CRISTINA
Y BACHELET PIDIERON ACUERDOS REGIONALES ANTIDROGAS
En la
lucha contra la droga, aprender de Cuba, Irán y Bolivia
En su
reunión con la presidenta de Chile, la mandataria argentina dijo que no basta
un acuerdo de los dos países sino otro de orden regional. En el combate
antinarcóticos los ejemplos a imitar son Cuba, Irán y Bolivia.
EMILIO
MARÍN
Ayer
estuvo en Buenos Aires la presidenta chilena Michelle Bachelet y se entrevistó
con su colega argentina, con la que firmó acuerdos bilaterales.
Uno de
los asuntos en debate en este momento, sobre todo de este lado de los Andes, es
cómo enfrentar al narcotráfico. La visitante expresó: “no basta que dos países
se pongan de acuerdo sobre el narcotráfico, sino que es un tema que debería
llevarse a Unasur”. La anfitriona, en sintonía, manifestó que “querer
circunscribir a resolver el problema en base a la reunión de uno o dos países,
sin que los que producen la droga y los que las consumen se sienten para
acordar un protocolo, es ficción o hipocresía”.
De ambas
jefas de Estado la que apuntó contra Estados Unidos fue la argentina, cuya
administración se encuentra dolorida con el Departamento de Estado por las
críticas de su último informe mundial de lucha contra el terrorismo. Allí se
afirmó que en la zona de la Triple Frontera habría sensibles progresos del
narcotráfico y actividades afines al terrorismo.
Reforzando
esas críticas del gobierno de Barack Obama, la subsecretaria adjunta del
Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jackson, abundó
con que veían un alarmante aumento del consumo de drogas en Argentina y Brasil.
Como siempre, viendo la paja en el ojo ajeno y no la tremenda viga en el
propio...
Esos
cruces polémicos deben estar en la base de las declaraciones de Sergio Berni,
sobre que Washington importa droga y exporta muertes, y de las manifestaciones
de CFK de ayer. Ella cuestionó: “si hace 20 años EE.UU. propone una fórmula
para combatir el narcotráfico totalmente ineficaz, es necesario que la
estrategia se replantee”.
Es posible
que después de esta nueva vuelta de tuerca en la polémica entre el gobierno
argentino y el Departamento de Estado, se haga oír alguna voz del organismo de
John Kerry, como para quedarse con la última palabra.
De una
forma u otra la polémica se reinstaló cuando los obispos, retomando la línea
norteamericana y vaticana, plantearon en su reciente documento que la Argentina
está enferma de violencia, y que ésta tiene que ver con el supuesto auge del
narcotráfico.
¿Cuál es
la prioridad?
Que ese
flagelo ha aumentado en los últimos años, no caben dudas y el gobierno -si bien
no lo admite en forma expresa con la parte de autocrítica que le corresponde-
no lo desconoce.
El primer
problema no es entonces el reconocimiento o no. Se trata de definir si el
combate antinarcóticos debe ser la prioridad del gobierno argentino y demás
gobernantes de la región.
El
cronista cree que no. Que siendo ese un asunto muy importante, hay otros que lo
superan, como erradicar la pobreza. En la II Cumbre de la CELAC realizada en
enero de 2014 en La Habana, Raúl Castro, a la sazón presidente pro-témpore de
la entidad, señaló: “según la CEPAL, a la que agradecemos su permanente
cooperación con la Presidencia cubana y los cinco estudios que ha elaborado en
el marco de dicha colaboración, en la América Latina y el Caribe la tasa de
pobreza alcanzó en 2012, como mínimo, un 28,2% de la población, o sea, 164
millones de personas, y la de indigencia o pobreza extrema, el 11,3%, lo que
equivale a 66 millones de habitantes de la región. Pero lo más preocupante es
la pobreza infantil, que afecta a 70,5 millones de niños, niñas y adolescentes,
de ellos 23,3 millones en pobreza extrema”.
Que se
sepa, el Departamento de Estado y la Casa Blanca están muy apurados en la lucha
contra las drogas, a su manera policíaca, y auspician recetas fondomonetaristas
que afortunadamente tienen ahora menos predicamento en la región. De lo
contrario los guarismos de la CEPAL serían más ominosos aún.
Los
métodos
Los
métodos propugnados por el imperio son bien conocidos: colocar la lucha
antinarcóticos como tarea para las Fuerzas Armadas de los países, como parte de
la agenda de “lucha contra el terrorismo y las nuevas amenazas”. El Comando Sur
con asiento en La Florida auspicia ese enfoque, violatorio de la legislación
argentina que separa a los militares de esos asuntos propios de fuerzas
policiales y de seguridad en cuanto a la persecución propiamente dicha.
La
mandataria argentina en su conferencia de prensa conjunta con la chilena dijo
ayer: “si hace 20 años se propone una fórmula de combate a las drogas, y crece
el narcotráfico, es evidente que hay que cambiar los métodos”.
Esa
política tiene sólo parcial cumplimiento en Argentina. La parte favorable es
que se rediseñó la política del Sedronar, atendiendo a la prevención,
contención y atención de los adictos, ahora a cargo del sacerdote Juan Carlos
Molina. Cuando en esos cargos estuvieron menemistas y duhaldistas como el ahora
massista Eduardo Amadeo las políticas eran otras, más afines al Departamento de
Estado, el FBI y la DEA.
De todos
modos, el gobierno de Cristina se queda a mitad de camino con sus propias
definiciones correctas del tema. Es que a continuación de las mismas pasa a
firmar acuerdos con la DEA y se engancha en la línea estadounidense que en la
zona encarna fielmente Colombia.
De allí
que el secretario Sergio Berni haya suscripto nuevos acuerdos de cooperación y
capacitación de sus agentes con la DEA, llevados a cabo en Bogotá, como en una
suerte de competencia con Mauricio Macri, quien capacitó a jefes de la
Metropolitana con la DEA en Estados Unidos.
Allí
aparecen las diferencias de apreciación al interior gubernamental. El cura
Molina y la presidenta lo reiteró ayer, creen que Argentina no es un país
productor ni exportador de drogas. Y Berni, más en sintonía con Daniel Scioli,
con los obispos y el gobierno de Obama, tienen una opinión diferente, de mayor
gravedad, de que el país no es de mero tránsito y consumo.
El
Secretario de Seguridad manifestó en el Senado que aquí puede haber unas 500
pistas clandestinas para que despeguen y aterricen aviones con sustancias
tóxicas prohibidas. Lo más serio es que no quiso concurrir a la jornada
organizada el jueves 8 en el Senado por el diputado del Movimiento Evita,
Leonardo Grosso, y por los firmantes del Acuerdo de Seguridad Democrática,
entre ellos el CELS. Berni explicó que no está de acuerdo con esa visión de la
seguridad que mantienen esos sectores progresistas. No lo admitió, pero lo suyo
tiene más que ver con policías en acción, otro punto donde congenia con el
precandidato kirchnerista mejor posicionado para 2015: Scioli.
Tres
modelos
La ruta
de la DEA conduce a mayor narcotráfico, más injerencia del imperio en los
asuntos políticos internos y en las fuerzas de seguridad, de por sí poco
democratizadas. También se traducen en más negocios para los lavadores de
dinero -particularmente gananciosos los bancos y paraísos fiscales- y en una
mayor cuota de violencia en la sociedad.
Si de
verdad se quiere conjurar o derrotar el flagelo, el cronista insiste en
estudiar tres modelos exitosos.
Uno es
Cuba. Como les contó Raúl Castro a sus colegas de la CELAC en la cumbre de
Chile, en 2013, la clave fue el apoyo de la población. El gobierno cubano pidió
a la población denunciar a quienes traficaran con droga, luego de que los
carteles del narcotráfico introdujeron marihuana y cocaína cuando aumentó el
turismo. “La población era la más interesada en que este problema no se
extendiera”, dijo Castro, quien detalló que hay al menos 5.000 detenidos, que
se equivocaron en muy pocos casos, y que se liberó a esas personas, y también
que hay 250 detenidos de nacionalidades extranjeras.
La
lección cubana sería: valores morales de la población, sin los yanquis, y a
sangre y fuego sobre los narcos.
Otro
ejemplo es Bolivia. Evo Morales echó a la DEA y allí comenzaron los buenos
resultados. Prensa Latina informó el 9 de mayo que “la Fuerza Especial de Lucha
Contra el Narcotráfico decomisó en el primer trimestre de este año 5,5
toneladas de cocaína y 16 toneladas de marihuana en tres mil 204 operativos”.
El subdirector nacional de la policía antidroga, Marcos Encinas explicó que en
ese período detuvieron a 846 personas entre nacionales y extranjeros.
Y el otro
caso brillante es Irán. El jefe de la misión diplomática de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) en Irán, Gary Lewis, aplaudió el sábado 10/5 los
denodados esfuerzos del país persa en la lucha antidroga. “Según Lewis, Irán
registra alrededor del 80 % de la incautación de opio ilícito, así como la
confiscación de un tercio de la heroína y derivados de la morfina en el mundo”,
reseñó HispanTV.
Irán
comparte 900 kilómetros frontera común con Afganistán y es tomado como conducto
principal de las redes ilegales para contrabando de drogas afganas a Europa.
Teherán ha invertido 700 millones de dólares para proteger las fronteras e
impedir el tránsito de narcóticos con destino a países europeos, árabes y
centroasiáticos. “Cerca de 3.700 agentes de la policía iraní han perdido la
vida en los últimos 30 años en la lucha contra el narcotráfico, procedente de
Afganistán”, decía ese despacho. Pocos lo reconocen. Argentina debería dejar de
demonizar a Irán y tenerlo en esta materia como un modelo positivo, más que a
la DEA.