿Era un sueño el mundo
ése, tan otro, tan lejano, tan ajeno?
A veces pensé que se
habían adelantado, que las palabras que nos guiaron y guían venían de tiempos
para los que no habían aún calendarios, perdidos como estaban en geografías
imprecisas: siempre el sur digno omnipresente en todos los puntos cardinales.
Luego supe que no me
hablaban de un mundo inexacto y, por lo tanto, improbable.
Ese mundo ya andaba con
su paso.
Ustedes, ¿no lo vieron?
¿No lo ven?
No hemos engañado a
nadie de abajo. No escondemos que somos un ejército, con su estructura
piramidal, su centro de mando, sus decisiones de arriba hacia abajo. No por
congraciarnos con libertarios o por moda negamos lo que somos.
Pero cualquiera puede
ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o impone.
Y debo decir esto, que
ya he pedido la autorización del compañero Subcomandante Insurgente Moisés para
hacerlo:
Nada de lo que hemos
hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército armado, el
zapatista de liberación nacional, no se hubiera alzado contra el mal gobierno
ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de abajo frente
a la violencia del de arriba.
Somos guerreros y como
tales sabemos cuál es nuestro papel y nuestro momento.
En la madrugada del día
primero del primer mes del año de 1994, un ejército de gigantes, es decir, de
indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo.
Apenas unos días
después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas,
nos dimos cuenta de que los de afuera no nos veían.
Acostumbrados a mirar
desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos.
Acostumbrados a vernos
humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía.
Su mirada se había
detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no
miraron.
Nuestros jefes y jefas
dijeron entonces:
“Sólo lo ven lo pequeño
que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él
nos vean”
Empezó así una compleja
maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una
maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena
desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación.
Empezó entonces la
construcción del personaje llamado “Marcos”.
Les pido que me sigan
en este razonamiento:
Supongamos que es
posible otra forma de neutralizar a un criminal. Por ejemplo, creándole su arma
homicida, hacerle creer que es efectiva, conminarlo a construir, en base a esa
efectividad, todo su plan, para, en el momento en que se prepara para disparar,
el “arma” vuelva a ser lo que siempre fue: una ilusión.
El sistema entero, pero
sobre todo sus medios de comunicación, juegan a construir famas para luego
destruirlas si no se pliegan a sus designios.
Su poder residía (ya
no, han sido desplazados en eso por las redes sociales) en decidir qué y quién
existía en el momento en que elegían qué nombraban y qué callaban.
En fin, no me hagan
mucho caso, como se ha demostrado en estos 20 años, yo no sé nada de medios
masivos de comunicación.
El caso es que el SupMarcos pasó de ser un vocero a ser un
distractor.
Si el camino de la
guerra, es decir, de la muerte, nos había tomado 10 años; el de la vida tomó
más tiempo y requirió más esfuerzo, por no hablar de sangre.
Porque, aunque no lo
crean, es más fácil morir que vivir.
Necesitábamos tiempo
para ser y para encontrar a quien supiera vernos como lo que somos.
Necesitábamos tiempo
para encontrar a quien nos viera no hacia arriba, no hacia abajo, que de frente
nos viera, que nos viera con mirada compañera.
Les decía que empezó
entonces la construcción del personaje.
Marcos un día tenía los
ojos azules, otro día los tenía verdes, o cafés, o miel, o negros, todo
dependiendo de quién hiciera la entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en
equipos de futbol profesional, empleado en tiendas departamentales, chofer,
filósofo, cineasta, y los etcéteras que pueden encontrar en los medios de paga
de esos calendarios y en diversas geografías. Había un Marcos para cada ocasión,
es decir, para cada entrevista. Y no fue fácil, créanme, no había entonces wikipedia y si venían del Estado Español
tenía que investigar si el corte inglés, por ejemplo, era un corte de traje
típico de Inglaterra, una tienda de abarrotes, o una tienda departamental.
Si me permiten definir
a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue una botarga.
Digamos que, para que
me entiendan, Marcos era un Medio No Libre (ojo: que no es lo mismo que ser un
medio de paga).
En la construcción y
mantenimiento del personaje tuvimos algunos errores.
“Es de humanos el
herrar”, dijo el herrero.
Durante el primer año
agotamos, como quien dice, el repertorio de “Marcos” posibles. Así que para
inicios de 1995 estábamos en apuros y el proceso de los pueblos estaba en sus
primeros pasos.
Así que en 1995 ya no
sabíamos cómo hacerle. Pero entonces es cuando Zedillo, con el PAN de la mano,
“descubre” a Marcos con el mismo método científico con que encuentra osamentas,
es decir, por delación esotérica.
La historia del tampiqueño
nos dio aire, aunque el fraude posterior de la Paca de Lozano nos hizo temer
que la prensa de paga cuestionara también el “desenmascaramiento” de Marcos y
descubriera que era un fraude más. Afortunadamente no fue así. Como ésa, los
medios siguieron tragando otras ruedas de molino semejantes.
Un tiempo después el
tampiqueño llegó a estas tierras. Junto con el Subcomandante Insurgente Moisés,
hablamos con él. Le ofrecimos entonces dar una conferencia conjunta, así podría
él librarse de la persecución puesto que sería evidente que no eran Marcos y él
la misma persona. No quiso. Vino a vivir acá. Salió algunas veces y su rostro
puede encontrarse en las fotografías de los velorios de sus padres. Si quieren
pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah, no quiere que sepan
dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo desea algún día,
pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de 1995. Por nuestra
parte sólo nos queda agradecerle que nos haya pasado datos que cada tanto
usamos para alimentar la “certeza” de que el SupMarcos no
es lo que es en realidad, es decir, una botarga o un holograma, sino un
profesor universitario, originario del ahora doloroso Tamaulipas.
En el entretanto
seguíamos buscando, buscándolas, buscándolos a ustedes, a quienes ahora están
aquí y a quienes no están aquí pero están.
Lanzamos una y otra
iniciativas para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes
iniciativas, tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos.
En el entretanto,
seguía el avance de los pueblos y el relevo del que se ha hablado mucho o poco,
pero que se puede constatar directamente, sin intermediarios.
En la búsqueda de lo
otro, una y otra vez fracasamos.
A quien encontrábamos o
nos quería dirigir o quería que lo dirigiéramos.
Había quienes se
acercaban y lo hacían con el afán de usarnos, o para mirar hacia atrás, sea con
la nostalgia antropológica, sea con la nostalgia militante.
Así para unos éramos
comunistas, para otros trotskistas, para otros anarquistas, para otros
maoístas, para otros milenaristas, y ahí les dejo varios “istas” para que
pongan lo que sea de su conocimiento.
Así fue hasta la Sexta
Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más zapatista de las
iniciativas que hemos lanzado hasta ahora.
Con la Sexta al fin
hemos encontrado quien nos mira de frente y nos saluda y abraza, y así se
saluda y abraza.
Con la Sexta al fin los
encontramos a ustedes.
Por fin, alguien que
entendía que no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni rebaños a los cuales
conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni caudillos ni masas sin
cabeza.
Pero faltaba ver si era
posible que miraran y escucharan lo que siendo somos.
Al interior, el avance
de los pueblos había sido impresionante.
Entonces vino el curso
“La Libertad según l@s zapatistas”.
En 3 vueltas, nos dimos
cuenta de que ya había una generación que podía mirarnos de frente, que podía
escucharnos y hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión ni
seguimiento.
Marcos, el personaje,
ya no era necesario.
La nueva etapa en la
lucha zapatista estaba lista.
Pasó entonces lo que
pasó y muchas y muchos de ustedes, compañeras y compañeros de la Sexta, lo
conocen de manera directa.
Podrán decir luego que
lo del personaje fue ocioso. Pero una revisión honesta de esos días dirá de
cuántas y cuántos voltearon a mirarnos, con agrado o desagrado, por los
desfiguros de una botarga.
Así que el relevo de
mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, purga o
depuración.
Se da lógicamente de
acuerdo a los cambios internos que ha tenido y tiene el EZLN.
Sé que eso no cuadra
con los esquemas cuadrados que en los distintos arriba hay, pero eso la verdad
nos tiene sin cuidado.
Y si esto arruina la
perezosa y pobre elaboración de los rumorólogos y zapatólogos de Jovel, pues ni modos.
Ni estoy ni he estado
enfermo, ni estoy ni he estado muerto.
O sí, aunque tantas
veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí.
Si alentamos esos
rumores fue porque así convenía.
El último gran truco
del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas las muertes que
ha padecido.
Por cierto, lo de “si su salud lo permite”, que el Subcomandante
Insurgente Moisés usó en el comunicado anunciando la compartición con el CNI,
era un equivalente a “si el pueblo lo pide”
o “si las encuestas me favorecen” o “si dios me da licencia” u otros lugares
comunes que han sido la muletilla en la clase política en los últimos tiempos.
Si me permiten un
consejo: deberían cultivar un poco el sentido del humor, no sólo por salud
mental y física, también porque sin sentido del humor no van a entender al
zapatismo. Y el que no entiende, juzga; y el que juzga, condena.
En realidad ésa ha sido
la parte más sencilla del personaje. Para alimentar el rumor sólo fue necesario
decirle a algunas personas en específico: “te
voy a decir un secreto pero prométeme que no se lo vas a contar nadie”.
Por supuesto que lo
contaron.
Los principales
colaboradores involuntarios del rumor de enfermedad y muerte han sido los
“expertos en zapatología” que en la soberbia Jovel y en la caótica Ciudad de
México presumen su cercanía con el zapatismo y el profundo conocimiento que de
él tienen, además, claro, de los policías que también cobran como periodistas,
de los periodistas que cobran como policías, y de l@s periodistas que sólo
cobran, y mal, como periodistas.
Gracias a todas y todos
ellos y ellas. Gracias por su discreción. Hicieron exactamente como suponíamos
que iban a hacer. Lo único malo de todo esto, es que dudo que ahora alguien les
confíe ningún secreto.
Es nuestra
convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni
líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un
poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización.
Lo demás, o sirve al
colectivo o no sirve.
Ha sido particularmente
cómico lo que el culto al individuo ha provocado en los politólogos y analistas
de arriba. Ayer dijeron que el futuro de este pueblo mexicano dependía de la
alianza de 2 personalidades. Antier dijeron que Peña Nieto se independizaba de
Salinas de Gortari, sin darse cuenta de que, entonces, si criticaban a Peña
Nieto, se ponían del lado de Salinas de Gortari; y que si criticaban a éste
último, apoyaban a Peña Nieto. Ahora dicen que hay que optar por un bando en la
lucha de arriba por el control de las telecomunicaciones, así que o estás con
Slim o estás con Azcárraga-Salinas. Y más arriba, o con Obama o con Putin.
Quienes hacia arriba
suspiran y miran pueden seguir buscando su líder; pueden seguir pensando que
ahora sí se van a respetar los resultados electorales; que ahora sí Slim va a
apoyar la opción electoral de izquierda; que ahora sí en Game of Thrones van a aparecer los
dragones y las batallas; que ahora sí en la serie televisiva The Walking Dead, Kirkman se va a apegar al
comic; que ahora sí las herramientas hechas en china no se van a quebrar a la
primera vuelta; que ahora sí el futbol va a ser deporte y no negocio.
Y sí, puede que en
algunos de los casos sí le atinen, pero no hay que olvidar que en todos ellos
son meros espectadores, es decir, consumidores pasivos.
Quienes amaron y
odiaron al SupMarcos ahora saben
que han odiado y amado a un holograma. Sus amores y odios han sido, pues,
inútiles, estériles, vacíos, huecos.
No habrá entonces casa-museo
o placas de metal en donde nací y crecí. Ni habrá quien viva de haber sido el
subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su cargo. No habrán viajes
todo pagado para dar pláticas en el extranjero. No habrá traslado ni atención
en hospitales de lujo. No habrán viudas ni hereder@s. No habrán funerales, ni
honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo que el sistema hace
para promover el culto al individuo y para menospreciar al colectivo.
El personaje fue creado
y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.
Si alguien entiende
esta lección que dan nuestras compañeras y compañeros, habrá entendido uno de
los fundamentos del zapatismo.
Así que en los últimos
años ha pasado lo que ha pasado.
Entonces vimos que la
botarga, el personaje, el holograma pues, ya no era necesario.
Una y otra vez
planeamos, y una y otra vez esperamos el momento indicado: el calendario y la
geografía precisas para mostrar lo que en verdad somos a quienes son en verdad.
Entonces llegó Galeano
con su muerte a marcarnos la geografía y el calendario: “aquí, en La Realidad; ahora: en el dolor y la rabia”
V.- El dolor y
la Rabia. Susurros y gritos.
Cuando llegamos al
caracol aquí en La Realidad, sin que nadie nos lo dijera empezamos a hablar en
susurros.
Quedo hablaba nuestro
dolor, quedito nuestra rabia.
Como si tratáramos de
evitar que al Galeano lo ahuyentaran los ruidos, los sonidos que le eran
ajenos.
Como si nuestras voces
y pasos lo llamaran.
“Espera compa”, decía nuestro silencio.
“No te vayas”, susurraban las palabras.
Pero hay otros dolores
y otras rabias.
Ahora mismo, en otros
rincones de México y del mundo, un hombre, una mujer, unoa otroa,
un niño, una niña, un anciano, una anciana, una memoria, es golpeada a mansalva,
rodeada por el sistema hecho crimen voraz, es garroteada, macheteada, baleada,
rematada, arrastrada entre burlas, abandonada, recuperado y velado su cuerpo,
enterrada su vida.
Sólo algunos nombres:
Alexis Benhumea,
asesinado en el Estado de México.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.
Los y las migrantes
desparecidas forzosamente y probablemente asesinadas en cualquier rincón del
territorio mexicano.
Los presos a quienes se
quiere matar en vida: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, los Mapuche, Mario
González, Juan Carlos Flores.
El continuo entierro de
voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra y el cerrarse de
las rejas.
Y la burla mayor es
que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno, el sistema va
diciendo: “no vales, no importas, nadie te
llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie levanta tu
vida”
Y con la última
paletada sentencia: “aunque agarren y castiguen
a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros, que de nuevo te
embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu vida”
Y dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada para que los
medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el caos que se
les viene encima, no me espanta, no me daña, no me castiga”
¿Qué le decimos a ese
cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le entierra en el
olvido?
¿Que sólo nuestros
dolor y rabia cuentan?
¿Que sólo nuestro
coraje importa?
¿Que mientras
susurramos nuestra historia, no escuchamos su grito, su alarido?
Tiene tantos nombres la
injusticia y son tantos los gritos que provoca.
Pero nuestro dolor y
nuestra rabia no nos impiden escuchar.
Y nuestros susurros no
son sólo para lamentar la caída de nuestros muertos injustamente.
Son para así poder
escuchar a otros dolores, hacer nuestras otras rabias y seguir así en el
complicado, largo y tortuoso camino de hacer de todo eso un alarido que se
transforme en lucha libertadora.
Y no olvidar que,
mientras alguien susurra, alguien grita.
Y sólo el oído atento
puede escuchar
Mientras hablamos y
escuchamos ahora, alguien grita de dolor, de rabia.
Y así como hay que
aprender a dirigir la mirada, la escucha debe encontrar el rumbo que la haga
fértil.
Porque mientras alguien
descansa, hay quien sigue cuesta arriba.
Para mirar ese empeño,
basta bajar la mirada y elevar el corazón.
¿Pueden?
¿Podrán?
La justicia pequeña se
parece tanto a la venganza. La justicia pequeña es la que reparte impunidad,
pues al castigar a uno, absuelve a otros.
La que queremos
nosotros, por la que luchamos, no se agota en encontrar a los asesinos del
compa Galeano y ver que reciban su castigo (que así será, que nadie se llame a
engaño).
La búsqueda paciente y
porfiada busca la verdad, no el alivio de la resignación.
La justicia grande
tiene qué ver con el compañero Galeano enterrado.
Porque nosotros nos
preguntamos no qué hacemos con su muerte, sino qué debemos hacer con su vida.
Disculpen si entro en
el pantanoso terreno de los lugares comunes, pero ese compañero no merecía
morir, no así.
Todo su empeño, su
sacrificio cotidiano, puntual, invisible para quien no fuera nosotros, fue por
la vida.
Y sí les puedo decir
que fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que maravilla, hay miles
de compañeras y compañeros como él en las comunidades indígenas zapatistas, con
el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y un único destino: la
libertad.
Y haciendo cuentas
macabras: si alguien merece la muerte es quien no existe ni ha existido, como
no sea en la fugacidad de los medios de comunicación de paga.
Ya nos ha dicho nuestro
compañero jefe y vocero del EZLN, el Subcomandante Insurgente Moisés, que al
asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas, los de arriba querían
asesinar al EZLN.
No como ejército, sino
como rebelde necio que construye y levanta vida donde ellos, los de arriba,
desean el páramo de las industrias mineras, petroleras, turísticas, la muerte
de la tierra y de quienes la habitan y trabajan.
Y ha dicho que hemos
venido, como Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional,
a desenterrar a Galeano.
Pensamos que es
necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva.
Y para que esa
impertinente que es la muerte quede satisfecha, en su lugar de Galeano ponemos
otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida, sino un
nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia,
sin vida.
Así que hemos decidido
que Marcos deje de existir hoy.
Lo llevarán de la mano
sombra el guerrero y lucecita para que no se pierda en el camino, Don Durito se
irá con él, lo mismo que el Viejo Antonio.
No lo extrañarán las
niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos, pues ya son
grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la libertad, la
democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier zapatista.
El gato-perro, y no un
cisne, entonará ahora el canto de despedida.
Y al final, quienes
entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien no ha vivido.
Y la muerte se irá
engañada por un indígena con el nombre de Galeano en la lucha, y en esas
piedras que han colocado en su tumba volverá a andar y a enseñar, a quien se
deje, lo básico del zapatismo, es decir, no venderse, no rendirse, no
claudicar.
¡Ah la muerte! Como si
no fuera evidente que a los de arriba los libera de toda corresponsabilidad,
más allá de la oración fúnebre, el homenaje gris, la estatua estéril, el museo
controlador.
¿A nosotros? Bueno,
pues a nosotros la muerte nos compromete por lo que tiene de vida.
Así que aquí estamos,
burlando a la muerte en la realidad.
Compas:
Dicho todo lo anterior,
siendo las 0208 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del
EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente
Marcos, el autodenominado “subcomandante de acero inoxidable”.
Eso es.
Por mi voz ya no
hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Vale. Salud y hasta
nunca… o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca
ha importado.
Desde la realidad
zapatista.
Subcomandante
Insurgente Marcos.
México, 24 de mayo del 2014.
México, 24 de mayo del 2014.
P.D.1.- ¿“Game is
over”?
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.
(…)
(se escucha una voz en
off)
Buenas madrugadas
tengan compañeras y compañeros. Mi nombre es Galeano, Subcomandante Insurgente
Galeano.
¿Alguien más se llama
Galeano?
(se escuchan voces y
gritos)
Ah, tras que por eso me
dijeron que cuando volviera a nacer, lo haría en colectivo.
Sea pues.
Buen viaje. Cuídense,
cuídenos.
Desde las montañas del
Sureste Mexicano.
Subcomandante
Insurgente Galeano.
México, mayo del 2014.